En Desmotivaciones desde:
12.07.2014

 Última sesión:

 Votos recibidos:
bueno 2079 | malo 66
GeekAfortunadoPrincipalero Nivel 1Veterano Nivel 3

puntos 11 | votos: 11
Tengo una duda - Los flojos vamos al cielo  o nos vienen a buscar
puntos 53 | votos: 55
Mañana miraremos a nuestro - alrededor y nos daremos cuenta de que encontrar a un anciano sin
tatuajes será casi como jugar a dónde está Wally.
puntos 3 | votos: 5
Belén Esteban... - No soy como la gente que lleva camisetas del Che Guevara, cuando nunca
han oído ni una de sus canciones..
puntos 4 | votos: 8
Que tu familia tenga Facebook - Y se encarguen de compartir, comentar y (abecés) avergonzarte con tus
amigos…
puntos 5 | votos: 7
Ceguera - El despertador gritó, molesto e insistente. El hasta hacía medio
segundo durmiente sacudió la cabeza, con ese pequeño susto que
recibimos al despertarnos, y que se desvanece tan rápido que casi
nunca lo percibimos. Todavía en la frontera de la vigilia, estiró la
mano y apagó la alarma, y agradeció a varios panteones de Dioses por
el maravilloso silencio.
Volvió a su posición de feto y pensó el diario “cinco minutitos
más”, pero la parte adulta de su cerebro lo obligó a intentar
levantarse. Retozó por unos segundos en su cama, regodeándose en el
calor casi maternal de las frazadas. Gozó enormemente, bostezó y se
estiró hasta el hartazgo.
Abrió los ojos y se los restregó un poco, a la vez que bostezaba.
Con la oscuridad que reinaba en el cuarto, era prácticamente lo mismo
tener  los ojos cerrados o abiertos. ¿Prácticamente? Era exactamente
lo mismo. El recién despierto cerró y abrió los ojos, viendo
exactamente lo mismo: nada. No fue consciente de esto, porque siempre
dormía con la ventana cerrada a cal y canto; le disgustaba muchísimo
la luz a la mañana.
Con una lentitud extrema se levantó, y sufrió un par de escalofríos
mientras abandonaba el útero caliente que representaba su cama a esas
horas de madrugada. Maquinalmente se dirigió hacia la puerta,
esquivando los escasos muebles que había en su camino con la destreza
de la costumbre. Su casa estaba perfecta: silenciosa y oscura como una
tumba. Siempre bromeaba con que seguramente había sido vampiro en
otra vida.
Se calzó las pantuflas, y sin prender la luz salió de su
habitación. Se dispuso a atravesar el comedor para dirigirse al baño
y hacer sus necesidades (a pesar de la incómoda y también diaria
erección que tenía). Caminó entre las sillas y la mesa sin ver, y
entró al baño, más frío que de costumbre. “bueno, después de
todo es invierno” pensó mientras orinaba dificultosamente.
Apretó el botón, y el ruido fantasmal del agua yéndose quebró el
silencio. Se dio vuelta y se lavó la cara, estremeciéndose cuando
sintió el agua fría recorrerle el rostro. Más despejado, notó que
aún en el baño seguía sin ver absolutamente nada, como si tuviese
los párpados cerrados. Miró hacia donde sabía que estaba la
claraboya, pero la negrura era absoluta (¿No tendría que venir algo
de luz desde afuera?). Tanteó la pared, recta, esquina, recta,
puerta. Volvió la mano por donde había venido, y la bajó
instintivamente, adonde sabía      - sin saber que sabía – que
estaba el interruptor.
Oyó el clic y entrecerró los ojos esperando el fuerte golpe de la
luz, pero la negrura seguía siendo total. Esperó unos segundos, como
no entendiendo, y volvió a poner el botón en “apagado”. Dos
segundos más, e intentó encenderla nuevamente, pero con igual
resultado: seguía totalmente ciego (mierda, se quemó el foquito).
Abandonó el baño, cerrando la puerta tras de él y dirigiéndose
hacia el interruptor del comedor, tanteando mesada y pared. Luego de
unos segundos, llegó y tocó el botón, pero lo único que cambió en
la sala fue el “clic” que rompió el silencio, nada más (¿Yo
pagué la luz este mes? Sí, sí, hace una semana). Alternó el
interruptor una docena de veces, con frustración, e insultando
mentalmente a la compañía de energía eléctrica por el mal servicio
que le daban (puta madre, siempre pago en término, vos te atrasás y
ya te cortan el servicio, pero cuando ellos te dejan sin luz está
todo bien, claro, manga de hijos de mil put…). Tanteando y con las
manos siempre adelante cual ciego primerizo, volvió a su cuarto, y
pasó la mano por la mesa de luz hasta encontrar el celular; por lo
menos podría usar la pantalla como linterna hasta buscar velas, o
algo así.
Tocó la pantalla táctil, y está no respondió (¿Le cargué la
batería? Sí, algo tiene que tener… roto no creo que esté, lo usé
anoche…). Impaciente, tocó un par de veces más, casi clavándole
el dedo, pero la pantalla no iluminaba absolutamente nada, y ni
siquiera podía ver el celular. Hasta ese momento no se había dado
cuenta, pero la oscuridad era tan espesa que no podía ver nada, pero
literalmente nada. Colocó su mano a dos centímetros delante de sus
ojos, y no podía verla. Nada, nada.
(Bueno, no pasa nada. Seguramente el despertador se adelantó y
todavía es de noche, por eso no entra luz desde afuera. El celular
seguramente está roto, y las luces seguramente no andan porque hubo
un corte de luz… si, seguramente es eso. Ni siquiera puedo ver qué
hora es en el reloj… esta oscuridad es demasiado… demasiado
oscura.)
Kevin se sentó en la cama, mirando hacia adelante, pero sin ver nada
en realidad. Siempre tanteando, buscó la tira que le permitiría
abrir el postigo, para que entre algo de luz, que obviamente tendría
que haber. Sintió el ruido del postigo subiendo, pero todo siguió
igual de negro. Era, era imposible, siempre algo de luz hay en la
calle, por mínima que sea. Sus pupilas estaban dilatadísimas, y
podría detectar fácilmente hasta el más mínimo rayo de luz, por
débil que fuese. Directamente, no había nada, nada de luz en
absoluto.
Empezó a preocuparse. Instintivamente, se llevo los dedos hacia los
ojos, los cerró y los tocó. Sí, seguían estando ahí, donde
debían. Respiró hondo y trató de tranquilizarse, pero simplemente
no podía: esta oscuridad no era nada natural, y realmente asustaba
hasta la médula.
(¿¿Qué carajo está pasando?? Esto no está bien, no está nada
bien. No puede ser que no entre luz de afuera… algo, algo tiene que
entrar por poco que sea. Encima me siento un poco mal, no tengo que
dejar que esto me afecte. Dentro de poco va a volver la luz y va a ser
todo normal. Ah, claro, soy un idiota. Si hubo un corte de luz, y hoy
hay luna nueva, es obvio que no va a entrar la luz de afuera. Pero,
pero algo tendría que entrar, siempre un poquito hay, para por lo
menos ver algo, por tenue que sea.)
Interrumpió sus pensamientos y decidió ir a la cocina a buscar las
velas, que tendrían que estar en la alacena de arriba del lavamanos,
si no se equivocaba. Siempre tanteando paredes y muebles, llegó hasta
el lavamanos. Extendió la mano hacia arriba y tocó la madera de la
alacena. Siguió hasta la derecha, despacio, muy lentamente, hasta
encontrar la manija. Abrió la puertita, y metió la mano tanteando.
Café (¿Por qué tengo café guardado acá?), un espejo, un termo, un
mate, velas. Tomó el paquete, sacó la mano y cerro la alacena en un
gesto fluido.
Se quedó con las velas en la mano. Acostumbrado a la tecnología, no
se dio cuenta de que necesitaba prenderlas por unos segundos.
Recorrió la mesada con la mano hasta llegar a la cocina, donde
seguramente tenía un encendedor. Pasó los dedos por la hornallas
apagadas, el tubo de gas, y de nuevo la mesada, cuando de repente y
con un horror indescriptible, sintió que tocaba piel humana, como si
fuese un antebrazo.
Retiró los dedos instantáneamente, y se fue casi corriendo para
atrás, hasta que chocó la espalda contra la mesada, que vista de
arriba tenía forma de L. Quebrado del dolor, cayó de rodillas hacia
adelante, pero la adrenalina y el miedo que sentía lograron hacerlo
levantar en medio segundo. Con el terror gritando en cada fibra de su
cuerpo, fue hacia atrás, chocando la espalda nuevamente con una
silla, pero ni lo sintió.
Finalmente llegó hasta la puerta de entrada, y no dudó en tomar la
decisión de salir, a pesar de que ni estaba vestido. Palpó la pared
hasta que encontró la puerta de metal, y bajó la mano hasta
encontrar el picapor… el picaporte no estaba. Empezó a sudar, y
apoyó la espalda –solamente por instinto: no podía ver nada de lo
que estaba adelante suyo – contra la puerta, a la vez que seguía
tocando para ver si encontraba la manija. Comenzó a temblar: la
puerta estaba totalmente lisa, como si fuese un simple adorno de la
pared. Donde estaba el picaporte ni siquiera tenía un agujero; la
puerta era totalmente uniforme.
Lo único que percibían sus sentidos era el ruido de su respiración,
rápida, agitada, y el frío de la puerta que tenía a sus espaldas,
nada más. Se agachó lentamente y por instinto, y se quedó sentado,
moviendo la cabeza hacia todos lados, por la costumbre de poder y la
desesperación de querer ver.
Pasaron un centenar – o eso le pareció – de minutos, y el
todavía seguía en cuclillas. (No toqué nada, fue mi imaginación.
Me estoy poniendo nervioso y lo sé perfectamente, es esta maldita
