En Desmotivaciones desde:
07.05.2011

 Última sesión:

 Votos recibidos:
bueno 45 | malo 2

puntos 4 | votos: 4
En la música, - No hay que escucharlo todo de los mejores,
sino lo mejor de todos.
puntos 1453 | votos: 1565
¡Y entonces.... - lo vi.... así! ¡Haciéndolo así con la mano!
puntos 2772 | votos: 2850
Ser romántico no es ser gay - Ser romántico es ser el hombre que todas las mujeres merecen.
puntos 1623 | votos: 1663
Olores que te transportan - a tiempos mejores.¿Cuál es el tuyo?
puntos 1021 | votos: 1405
-¿Y qué quieres, una galleta? -

puntos 1703 | votos: 1763
Ir a mear en plena noche - y decirle a tu pene: 
- ¡Ves cabronazo, yo sí que me levanto cuando tu lo necesitas!
puntos 1791 | votos: 1905
Un amigo en la vida es mucho, - dos son demasiados, tres es imposible.
puntos 1431 | votos: 1481
Si supieras.. - ..que en cada uno pone tu nombre..
puntos 1460 | votos: 2150
Hola me llamo Justin - Y me corto el pelo con un tazón
puntos 2015 | votos: 2069
Siempre habrá - alguien que te quiera. Matarte, olvidarte, amarte o follarte... 
Eso no lo sé. Pero te querrá al fin y al cabo.

puntos 5 | votos: 5
La música es para el alma... - ... lo que la gimnasia para el cuerpo.

Platón
puntos 5 | votos: 5
En la Rusa Soviética - Si quemas a Eminen te sale una casa
puntos 1971 | votos: 2019
ALGO EN COMÚN - Que tienen los superheroes
puntos 5 | votos: 7
Burguer King - Y sus bisagras puestas a conciencia.
puntos -4 | votos: 8
Como Ella No Hay Nadie - Nunca A Avido Una Amiga Como Ella!

puntos 2331 | votos: 2345
Puertas - Que reciben a la gente con educación.
puntos 13 | votos: 13
La diversión - antes                                                                                    ahora
puntos 1940 | votos: 1986
Insultar a una madre - saca lo peor de cada persona
puntos 5 | votos: 5
    - Eres un cobarde no sé como coño puedes ser así con alguien y menos
después de todo lo que me decías pero que vaya todo mentira que
cobarde que eres pensé que no ibas a ser así pero veo que me
equivoque de lleno y e sido tan estúpida al pensar que por un solo
momento que te quería espero que estés leyendo esto y espero más
aun que no te traten como me estas tratando tu ami si la gente iba a
tener razón cuando me decían que tenia que pasar de ti pero que baH
que yo de llorar parare algún día pero tranquilo  que a todo cerdo
le llega su san martín ojala no te hagan nunca lo que tu me estas
haciendo por que lo ibas a pasar de mal y te lo repito que a ti te e
querido y me has hecho esto pero bueno en fin te tendré que dar las
gracias porque no voy a caer mas como una tonta en los brazos de nadie
y ojala que lo leas enserio
puntos 14 | votos: 14
Vivo con miedo - de que cuando yo lanze la pelota y la bateen me de en la cara

