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Veterano Nivel 1

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Motiva - Que esta pagina tenga tantas visitas como el equivalente al 14% de la
población mundial.
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Tú quejate de tu trabajo - Y te aseguro que millones llorarían por el
puntos 21 | votos: 21
Ver a la persona - que te insulta a las espaldas, y hacer el para mi estás muerto de Lily.
puntos 6 | votos: 6
Hay gente que se hace grande, - y gente que lleva la grandeza en el corazón.
puntos 11 | votos: 11
En la Rusia Soviética - necesitan más bolígrafos Bic verde.

puntos 17 | votos: 19
perder la virginidad - descripción grafica
puntos 12 | votos: 12
Si mamá - a ver si ahora vas a creer que la droga la regalan...
puntos 20 | votos: 20
Todo eran mentiras que - Ni tú creías, pero yo creí.
puntos 15 | votos: 15
sonreir - No siempre significa que se es feliz, a veces simplemente significa...
que somos personas fuertes.
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El Señor Oscuro - Y su Helado de Ciruelas

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PERROS - LOS ODIO AVRIA K TIRARLOS A TODOS A 1 RIO K DEJEN D ENSUCIAR LAS KAYES
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¿Sabías que... - las nubes están en estado líquido y no gaseoso?
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¡Que dejes de llorar! -
puntos 13 | votos: 13
Claro que te quiero, - pero lo nuestro es imposible
puntos 34 | votos: 34
Desmotivaciones.es - Te estoy poniendo los cuernos
ya no me entretienes como antes
espero que sepas soportarlo...
no eres tu soy yo...










bah qué digo, si, si eres tu.

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Algunas veces deseo - superar mis limites y hacer lo que nunca creyeron que haría
puntos 21 | votos: 27
Por favor - dejemos de decirle que es gay, eso realmente no lo sabemos.
Simplemente insultemosle por algo que definitivamente es:   UN
ESTUPIDO QUE NO  PARA DE REVENTARNOS LOS OIDOS
puntos 16 | votos: 16
Estos niños - de hoy en día...
puntos 23 | votos: 23
Es peor cometer una injusticia - que padecerla, 
porque quien la comete se convierte en injusto y quien la padece, no

(Sócrates)
puntos 20 | votos: 20
Finales inesperados - nadie lo vio venir

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¿Quieres suicidarte? - consigue el manual
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Por esas veces que - te despiertas en medio de la noche y quieres al baño, y el pasillo se
ve sacado de una película de terror
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Me pareces - muy familiar
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Pizza - Versión Pacman
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Siempre habrán - personas que te juzguen por ser diferente, pero siempre habrá alguien 
que te entienda por lo que eres

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Nada, tenía que resolver - unos asuntillos
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Levanta la cabeza - no te lamas las heridas, hecha los hombros hacia atrás y  camina con orgullo
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Las mayores venganzas - son por amor y por la muerte, así que cuando ambas se cruzan, la
venganza se sirve en el más frío de los platos.
puntos 1 | votos: 5
¿Sabías que... - el chicle se hace con una savia de árbol, pero otras veces se saca de
los restos que se echan al mar y contaminan las aguas,de las fabricas
de petroleo?
puntos 8 | votos: 8
Tiempo en clase - Me sobra

puntos 8 | votos: 8
Tiempo en clase - aún me sobra.
puntos 26 | votos: 30
Justin Bieber - Tanto que dicen que es GAY, ¿cuál es el problema? Yo no soy su FAN
ni sé nada sobre su condición sexual, pero ¿qué pasa si es gay &
sale a la TV a decirlo? ¿Qué van a decir de él cuando lo diga?
puntos 1736 | votos: 1810
Madres - que ya no saben que castigos inventar
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¡El Desmo-Taller! - ¡Esperamos sus pedidos!
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Hay momentos... - en los que sobran las palabras y con una mirada somos capaces de
expresarlo TODO.

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Bombardeos de felicidad - cuando ves que lo que haces, les gusta a los demás
puntos 6 | votos: 8
Al otro lado de la vida 1x82 - En las afueras de Sheol
21 de septiembre de 2008