oscuridad. Como mucho, debe haber sido un pedazo de carne que deje sin
querer, o una bolsa con pan, y como estoy asustado me pareció que era
un brazo. Nada más. Nada más.)
Siguió pensando, y se dio cuenta de que tendría que ir a buscar el
encendedor para poder prender la vela. A pesar de eso, siguió
exactamente en el lugar que estaba. No se animaba a levantarse ni a
hacer el más mínimo ruido, aunque ya había formado su opinión de
que era lo que había pasado. Sin embargo, explicación racional o no,
la verdad era que seguía ahí, agazapado, esperando un mínimo ruido
para… ¿para hacer qué?
(Ay Dios, ay Dios. Mierda, no puede ser, no puede ser, no puede ser.
Ya sé que es lo que está pasando: estoy ciego. Seguramente la
habitación está plenamente iluminada y soy yo el que no puede ver
nada, y las cosas que están pasando son solamente producto de mi
imaginación. Ay, no puede ser que me haya quedado ciego así, es
imposible, ¡es imposible totalmente!)
Lloriqueó patéticamente un rato, al darse cuenta de que se había
quedado ciego, y de que estaba haciendo el ridículo. Tantas cosas que
no iba a poder hacer nunca más… toda la tragedia se le desnudó de
repente, y siguió donde estaba, agazapado.
(No puede ser que me pase esto, no a mí. Hasta ayer estaba bien,
¡mierda! Creo que la única manera es prender la vela o el
encendedor, para saber si yo estoy ciego o me están pasando una serie
de cosas, de accidentes casi imposibles)
Se armó de valor, y casi increíblemente para él, se levantó y
comenzó a caminar, a ciegas al igual que desde que se levantó de la
cama. Dio un par de pasos y ya estaba a punto de llegar a la mesa  –
de ahí, un par de pasos lo separaban del encendedor – cuando
escuchó un sonido tenue, vago, como una respiración. El corazón se
le detuvo, y las velas se le cayeron de la mano.
Temblaba. Fue solo un momento que lo escuchó, pero la tensión que
acumulaba hacia dos horas lo hizo colapsar. Se quedó paralizado, sin
moverse ni medio centímetro. Esperaba un golpe, una mordida, algo que
lo mate en cualquier momento y desde cualquier, desde cualquier lado.
Estaba indefenso totalmente, esperando su muerte.
Esperó un minuto. Dos. Tres. Cinco. Ocho. El tiempo se le hizo
eterno, pero al fin, y con pavor, escucho un roce, como de pies que se
movían con sigilo. Su oído ya estaba muy sensible, por la falta de
visión y por el miedo que sentían. El sonido de los ¿pasos? se
alejaba en dirección al baño.
(¿Qué es lo que está pasando? ¿Hay alguien acá? ¿Qué carajo
quiere de mí, por qué no me habla o me mata, que pretende? ¿Estoy
ciego y todos estos ruidos son producto de mi imaginación? ¿Hay
alguien que está jugando conmigo?)
Despacio, casi en cámara lenta, se movió hacia la mesada. Su sentido
de la orientación estaba mejorando bastante, ya era capaz de
acordarse la posición de cada cosa. Toqueteó la mesada hasta que
encontró el encendedor y lo tomó: era la hora de la verdad.
Posicionó el pulgar y lo bajó en un movimiento rápido. Sintió el
“schic” pero no vio nada, ni siquiera la chispa (Estoy ciego
mierda, estoy ciego, mierda mierda mierda mierda). Probó nuevamente,
y cayó en la cuenta de que no era el mismo ruido que siempre. Acercó
el encendedor a su oído, y pulsó solamente el botón que expulsa el
gas, pero le llegó un ruido casi inexistente: el encendedor
agonizaba. La única alternativa que le quedaba para conseguir luz se
iba y no volvería jamás.
Su respiración era cada vez más rápida, y su corazón volaba.
Dudaba, dudaba de todo. No sabía qué era lo que estaba pasando, y no
tenía forma de saberlo. Siguió tratando obsesivamente de prender el
encendedor, sin respuesta (Un momento, ¿por qué no veo la chispa?).
Pasaron unos minutos, y no se atrevía a mover de donde estaba.
Agradeció al cielo tener los sentidos del tacto y del oído, porque
sin ellos ya se abría vuelto completamente loco. Sintió una sed
terrible quemándole la garganta, y se movió apenas unos centímetros
hasta alcanzar el lavamanos, siempre a ciegas. Abrió la canilla de
agua fría, pero el ruido a metal fue lo único que escuchó, en vez
del esperado sonido del agua fluyendo. Tocó la canilla del agua
caliente, pero tampoco hubo respuesta.
(¿Tampoco hay agua? ¡¡¡¿¿¿Qué es lo que está pasando???!!!)
Se sentía mal, muy mal.
———————–     ———————–   
———————–
                Se sentía peor. Estaba desesperado y,
definitivamente, algo terrible estaba pasando. No tenía salida,
estaba totalmente perdido. Lloraba, y ahora sabía que definitivamente
alguien o algo estaba en la casa, y estaba jugando con su mente,
haciéndolo desesperar para hacer quien sabe qué.
                Hacía quince minutos que había probado el teléfono.
Suele pasar que a veces las ideas más obvias se nos escapan, pero
Kevin tuvo suerte – Bueno, relativamente – y se dio cuenta de que
podía usar el aparato para llamar a alguien y pedir ayuda. Marcó
metódicamente el número de familiares y amigos, pero siempre se
escuchaba el “tututututu” tan característico, que indica que el
número no está en servicio. Finalmente, y con cierta reticencia a
hacer el ridículo, marcó el número de la policía. El alma le
volvió al cuerpo cuando escuchó la rutinaria voz de un operador
contestándole.
- 911 ¿Cuál es su emergencia?
-Hola –Respondió Kevin aliviado por escuchar una voz humana pero
todavía nervioso-. Creo que hay alguien en mi casa.
-Ok, quédese tranquilo y escóndase en donde pueda.
-¿Van a mandar una patrulla?
-Sí, en estos momentos va a salir una hacia allí, solamente espere y
no me cuelgue. Está conversación será grabada por precaución,
señor.
-Mandela lo más rápido que pueda oficial, estoy muy asustado, en
serio.
-Sí, se le nota en la voz –repuso el oficial, risueño -. Trate de
calmarse y cuénteme que está pasando –Kevin le contó una versión
minimizada, mucho más verosímil, y cuando llegó al punto de que no
veía ninguna luz, ni la proveniente de afuera, la voz del oficial le
respondió, extrañado -. ¿Abrió la persiana y no vio luz afuera?
Pero si son las cuatro de la tarde, hombre…
                Todo el nerviosismo que había logrado ahuyentar
volvió en esas dieciséis palabras. Empezó a respirar rápido, como
si tuviese un ataque de asma. Sí, entonces estaba ciego y era todo su
imaginación, esto lo confirmaba.
-Señor, ¿todavía está ahí? –dijo la voz del operador,
preocupada-. ¿Señor?
-Sí, sí, estoy acá –respondió Kevin, devastado –. Creo que me
volví ciego.
-Escúcheme atentamente, señor. Hay una forma médica y segura de
saber si perdió la visión o no. Si tiene bicarbonato de sodio cerca,
échese un poquito en el ojo. Si perdió la visión le va a arder un
poco (un poquito apenas, no se preocupe) y si puede ver no le arderá
absolutamente nada. Créame, un tío mío lo hizo una vez. Hágalo y
vuelva, no colgaré.
                Estaba desesperado, y el policía habló con total
seguridad, así que supuso que tenía razón. Fue hasta la alacena, y
sacó lo que supuso era bicarbonato. Dudó un poco, pero decidió
probar una pizca y estuvo seguro de que era bicarbonato y no otra
cosa. Se echó una pizquita en la mano, abrió el ojo y se lo tiró.
                El dolor recorrió desde el ojo hasta el cerebro. La
cornea le ardía como si se la hubiesen prendido fuego con un soplete,
e inmediatamente comenzó a gritar de sufrimiento. Se levantó
rápidamente y fue hacia la canilla para enjuagarse, pero otra vez, el
grifo se obstinó y no salió ni una gota. Restregándose el ojo, se
acercó al teléfono. Tanteó hasta encontrar el cable que salía
desde la parte de atrás: estaba arrancado.
-Jajajaja, ¡que imbécil! –sonó la voz del operador, burlona-. No
puedo creer que lo hayas hecho, en serio.
-¿Quién mierda sos, hijo de puta? ¿Qué querés de mí?
-Soy tu Dios acá. Soy el que decide como vas a sufrir. Soy el
encargado de que sufras. Lo único que quiero es que me temas, y que
desees no haber existido. ¿Todavía no te das cuenta de donde estás?
–Respondió una voz mucho más grave que la que había escuchado
anteriormente – Estoy cerca, muy cerca –en ese momento, Kevin
escuchó la puerta del baño cerrarse de un portazo-. Nos vemos
pronto, Kevin –hizo una pausa -. Bueno, yo te veré a ti solamente.
Suerte con tu ojo.
                Ahora, estaba recostado en el suelo en posición
fetal, agitado y lloroso. Cada vez se escuchaban más ruidos en la
casa. Sillas que se caían, puertas que se cerraban, pasos y
respiraciones agitadas, cada vez más cerca.
                Sentía como su cordura se escapaba. Por Dios, si por
lo menos tuviese una luz, y pudiese ver un objeto, ver cualquier cosa,
lo que sea. Pero quizá… quizá era mejor, porque no sabía que
podía llegar a ver si tuviese luz. Por lo menos, el tormento se
limitaba a la incertidumbre, al sonido y al horrendo dolor en el ojo.
                (¿Estoy enloqueciendo? Ya no puedo más, Dios,
ayúdame por favor, ayúdame.)
                Rezó apenas audiblemente. Había dicho un par de
palabras cuando una voz lúgubre llenó la casa, quitándole la
poquísima esperanza que aún tenía Kevin.
                
