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puntos 22 | votos: 24
Desmotiva - Que haya muerto una persona que se drogaba, emborrachaba muy
habitualmente, y se venía venir que iba a pasar, y sea más conocido
que una catástrofe donde no solo ha muerto una persona.
puntos 4 | votos: 4
Este soy yo... - Esperando a que mi cartel llege a la principal
puntos 4 | votos: 8
Esas personas de los coches... - No saben las normas de conducción.
puntos 10 | votos: 12
Al otro lado de la vida 1x137 - Nave de las celdas de la prisión Kéle de Etzel
2 de octubre de 2008

Bárbara miró al policía, todavía más sorprendida que antes.
Había tenido que mover cielo y tierra para que les aceptase a ella y
a Zoe, y ahora estaba proponiéndole a un total desconocido, que
además sabían de buena tinta que era un delincuente, que se uniera
al grupo. Christian se acariciaba con suavidad la muñeca ya libre,
que mostraba las marcas de las esposas que le habían esclavizado
tanto tiempo. La tenía enrojecida y le escocía, pero eso ya no le
importaba. Tardó un momento en procesarlo.
CHRISTIAN – ¿Dónde vais?
MORGAN – Al sur. No tenemos un destino concreto, pero teníamos
pensado ir a la costa.
CHRISTIAN – No. Entonces no. 
MORGAN – ¿Por qué no?
CHRISTIAN – Porque tengo que ir a encontrarme con mi madre, y ella
está en Sheol.
	Christian desconocía el paradero de su madre. No obstante, estaba
dispuesto a llegar al fin del mundo si era necesario con tal de
averiguar qué había sido de ella. Morgan por su parte creía saber
perfectamente cual había sido su destino, aunque que no la conociera.
CHRISTIAN – De verdad que os agradezco todo lo que habéis hecho por
mí, pero… tengo que hacerlo. Y no os voy a pedir que me
acompañéis.
MORGAN – Tampoco lo haríamos.
CHRISTIAN – ¿Cómo?
	Bárbara sonrió levemente. De nuevo vio a Morgan tal y como lo
conocía.
MORGAN – Venimos de Sheol.
CHRISTIAN – ¿Y cómo está? Quiero decir…
	Zoe miró al policía, con una expresión compungida. Él bajó un
poco la cabeza, ladeándola. Christian arrugó la frente. Miraba
alternativamente a todos, sentado en el viejo colchón.
CHRISTIAN – ¿Qué pasa?
MORGAN – No queda nada ahí fuera.
CHRISTIAN – ¿Cómo...?
MORGAN – No sé cómo piensas que están las cosas, pero… están
muy jodidas.
CHRISTIAN – ¿Por los asesinos aquellos, los del bosque?
	En esta ocasión fue Morgan quién arrugó la frente. No podía creer
que a esas alturas todavía quedase alguien que ignorase lo que se
había cernido sobre la ciudad, sobre medio mundo.
MORGAN – Es un virus que... trastorna a la gente. Lo ha arrasado
todo.
CHRISTIAN – Pero... ¿Tan mal está la cosa?
MORGAN – Peor. La mitad de la gente huyó, el resto… han acabado
infectados de ese virus.
CHRISTIAN – Me da igual. Yo voy a ir a buscar a mi madre.
	Morgan chasqueó la lengua, negando ligeramente con la cabeza.
Respiró hondo. No quería resultarle demasiado violento, pero le
estaba costando.
MORGAN – ¿Desde cuando no sabes de ella?
CHRISTIAN – Desde el seis.
	Christian estaba realmente nervioso. La punta de los dedos se le
había quedado helada y el corazón le latía a mil por hora. Hubiera
deseado salir corriendo de ahí en ese mismo instante, pero en el
fondo quería saber el final de esa conversación.
MORGAN – Los teléfonos dejaron de funcionar el catorce. Yo… no me
haría muchas ilusiones. Vente con nosotros, no seas idiota.
CHRISTIAN – Tú no sabes nada, no eres nadie para venir aquí a
decirme lo que tengo que hacer…
MORGAN – No es eso...
