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Motiva - Que un Baterista se lance al público
Desmotiva: Que nadie lo agarre
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Al otro lado de la vida 1x85 - Piso de la familia Clark
29 de septiembre de 2008

Había pasado una semana desde que Morgan diese sepultura a su mujer,
aunque si le hubieran preguntado, no hubiera sabido decir si habían
pasado dos días o veinte. Para él ahora todas las jornadas eran
literalmente iguales, igual de vacías y de prescindibles, igual de
tristes, sin nada que le invitase a seguir adelante. No tenía nadie
con quien hablar y a quien proyectar su ira y su mal humor, cosa que
aún le enfurecía más, y se pasaba la mayor parte del tiempo
vegetando en el sofá, aburrido y decaído, limitándose a mirar aquel
viejo olivo por la ventana.
	Durante esos días de cautiverio obligado había tenido tiempo de
reflexionar, de dejar volar la cabeza y dar mil y una vueltas a todo
cuanto había pasado, para martirizarse todavía más por los errores
cometidos. Llegó a comprender a su esposa, a comprender cuánto
debería de haber sufrido al verse sola, más cuando ella desconocía
cómo estaría él y la incertidumbre también jugaría en su contra.
Al día siguiente de enterrarla había vuelto junto a su tumba, se
había sentado a hablar con ella, como si todavía estuviera ahí con
él, y después de disculparse él mismo por haberse ido de ese modo y
haberle obligado a hacer lo que hizo, había llegado a perdonarla por
dejarle solo, respondiendo de ese modo a la súplica de la nota que
había escrito ella minutos antes de quitarse la vida.
	Ahora estaba sentado en su sillón de mirar la tele, contemplando la
escopeta que descansaba sobre una de las cajas de madera que no había
llegado a abrir todavía. Era la única que había permanecido con él
en todo momento, no fallándole jamás, y demostrándole que podía
confiar en ella. Ahora, desde su posición, brillando a la luz del sol
matutino que se filtraba por la ventana, sensual e insinuadora, le
invitaba a utilizarla, diciéndole que ese y no otro sería su destino
antes o después, que alargar lo inevitable tan solo le llevaría a
más sufrimiento inútil. Se preguntó de nuevo si debía hacer caso a
ese canto de sirena o dejarlo correr una vez más, cuando algo le
sobresaltó e hizo que se girase hacia el balcón.
	Esa era la señal que había estado esperando tanto tiempo, ese algo
que le devolvió a la realidad como lo hubiera hecho una buena
bofetada en la mejilla. Se levantó del sillón y salió al balcón, a
tiempo de ver un todoterreno negro cruzar la vacía calle, alejándose
de ahí en dirección a las vías del tren elevado. Entonces giró la
esquina que llevaba al Zoológico Ziz y desapareció de su vista. Poco
después se oyó un leve estruendo, y todo volvió a quedar en
silencio. Se quedó mirando un rato más, esperando que el coche
saliera de esa calle sin más salida que por la que había entrado,
pero eso jamás llegó a ocurrir.
A los cinco minutos, viendo que nada cambiaba, acabó perdiendo el
interés. Se fue a la cocina y se preparó un reconfortante desayuno.
Pasaron las horas. Leyó un poco, hizo algo de ejercicio con las pesas
para distraer la atención, incluso trató de echarse un rato a
dormir, pero no podía quitarse de la cabeza lo que había pasado esa
mañana. A cada rato volvía la imagen del coche y se obligaba a mirar
por la ventana, iluso al pensar que lo volvería a ver en marcha.
Entonces, en un momento dado, pasado el mediodía, un momento
cualquiera que en nada se diferenciaba a cualquier otro de esa larga
mañana, sintió la necesidad de actuar. Como movido por un resorte se
echó la escopeta al hombro y corrió hacia la puerta, obligándose a
no pensar en lo que estaba haciendo, pues de lo contrario, sabía a
ciencia cierta que no abriría la puerta, bajaría las escaleras y
cruzaría la barricada para volver a la calle y caminar temerario por
las calles desiertas en dirección al zoo, como hizo.
Al cruzar la misma esquina que había cruzado ese coche horas antes,
se lo encontró de frente unos metros por delante de las puertas
hechas un amasijo de hierros del viejo zoológico. Ni siquiera
entonces comprendió la magnitud de su temeridad. Si bien era cierto
que las posibilidades de encontrar un coche que funcionase por los
alrededores era más que remotas, y disponer de él supusiera una gran
ventaja en su situación, eso no justificaba lo que había hecho, y
pese a saberlo, no le importaba. Ahora veía la vida de otra manera, y
estaba dispuesto a correr más riesgos que antaño, pues ya lo había
perdido todo. De todos modos, el mal ya estaba hecho, así que se
dirigió hacia el coche con su incondicional compañera bien agarrada.
Al acercarse un poco más vio la puerta abierta, y pudo escuchar como
el motor estaba encendido. Frunció el entrecejo al recordar aquel
coche que había encontrado en mitad de la carretera, aquel bastardo
que le había conseguido tentar a utilizarlo, para luego dejarle
abandonado a su suerte a la primera de cambio. La situación era
virtualmente idéntica, solo que ahora hasta el motor parecía
regalarle los oídos, invitándole a entrar. Se preguntaba si esa
sería una nueva prueba del destino, si algún gran hermano perverso
le estaba observando desde algún sitio, esperando con los dedos
cruzados que se dejase camelar por ese regalito, para luego
regocijarse viéndole morir por tomar la mala decisión. Entonces
ocurrió algo que le hizo dejarse de tonterías por un momento, y
levantar de nuevo la escopeta. Eso le dio fuerzas a la idea de que
realmente sí había alguien detrás de todo eso, alguien que lo
hubiera orquestado todo a su gusto para ponerle de nuevo las cosas
difíciles.
Una leona enorme salió del zoo a paso ligero, pero frenó al
percatarse de su presencia, hasta acabar parada a escasos cinco metros
del hombre oscuro. Dio un gran bostezo que a Morgan se le antojó una
muestra de poder al ver esos enormes colmillos. Tenía una de las
zarpas manchada de sangre; sus penetrantes ojos se clavaron en los
suyos. Morgan respiró hondo y gritó a los cuatro vientos: ¡No te
saldrás con la tuya!
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por nuestros personajes - que ridiculizados tambien molan :D

puntos 15 | votos: 15
Yo también me rei de Fama - al empezar a ver Americas Best Dance Crew
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Creo - que es la primera vez que lloro con la traducción de la letra de una canción *.*
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Por todos esos grupos  - que descubrimos por casualidad y acaban formando parte de nosotros.
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Molaria... - Que hiciesen un juego asi
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Apuestas de vascos - No lo intenten sin la supervisión de un superhéroe.

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El ventilador encima del niño! - Corre cariño!! Saca una foto para internet, rápido!
puntos 16 | votos: 16
GRACIAS - Por enseñarnos el verdadero valor de la vida con tu música.
Nunca te olvidaremos Kurt.
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Ailurus: Panda rojo... - ... yo lo veo marron
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Desmotiva - Que lo sacrifiquen, por defenderte de un GILIPOLLAS que intentó pegarte
puntos 9 | votos: 15
si has bebido una de estas - eres de los mios

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Me siento bien orgulloso - de que uno de mis mejores amigos tenga esa maldita enfermedad llamada
Sindrome de Down
puntos 0 | votos: 4
Si lo ves por la calle - no le pegues un tiro



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