puntos 1897 | votos: 1925
Deberían dejar - a los usuarios de Desmotivaciones.es
controlar los paneles informativos de las carreteras
puntos 21 | votos: 23
Cientos de personas - a tu alrededor y a veces sólo
necesitas a una que no esta
puntos 12 | votos: 12
Fco Ibáñez - El único hombre que ha logrado que no me separe de un libro hasta
terminarlo.
Por eso he querido dedicarle un cartel, porque creo que es uno de los
dibujantes de comics mas influyente a lo largo de mi vida.
puntos 3 | votos: 23
Norberto, el ridgeback noruego - Sin embargo, Quirrell debía de ser más valiente de lo que habían
pensado. En las
semanas que siguieron se fue poniendo cada vez más delgado y pálido,
pero no parecía
que su voluntad hubiera cedido.
Cada vez que pasaban por el pasillo del tercer piso, Harry, Ron y
Hermione
apoyaban las orejas contra la puerta, para ver si Fluffy estaba
gruñendo, allí dentro.
Snape seguía con su habitual mal carácter, lo que seguramente
significaba que la Piedra
estaba a salvo. Cada vez que Harry se cruzaba con Quirrell, le
dirigía una sonrisa para
darle ánimo, y Ron les decía a todos que no se rieran del tartamudeo
del profesor.
Hermione, sin embargo, tenía en su mente otras cosas, además de la
Piedra
Filosofal. Había comenzado a hacer horarios para repasar y a subrayar
con diferentes
colores sus apuntes. A Harry y Ron eso no les habría importado, pero
los fastidiaba todo
el tiempo para que hicieran lo mismo.
—Hermione, faltan siglos para los exámenes.
—Diez semanas —replicó Hermione—. Eso no son siglos, es un
segundo para
Nicolás Flamel.
—Pero nosotros no tenemos seiscientos años —le recordó Ron—.
De todos modos,
¿para qué repasas si ya te lo sabes todo?
—¿Que para qué estoy repasando? ¿Estás loco? ¿Te has dado
cuenta de que
tenemos que pasar estos exámenes para entrar en segundo año? Son muy
importantes,
tendría que haber empezado a estudiar hace un mes, no sé lo que me
pasó...
Pero desgraciadamente, los profesores parecían pensar lo mismo que
Hermione.
Les dieron tantos deberes que las vacaciones de Pascua no resultaron
tan divertidas
como las de Navidad. Era difícil relajarse con Hermione al lado,
recitando los doce usos
de la sangre de dragón o practicando movimientos con la varita.
Quejándose y
bostezando, Harry y Ron pasaban la mayor parte de su tiempo libre en
la biblioteca con
ella, tratando de hacer todo el trabajo suplementario.
—Nunca podré acordarme de esto —estalló Ron una tarde, arrojando
la pluma y
mirando por la ventana de la biblioteca con nostalgia. Era realmente
el primer día bueno
desde hacía meses. El cielo era claro, y las nomeolvides azules y el
aire anunciaban el
verano.
Harry, que estaba buscando «díctamo» en Mil hierbas mágicas y
hongos no levantó
la cabeza hasta que oyó que Ron decía:
—¡Hagrid! ¿Qué estás haciendo en la biblioteca?
Hagrid apareció con aire desmañado, escondiendo algo detrás de la
espalda.
Parecía muy fuera de lugar; con su abrigo de piel de topo.
—Estaba mirando —dijo con una voz evasiva que les llamó la
atención—. ¿Y
vosotros qué hacéis? —De pronto pareció sospechar algo—. No
estaréis buscando
todavía a Nicolás Flamel, ¿no?
—Oh, lo encontramos hace siglos —dijo Ron con aire
grandilocuente—. Y
también sabemos lo que custodia el perro, es la Piedra Fi...
—¡¡Shhh!! —Hagrid miró alrededor para ver si alguien los
escuchaba—. No
podéis ir por ahí diciéndolo a gritos. ¿Qué os pasa?
—En realidad, hay unas pocas cosas que queremos preguntarte —dijo
Harry—
sobre qué cosas más custodian la Piedra, además de Fluffy...
—¡SHHHH! —dijo Hagrid otra vez—. Mirad, venid a verme más
tarde, no os