                Aterrorizado, comenzó a tocar su brazo menos hábil
desde el codo. Despacio fue subiendo hasta la mano, y antes de llegar
a la muñeca sintió una ondulación como una cicatriz, que iba en
diagonal pasando por la vena.
                
                Cuando terminó de escuchar esto, Kevin sintió como
su cordura se partía en cientos de pedazos. Escuchó amén, y
comenzó a reír histéricamente, mientras proseguía el castigo por
su rebeldía. Desde ninguna parte, otra risa lo acompañaba, lúgubre
y malvada.

puntos 12 | votos: 12
Si reír es tu droga, - vamos yo te invito a un gramo.
puntos 15 | votos: 15
En esta hermosa imagen podremos - contemplar un arco iris muy grande después de una tormenta.
puntos 7 | votos: 7
Es cierto que a veces la realidad - es difícil de ver, pero muchas otras nosotros no la queremos aceptar.
puntos -1 | votos: 5
Excepto las gordas. - Las gordas no son personas.
puntos 19 | votos: 19
Fue un lugar muy bonito, sí. -

puntos 5 | votos: 5
Solo confio en dos tipos de tios: - los que me quiero tirar y los gays.
puntos 25 | votos: 25
No hay rencor y tal. -
puntos 5 | votos: 7
Canis - Con camisetas de Nirvana que escuchan Reeggaeton
puntos 14 | votos: 14
¿Te asustan las películas de terror? - -Que va, lo que pasa es que grito de euforia.
puntos 4 | votos: 4
La Calle Te Enseña - Lo Que Un Libro No Te Da !

puntos 1 | votos: 9
Downatello -
puntos 8 | votos: 8
Nah mentira - La mayoría sólo piensa en ver hentai
puntos 7 | votos: 7
Gratitud - Ser agradecido no significa decir gracias, es sentirlo y expresarlo. 
No se muerde la mano del que te tendió la suya  mientras te hundías
puntos 7 | votos: 9
Kill me :( -
puntos 7 | votos: 9
Quedada en Gandía (Valencia) - 6 de Septiembre. 
La quedada cae  Sábado esta previsto quedar a las 11 de la mañana
allí y pasar gran parte del día y de paso celebrar mi cumple xD. En
teoría hemos quedado en un restaurante de Gandía llamado 
Imperio II.
Si tenéis cualquier duda, ya sabéis^_^.
Gracias a todos.

puntos 8 | votos: 12
Si el hombre - descubrió el fuego que narices habrá pasado durante estos miles de
años de evolución para que nos acojonemos cada vez que nos arde la
salten?
puntos 6 | votos: 6
No tengo CELOS... - Pero avisale que tengo un rifle.
puntos 24 | votos: 26
Ya es hora de poner fin - a esas publicaciones de gore fingiendo ser de ayuda.
puntos 14 | votos: 14
¡Las personas - con manos frías tienen el corazón cálido!
puntos 9 | votos: 11
Maestro Joda y la comida: - si de peso tu quieres bajar
entonces más calorías debes gastar

puntos 5 | votos: 5
¿será - lo mismo?
puntos 8 | votos: 8
Ver que tienes por delante - dos meses de verano, y de repente preguntarte dónde se han metido el
día antes de volver a clases.
puntos 79 | votos: 89
Nadie puede negar que la vuelta - al colegio es dura.
puntos 13 | votos: 13
Estados de Ánimo - ¿Y tú como estás hoy?
puntos 8 | votos: 8
ERRORES - Si vas a cometer errores hazlos
por cariño

puntos 6 | votos: 6
Por eso es uno - de los pocos hombres que admiro.
puntos 10 | votos: 22
¿Estas hamburguesas? ¡Tranquila! - Dicen que son bajas en calorías, yo me como varias todos los días.
puntos 13 | votos: 15
Primer beso - Soy una chica tranquila, siempre lo he sido, nunca he tenido problemas
con nadie-que yo recuerde- tengo algunas amigas, no me junto mucho con
los hombres, tal vez esa es una de las causas por la cual nunca he
tenido novio… ni tampoco he dado un beso.

En mis 15 años de vida no he salido a muchas fiestas… se puede
decir que nunca he hecho alguna locura, siempre que sentía ése
especie de impulso para hacer alguna maldad, por muy pequeña que
fuera me la reprimía “no, está mal, no debo hacerlo” me decía a
mí misma, así calmaba mi adrenalina la que sentía que poco a poco
se iba acumulando en mi interior, sabiendo que...SOY UNA PUTA. Siempre
a principio de año me empezaba a gustar un niño, lo miraba de lejos
pero él nunca se fijaba en mí, así pasaba todos los años y en
todos me gustaba alguien diferente esperando a que este sí se fijara
en mí. 

Cierto año comencé a fijarme en un chico, lo conocí a principio de
año, era el amigo de una amiga de otro curso, con el tiempo
comenzamos a hablar nos volvimos amigos-mi primer amigo hombre
cercano- lo empecé a conocer mejor y me comenzó a gustar. Me tenía
confianza, era muy simpático y muy tierno conmigo, incluso prefería
pasar recreos conmigo que con sus amigos, lo que me hizo pensar que yo
también le podía gustar -¡Por fin! ¡Por fin alguien que me gustaba
se fijaba en mí!- pero no había nada confirmado. Una vez me confesó
que nunca había tenido novia y que tampoco había dado un beso, me
conmovió por que el sentía lo mismo que yo.

A final de año pasábamos mucho tiempo juntos, me gustaba mucho pero
aun no me atrevía a decírselo, aunque la mayoría ya se había dado
cuenta… menos él. Una vez estábamos conversando por chat –era la
última semana de colegio y yo estaba desesperada pensando cómo
decírselo- y de la nada me escribió “eres linda”, entonces le
escribí de vuelta “gracias, tú también” y él me respondió
“en serio? xD” y entonces le conteste “sí, me gustas” era la
única forma de declararme, en persona no me hubiera atrevido, “tú
también me gustas” me contesto, mi corazón comenzó a latir muy
fuerte y sentí que una alegría desbordante se apoderaba de mí,
quería saltar de alegría, pero no, me calme me controle y solo me
digne a sonreír-aun estando sola en mi habitación- no imaginaba como
lo haría mañana, como podría verlo a la cara, como controlaría mi
impulso por correr abrazarlo y besarlo, sabía que si lo hacía me
verían raro, pero si no ¿Qué creería él?.

Al día siguiente lo mire de lejos y él se acercó a mi sonriendo-yo
tampoco pude evitar hacerlo- me llevo a un lado y dijo que le
confirmara en persona lo que el día anterior le había confesado por
internet. Lo hice y él también lo confirmo, lo mire, quería besarle
pero me daba miedo, no sé por qué, no por mi sino por él, era una
sensación extraña y no muy agradable pero la ignore.

  Durante los últimos días de clases pasábamos de la mano. Aun no
nos besábamos, decidimos juntarnos un día cuando saliéramos por fin
de clases. Ese día llegue, nos encontramos, caminamos un rato de la
mano hasta llegar a una plaza alejada donde casi no circulaba gente.
Nos sentamos en el pasto, nos abrazamos y conversamos un rato.

Hasta que en un momento ambos quedamos en silencio y nos miramos ¡Me
robo un beso! Un corto beso que me llevo a robarle yo uno, y otro, y
otro, y otro más, era la sensación más rica que había sentido en
toda mi vida, no quería parar de besarle de apretar sus labios con mi
boca, sus jugosos y carnosos labios. Sentí esa adrenalina, la que
siempre había sentido, que aparecía cada vez que quería hacer algo
malo, pero esta vez no pude reprimirla y se apodero de mí, todos
estos años guardándola en mi interior provocaron que explotara en
algo mortal.

No pude detenerme, él trato de alejarme, lo estaba dejando sin aire,
sin poder respirar, cada vez apretaba más sus labios, los mordía
fuerte, eran tan deliciosos, sentía que quería comerme sus boca,
mordí tan fuerte sus labios que llegaron a sangrar y él trato de
gritar y de empujarme pero no pudo, mi adrenalina era tal que lo
tenía atrapado entre mis brazos, abrazado entre mis garras, esa
sangre de sus labios me éxito más.

