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El viento - A veces el mas cabrón
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Al otro lado de la vida - 1x41 - Andén de la estación de tren elevado del barrio de Gamoneda, Sheol
29 de septiembre de 2008

Bárbara se quedó ahí, en silencio, mirando el cadáver de ese
hombre que había tratado de acabar con ella. Su cara había perdido
toda expresión, y todo indicaba que estaba muerto. Sin embargo,
Bárbara no las tenía todas consigo. Había visto a muchos
levantarse con heridas peores incluso que esa, y seguir adelante como
si nada hubiera pasado, pero al menos éste se vería negro para salir
de ahí, si es que volvía a despertarse. Estaba todavía muy
impresionada, pero enseguida cayó en que se olvidaba de algo.
Después de recoger el bate del suelo, corrió de vuelta hacia los
baños.
	El débil gemido de Zoe se escuchaba tras la puerta que el infectado
había tratado de echar abajo. Bárbara caminó hacia ahí.
BÁRBARA – Puedes salir, cariño. Ya ha pasado todo.
ZOE – ¿Seguro?
BÁRBARA – Si. Ese hombre malo ya no nos volverá a molestar.
	Se oyó un ligero chasquido, y acto seguido, la puerta del baño se
abrió. Zoe salió del baño, con los ojos enrojecidos por el llanto
y aún sollozando un poco. Le temblaban las manos, y la expresión de
su cara hizo palidecer a Bárbara. Se la veía tan pequeña, tan
asustada, que de nuevo se volvió a arrepentir de haberla traído
consigo. Solo Dios sabría si no volverían a tener otro
encontronazo, y nada hacía pensar que la siguiente vez tendrían la
misma suerte. No obstante, ya no había marcha atrás.
BÁRBARA – Ha sido culpa mía, que me he descuidado un momento.
Gracias a Dios no hay nada que lamentar. Mira… se está haciendo
tarde, y estamos las dos muy cansadas, será mejor que bajemos a
tierra firme y busquemos un sitio seguro donde pasar la noche. En
este barrio hay muchos pisos, y con que encontremos alguno en el que
meternos y cerrar bien la puerta, podremos pasar la noche sin
problemas. ¿Qué te parece?
ZOE – Si… tengo sueño.
BÁRBARA – Pues no se hable más. Vamos a recoger la mochila y nos
metemos en el primer portal que encontremos.
	Salieron las dos del baño, ahora mucho más alerta que al entrar
por vez primera. Bárbara se calzó de nuevo la mochila, y bajaron
las dos por la misma escalera por la que el resucitado había subido
para ponerlas a prueba. Ahí las calles eran estrechas, a excepción
de la calle sobre la que transcurría el tren elevado.
Afortunadamente había muchos bloques de pisos con muchas viviendas y
muchos portales en los que probar suerte. Bajaron sin hacer ruido, y
anduvieron a paso ligero hacia el bloque más cercano, para lo cual
tan solo tuvieron que cruzar la calle. 
Bárbara se esforzó por alejar a Zoe de la zona donde estaba la
farola en la que se había ensartado aquel hombre. Si había podido
evitar que lo viese en vida, confiaba poder conseguir que eso no
cambiase ahora que parecía muerto. El sol teñía de un color rojizo
el cielo a su paso, y proyectaba una larga y esbelta sombra que
partía de las dos chicas. El primer portal al que llegaron tenía la
puerta abierta, de modo que entraron. Visto lo que le había pasado en
el bloque de los señores Soto, lo primero que hizo Bárbara fue
gritar bajo el hueco de la escalera, preguntando si había alguien
ahí.
Al no obtener respuesta alguna, repitió la operación. De nuevo no
obtuvo más que el silencio. Si había alguien en el bloque, estaría
dentro de una de las viviendas, y con algo de suerte, no tendrían que
vérselas con él. De nuevo el suelo lleno de papeles, los buzones
llenos de cartas, una planta marchita junto a la entrada. Todo
parecía desierto, olvidado, muerto. Como la planta baja estaba
ocupada por tiendas, tuvieron que subir a la primera planta en busca
de un piso que ocupar. De nuevo la primera puerta que se encontraron
estaba entreabierta. Parecía que alguien lo hubiera dejado todo
preparado para su llegada.
La otra puerta del primer piso estaba cerrada, de modo que entraron.
Bárbara volvió a preguntar si había alguien dentro después de
cerrar la puerta, pero tampoco obtuvo respuesta. Se trataba de un
piso muy pequeño. El salón tan solo tenía dos puertas, una que
daba a la humilde cocina, y otra a un pequeño distribuidor desde el
que se podía llegar a un baño y dos habitaciones. Bárbara le
indicó a Zoe que se quedase donde estaba, e inspeccionó a
conciencia el piso. 
	Escrutó hasta el último armario, detrás de las puertas, tras la
cortina del baño, pero no encontró nada. La casa estaba en perfecto