prometo que os vaya a decir algo, pero no andéis por ahí hablando,
los alumnos no
deben saber nada. Van a pensar que yo os lo he contado...
—Te vemos más tarde, entonces —dijo Harry
Hagrid se escabulló.
—¿Qué escondía detrás de la espalda? —dijo Hermione con aire
pensativo.
—¿Creéis que tiene que ver con la Piedra?
—Voy a ver en qué sección estaba —dijo Ron, cansado de sus
trabajos. Regresó un
minuto más tarde, con muchos libros en los brazos. Los desparramó
sobre la mesa.
—¡Dragones! —susurró—. ¡Hagrid estaba buscando cosas sobre
dragones! Mirad
estos dos: Especies de dragones en Gran Bretaña e Irlanda y Del huevo
al infierno,
guía para guardianes de dragones...
—Hagrid siempre quiso tener un dragón, me lo dijo el día que lo
conocí —dijo
Harry
—Pero va contra nuestras leyes —dijo Ron—. Criar dragones fue
prohibido por la
Convención de Magos de 1709, todos lo saben. Era difícil que los
muggles no nos
detectaran si teníamos dragones en nuestros jardines. De todos modos,
no se puede
domesticar un dragón, es peligroso. Tendríais que ver las quemaduras
que Charlie se
hizo con esos dragones salvajes de Rumania.
—Pero no hay dragones salvajes en Inglaterra, ¿verdad? —preguntó
Harry
—Por supuesto que hay —respondió Ron—. Verdes en Gales y negros
en Escocia.
Al ministro de Magia le ha costado trabajo silenciar ese asunto, te lo
aseguro. Los
nuestros tienen que hacerles encantamientos a los muggles que los han
visto para que
los olviden.
—Entonces ¿en qué está metido Hagrid? —dijo Hermione.
Cuando llamaron a la puerta de la cabaña del guardabosques, una hora
más tarde, les
sorprendió ver todas las cortinas cerradas. Hagrid preguntó
«¿quién es?» antes de
dejarlos entrar, y luego cerró rápidamente la puerta tras ellos.
En el interior; el calor era sofocante. Pese a que era un día
cálido, en la chimenea
ardía un buen fuego. Hagrid les preparó el té y les ofreció
bocadillos de comadreja, que
ellos no aceptaron.
—Entonces ¿queríais preguntarme algo?
—Sí —dijo Harry No tenía sentido dar más vueltas—. Nos
preguntábamos si
podías decirnos si hay algo más que custodie a la Piedra Filosofal,
además de Fluffy.
Hagrid lo miró con aire adusto.
—Por supuesto que no puedo —dijo—. En primer lugar; no lo sé.
En segundo
lugar, vosotros ya sabéis demasiado, así que tampoco os lo diría si
lo supiera. Esa
Piedra está aquí por un buen motivo. Casi la roban de Gringotts...
Aunque eso ya lo
sabíais, ¿no? Me gustaría saber cómo averiguasteis lo de Fluffy.
—Oh, vamos, Hagrid, puedes no querer contarnos, pero debes saberlo,
tú sabes
todo lo que sucede por aquí —dijo Hermione, con voz afectuosa y
lisonjera. La barba de
Hagrid se agitó y vieron que sonreía. Hermione continuó—: Nos
preguntábamos en
quién más podía confiar Dumbledore lo suficiente para pedirle
ayuda, además de ti.
Con esas últimas palabras, el pecho de Hagrid se ensanchó. Harry y
Ron miraron a
Hermione con orgullo.
—Bueno, supongo que no tiene nada de malo deciros esto... Dejadme
ver... Yo le
presté a Fluffy... luego algunos de los profesores hicieron
encantamientos... el profesor
Sprout, el profesor Flitwick, la profesora McGonagall —contó con
los dedos—, el
profesor Quirrell y el mismo Dumbledore, por supuesto. Esperad, me he
olvidado de
alguien. Oh, claro, el profesor Snape.
—¿Snape?
—Ajá... No seguiréis con eso todavía, ¿no? Mirad, Snape ayudó a
proteger la
Piedra, no quiere robarla.
Harry sabía que Ron y Hermione estaban pensando lo mismo que él. Si
Snape
había formado parte de la protección de la Piedra, le resultaría
fácil descubrir cómo la
protegían los otros profesores. Es probable que supiera todos los