Christian acabó enfadándose del todo. Bárbara recordó cómo ella
misma lo había hecho al conocerle. Morgan trató de mantener la
calma, pues sabía que si seguía apretando al chico, éste acabaría
por explotar. Christian se levantó, ofuscado por las poco alentadoras
palabras del policía. A duras penas consiguió ponerse en pie, las
piernas le flaquearon y se inclinó hacia un lado, a punto de caer.
Morgan le agarró con fuerza del antebrazo, impidiendo que el chico se
desplomase en el suelo. Estaba muy débil, había pasado demasiado
tiempo en ayunas y todavía le costaría algo de tiempo recuperarse.
Se zafó rápidamente de la mano amiga del policía, y se agarró para
no perder el equilibro al lavamanos que tanto tiempo le había
retenido. Los dos varones se aguantaron la mirada unos instantes.
Morgan empezó a desencantarse. Seguía deseando hacerse cargo de él,
en gran medida porque era obvio que lo necesitaba, pero también
porque la imagen de Marcelino todavía estaba suspendida en su retina.
No obstante, esa imagen se diluía a pasos agigantados, devolviéndole
a la realidad.
MORGAN – No tienes ni idea de cómo están las calles, si sales solo
te van a…
CHRISTIAN – Correré el riesgo.
MORGAN – ¿Dónde vivía tu madre?
CHRISTIAN – Mi madre vive en unos apartamentos, en Sheol.
MORGAN – ¿Pero dónde, en qué parte?
CHRISTIAN – ¿Me vas a acompañar?
MORGAN – No.
CHRISTIAN – Entonces déjame en paz, ¿quieres?
MORGAN – Dime dónde está, no más.
CHRISTIAN – En la calle Habal, a dos manzanas del Hospital Shalom.
	Morgan negó de nuevo con la cabeza, poniendo a prueba la paciencia
del chico. Bárbara y Zoe miraron al policía, sin entender gran cosa.
MORGAN – No vayas.
CHRISTIAN – ¡No tengo nada más que hablar contigo! Ya te he dicho
que voy a ir, así que no me rayes más, 
MORGAN – Si vas... No servirá de nada.
CHRISTIAN – ¿Cómo estás tan seguro?
MORGAN – Porque ese edificio ya no existe.
	Christian se quedó boquiabierto, luchando por restar credibilidad a
las palabras del policía. Se sostenía fuertemente a la pica,
aguantando como podía el calambre que tenía en la pierna derecha.
Bárbara y Zoe lo miraban todo desde la barrera, agradeciendo el no
tener que involucrarse.
CHRISTIAN – ¿Qué tonterías dices?
MORGAN – ¿Está cerca de la gasolinera Amoco?
CHRISTIAN – Justo enfrente.
	Fue entonces cuando Bárbara lo comprendió todo.
MORGAN – Hubo una explosión… Todo quedó arrasado por el fuego
varias manzanas a la redonda.
Christian buscó refugio en la mirada de las chicas, para librarse del
yugo de las duras palabras de Morgan. La mirada de Bárbara corroboró
la versión del policía. Sus ojos marrones no daban lugar a
equívoco; ella también creía que su madre había muerto, aunque
dudaba que fuera por la explosión o por el incendio. Christian se
sintió débil y acorralado. Les odiaba a todos y no quería saber
nada más de ellos. Le habían puesto la miel en los labios y ahora se
la estaban quitando a fuerza de golpes. 
MORGAN – Chris, tu madre está muerta.
puntos 8 | votos: 16
Una vez trate de hacer - Mi propio tequila, pero  no sabia que llevaba aparte de gusanos.
Bastante asqueroso.. de todas formas me emborraché 
-Earl Hickey-

puntos 11 | votos: 13
Por esos  anuncios de  mixta ... - QUE NUNCA OLVIDAREMOS
puntos 11 | votos: 15
Pobreza. - Descripción gráfica.
puntos 11 | votos: 11
Akinator. - El único genio que sabe adivinar
memes y desmotivaciones.
puntos 16 | votos: 24
Cuando naciste - Tu llorabas y los demás reian y se alegraban a tu alrededor.
