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Al otro lado de la vida - 1x22 - Frente al aeropuerto internacional de Sheol
16 de septiembre de 2008

	Gritó una y otra vez el nombre de su esposa, pero sus chillidos se
ahogaron entre los demás gritos de pánico que se repetían por
doquier en todas direcciones. Sin soltar por nada del mundo a su
hija, Adolfo trató de hacerse paso entre la muchedumbre, intentando
encontrar a Paola, cada vez más asustado, pero tanto él como Zoe
fueron arrastrados por la marea humana, sin poder ni tan siquiera
ofrecer resistencia. Ahora lo único que les quedaba era tratar de
mantenerse en pie, pues si tropezaban y caían, les pasarían por
encima docenas de personas, al igual que ellos mismos habían notado
en más de una ocasión algo blando bajo sus pies.  
	La corriente les acabó arrastrando hasta una vieja furgoneta de un
verde pálido, que afortunadamente hizo de freno y permitió a padre
e hija dejar de retroceder. Adolfo no se lo pensó dos veces; agarró
a su hija de la cintura y la subió sobre el capó de la furgoneta,
para evitar de ese modo que la niña siguiera recibiendo codazos y
empujones, tratando de ponerla a cubierto para poder él así buscar
a su esposa. Entonces un par de manos emergieron de encima del
vehículo y cogieron a Zoe de los brazos, llevándosela consigo
arriba del todo de la furgoneta. 
	Adolfo vio como una mujer de unos cincuenta años y un chico de unos
veinte asomaban su cabeza, a la que enseguida se le sumó la de Zoe.
Se habían subido ahí para resguardarse de la estampida, y quien
sabe,  tal vez también de quien la había propiciado. El chico joven
ofreció su mano al padre de Zoe, para que él también subiese ahí
arriba, pero la rechazó. Le dijo a gritos que tenía que buscar a su
esposa, que por favor cuidasen de su hija. Pese a no oír ni una
palabra, el chico acabó mostrando su pulgar hacia arriba, lo que dio
vía libre a Adolfo para seguir con su acometido.
	Lo último que vio antes de continuar su frenética búsqueda, fue a
su hija rompiendo en llanto, oteando desde ahí arriba en todas
direcciones en busca de su madre. Adolfo había comenzado a hacerse
paso en contra dirección entre la gente que todavía huía, gritando
una y otra vez el nombre de su esposa, cuando sonó el primer disparo.
Esto no hizo más que aumentar la tensión del ambiente, e incitar a
correr más a los que todavía huían. Afortunadamente cada vez eran
menos, pues la mayoría de ellos ya habían vuelto a sus coches para
resguardarse, o bien habían continuado corriendo, tan solo
alejándose del problema sin mirar atrás.
	El primer disparo fue precedido por un par más, y luego,
progresivamente, todo pareció volver a la normalidad. Poco a poco la
cantidad de gente con la que se encontraba Adolfo en su camino iba
menguando, hasta que tan solo quedaron algunos rezagados, la mayoría
ancianos, que se movían lentamente pero con decisión. Adolfo no
perdía de vista a Zoe, que permanecía de pie sobre la furgoneta,
custodiada por la mujer y el chico. Enseguida todo volvió a quedar
en silencio, dejando la situación de frenesí que habían vivido
minutos antes en poco más que un recuerdo borroso.
	Ahora se presentaba frente a él un espectáculo difícil de
digerir. Quitando algunos coches, todos coronados por gente en lo
alto, mirando en todas direcciones para asegurarse de que bajar
resultaría seguro, y más de una moto tirada por el suelo, el resto
del camino estaba plagado de gente pisoteada que luchaba por
sobrevivir a los pisotones y los golpes que habían recibido durante
la estampida. Adolfo se movió de un lado a otro, cada vez más
asustado, pensando que su mujer podría ser uno de ellos, rezando por
encontrarla sana y salva sobre alguno de los coches. Pero no había
rastro alguno de Paola; parecía que se la había tragado la tierra.
	Caminó sin un rumbo determinado, dejando atrás a docenas de
personas que pedían su ayuda desde sus posiciones tirados en el
suelo; otras no habían corrido la misma suerte, y habían perdido la
vida. Hizo un esfuerzo por no escucharles, por pasar de largo sin
atenderles, pues ahora tenía otras prioridades, y comenzó a
sentirse como su vecino. Ahora que la vida de su esposa parecía
peligrar, todo lo demás carecía de importancia, y él mismo
estaría dispuesto a pasar por encima de quien fuese necesario para
recuperarla sana y salva. Un par de disparos más le hicieron cambiar
de rumbo, en la dirección de las detonaciones, sin saber muy bien
porqué.
	Un hombre sostenía su pistola aún humeante frente al cuerpo ya sin
vida de uno de esos demonios. La cabeza de ese ser ahora no era más
que un amasijo de carne y astillas del cráneo, que se desperdigaban
unos metros más allá, en la dirección del disparo. Ese hombre se
enfundó de nuevo el arma, y continuó su camino como si nada hubiese
pasado, con una expresión seria en la cara, sin tan siquiera
dirigirle la mirada, ni cuando se cruzó junto a él. Adolfo calculó
que ya se encontraría a la altura donde había visto a Paola por
última vez, y algo le hizo dirigirse hacia el cadáver ya sin vida
del resucitado.
	No tendría más de veinte años, no era más que un chico. Nada de
lo que hubiera hecho en su vida justificaba tal desenlace de la
misma. Sintió una mezcla de lástima y odio, pues de bien seguro se
había llevado muchas vidas por delante antes de volver a perder la
suya. Resultaba muy difícil la empatía para con un ser cuyo único
objetivo en su vida, si es que podía denominársela así, era el de
destrozar la mayor cantidad de vidas ajenas que pudiese. De todos
modos, ese ya no volvería a molestar a nadie; por fin descansaría
eternamente, para no volver jamás. Entonces Adolfo escuchó una voz
apagada a unos veinte metros a la derecha. 	
	Se trataba de una voz familiar, que le heló la sangre. Al girarse,
vio a lo lejos a su esposa, tirada en el suelo como uno más de los
que habían caído durante la estampida. Su primera reacción fue de
alegría, pero a medida que se acercaba, ésta se fue tornando en
pesar. Parecía haber salido bastante mal parada con la caída, y
haber sido pisada por docenas de personas. Tenía la nariz rota y
magulladuras por todo el cuerpo. Sin embargo eso no fue lo que más
preocupó a Adolfo; había algo muchísimo peor. A la altura de la
muñeca, en su brazo derecho, se veía claramente la marca de un
mordisco que se había llevado parte de la carne.
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CONEXIÓN EXTABLECIDA
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¿Has dicho calle? -
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Desmotiva - Que tenga 4 años y pese 64 KG.
puntos 9 | votos: 9
Sí, ríete... - pero yo tengo tarta y tú no