Lo mordí más fuerte, desgarre la carne de sus labios , esos
exquisitos labios, los mastique sabrosamente mientras él gemía
terriblemente de dolor, moviendo su lengua desesperadamente por lograr
un sonido, la mordí fuertemente y se la extirpe de su boca,
chorreando la sangre de su garganta a la vez que un último grito
desgarrados salía de ella, era tan deliciosa, húmeda y carnosa, su
sangre brotando de la carne colgante de su boca muerta, estaba tibia
aun, la bebí, la mordí para beber más de la sangre de quien por fin
se había fijado en mí, era tan delicioso sentir su sangre
desbordante en mi boca, boca chorreada de la sangre de quien tanto me
había gustado… ¡Por fin! ¡Por fin había dado mi primer beso!
puntos 11 | votos: 11
Que tu gato no te haga caso -
puntos 13 | votos: 13
Despertando - Desperté.

Está brillante aquí. Demasiado brillante. ¿Qué es este lugar?,
¿un hospital?, ¿una prisión? Tiene 4 paredes, un rígido catre y un
respiradero. ¿No hay una puerta?

Piensa… ¿Qué pasó? Algo pasó, ¿dónde estaba anoche?, ¿dónde
quedé dormido? Maldición… no puedo pensar. No puedo pensar en
nada. ¿Es esto alguna clase de experimento? No puedo pensar. ¡No
puedo tan siquiera  recordar mi maldito nombre!

Mira a tu alrededor, tarado. Paredes sólidas; encerrado en una
habitación. Estoy en un psiquiátrico. ¡Eso es! ¡Soy un
desquiciado! O lo era, al menos. Estoy en paz con ello ahora. ¿Estoy
curado? ¿Me puedo ir?

Me levanto. Me reviso; estoy desnudo. Aunque bastante limpio, como el
resto del cuarto. Todo cuanto me rodea es blanco y pulcro. Está
demasiado brillante aquí.

—¿Hola?… ¿Hay alguien aquí?… ¡Necesito ayuda! —grito. No
hay respuesta—. ¡Alguien, por favor, ayuda!

Camino alrededor palpando las paredes. ¿Dónde está la puerta? Tiene
que haber una. ¿Qué demonios? ¡Tiene que haber una puerta!

No la hay, simples paredes. Miro bajo el catre en busca de algo, lo
que fuese. Nada, tampoco.

¿Sí estoy en un psiquiátrico? Esto parece tan irreal. ¿Por qué no
puedo recordar mi nombre?

—Hey, al fin te levantaste. —Escucho la voz de un hombre venir por
el respiradero. Corro hacia él emocionado.

—¡Sí! ¿Qué está pasando? ¿Quién eres? —le grito
entusiasmado.

—¿No recuerdas nada, cierto? —me pregunta.

—No. No recuerdo nada antes de despertarme, hace un momento.

—No te preocupes —dijo con un tono divertido en su voz—, creo
que te irá bien.

¿Me irá bien?

—Por favor —ruego—, ¿qué está sucediendo?

Sólo escucho silencio.

—¡Dime! —grito. Se hace eco por el respiradero, y nunca llega una
respuesta.

Horas pasan.

Se me ha dejado a solas con mis pensamientos. Intento llegar a los
rincones de mi mente, descubrir quién rayos soy. Esto es todo tan
ajeno para mí.

Camino por las paredes, sintiendo cada centímetro, buscando una
salida. Tiene que haber algo. ¡No es como si este lugar se
construyera a mi alrededor! ¿Por qué no puedo encontrar nada? Grito
por ayuda hasta que mi garganta se seca. Si alguien está escuchando,
si ese hombre sigue allí afuera, no va a responder.

Exhausto, me recuesto.

Al despertar encuentro comida. Una bandeja con pan, arroz y un filete
puestos al otro extremo del cuarto. Hay un vaso con agua junto. Estoy
muy hambriento; sin vacilar, camino para comer el platillo. Está
delicioso. Cuando me lo acabo, recobro conciencia de dónde estoy.

Me muevo hacia el respiradero y grito. —¿Hola?

—¡Hola! —Escucho de vuelta, en un tono alegre.

—¿Quién eres? —pregunto.

—¿Disfrutaste tu comida? —me da de respuesta.

—¡¿Dónde estoy?! ¡Déjame salir!

—Saldrás pronto. ¡Tenemos que asegurarnos de que estés saludable!

¿Qué? ¿En serio soy un jodido experimento? Estoy suficientemente
saludable. Quiero respuestas. Quiero saber dónde estoy.

—¡Déjame salir ahora, desgraciado!

La voz se fue de nuevo. Por más que le grito no me responde, estoy
solo.

Repaso mi rutina de buscar por una salida, y claro, no la encuentro.
Siento que necesito usar el baño, pero no hay nada parecido aquí.
Tengo demasiada dignidad como para hacerlo en una esquina. No dejaré
que me vean hacer eso.

Eventualmente me recuesto y lloro. Grito y grito y lloro hasta estar
completamente agotado. No tardo en quedar dormido de nuevo.

Algo extraño pasa entonces, sueño.

En mi mente estoy volando. Veo tres árboles, ríos; todo iluminado
por rayos de sol. Puedo sentir una incómoda sensación en mi
estómago y boca. Me duelen un poco. Despierto de nuevo en la
prisión. Todavía siento un poco de dolor en mi estómago. Lo sobo
con mi mano y palpo algo rugoso. Cuando miro abajo, veo una
protuberante cicatriz allí. La misma cosa está en mi mejía. Estoy
asustado, pero más que todo, enojado. Están jugando conmigo. Esperan
a que me duerma y comienzan con sus malditos juegos. Miro a las
paredes y grito. Quiero salir de esto.

—¿Estás bien? —Escucho esa familiar voz de nuevo.

—¡Me heriste desgraciado!, ¡me abriste! ¡¿Qué demonios me
hiciste?! —Golpeo el respiradero tan fuerte como puedo. Lo voy a
romper. Voy a hacer a golpes mi camino hasta ese hombre y obligarlo a
que me de respuestas. Lo golpeo y golpeo una y otra vez. Mi mano duele
demasiado. Creo que la rompí. No me importa. Continúo golpeando y
gritando.

—Por favor, cálmate. Siento haberte hecho daño. Lo haré todo
mejor pronto. ¿Te sientes sólo?

Me rehúso a contestar. Lo ignoro, justo como él me ignora a mí. Al
diablo con él. No parece importarle si respondo o no. No le importo.
A nadie, de hecho. Soy un animal, un jodido experimento.

—Por favor, no te preocupes. Las cosas mejorarán, ¡lo prometo!
—Y con eso se fue.

Me siento en mi rígida y pequeña cama, viendo a mi mano. No puedo
mover mis dedos sin que un punzante dolor asalte mi brazo. Es ahora
que me doy cuenta de cuán jodido está esto. ¿Qué me hice? Ese
respiradero no se va a mover ni romper, sin importar lo que haga. Nada
se va a mover o romper. Estoy atascado. Eso es todo lo que hay. Estoy
atascado y no me iré a ningún lado.

Mi mente divaga, y el tiempo pasa.

Despierto. Me han dejado más comida. La voz habla de vez en cuando,
diciéndome tonterías encriptadas que ni me importa tratar de
entender. Luego duermo. Sueño a veces, no siempre. Algunos son
pesadillas. Que las paredes se achican y achican hasta que no queda
más espacio para mí y soy aplastado. Mis huesos se quiebran y mis
pulmones colapsan. Estoy aterrado. Quiero salir.

Me despierto de nuevo para ser abordado por más dolor en mi cuerpo.
Hay una nueva cicatriz en mi pecho a lo largo de mi costilla, y otra
en mi cabeza. Éstas se ven un poco más grandes que las usuales, y
también duelen más. Pero esto no es, en lo absoluto, lo más inusual
del día.

Miro a lo largo de la habitación y no puedo creer lo que veo. Hay una
mujer aquí. Una mujer, de unos 17, recostada en el suelo,
completamente desnuda. Es hermosa. Estoy lleno de alegría. No sé
qué tienen en mente, pero no me importa. ¡Hay otra persona aquí!
Alguien a quien puedo tocar, ¡y mirar! Alguien que sé que es real.
Que quizá pueda ayudarme a salir de aquí.

Me levanto y camino hacia ella. Toco su hombro y comienzo a hablarle.

—Hey, ¿hola?… Despierta. —Sus ojos parpadean y dirige su mirada
a mí. Está asustada. No sé por lo que ha pasado, pero no comparte
mi entusiasmo por estar con otro ser humano. Grita y se arrincona en
el extremo de la habitación. Intento calmarla, en vano.

—¡Por favor, no! ¡No voy a lastimarte! —digo lo más sosegado
que puedo—. ¡Estoy de tu lado! Por favor, cálmate. Confía en mí
—Ella sólo queda encogida en el rincón—. Escucha, he estado
aquí por tanto tiempo. ¿Sabes algo acerca de todo esto?, o ¿quién
nos retiene aquí? —Sólo responde con un callado sollozo—. Bueno,
 no tienes que preocuparte, ya veremos qué hacer. Saldremos de aquí,
¿sí? Saldremos de aquí. —Me doy cuenta de que puede necesitar
algún tiempo para volver a la realidad. Voy al respiradero, dándole
su espacio.

—Estará bien —escucho desde dentro del respiradero—, sólo
necesita un momento para acostumbrarse. —Y tengo que darle la
razón.