Vive la vida y se feliz, para que cuando mueras, tú seas el que
sonrie y lo demás lloren a tu alrededor.
puntos 6 | votos: 8
nonillo75 - me insulta por votarle un cartel que no me gusto en negativo

puntos 8 | votos: 10
A haber quien es el guapo - Qué lee esto
puntos 11 | votos: 11
Defendimos la piedra, - encontramos la cámara,
liberamos al prisionero,
fuimos elegidos por el cáliz
luchamos junto a la Orden,
aprendimos del príncipe,
dominamos las Reliquias y hallamos los Horrocruxes.

SOMOS LA GENERACIÓN DE HARRY POTTER
puntos 3 | votos: 5
Yo también - veo en tuenti más gente por movil que por ordenador.
puntos 7 | votos: 9
Actor fallece en una obra teatral. - Se podria decir que murio en el acto.
puntos 5 | votos: 9
Al otro lado de la vida 1x110 - Frente a la prisión Kéle de Etzel
2 de octubre de 2008

El todoterreno siguió el camino hacia lo alto de la colina, haciendo
eses para salvar el gran desnivel, viendo cada vez más cerca el
objetivo. Zoe no entendía muy bien por qué iban ahí, al igual que
Bárbara, pero ella se limitó a asumirlo, sin darle más vueltas,
pues ellos eran adultos y sabrían lo que se hacían. Bárbara había
tenido ocasión durante el trayecto de pensar en lo que había hablado
con Morgan esa mañana. Si realmente no estaba infectada, quizá
Morgan acabaría dejándolas solas. Y a estas alturas le aterraba,
pues se había acostumbrado a su compañía protectora y prescindir de
ella relegaría de nuevo en ella toda la responsabilidad. Morgan, por
su parte, estaba demasiado concentrado en la carretera para pensar en
nada más.
	Llegaron al punto más alto, donde la colina se transformaba en un
terreno aplanado, para dar pie a un enorme parking en tres niveles,
que en sus buenos tiempos podría haber albergado más de cien coches,
pero que ahora estaba totalmente vacío. Morgan dirigió el coche
hacia la única parte del enorme muro de más de siete metros que
circundaba todo el recinto que tenía una abertura. Un par de puertas
enormes, ridículas en comparación al tamaño desproporcionado del
muro, se mostraba frente a ellos, abierta de par en par, invitándoles
a entrar. Morgan la encaró y metió el todoterreno en los terrenos de
la prisión.
	Un gran edificio se mostraba frente a ellos, con unos grandes y
frondosos jardines con rosales a lado y lado, impidiendo el paso a
cualquier vehículo. Se trataba de un gran edificio de duro hormigón,
oscurecido por la lluvia que lo había mojado todo. Debían entrar y
cruzarlo de extremo a extremo para llegar al otro lado, desde donde
tendrían acceso a la nave de los reclusos. El policía estacionó el
vehículo junto a la puerta de entrada, bajo una marquesina de
hormigón de más de tres metros, e indicó a las chicas que era el
momento de salir.
	Zoe y Morgan se dirigieron a la puerta de entrada, que estaba
entreabierta, maravillados por el agradable olor de la tierra mojada.
Morgan preguntó si había alguien, y al no recibir respuesta decidió
entrar. Bárbara los miró y esbozó una sonrisa. Eran los extremos
opuestos en sexo, estatura y color de piel, y resultaba muy
caricaturesco el verlos a ambos en la misma pose, con el arma en mano
esperando cualquier movimiento en falso para hacer fuego. Ahora que
veía a la niña con el revólver, no crecía en ella la sensación
que estaba haciendo algo mal, como había pensado en un primer
momento. No sabía si era porque había demostrado saber utilizarla en
un momento de necesidad, o el hecho que la había conocido ya como
superviviente y no la reconocía como quien fuera en su vida anterior,
pero eso le tranquilizó.