encantamientos, salvo
el de Quirrell, y cómo pasar ante Fluffy.
—Tu eres el único que sabe cómo pasar ante Fluffy, ¿no, Hagrid?
—preguntó
Harry con ansiedad—. Y no se lo dirás a nadie, ¿no es cierto? ¿Ni
siquiera a un
profesor?
—Ni un alma lo sabe, salvo Dumbledore y yo —dijo Hagrid con
orgullo.
—Bueno, eso es algo —murmuró Harry a los demás—. Hagrid,
¿podríamos abrir
una ventana? Me estoy asando.
—No puedo, Harry, lo siento —respondió Hagrid. Harry notó que
miraba de reojo
hacia el fuego. Harry también miró.
—Hagrid... ¿Qué es eso?
Pero ya sabía lo que era. En el centro de la chimenea, debajo de la
cazuela, había
un enorme huevo negro.
—Ah —dijo Hagrid, tirándose con nerviosismo de la barba—.
Eso... eh...
—¿Dónde lo has conseguido, Hagrid? —preguntó Ron, agachándose
ante la
chimenea para ver de cerca el huevo— Debe de haberte costado una
fortuna.
—Lo gané —explicó Hagrid—. La otra noche. Estaba en la aldea,
tomando unas
copas y me puse a jugar a las cartas con un desconocido. Creo que se
alegró mucho de
librarse de él, si he de ser sincero.
—Pero ¿qué vas a hacer cuando salga del cascarón? —preguntó
Hermione.
—Bueno, estuve leyendo un poco —dijo Hagrid, sacando un gran libro
de debajo
de su almohada—. Lo conseguí en la biblioteca: Crianza de dragones
para placer y
provecho. Está un poco anticuado, por supuesto, pero sale todo.
Mantener el huevo en el
fuego, porque las madres respiran fuego sobre ellos y, cuando salen
del cascarón,
alimentarlos con brandy mezclado con sangre de pollo, cada media hora.
Y mirad, dice
cómo reconocer los diferentes huevos. El que tengo es un ridgeback
noruego. Y son
muy raros.
Parecía muy satisfecho de sí mismo, pero Hermione no.
—Hagrid, tú vives en una casa de madera —dijo.
Pero Hagrid no la escuchaba. Canturreaba alegremente mientras
alimentaba el
fuego.
Así que ya tenían algo más de qué preocuparse: lo que podía
sucederle a Hagrid si
alguien descubría que ocultaba un dragón ilegal en su cabaña.
—Me pregunto cómo será tener una vida tranquila —suspiró Ron,
mientras noche
tras noche luchaban con todo el trabajo extra que les daban los
profesores. Hermione
había comenzado ya a hacer horarios de repaso para Harry y Ron. Los
estaba volviendo
locos.
Entonces, durante un desayuno, Hedwig entregó a Harry otra nota de
Hagrid. Sólo
decía: «Está a punto de salir».
Ron quería faltar a la clase de Herbología e ir directamente a la
cabaña. Hermione
no quería ni oír hablar de eso.
—Hermione, ¿cuántas veces en nuestra vida veremos a un dragón
saliendo de su
huevo?
—Tenemos clases, nos vamos a meter en líos y no vamos a poder hacer
nada
cuando alguien descubra lo que Hagrid está haciendo...
—¡Cállate! —susurró Harry
Malfoy estaba cerca de ellos y se había quedado inmóvil para
escucharlos. ¿Cuánto
había oído? A Harry no le gustó la expresión de su cara.
Ron y Hermione discutieron durante todo el camino hacia la clase de
Herbología y,
al final, Hermione aceptó ir a la cabaña de Hagrid con ellos durante
el recreo de la
mañana. Cuando al final de las clases sonó la campana del castillo,
los tres dejaron sus
trasplantadores y corrieron por el parque hasta el borde del bosque.
Hagrid los recibió,
excitado y radiante.
—Ya casi está fuera —dijo cuando entraron.
El huevo estaba sobre la mesa. Tenía grietas en la cáscara. Algo se
movía en el
interior y un curioso ruido salía de allí.
Todos acercaron las sillas a la mesa y esperaron, respirando con
agitación.
De pronto se oyó un ruido y el huevo se abrió. La cría de dragón
aleteó en la mesa.
No era exactamente bonito. Harry pensó que parecía un paraguas negro
arrugado. Sus