Eventualmente, después de horas de llorar, se calma. Me siento con
ella e intento hacerle algunas preguntas. Nunca responde; de hecho, no
creo que pueda comprender lo que le digo. Pero siento que el sonido de
mi voz la calma un poco, así que sigo hablando. Le cuento de mis
experiencias de estar aquí comenzando desde que desperté. Intento
repasar cada detalle en el que puedo pensar de mi tiempo en esta
prisión. Entonces me abraza y me siento increíble. La cálida, suave
piel de su desnudo cuerpo contra mí es diferente que cualquier cosa
que haya experimentado en esta dura y fría habitación. Corro mis
dedos por su cabello y gime ligeramente. Nos sentamos allí en el piso
por horas. Ahora veo que sí comprende. A pesar de esta jodida
situación, me siento mucho mejor ahora.

Los días continúan pasando. Las cicatrices se desvanecen y ninguna
nueva aparece. La comida viene y ahora se nos ha dado el “lujo” de
tener un lugar para ir al baño. La chica y yo nos hemos intimado
mucho. Incluso hicimos el amor unas cuantas veces.

Estamos sentados en el suelo besándonos. Acabamos de hacer el amor y
fue hermoso. Ella confía en mí, y yo en ella. Nunca le haría daño,
y nunca dejaría que nadie más lo hiciese.

—Te amo. —le digo, y beso su cabello. Me sonríe y lo repite. Sé
que entiende su significado; puedo oírlo en su voz. En lo que se
prepara para dormir me prometo que saldré de esta habitación, y la
llevaré conmigo.

Entonces pasa. Despierto y no está. Desesperado corro al respiradero.

—¡¿Qué has hecho con ella?! ¡Devuélvemela! —grito.

—¡No te preocupes! —dice la voz a la que estoy acostumbrado—,
ella está bien. ¡Sólo fue a un nuevo lugar! Es algo en lo que hemos
estado trabajando por un tiempo, ¿te gustaría verlo?

Estoy confundido, molesto y asustado. No tiene punto luchar. Él tiene
el control. Tiene mi voluntad. Me seco las lágrimas y le digo que
sí. Le ruego, de hecho. Le prometo que seré bueno, que haré
cualquier cosa que desee. Que no trataré de huir ni golpear las
paredes ni nada malo.

—Sólo por favor, déjame estar con ella. Por favor.

—Pronto. —me responde, casi burlándose con sus palabras.

—¡Por favor! —No puedo hacer esto sin ella. La voz se va y me
deja solo de nuevo y me quiero morir. Haría lo que fuese para matarme
y terminar con todo esto. Pero no puedo dejarla. Me necesita, y le
prometí que nunca la dejaría. Lloro y grito en el rincón hasta que
toso sangre. Finalmente vomito y me desmayo del cansancio.

Despierto en un lugar extraño. ¿Es un sueño? Veo que tiene
árboles, pasto. El hermoso cielo por sobre mío. ¡No estoy en la
prisión! ¡Esto no puede ser real!, pero lo es. ¡Lo es! Un momento,
¿qué significa esto?

Corro. Corro por todos lados buscándola. Me lo prometió. Ella tiene
que estar aquí. Comienzo a encariñarme realmente de este lugar. Miro
a mi alrededor y veo que todavía estoy confinado. Grandes muros
blancos rodean el área extendiéndose por al menos 20 pies sobre el
suelo. Me preocuparé por eso cuando esté con ella de nuevo. Por
ahora sólo tengo que encontrarla. Los árboles son tan bellos. Todo
lo es, sólo falta ella.

La escucho. Grita de alegría y corre hacia mí. Nos abrazamos y
lloramos así como nos besamos apasionadamente. Estoy feliz. Estoy tan
feliz por que me dejaron estar con ella de nuevo. Luego de que ambos
nos calmamos, decidimos dar un recorrido por el lugar.

Por horas vagamos el área. Quien sea que es nuestro captor, en serio
se esforzó en este lugar. Hay un río que fluye a través de la
entera instalación. Una inmensa máquina que se alza más allá de
los muros y hasta el cielo. Cuando nos acercamos a ella se nos ofrece
comida. Toda la comida que podríamos desear. Y toda es deliciosa.
Esto es increíble. Nos servimos todo cuanto podemos hasta estar
completamente saciados. El hombre del respiradero nunca nos habla
aquí, pero sé que nos observa.

Pero nos topamos con algo. Ella sonríe emocionada al notarlo.
“¡Mira, mira!”, me susurra. Lo que vemos es un árbol, justo como
los otros. Aunque está peligrosamente cerca del muro y alto
suficiente como para poder subirlo y saltarlo. Sería una tremenda
caída, y valdría la pena sólo para llegar al fondo de todo esto.
Esta es nuestra forma de escapar; pero tenemos que ser cuidadosos. Le
digo que tenemos que esperar, calmarnos. Si nos apuramos podríamos
arruinarlo todo. Ella entiende. Sé que no le gusta. Le digo que
espere un día o dos para ingeniar la mejor manera de hacer esto.

Esa noche escucho de nuevo la voz de mi viejo amigo. Está fuera de mi
vista, como siempre.

—Olvídalo —me dice—. Sólo disfruta de tu nuevo hogar.

  —Prisión —le corrijo—. Esta es una jodida prisión. Y todo lo
que he esperado desde que desperté ha sido la maldita verdad, y no he
recibido nada de ti. Estás enfermo. He estado aquí, como rehén, por
meses, ¡años! ¡Sólo dime quién soy! —Silencio.

Está decidido, saldremos de aquí.

  El sol se levanta y hago mi trayecto hasta mi amada. Supongo que
estará en el árbol. Cuando por fin llego veo que ya ha escalado la
mitad del camino.

—¡Espera! —le grito. Me mira y sonríe. Hace un ademán para que
vaya hacia ella. Todavía estoy asustado, pero me doy cuenta de que no
me puedo permitir tal cosa. Tengo que darle la cara a estas personas,
estos bastardos. Voy con todo lo que tengo.

Juntos rápidamente nos hacemos hasta la cima del árbol. Ella alcanza
la rama más alta y se apoya por el lado del muro. Miro a su rostro y
veo una expresión de total y desenfrenado éxtasis. Ha ganado. Lo
sabe. Lo que sea que ve al otro lado, sabe que es la libertad. Me
sonríe y veo la curiosidad infantil en sus ojos. Sin ser capaz de
esperar más, se inclina hacia mí, me besa y sube sobre el muro.

¡Demonios! La escucho llegar abajo con una caída. Ella grita y oigo
su cuerpo golpear el suelo del otro lado. Por favor que esté bien.
¡Que nada le haya pasado! Sin pensar me movilizo a la cima del muro y
salto de allí.

La caída resulta fuerte para mí también. Cuando caigo sobre el
suelo siento un dolor como ningún otro que he sentido de mis
cicatrices. Aunque no creo que nada esté roto. Ella está llorando
sobándose la pierna. La reviso, pero parece estar bien. Veo algo
diferente en ella. Quizá es por la luz; su piel se mira más áspera.
Está sucia por la caída, yo también. Finalmente me pongo en pie y
reviso en dónde estamos ahora.

Miro arriba en la pared que acabamos de escalar, orgulloso de nuestro
logro. Luego escucho algo. Un tanto cerca de nosotros veo otro
edificio. Uno grande en forma de platillo con una puerta mecánica que
acaba de abrirse.

Caminamos hacia él lentamente, teniendo cuidado de no lastimarnos
más. Mis piernas todavía me están matando. Así como nos acercamos,
el edificio hace un increíble sonido que nos detiene en seco. Fuera
de la puerta caminan… otros. Las únicas otras personas que he
visto.

No son como nosotros. Son más altos. Son más delgados. Visten con
prendas y el tono de su piel es mucho más claro que el nuestro.
Tienen que haber al menos dos docenas de ellos. Uno de ellos se nos
acerca. Camina hasta unos 15 ó 20 pies de distancia de nosotros y se
detiene. Nos mira intensamente. Todo lo que podemos hacer es
devolverle la mirada. Cuando por fin habla me golpea con fuerza. Este
hombre, este hombre que estoy viendo de cara a cara, es el hombre del
respiradero. Él es la voz que me ha enjaulado y atormentado por tanto
tiempo.

—¿Pero qué han hecho? —nos dice. No puedo definir por sus
grandes y negros ojos si está molesto o triste—. Han arruinado todo
lo que hemos hecho por ustedes.

—¡Jódete! —le grito—, ¡no estamos para ser tus malditos
esclavos!

Congela su mirada en nosotros por minutos. Voltea a sus compañeros,
todavía dentro del edificio. Deja salir un fuerte suspiro y nos mira
de vuelta.

—Sabíamos que era sólo cuestión de tiempo. Tendrán que hacer las
cosas por su cuenta ahora. Ésta es, me temo, la única forma en que
pueden aprender.

No sé qué decir. No estoy seguro de a qué se refiere. No sé
tampoco si me interesa. Sólo lo quedo viendo, abrazando a mi amada.

Camina de vuelta al edificio y la puerta se cierra. La construcción
entera se desplaza al aire. En medio de un intenso destello, las
paredes y todo dentro de nuestra antigua prisión, desaparece, sin
dejar rastro. El edifico volador se eleva más y más hasta que lo
perdemos de vista. Finalmente, estamos solos.

Juntos vagamos por el área, buscando respuestas. Estoy comenzando a
sentirme intranquilo ahora. Tengo hambre, y por la primera vez que
puedo recordar, no tengo comida. No hay ningún dispensador, no hay
ninguna máquina, ninguna mágica bandeja esperándome.