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Feel like a sir - versión canina
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Desmotiva - Que desapareciera gracias a Telecinco
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El camino a casa - se mide en canciones
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La primera duele más -
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Cómo dejar de aburrirse en clase - Descripción Gráfica.

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Espero - que nadie me pregunte cómo he conseguido tu número
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Vivir el presente es - hacer mañana lo que puedes hacer hoy
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Yo me quedé WTF? - cuando me dijeron que era japonés
puntos 17 | votos: 17
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Ikea... - ha empezado a vender coches.
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Los pensamientos más profundos - se me ocurren pensando en carteles
puntos 7 | votos: 7
Aburrirte en clase - y hacer reflejos solares con el reloj por todo el aula
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Lo que hacemos por nosotros - muere con nosotros. Lo que hacemos por los demás 
y el mundo permanece y es inmortal.
Simplemente, este chaval es un héroe.
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Intentar decir cosas - pero no tener el valor suficiente para decirlas

puntos 4 | votos: 4
Advertencia: - todo lo envuelto, no es regalo
puntos 6 | votos: 6
¡Mira! ¡ALLÍ! - ¡Allí está la principal!
puntos 6 | votos: 6
El miedo al compromiso. - No es necesariamente malo; es mejor que tener un compromiso con el miedo.
puntos 9 | votos: 11
Los quieres - porque sin ninguna comunicación verbal les has cogido cariño. Son
más que mascotas.
puntos 14 | votos: 14
Por los que - hemos dado vueltas al rededor de la mesa del salón huyendo de nuestra madre

puntos 7 | votos: 7
Yo - ¡no quiero en la esquina!
puntos 8 | votos: 8
La vida - es un viaje que tiene mil caminos. En él lloramos, reímos, amamos,
odiamos, corremos, y a veces no avanzamos...  pero es una vida y
deberíamos vivirla al máximo
puntos 12 | votos: 14
Lo complicado - no siempre es difícil
puntos 9 | votos: 11
Digan lo que digan - el mejor amigo para guardar un secreto es uno mismo
puntos 7 | votos: 7
Duele - ver como los de tu alrededor sufren por cosas sin sentido cuando
tú conoces los problemas de verdad.

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¡Es muy simple! - Si tienes un cartel bueno lo subes, pero subir por subir, ¡es tontería!
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Por mucho que digan - prefiero unos ojos bonitos antes que un pecho perfecto
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Enamorarte - del protagonista, o de un personaje,
del libro y del que lo escribió
puntos 1408 | votos: 1488
¿Lo conoces? - Y si te digo que es Voldemort.
puntos 32 | votos: 36
Pais Vasco - Desmotiva que, a pesar de ser un lugar rico en paisajes, en cultura y
en gastronomia se nos tenga tan mala imagen de nosotros por 4
impresentables

puntos 16 | votos: 16
Hijo - de puta...
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Ahora que lo has visto - Estas deseando conseguir 5 Moviles para poder hacerlo.
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¡Uy lo que nos ha dicho! - ¬¬
puntos 18 | votos: 20
Tres hurras - por la última canción que has escuchado o estás escuchando
puntos 14 | votos: 14
Hachiko  - el perro mas fiel que he visto, esperó 10 años a su dueño.

puntos 11 | votos: 13
Desmotiva, Y MUCHO - Que hagas un cartel buenísimo y acabe perdido en la cola, y que luego
que un troll te lo copie y acabe en la principal llevándose todo el mérito.
puntos 15 | votos: 15
A veces pienso: - Si volviera a ser pequeño...
puntos 18 | votos: 18
Aunque no seamos críos - seguiremos comiendo chucherías
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Ohana.. - Significa Familia.. Familia que estaremos juntos siempre..
puntos 4 | votos: 4
Ir a decir algo - pero darte cuenta de que no lo puedes contar

puntos 6 | votos: 8
¡¡Serás cabrona!! -
puntos 10 | votos: 10
Soñar, y acordarse - es un gran logro
puntos 14 | votos: 16
¿Labios? ¿¡Para qué labios - pudiendose poner salchichas!?
puntos 1424 | votos: 1744
Motiva - que lo quiten por baja audiencia.
puntos 1045 | votos: 1093
Escuchar hablar a tus vecinos - y sentirte como las viejas de aqui no hay quien viva





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