alas puntiagudas eran enormes, comparadas con su cuerpo flacucho.
Tenía un hocico
largo con anchas fosas nasales, las puntas de los cuernos ya le
salían y tenía los ojos
anaranjados y saltones.
Estornudó. Volaron unas chispas.
—¿No es precioso? —murmuró Hagrid. Alargó una mano para
acariciar la cabeza
del dragón. Este le dio un mordisco en los dedos, enseñando unos
colmillos
puntiagudos.
—¡Bendito sea! Mirad, conoce a su mamá —dijo Hagrid.
—Hagrid —dijo Hermione—. ¿Cuánto tardan en crecer los
ridgebacks noruegos?
Hagrid iba a contestarle, cuando de golpe su rostro palideció. Se
puso de pie de un
salto y corrió hacia la ventana.
—¿Qué sucede?
—Alguien estaba mirando por una rendija de la cortina... Era un
chico... Va
corriendo hacia el colegio.
Harry fue hasta la puerta y miró. Incluso a distancia, era
inconfundible:
Malfoy había visto el dragón.
· · ·
Algo en la sonrisa burlona de Malfoy durante la semana siguiente
ponía nerviosos a
Harry, Ron y Hermione. Pasaban la mayor parte de su tiempo libre en la
oscura cabaña
de Hagrid, tratando de hacerlo entrar en razón.
—Déjalo ir —lo instaba Harry—. Déjalo en libertad.
—No puedo —decía Hagrid—. Es demasiado pequeño. Se morirá.
Miraron el dragón. Había triplicado su tamaño en sólo una semana.
Ya le salía
humo de las narices. Hagrid no cumplía con sus deberes de
guardabosques porque el
dragón ocupaba todo su tiempo. Había botellas vacías de brandy y
plumas de pollo por
todo el suelo.
—He decidido llamarlo Norberto —dijo Hagrid, mirando al dragón
con ojos
húmedos—. Ya me reconoce, mirad. ¡Norberto! ¡Norberto! ¿Dónde
está mamá?
—Ha perdido el juicio —murmuró Ron a Harry.
—Hagrid —dijo Harry en voz muy alta—, espera dos semanas y
Norberto será tan
grande como tu casa. Malfoy se lo contará a Dumbledore en cualquier
momento.
Hagrid se mordió el labio.
—Yo... yo sé que no puedo quedarme con él para siempre, pero no
puedo echarlo,
no puedo.
Harry se volvió hacia Ron súbitamente.
—Charlie —dijo.
—Tu también estás mal de la cabeza —dijo Ron—. Yo soy Ron,
¿recuerdas?
—No... Charlie, tu hermano. En Rumania. Estudiando dragones. Podemos
enviarle
a Norberto. ¡Charlie lo cuidará y luego lo dejará vivir en
libertad!
—¡Genial! —dijo Ron—. ¿Qué piensas de eso, Hagrid?
Y al final, Hagrid aceptó que enviaran una lechuza para pedirle ayuda
a Charlie.
La semana siguiente pareció alargarse. La noche del miércoles
encontró a Harry y
Hermione sentados solos en la sala común, mucho después de que todos
se fueran a
acostar. El reloj de la pared acababa de dar doce campanadas cuando el
agujero de la
pared se abrió de golpe. Ron surgió de la nada, al quitarse la capa
invisible de Harry
Había estado en la cabaña de Hagrid, ayudándolo a alimentar a
Norberto, que ya comía
ratas muertas.
—¡Me ha mordido! —dijo, enseñándoles la mano envuelta en un
pañuelo
ensangrentado—. No podré escribir en una semana. Os aseguro que los
dragones son los
animales más horribles que conozco, pero para Hagrid es como si fuera
un osito de
peluche. Cuando me mordió, me hizo salir porque, según él, yo lo
había asustado. Y
cuando me fui le estaba cantando una canción de cuna.
Se oyó un golpe en la ventana oscura.
—¡Es Hedwig! —dijo Harry, corriendo para dejarla entrar—.
¡Debe de traer la
respuesta de Charlie!
Los tres juntaron las cabezas para leer la carta.
Querido Ron:
¿Cómo estás? Gracias por tu carta. Estaré encantado de quedarme
con
el ridgeback noruego, pero no será fácil traerlo aquí. Creo que lo
mejor será
hacerlo con unos amigos que vienen a visitarme la semana que viene. El
problema es que no deben verlos llevando un dragón ilegal.