Ha sido muy diferente este último par de años. Estábamos tan
perdidos cuando se fueron. Me odio por admitirlo, pero quiero volver
con ellos. Quiero volver a escuchar su voz y tener mi comida, que me
limpien y se encarguen de mí. Lo que comemos ahora sabe terrible. La
forma en que vivimos es terrible. Nos ensuciamos. Nos lastimamos.
Cuando dormimos ya no somos limpiados ni curados como antes. Nos
despertamos de la misma forma en que nos fuimos a dormir.

No fue sino hasta que se fueron que nos dimos cuenta de cuánto los
necesitábamos.

Es helado aquí afuera. Tenemos que matar animales que merodean y usar
sus pieles para mantenernos calientes. Nos sentimos estúpidos, sucios
y sin esperanza. Odiamos en lo que nos hemos convertido. A veces me
despierto por la noche y trato de regresar su voz a mi cabeza. Intento
hablar con él y seguir esperando y esperando por una respuesta. Pero
no la hay. Quien sea que fuesen, se han ido para siempre. Sólo somos
Eva y yo ahora.

Hemos trabajado fuerte para construir un refugio estable que albergue
a nuestra familia. Estamos esperando nuestro primer hijo. Es difícil,
pero sé que podemos hacerlo. En la cansada noche ella se recuesta, yo
tomo su mano y acaricio su cabello.

—¿Dónde crees que hayan ido, Adán?, ¿crees que alguna vez
volverán por nosotros?

Intento ser valiente por ella. —No lo sé, quizá lo hagan. Nos
aman, sé que todavía lo hacen.

Beso su cabello como lo he hecho tantas veces antes. Y espero, más
que nada, que lo que acabo de decirle sea verdad.

puntos 75 | votos: 77
Hay gente que no - está hecha para hacer ejercicio.
puntos 11 | votos: 11
Aunque no lo creas - las mujeres también se tocan entre si
puntos 5 | votos: 7
Pues yo no tengo éxito. -
puntos 10 | votos: 10
Te va doler - mucho cuando yo sonría y no sea por ti.
puntos 22 | votos: 22
¿Qué no hay horno, dices? -

puntos 12 | votos: 12
La gente debería aprender - desde pequeños que el amor verdadero sólo se encuentra cuando tu
pareja se enamoró de tu personalidad y no de tu físico.
puntos 12 | votos: 12
¿Se imaginan enamorarse de alguien - y que esa persona también se enamore de ti? Debe ser una locura.
puntos 2 | votos: 6
La gente vota pero ... - nunca o casi nunca vas a conseguir todo positivo en un cartel. Nadie
tiene exactamente los mismos gustos. Si un cartel necesitara del 100 %
de votos positivos de todos los usuarios de desamo no llegaría nunca
a la principal; pero siempre podrás intentarlo ,y, además los haces
como quieres y mejor puedes. Por ejemplo el rojo significa mal y el
tic bien ,entonces, ¿este cartel es bueno o es malo. Hay que saber
hasta que punto hacer caso a las opiniones de los demás
puntos 42 | votos: 58
Me parece que alguien - está siendo secuestrado por un platillo volante de alienígenas.
puntos 12 | votos: 14
Querida Abby - Querida Abby,

Nunca antes nos habíamos conocido, así que tal vez esto te parezca
un poco raro, pero siento que es necesario. Mi nombre es Jay, para
empezar. Trabajo en la caja cinco del supermercado de la Calle 67
—¿conoces el que tiene un estacionamiento demasiado grande para la
tienda en sí? Ése mismo—. Tengo veinticuatro años, bastante alto
y con un aspecto un poco desaliñado. Probablemente no me
reconocerías si te hablase, no tengo una cara muy memorable. Je,
realmente no sé por qué te estoy diciendo esto si te soy sincero…
pero esta no es la razón por la cual te escribo.

Estaba trabajando hasta tarde ayer, fue un día normal la mayor parte
del tiempo, pero estarías impresionada de saber lo interesante que
este empleo puede ser a veces. Había estado leyendo un libro que mi
compañero de la caja siguiente dejó olvidado. Una muy mala novela de
misterio llena de clichés. Realmente aburrido si me preguntas. Pero,
algo es algo supongo. Cuando te presentaste, sin embargo, mi noche
entera cambió. No sé exactamente qué fue lo que llamó mi atención
de ti, pero cuando te vi sentí una extraña sensación. Una mezcla
entre la excitación y el terror, que sería la mejor manera en la que
puedo describirla. Te vi entrar en mi línea y rápidamente me
incorporé. Fue sólo en lo que te acercabas cuando me di cuenta de
eso que me llamó la atención… eras totalmente hermosa. Te me
pusiste en frente, dijiste «Hola» y me diste tu carrito. Pude notar
por la forma en que hablabas y caminabas que no habías dormido muy
bien, aunque no era extraño teniendo en cuenta la hora. Después de
un segundo o dos de silencio incómodo, me percaté de que me habías
saludado, y forcé un casual «H-Hola» para responderte. Me maldije
mentalmente por eso.

Me quedé en mi lugar por un segundo, tratando de concentrarme.
«¿Cuál es tu nombre?», dije. Un poco más tarde me di cuenta de lo
raro que eso te podría haber sonado… Me alegro de haberlo hecho, de
todos modos. Recuerdo que dijiste que te llamabas Abigail Marrot, pero
que podía decirte Abby, ya que era tu nombre de pila. Abby, parecía
encajar tan perfectamente. El nombre pareció rodar fuera de mi lengua
mientras lo repetía en silencio. Era como miel dulce, se sentía bien
con tan sólo decirlo. Parecías perpleja cuando te volví a ver, y me
pregunté si había hecho algo que te hubiese molestado. «¿No
deberías estar empacándolos?», dijiste, y apuntaste hacia los
productos que pensabas comprar. De inmediato, sorprendido y
avergonzado, me volteé en tu dirección y me disculpé, para luego
empezar a guardar torpemente los productos en las bolsas lo más
rápido que podía. No lo creía, ¿que tan estúpido era? Pero cuando
vi arriba, me di cuenta de que estabas riéndote.

«Eres muy lindo», dijiste. Traté de mantener la compostura, pero
estaba obviamente emocionado. «Tú también lo eres», dije, mientras
acababa de llenar las bolsas con los alimentos que sobraban. A medida
que te ibas, te diste la vuelta cuando abrías la puerta y dijiste
«Buenas noches». Me imagino que parezco muy estúpido escribiendo
todas estas cosas, probablemente lo recuerdas, quiero decir, pasó
ayer. Pero me fui a casa estático esa noche y con toda la confianza
del mundo. Siento que es casi irreal, escribiéndolo aquí.

De cualquier forma, quería escribir esta carta Abby, para decirte que
te amo. No sé qué fue lo que sentí esa noche, fue una mezcla rara
de emociones. Pero de lo que estoy seguro es que en esa pequeña
interacción que tuvimos, sentí que había algo entre nosotros.

Te haré llegar esta carta en breve.

Atentamente, Jay.

 

Querida Abby,

Ha pasado una semana desde que te mandé mi carta y todavía no he
recibido ninguna respuesta, pero eso no importa. ¿Cómo has estado?
Mi vida ha estado igual de normal que siempre, levantarse, ir a
trabajar, ir a la cama. Vivo en un departamento de mierda, pero
supongo que eso es lo que consigues cuando trabajas de cajero en un
supermercado. Pensé en ti demasiado últimamente, y a veces me
pregunto si sigues recordándome.

Te vi de nuevo hoy en el trabajo, esta vez a una hora más razonable,
por suerte. Viniste a mi línea de nuevo, lo que me hizo quedar
totalmente encantado. Ahora estaba menos nervioso, iba a actuar
normalmente, no importa qué dijeses o hicieses. Mientras caminabas
hacia mí murmuraste algo tan silenciosamente que no pude entenderlo,
y esperaste en el final de la barra a que guardase tus productos…
Esto evidentemente no era lo que esperaba, pero tampoco era tan malo.
De hecho, no parecías sentir nada en absoluto. Estaba esperando que
me hablases o evitases como si tuviese la peste, pero seguiste tu
camino como si yo fuese cualquier extraño. Esto me hace dudar de si
recibiste mi carta, quizá deberías chequear tu buzón más a menudo.

Poco después de que terminase de empacar tus cosas, pagaste y
caminaste hacia la salida. Claro, éste es un proceso muy normal para
mí ya que lo hago 50 veces al día, pero me había determinado desde
la noche que te escribí mi primera carta a socializar más contigo la
próxima vez que te viese. No estaba satisfecho, tenía que lograr un
progreso. Hay un pequeño cuarto en el extremo izquierdo opuesto a la
entrada del supermercado, designado para el personal. Allí guardan
todo el contenido tomado por las cámaras de seguridad, acerca del
cual el personal hemos sido instruidos en nuestra inducción. Para mi
suerte, hay una cámara situada justo al lado de mi línea.

Esperé a que el supermercado cerrase, y después entré. Tras
inspeccionar algunas pantallas de televisión encontré la que daba
vista de mi línea. Y luego de unos minutos de escanear, te encontré.
Di pausa en el mejor ángulo que pude captar. Verte por tanto tiempo
me hizo darme cuenta de lo perfecta que eras; cada rasgo de tu cuerpo,
tu pelo, tu cara, tus piernas… Tu pecho, era simplemente
perfección. Puse en reversa la toma de cuando pasaste por mi línea
un par de veces, no podía evitarlo. Mis ojos estaban perdidos en la
pantalla.