El viaje de vuelta a casa estaba resultando mucho más tranquilo de lo
que había previsto al partir de la cabaña media hora antes, tal vez
incluso demasiado. No se encontró con nadie hasta que ya estaba bien
dentro de la ciudad. No sabía si era porque a esas horas de la tarde
todavía dormían en cualquier lugar con la puerta abierta, porque no
les gustaban las afueras y preferían adentrarse en la urbe en busca
de alimento, o porque estaban dándole falsas esperanzas para acabar
cargando contra él más adelante. El caso es que se encontraba a un
escaso kilómetro de su casa cuando los primeros infectados repararon
en él.
	Se trataba de una pandilla de niños de entre ocho y quince años, le
llamó la atención porque no había ningún adulto entre ellos.
Estaban durmiendo plácidamente a la sombra de un platanero en un gran
alcorque con césped de esa avenida. Fue cuando una de las ruedas
pasó por encima de una lata de refresco que el ruido alertó a uno de
ellos, el más pequeño. Ese se levantó y miró en todas direcciones
hasta reparar en el coche; lo único que se movía a su alrededor. Se
levantó de un salto y comenzó a correr mientras gritaba. El ruido
alertó al resto, cinco en total, y para cuando quiso darse cuenta
seis muchachos le perseguían a unos veinte metros, pues había pasado
de largo.
	Ahora se planteaban frente a él dos opciones. Acabar con ellos o
pisar el acelerador para dejarlos atrás. Contaba con escasísima
munición, y no le apetecía atropellar a niños por la calle, de modo
que apretó fuerte. De las puertas abiertas de algunos portales
salieron más de esos indeseables, avisados por sus compañeros,
sumándose a la persecución, hasta que llegó el punto que tuvo la
impresión que estaba reviviendo la misma situación que había vivido
escasos días antes. La otra vez se había salvado por los pelos, pero
esta vez no tenía porque tener tanta suerte. Luchaba por no hacerlo,
pero a cada nueva ocasión que miraba por el retrovisor, veía más y
más de ellos. Afortunadamente no había apenas coches por las calles,
y los pocos que había permitían el paso si bien en ocasiones tenía
que bajar la marcha con lo que dejaba que se acercasen un poco más.
Eran ya una docena cuando tuvo que dar un volantazo para evitar a uno
que venía de frente. Luego pensó que hubiera sido más fácil
llevárselo por delante, pero aunque ya no lo fueran, aparentaban ser
personas, y algo dentro de sí no le permitía hacerlo. 
	Al cruzar otra esquina, a no más de medio kilómetro de su meta, el
coche hizo un sonido muy extraño. Dio un par de tirones y pequeñas
embestidas, acompañadas de más ruidos, y finalmente el motor se
paró. Tenía gasolina de sobra, pero el motor se negó a seguir
trabajando. Todavía contaba con la inercia, y unos cincuenta metros
de ventaja, pero eso no duraría mucho. Puso el punto muerto y trató
de arrancarlo una, dos y tres veces. Miró otra vez por el retrovisor,
viendo cómo el coche se detenía, pero como ellos seguían adelante.
Trató de arrancarlo una vez más con idéntico resultado y acabó
gritando de rabia al tiempo que agarraba la escopeta, abría la puerta
y se tiraba del coche en marcha a unos veinte kilómetros por hora.
	Dio un par de vueltas rodando por el suelo y enseguida se puso en
pie, con el hombro algo dolorido, a tiempo de ver como el coche se
estampaba contra una farola, abollándose el metal de ambos, y como
paraba en seco y en silencio, riéndose de él. Miró a un lado y a
otro, preguntándose que podía hacer ahora. Vio el cuerpo de un
hombre estampado en el suelo, con el cráneo roto y un brazo en una
posición antinatural; enseguida dedujo que se había tirado por una
ventana. El resto de la calle estaba prácticamente vacía, con el
habitual aspecto sucio y descuidado, pero al menos no se veía a nadie
más.
	Eran demasiados para enfrentarse a ellos; seguramente no tendría
plomo para todos, y puesto que le pisaban los talones comenzó a
correr en la dirección contraria, sabiendo que estaba todavía muy
lejos de su casa como para llegar corriendo antes de que le cogiesen.
Por bien que él era rápido y estaba en forma, ellos contaban con
algo que él no tenía, pues parecían no cansarse jamás, y para
cuando él tuviera que parar a recuperar el aliento, le acabarían
alcanzando. Fuera como fuese, debía buscar algún sitio donde
esconderse. Corrió mirando todos y cada uno de los portales y las
tiendas, viendo todas las puertas cerradas con cadenas y candados o
con barricadas al otro lado, al igual que el de su esposa. Uno tras
otro los fue dejando atrás, sintiéndose cada vez más vulnerable.
	 Estaban tan cerca que casi podía oír sus respiraciones
entrecortadas cuando pasó frente a un portal que parecía distinto al
resto. Todos tenían una puerta metálica con cristalera, algunas de
ellas intactas, otras rotas, pero todos se veían impenetrables. Sin
embargo, ese era distinto. Esa puerta era antigua, de madera, y a
juzgar por lo que podía ver a través de los vidrios, nada la tapaba
por detrás. Trató de girar el pomo, pero resultó inútil. Ni diez
segundos le separaban del encuentro con esos más de quince
infectados, a los que ya se les hacía la boca agua al ver tan cercano
ese bocado de ébano, de modo que agarró la escopeta y disparó
contra el pomo de la puerta, apartando la cara ante el baño de