¿Podríais llevar
al ridgeback noruego a la torre más alta, la medianoche del sábado?
Ellos se
encontrarán contigo allí y se lo llevarán mientras dure la
oscuridad.
Envíame la respuesta lo antes posible.
Besos,
Charlie
Se miraron.
——Tenemos la capa invisible —dijo Harry—. No será tan
difícil... creo que la
capa es suficientemente grande para cubrir a Norberto y a dos de
nosotros.
La prueba de lo mala que había sido aquella semana para ellos fue que
aceptaron de
inmediato. Cualquier cosa para liberarse de Norberto... y de Malfoy.
Se encontraron con un obstáculo. A la mañana siguiente, la mano
mordida de Ron
se había inflamado y tenía dos veces su tamaño normal. No sabía si
convenía ir a ver a
la señora Pomfrey ¿Reconocería una mordedura de dragón? Sin
embargo, por la tarde
no tuvo elección. La herida se había convertido en una horrible cosa
verde. Parecía que
los colmillos de Norberto tenían veneno.
Al finalizar el día, Harry y Hermione fueron corriendo hasta el ala
de la enfermería
para visitar a Ron y lo encontraron en un estado terrible.
—No es sólo mi mano —susurró— aunque parece que se me vaya a
caer a trozos.
Malfoy le dijo a la señora Pomfrey que quería pedirme prestado un
libro, y vino y se
estuvo riendo de mí. Me amenazó con decirle a ella quién me había
mordido (yo le
había dicho que era un perro, pero creo que no me creyó). No debí
pegarle en el partido
de quidditch. Por eso se está portando así.
Harry y Hermione trataron de calmarlo.
—Todo habrá terminado el sábado a medianoche —dijo Hermione,
pero eso no lo
tranquilizó. Al contrario, se sentó en la cama y comenzó a temblar.
—¡La medianoche del sábado! —dijo con voz ronca—. Oh, no, oh,
no... acabo de
acordarme... la carta de Charlie estaba en el libro que se llevó
Malfoy, se enterará de la
forma en que nos libraremos de Norberto.
Harry y Hermione no tuvieron tiempo de contestarle. Apareció la
señora Pomfrey y
los hizo salir; diciendo que Ron necesitaba dormir.
—Es muy tarde para cambiar los planes —dijo Harry a Hermione—.
No tenemos
tiempo de enviar a Charlie otra lechuza y ésta puede ser nuestra
única oportunidad de
librarnos de Norberto. Tendremos que arriesgarnos. Y tenemos la capa
invisible y
Malfoy no lo sabe.
Encontraron a Fang, el perro cazador de jabalíes, sentado afuera, con
la cola
vendada, cuando fueron a avisar a Hagrid. Éste les habló a través
de la ventana.
—No os hago entrar —jadeó— porque Norberto está un poco
molesto. No es nada
importante, ya me ocuparé de él.
Cuando le contaron lo que decía Charlie, se le llenaron los ojos de
lágrimas,
aunque tal vez fuera porque Norberto acababa de morderle la pierna.
—¡Aaay! Está bien, sólo me ha cogido la bota... está jugando...
después de todo es
sólo un cachorro.
El cachorro golpeó la pared con su cola, haciendo temblar las
ventanas. Harry y
Hermione regresaron al castillo con la sensación de que el sábado no
llegaría lo bastante
rápido.
Tendrían que haber sentido pena por Hagrid, cuando llegó el momento
de la despedida,
si no hubieran estado tan preocupados por lo que tenían que hacer.
Era una noche oscura
y llena de nubes y llegaron un poquito tarde a la cabaña de Hagrid,
porque tuvieron que
esperar a que Peeves saliera del vestíbulo, donde jugaba a tenis
contra las paredes.
Hagrid tenía a Norberto listo y encerrado en una gran jaula.
—Tiene muchas ratas y algo de brandy para el viaje —dijo Hagrid
con voz
amable—. Y le puse su osito de peluche por si se siente solo.
Del interior de la jaula les llegaron unos sonidos, que hicieron
pensar a Harry que
Norberto le estaba arrancando la cabeza al osito.