Después de algunos minutos de consideración, saqué la cinta, la
puse en mi bolsillo, y volví a mi casa. Sabía que no estaba
permitido, bien podía ser despedido por tales acciones, pero no
podía evitarlo, Abby, te amo. Amo todo sobre ti. Pienso
constantemente en ti. ¿Sientes lo mismo por mí, Abby?

Por favor, escríbeme de vuelta pronto.

Sinceramente, Jay.

 

Querida Abby,

Ya pasaron tres días y todavía no obtengo una respuesta. ¿Por qué
no quieres hablarme? Sigo dudando de si te llegaron mis otras dos
cartas, por favor dime si te llegaron.

Así que me han despedido, encontraron la cinta que faltaba. Recibí
una llamada del jefe de la tienda a las seis de la mañana del lunes y
me dijo que debía ir inmediatamente. Me convocó a una junta
obligatoria para todo el personal. Cuando llegué, la mayoría se
hallaban reunidos alrededor de una mesa con mi jefe a la cabeza de
ésta. Una vez que no faltaba nadie nos dijo que se había producido
un robo ayer, nos habían robado cerca de dos mil dólares en
mercancías y las pruebas estaban en la cinta que había tomado…
Sólo mi suerte. Nos dijo que nadie iba a salir de la habitación
hasta que alguien confesase. Después de algunos minutos, finalmente
cedí. Le conté todo, cómo me sentía sobre que tú y yo tuviésemos
una conexión. Luego de contar mi historia, todos en la sala me veían
asombrados. Esperé. De pronto, mi jefe rompió la tensión. «Jay,
estás despedido. Vete y no vuelvas jamás», dijo.

Ese maldito idiota, siempre me trató como mierda. Ha estado sobre mis
talones desde el día que me dieron el trabajo, juro que estaba
esperando que cometiese algún descuido para poder justificar
despedirme. Y la única vez que tengo un desliz se entera. ¿Por qué
no me comprende? ¿Acaso no entiende que estamos hechos el uno para el
otro? Cualquier hombre hubiese entendido, cualquiera en mi puesto
hubiese hecho lo mismo, ¿verdad?

Te he estado buscando mucho últimamente, sin trabajo tengo todo el
tiempo del mundo para aprender cosas sobre ti. Hoy conduje hacía tu
departamento, se ve muy bien, mucho mejor que el mío. ¿Sabías que
vives a sólo kilómetro y medio de mi edificio? Pregunté para verte
muchas veces, pero me dijeron que no pasabas ahí todo el tiempo. Me
sentía más y más desanimado, pero estaba decidido a verte de nuevo.

Después de unas horas de preguntar, opté por quedarme en el
estacionamiento esperando a que vinieses, y después de varias horas
esperando lo hiciste. Era tarde por la noche, creo que alrededor de
las nueve. Te vi parquear tu coche y salir. Sentí una oleada de calor
al ver tu cara de nuevo, sé que tengo la cinta para verte pero no se
compara con verte en vida real. Me aseguré de grabarlo para más
tarde cuando esté en mi casa, esta vez con una cámara de muy buena
calidad. Quería capturar tantos detalles como fuesen posibles, no
tenía idea de cuándo sería la próxima vez en que te vería y la
cinta ya no era suficiente para mí.

No puedo sacarte de mi cabeza nunca más, nunca. Todo lo que hago es
ver ese video que grabé de ti una y otra vez. Abby, quiero que estés
conmigo siempre. Quiero despertarme en las mañanas y tenerte a mi
lado.

No puedo esperar a verte de nuevo.

Con amor, Jay.

 

Querida Abby,

Tengo noticias muy emocionantes Abby, ¡me estoy mudando a tu
departamento! ¿No estás emocionada? Podremos pasar horas y horas
juntos, va a ser simplemente perfecto.

Déjame explicar, mi trabajo pagaba sólo lo suficiente como para que
pudiese cancelar la mensualidad del alquiler y comprar alimentos cada
semana. Debido a esto, he tenido poco o ningún dinero en mis ahorros,
no estaba en condiciones de durar mucho más. Fui capaz de postergarlo
algunos días, pero hoy fui desahuciado. Aunque me aseguré de traer
conmigo mis cintas de ti y fotografías, y mi cámara por supuesto.

Realmente deberías decirle a tu casero que mejore su personal, pude
pasar a los de seguridad fácilmente. Subí a tu habitación y toqué
la puerta, pero nadie contestó, así que decidí entrar por otros
medios. Me di cuenta de que hay un conducto de ventilación en la
esquina inferior de tu habitación; no es raro teniendo en cuenta el
calor que puede hacer aquí en verano. Supuse que tenía que haber
algún tipo de escotilla por la que pudiese meterme. Después de
algunos minutos de buscar, encontré una puerta al final de tu pasillo
que se veía como un cuarto para el personal, y por suerte había una
forma de entrar a los conductos desde ahí.

Me arrastré a lo largo de ellos hasta llegar a tu cuarto, era muy
estrecho y era también muy difícil moverse por ahí, pero me las
arreglé. Cuando llegué, sentí una oleada de éxito. Como las luces
estaban apagadas y no alcancé a verte comprobé que no estabas en
casa, pero soy paciente. Recorrí con la mirada todos los rincones de
tu habitación, tratando de memorizar cada detalle. Tu olor me abrumó
cada instante que pasé ahí, el cual había percibido las dos veces
que viniste a mi línea en la tienda, pero nunca tan intensamente. Fue
fascinante, no pude poner mi dedo en ello, pero me recordaba a algo,
era casi como melocotones. Me he condicionado a ser extremadamente
paciente, así que te esperé por horas. Puedo permanecer inmóvil por
varias horas consecutivas, sin mover un músculo; nadie iba a fijarse
en mí.

Entonces, finalmente llegaste a casa. Sentí una amplia sonrisa
formarse en mi cara al segundo en el que oí la puerta abrirse. Allí
estabas, mi amor. En ningún momento advertiste mi presencia, la luz
en tu habitación parecía estar en el ángulo indicado para que no
vieses nada en la rendija de la ventilación más allá de los
primeros centímetros. Traté de contener mi excitación, pero empecé
a respirar muy pesadamente. Traté de ocultarlo lo mejor que pude pero
me fue difícil… De repente miraste directo a la rendija. Me
silencié completamente. Después de unos segundos parecía que
habías perdido el interés, eso me hizo sonreír. Este era el lugar
perfecto.

Pude notar que te había incomodado sin embargo, durante toda la noche
te levantabas para dar una mirada a la rendija. Las personas parecen
tener un sentido que les hace saber si alguien está observándolas,
puede llevarlas a tener un ataque de pánico. No trates de fingirlo
Abby, puedo darme cuenta de cuando alguien está despierto, de cuando
está tan asustado que se le hace imposible dormir. ¿Por qué estás
tan asustada, en todo caso? Soy yo, ¿por qué te asustaría? Sabes
que te amo. Lo sabes, ¿cierto?

Estoy ansioso por pasar todos los días contigo de ahora en adelante
Abby; escribe de vuelta si puedes.

Con amor, Jay.

 

Querida Abby,

Te he visto despertar esta mañana, yo no pegué un ojo en toda la
noche. Eres demasiado apasionante, me pasé la noche entera
mirándote. No pude evitarlo… cada vez que intentaba apartar la
mirada, mis ojos se dirigían de vuelta hacia ti en unos segundos.
Tuve la tentación de salir para tener una mejor vista de ti varias
veces en la noche, pero me resistí. No podía dejar que me
descubrieses, no por ahora al menos.

Me pareció que te pasaste demasiado tiempo en el baño por la
mañana, asumí que dándote una ducha o poniéndote maquillaje. No,
¿por qué harías eso Abby? Cualquier cosa que pueda cambiar tu
aspecto natural sólo ocultaría tu verdadera belleza. ¿No quieres
que todos vean lo que yo veo de ti?

Te marchaste poco después a trabajar, o eso creo. Tras reflexionarlo
un momento, decidí salir del conducto. Deslicé mi mano por una de
las rendijas y saqué los tornillos. La superficie de la rendija era
muy lisa, así que fue fácil encontrarlos. Agarré uno y lo retorcí
tanto como pude, y finalmente lo pude sacar. Hice esto con los otros y
retiré la rendija.

La primera cosa que hice fue ir al baño. Me deshice de todo lo que
pudieses usar para cubrir tu cara, esas cosas me repugnan. De esta
forma todos verían cómo eres realmente. También encontré algo más
ahí, tu cepillo para el cabello. Lo agarré y lo atraje a mi cara
para examinarlo; era de un azul apagado, con un mango redondo de mucho
espesor. Pero eso no me interesaba, los cabellos… eso era lo que me
interesaba. Me tomé unos minutos sacando todos los que podía ver, y
los alineé en tu repisa. Los conté, obtuve 59. Esto me satisfizo
enormemente; los recogí y los guardé en mi bolsillo.

Pasé el resto del día revisando tus cosas para aprender más sobre
ti, tus intereses y tal. Veo que eres una gran fanática de las
películas. Encontré tu colección detrás de tu armario, tengo que
admitir que es muy impresionante. Pero he encontrado algo allí que me
hizo enfadar, una foto tuya con otro hombre. Me desgradó tan sólo
mirarlo, abrazándote cómo si le pertenecieses. No te hará falta.