estado; no parecía que hubiera sufrido ningún desperfecto. Mucha
gente, al comienzo de las primeras oleadas de violencia se había ido
a otras ciudades, a casas de familiares o a hoteles, por miedo a
sufrir el mismo destino que sus semejantes. Todo apuntaba que esta
familia era una de esas. No obstante, cuando Bárbara entró en las
habitaciones, lo primero que hizo fue mirar debajo de las camas. No
volvería a caer en la misma trampa.
	Cenaron ahí mismo, en la mesa del salón, y aprovecharon para
reponer parte de lo que se habían comido durante el viaje,
recogiendo algo más de comida que los habitantes de la casa habían
olvidado en la cocina. Pronto la luz del sol fue insuficiente para
seguir en pie y decidieron que había llegado el momento de irse a
dormir. El dormitorio de los padres tenía tan solo una cama
individual, donde no cabían las dos; Bárbara pensó que se
trataría de un padre divorciado o viudo. En la habitación de los
niños había una litera; fue ahí donde decidieron pasar la noche. 
	Bárbara cerró la puerta a conciencia, trabándola para asegurarse
de que nadie podría entrar por la noche, y cada una se tumbó en su
cama, ella en la de arriba y Zoe en la de abajo. La tenue luz de la
luna se filtraba por la ventana que Zoe tenía en frente. Pese a que
tenía sueño, no podía dejar de mirar las estrellas, eso le
mantenía la cabeza despejada. Se estaba empezando a quedar algo
traspuesta, cuando vio algo que le sorprendió sobremanera. Cerró
los ojos fuertemente y los volvió a abrir, y ahí seguía. Era una
jirafa, que le miró, y luego siguió adelante.
ZOE – Bra… Ba.. Bárbara.
BÁRBARA – ¿Si?
ZOE – He visto una jirafa por la ventana.
BÁRBARA – ¿No sería un sueño?
ZOE – No.
	Bárbara se incorporó y miró por la ventana desde ahí arriba,
pero ahí no había nada.
BÁRBARA – ¿Estás segura?
ZOE – Que si, te lo juro.
	Bárbara se armó de paciencia y bajó las escaleritas de la litera
hasta pisar nuevamente el frío suelo con los calcetines. Zoe ya se
había levantado, y las dos se asomaron a la ventana. Efectivamente,
ahí estaba. Era una jirafa adulta, que caminaba tranquilamente por
la calle, como si lo hubiese hecho toda la vida. Bárbara miró a la
jirafa, y luego miró a Zoe, todavía incrédula.
ZOE – ¿Ves?
BÁRBARA – Porque lo estoy viendo, que si no…
	Se quedaron un rato más mirándola, hasta que cruzó una esquina y
la perdieron de vista.
ZOE – ¿Cómo ha podido llegar hasta aquí?
BÁRBARA – No tengo ni idea, chica, me has dejado a cuadros.
Bueno… da igual, vamos a dormir, que ya es hora.
	Cada una ocupó de nuevo su lugar.
ZOE – Buenas noches, Bárbara.
BÁRBARA – Buenas noches, Zoe.
	Ahí todo parecía en regla, se oía el canto de los grillos de
lejos, y la noche era fresca, en comparación al caluroso día que
habían sufrido. No pasó mucho tiempo antes de que Bárbara se
durmiese, pero al cabo de un par de horas, algo le despertó. Era
Zoe. Estaba lloriqueando. Había estado pensando en todo lo que
dejaba atrás, en sus padres, sus abuelos, sus amigos, y las
lágrimas habían aflorado irremediablemente. Por fortuna el sueño
que tenía era muy acusado, y poco más tarde cayó en los brazos de
Morfeo. Bárbara quiso bajar a consolarla, pero la niña poco a poco
se calmó y acabó durmiéndose, igual que ella.
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Prefiero - un minuto contigo a una eternidad sin ti
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El gusto en el culo - Tranquilos, pasa hasta en las mejores famílias
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La fuerza interior - Que uno no siempre puede controlar

puntos 10 | votos: 10
Por esas personas - a las que simplemente les sobra el dinero
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Y si en vez de... - Criticaros, insultaros, y perder el tiempo inútilmente. ¿Os unís
para poder ayudar a que España salga de la crisis?
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Spidercerdo, Spidercerdo - Hace lo que un spidercerdo hace, puede columpiarse en una red, pues no
puede porque es un cerdo!
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Qué malote -
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Toma... - la recojo y te la doy para que dejes de llorar

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¡¡¡¡Toma megabite!!!! -
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Firefox - Y sus problemas con Windows
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GUATERMELON - Únete a la revolución
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¡EXISTEN! -
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