—¡Adiós, Norberto! —sollozó Hagrid, mientras Harry y Hermione
cubrían la jaula
con la capa invisible y se metían dentro ellos también—. ¡Mamá
nunca te olvidará!
Cómo se las arreglaron para llevar la jaula hasta la torre del
castillo fue algo que
nunca supieron. Era casi medianoche cuando trasladaron la jaula de
Norberto por las
escaleras de mármol del castillo y siguieron por pasillos oscuros.
Subieron una escalera,
luego otra... Ni siquiera uno de los atajos de Harry hizo el trabajo
más fácil.
—¡Ya casi llegamos! —resopló Harry, mientras alcanzaban el
pasillo que había
bajo la torre más alta.
Entonces, un súbito movimiento por encima de ellos casi les hizo
soltar la jaula.
Olvidando que eran invisibles, se encogieron en las sombras,
contemplando las siluetas
oscuras de dos personas que discutían a unos tres metros de ellos.
Una lámpara brilló.
La profesora McGonagall, con una bata de tejido escocés y una
redecilla en el pelo,
tenía sujeto a Malfoy por la oreja.
—¡Castigo! —gritaba—. ¡Y veinte puntos menos para Slytherin!
Vagando en
medio de la noche... ¿Cómo te atreves...?
—Usted no lo entiende, profesora, Harry Potter vendrá. ¡Y con un
dragón!
—¡Qué absurda tontería! ¿Cómo te atreves a decir esas mentiras?
Vamos, hablaré
de ti con el profesor Snape... ¡Vamos, Malfoy!
Después de aquello, la escalera de caracol hacia la torre más alta
les pareció lo más
fácil del mundo. Cuando salieron al frío aire de la noche, donde se
quitaron la capa,
felices de poder respirar bien, Hermione dio una especie de salto.
—¡Malfoy está castigado! ¡Podría ponerme a cantar!
—No lo hagas —la previno Harry.
Riéndose de Malfoy, esperaron, con Norberto moviéndose en su jaula.
Diez
minutos más tarde, cuatro escobas aterrizaron en la oscuridad.
Los amigos de Charlie eran muy simpáticos. Enseñaron a Harry y
Hermione los
arneses que habían preparado para poder suspender a Norberto entre
ellos. Todos
ayudaron a colocar a Norberto para que estuviera muy seguro, y luego
Harry y
Hermione estrecharon las manos de los amigos y les dieron las gracias.
Por fin. Norberto se iba... se iba... se había ido.
Bajaron rápidamente por la escalera de caracol, con los corazones tan
libres como
sus manos, que ya no llevaban la jaula con Norberto. Sin el dragón, y
con Malfoy
castigado, ¿qué podía estropear su felicidad?
La respuesta los esperaba al pie de la escalera. Cuando llegaron al
pasillo, el rostro
de Filch apareció súbitamente en la oscuridad.
—Bien, bien, bien —susurró Harry—. Tenemos problemas.
Habían dejado la capa invisible en la torre.
puntos 1629 | votos: 2005
Todos nos sentimos - orgullosos de ser diferentes,nos creemos únicos por no ser uno más,
Os voy a desvelar un secreto,lo normal es ser diferente,eres uno más
Lo siento :)

puntos 9 | votos: 15
llave espada - todos sabemos que no corta pero ¿a quien le importa? mola mucho xD
puntos 42 | votos: 42
Zas en toda la boca -
puntos 12 | votos: 12
-Y así demuestro que...  - ...con esta máquina se puede jugar al bingo.
-...A pique el portaviones
puntos 13 | votos: 15
Hoy es el día - del orgullo friki, y yo estoy muy orgulloso
puntos -35 | votos: 49
FRIKIS - que desperdicio de personas

puntos 8 | votos: 8
Aquellos días - en los que nos mandábamos mensajes a través de las nubes
puntos 7 | votos: 9
Creo que Desmotivaciones.es - Intenta decirme algo
puntos 9 | votos: 9
Juegos Olímpicos - Versión para las cárceles



LOS MEJORES CARTELES DE

Número de visitas: 11414958977 | Usuarios registrados: 2056868 | Clasificación de usuarios
Carteles en la página: 8000810, hoy: 3, ayer: 26
blog.desmotivaciones.es
Contacto | Reglas
▲▲▲

Valid HTML 5 Valid CSS!