A eso de las ocho de la noche me pareció que lo mejor sería regresar
al conducto de la ventilación, siempre sueles llegar a esa hora…
Luego tuve otra idea. Miré hacia tu cama, las mantas estaban colgando
por lo bajo, lo suficiente como para rozar el suelo. Así no podrías
ver bajo la cama, a menos que las acomodases. Primero puse la rendija
en su lugar, y luego me deslicé por debajo de tu cama con una sonrisa
en mi cara. Cuando volviste estabas completamente pálida, y me di
cuenta de que venías con alguien más. Te decía que escuchó ruidos
venir de tu apartamento mientras no estabas. Me grité a mí mismo
mentalmente, debía de ser más cuidadoso. Ir bajo la cama había sido
una buena idea después de todo, ya que, obviamente, tu primer idea
fue ir a ver por la rendija. Agradeciste a la persona y se fue. Por
fin, estábamos a solas.

Aguardé en silencio hasta que te fuiste a la cama, me pareció una
eternidad hasta que lo hiciste. Esa noche sería mi oportunidad de
tenerte más cerca; pero fui cauteloso, esperé hasta que estuvieses
profundamente dormida, y sólo entonces me deslicé fuera de la cama.
Y te vi ahí postrada, te veías increíble. Cada curva de tu cuerpo
era perfecta, cada pequeño detalle era hermoso. Te acerqué mi mano y
empecé a acariciarte la cara, era tan suave como la seda. Estaba muy
excitado, tu belleza era abrumadora. Poco a poco me bajé el pantalón
y empecé a tocarme, traté de controlarme para no despertarte, pero
me fue imposible. Sentía el más puro éxtasis, todo sobre ti era
perfecto.

Regresé a mi lugar poco antes de que amaneciera. Me aseguré de
prestar atención estos días, no viste mi carta más reciente Abby,
simplemente no debes de chequear tu buzón. Haré un cambio, voy a
dejar ésta en tu repisa.

Ah, me olvidé, estoy preparándote una sorpresa. Fíjate en tu
armario después de leer esto.

Tuyo siempre, Jay.

 

Querida Abby,

Hoy pasé mi tiempo dándole los toques finales a tu sorpresa mientras
estabas en el trabajo, realmente vas a amarlo. He puesto todo mi
esfuerzo en ello, ¿sabes? Llegaste a casa a las ocho treinta de
nuevo, y viste mi carta casi inmediatamente. Empecé a sonreír
mientras la abrías, esperando a ver tu reacción. Te veías
confundida al principio, después alarmada, y finalmente horrorizada.
Empezaste a temblar violentamente y vi que empezabas a llorar… ¿No
te gusto, Abby? ¿Por qué llorabas? ¿No me amas? ¿NO ME AMAS ABBY?

Todo lo que pasó después de eso fue un borrón. Volteaste al armario
sin dejar de sollozar, como contemplando la opción de abrirlo o no.
En su lugar, pasaste corriendo entre el armario y la puerta. Cuando
volviste tenías todas mis cartas, que no tardaste en leer… bueno.
En algún momento parecía que ibas a romperte y a hacerte un ovillo
en el suelo. Estabas desesperada por decir algo, pero totalmente
paralizada por el miedo. Después de unos diez minutos, te vi mirar
bajo la cama, en el conducto de la ventilación, en cualquier lugar en
el que pudiese estar. Verás, Abby, soy más inteligente que eso.
Sabía que ibas a buscarme en esos lugares, así que encontré un
mejor lugar después de terminar tu sorpresa. Nunca me encontrarás
aquí, nadie lo hará. ¿No es genial? Puedo observarte para siempre y
no hay nada que tú u otros puedan hacer.

Aunque, todavía no viste tu sorpresa Abby. Sé que aún seguías
pensando en ello, te vi mirar al armario repetidamente. ¿Qué podría
haber ahí? ¿Qué ibas a encontrar? Esto no podía durar para
siempre, tú y yo lo sabíamos. Vi que caminabas lentamente hacia el
armario buscando a tientas el mango para abrirlo. De súbito, lo
agarraste firmemente y lo abriste.

Era un libro de recuerdos, de ti y de mí. Te vi pasar las páginas,
parecías sorprendida. Nos saqué fotos juntos cuando no estabas
mirando, fotos de ti durmiendo, fotos de ti en la computadora;
esparcí los cabellos que coleccioné en él. También pegué
fotografías de parejas juntos, con nuestros rostros, por supuesto. Y
la fotografía de ti y ese estúpido al fondo, con su cabeza
desgarrada. ¿No terminas de entenderlo, verdad, Abby? Nadie, NADIE
puede tenerte excepto yo. Estamos hechos el uno para el otro, y para
nadie más.

Te vi llorar por otros treinta minutos, y luego te paraste y corriste
fuera de tu departamento. Volviste con muchos policías. Eso me
desconcertó. ¿Por qué traerías a esas personas a nuestro cuarto?
Ellos nunca me encontrarán, pero si lo hiciesen podrían arruinar
todo. Todo mi trabajo en las últimas semanas sería en vano. Tú no
quieres eso, Abby.

Estoy exhausto por el trabajo de hoy, y por más que te ame, necesito
dormir.

Buenas noches Abby.

Con amor, Jay.

 

Querida Abby,

¿Ves lo que has hecho Abby? ¿VES LO QUE HAS HECHO? Me desperté a
las ocho de la mañana y te vi haciendo tus maletas frenéticamente;
estaba confundido al principio, pero luego entendí. Me estabas
dejando. Ya no me amabas. ¿Cómo pudiste hacerme esto, Abby? Fuiste
la única persona a quien quise en toda mi vida. No tenía una razón
para vivir, pero cuando te conocí tuve un último deje de esperanza.
Pensé que al fin tenía un propósito para continuar con mi vida de
mierda. Y fuiste y tiraste todo eso por la borda. ¡¿Cómo pudiste
Abby?!

Unos segundos después saliste de tu habitación. Yo salí de mi
escondite y te seguí. Vi que arrojaste tus maletas en el baúl y te
disponías a entrar a tu coche. ¿En serio creías que podrías
librarte de mí Abby? No iba a dejar que te alejases, nunca dejaría
que eso pasase. Tuve que golpear tu cabeza y noquearte para que
detuvieras tu escándalo.

Estaba preparado en caso de que reaccionaras así. Reservé uno de los
depósitos en las afueras de la ciudad el día en que decidí mudarme
contigo. Nos llevé con tu auto hasta allí, te agarré y te traje
dentro conmigo. Me tomó poco tiempo así que seguías inconsciente,
me aseguré de revisar en tus bolsillos que no tuvieses tu celular. Te
senté en la parte de atrás del pequeño cuarto y cerré la puerta.
Llamé al propietario y le dije que había visitado mi depósito la
otra vez y me había olvidado de cerrarlo, y le pregunté si no le
molestaría cerrarlo por mí. Por supuesto, él dijo que sí y
colgué. Luego tiré el celular en el suelo y lo pisoteé, para
asegurarme de que nunca más funcionase. Poco después lo escuché
venir y cerrar la puerta.

Alrededor de una hora más tarde, vi que empezabas a despertarte. La
primera vez escuché un quejido muy débil, luego tu pierna empezó a
moverse. Un poco después estabas completamente despierta. Cuando
viste mi cara, empezaste a gritar, lo que luego disminuiste a un
gemido, y luego a un murmullo. Ahí fue cuando lo viste, la otra cosa
en el cuarto. Mi cuchillo. Era obvio qué hacía aquí, y después de
un segundo de entendimiento te precipitaste a recogerlo.

Vi la muerte en tus ojos y dije «Abby, te amo»… y luego sentí el
dolor punzante del cuchillo siendo introducido en mi cuerpo. Creo que
lo sacaste y lo clavaste de nuevo con mucha fuerza. Pude sentirlo en
cada momento, como un fuego ardiente en mi pecho. Caí en el suelo,
riendo mientras tosía sangre. Te vi retroceder, temblando, y sentarte
de nuevo en tu rincón.

Y ahora, mientras me siento sobre un charco de mi propia sangre
escribiendo esto, me pregunto cómo saldrás. ¿Usarás el cuchillo
para tomar tu propia vida? ¿O vas a dejar que el hambre te mate? De
cualquier manera, estaremos juntos en la muerte Abby. Juntos desde el
día en que te vi, hasta el día que ambos morimos. Y mientras estás
sentada ahí, llorando, puedo decirte que llegué a una conclusión.
Abby, esto es todo lo que quería, y por eso quiero decirte gracias.

Con amor, Jay.

puntos 9 | votos: 9
soy guapa? - puntuen
puntos 11 | votos: 11
Los verdaderos artistas - hacen cuanto esté en sus manos para que su arte llegue al público.
puntos 4 | votos: 4
-El agua - es insípida -dijeron los científicos-
-mhmhmh... Eso ya lo veremos -dijeron los de Font Vella-
puntos 8 | votos: 10
Cada verano tiene su historia - ¿Cual es la tuya?
puntos 10 | votos: 10
Sólo respondan algo. - ¿Cómo fuerzan al corazón a sentir algo que no siente?

¿Cómo fuerzas a tu mente a que olvide a aquel, 
que una vez de saco una sonrisa?

¿Cómo te fuerzas a ti mismo a estar bien,
 siendo que lo único que quieres es encerrarte, estar solo y llorar?





LOS MEJORES CARTELES DE

Número de visitas: 11430911011 | Usuarios registrados: 2057140 | Clasificación de usuarios
Carteles en la página: 8001358, hoy: 25, ayer: 60
blog.desmotivaciones.es
Contacto | Reglas
▲▲▲

Valid HTML 5 Valid CSS!