astillas que precedió a la detonación.
	Una fuerte patada fue suficiente para abrir la puerta. Entró a toda
velocidad al portal y una vez dentro se dio cuenta que no podría
cerrar la puerta, por mucho que trató de encajarla, pues había
inutilizado el pomo. No le quedaba otra opción que subir las
escaleras a toda prisa, rezando porque arriba no le estuvieran
esperando más de esos indeseables. Escuchó la puerta golpear contra
la pared cuando el primero de ellos, una mujer de la edad de Sofía,
la abría de un empujón. Subía las escaleras de dos en dos,
maldiciéndose una y otra vez al ver en cada rellano que todas las
puertas, incluida la del ascensor, estaban cerradas. Disparar para
abrirlas hubiera resultado absurdo, pues no hubiera conseguido más
que cerrarse el paso y llegar a un punto sin retorno, de modo que se
lo jugó todo a una carta. 
Subió hasta el cuarto piso y vio desde ahí que la puerta del tejado
estaba abierta. Eso le hizo sonreír. Subió a toda prisa, escuchando
el eco de los gritos de esos indeseables, que parecían haber tomado
un curso acelerado de subir escaleras. Llegó a lo más alto, salió a
toda prisa de nuevo al exterior y cerró tras de si con un sonoro
portazo metálico. Se alejó andando de espaldas a la puerta, rezando
porque fuera lo suficientemente fuerte como para soportar las
embestidas de esos locos, pero no pasó nada. Se quedó en silencio,
esperando algo que jamás llegó a ocurrir.
Lo que pasó fue que le siguieron hasta el cuarto piso, pero al subir
algunas escaleras más y ver que no había salida, perdieron el norte
y comenzaron a deambular de un lado al otro, más perdidos que
rabiosos por haber perdido la presa, pues ya se habían olvidado de
ella. Morgan respiró hondo y se dijo que por ese día no podría
salir de ahí. Se giró para contemplar el panorama y comprobó,
escopeta en mano, que estaba solo. Le llamó la atención una ese
gigante pintada con pintura blanca que ocupaba gran parte del suelo.
Una lata de pintura vacía, dentro de la cual había un rodillo
reseco, eran toda su compañía ahí arriba.
Asumió que pasaría la noche al raso, y se dirigió al otro extremo
del terrado, desde donde afortunadamente pudo ver su objetivo. Tan
cerca y a la vez tan lejos; media docena más de calles y ahora
estaría disfrutando el reencuentro con su esposa. Quiso convencerse
de que había sido afortunado, pues seguía vivo, pero la rabia pudo
con él y su grito resonó por todo el vecindario, despertando a más
de ellos. El sol, ya rojizo, se acercaba al horizonte a marchas
forzadas, y los primeros infectados despertaron y salieron de sus
madrigueras, dispuestos a llevarse algo a la boca. 
Desde ahí tan solo podía ver medio balcón y la ventana del estudio,
pero se empezó a preocupar al ver que pese a que pasaban los minutos,
ninguna luz se encendía. Se repitió una y otra vez que Sofía ya se
habría ido a dormir, o que estaría en la otra mitad de la casa, pero
algo dentro de sí le incitaba a pensar en la opción más pesimista.
La luz de la luna, cercana al cuarto menguante, acabó siendo su
única compañía, junto a las estrellas y el sonido de los pasos de
los infectados campando a sus anchas por las calles. Se subió a la
caja de las escaleras, ayudándose de la antena parabólica que ahí
había collada, y se tumbó bocabajo en ese pequeño cuadrado,
sintiéndose más seguro que al mismo nivel de la puerta que ahora
había bajo sus pies. No dejó de mirar la fachada del edificio donde
debía estar Sofía ni un momento, hasta que acabó cayendo en los
brazos de Morfeo, pasadas las cuatro de la madrugada.
puntos 9 | votos: 9
Es muy fácil... - ...alzar el dedo, apuntar a alguien con este y decir: es tu culpa. 
Lo verdaderamente difícil es reconocer cuando uno se equivoca
puntos 4 | votos: 10
Lee esta oración al revés. - Adivina ya te opina, ya ni miles origina, ya ni cetro me domina, ya ni
monarcas, a repaso ni mulato carreta, acaso nicotina, ya ni cita
vecino, anima cocina, pedazo gallina, cedazo terso nos retoza de
canilla goza, de pánico camina, ónice vaticina, ya ni tocino saca,
a terracota luminosa pera, sacra nómina y ánimo de mortecina, ya ni
giros elimina, ya ni poeta, ya ni vida.
puntos 7 | votos: 7
Disfrutas - observando al objeto mas caro de la humanidad, superando los
600.000.000 dólares el miligramo?

puntos 8 | votos: 8
Esto no se lo merece nadie - porque mientras nosotros lo tenemos todo ellos no tienen nada y encima
mueren millones de niños cada día
puntos 15 | votos: 15
¿Cuando se enterará España - de que esto no funcionará nunca?
puntos 12 | votos: 12
Y me paro a pensar... - ¿dónde irán los datos borrados en un móvil?
puntos 23 | votos: 23
Ley de vida # - Cuanto menos ruido quieras hacer, más ruido harás.
puntos 20 | votos: 20
Lo que tú consideras imperfecto - en ti, yo lo considero perfecto.

puntos 16 | votos: 16
Las promesas - son para cumplirlas.
puntos 10 | votos: 10
Recordar tu infancia - y sonreir inevitablemente
puntos 6 | votos: 10
Esos días - de bajón en los que nada ni nadie puede animarte.
puntos 17 | votos: 17
Tú y sólo tú - me sacas una sonrisa hasta en los peores momentos.
puntos 1489 | votos: 1525
Situaciones desesperadas - requieren soluciones desesperadas.





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