	Se miró en el espejo retrovisor del todoterreno, y comprobó que por
bien que tenía algo de ojeras, sus ojos tenían el blanco nuclear
acostumbrado, el mismo color marrón que le acompañaba desde que
naciera, veintiséis años atrás. Con la mochila a la espalda, y
ansiando una vez más convencerse que no tenía nada que temer, no
quiso hacer esperar más a sus compañeros y se adentró en el
edificio de la prisión, con la semiautomática preparada. Una vez
dentro notó cómo el ruido de la lluvia se apagaba y cómo sus
pupilas se dilataban al entrar en una zona más oscura.
Afortunadamente todavía permanecían en funcionamiento las humildes
luces de emergencia, y pudieron continuar su camino sin necesidad de
volver a buscar las linternas.
	El edificio era sombrío y tétrico, más por el ruido que formaba la
tormenta y la corriente de aire que ululaba por los pasillos. Se
notaba un cierto nivel de desorden, con parte del mobiliario tirado
por el suelo, algunos cristales rotos y demás, pero algo les decía
que eso no lo habían hecho los infectados; su firma era distinta.
Continuaron su camino, siguiendo una hilera de puertas abiertas o
entreabiertas que les guió al otro extremo del edificio, a una puerta
que les hizo volver a la lluvia.
	Al salir Zoe gritó, y sus guardianes se giraron para mirar lo que le
había asustado. Descansaba colgado del cuello al asta de metal de un
farol apagado que emergía de la fachada del edificio, pendiente un
metro del suelo. Estaba empapado de pies a cabeza y parecía llevar
muerto mucho tiempo, a juzgar por el aspecto de su cara, que miraba el
suelo. Sin embargo, no parecía haber resultado infectado en ningún
momento. Era un hombre delgado, con bigote, con apariencia de algo
más de sesenta años. Iba vestido con un traje sin chaqueta, una
camisa rosa y una corbata blanca que acompañaba en su cuello a la
soga que le había quitado la vida al dejarse caer de la escalerita de
tres peldaños que ahora restaba caída en el suelo.
	No era el primer muerto que veían ninguno de ellos, y estaban
convencidos que no sería el último, de modo que no le dieron mayor
importancia y decidieron continuar su camino, pues ya nada podía
hacerse por él. Desde ahí se veía una panorámica de todo el
recinto y de todos los edificios que lo conformaban, un total de
cinco, sin contar el que acababan de abandonar. Uno de ellos estaba
derrumbado, chamuscado hasta los cimientos por un incendio que no se
había propagado exclusivamente porque el edificio estaba aislado,
rodeado en más de veinte metros a la redonda de duro suelo de
cemento. Morgan enseguida supo que ese incendio hacía mucho que se
había extinguido por sí solo. Lo que no sabía era que se trataba de
la nave de los enfermos mentales, enfermos que habían muerto
chamuscados hacía ya dos largas semanas.
	El policía enseguida reconoció el edificio que había venido a
visitar. Era una nave rectangular de más de tres pisos de altura, una
simple caja de metal que albergaba las celdas dónde dormían y
pasaban la mayor parte del día los reclusos. Tuvieron que cruzar
media docena de puertas en verjas metálicas que separaban todo el
recinto en diferentes cuadrantes, pasando forzadamente por un gran
patio en el que en tiempos permitían salir a los reclusos a tomar el
aire, hacer algo de deporte o limitarse a sentarse en las gradas a ver
pasar las nubes. Lo que más le llamó la atención a Morgan fue el
hecho que había un camino, marcado por las puertas abiertas, que iba
de la nave de los reclusos a la salida de la prisión. Eso le hizo
pensar en lo que luego resultó una evidencia: los presos ya no
estaban ahí.
	Al entrar en la nave pudieron ver un alto muro de hormigón de más
de nueve metros que les llevó a una gran zona central desde la que se
veían las celdas, repartidas a derecha e izquierda, en tres pisos
comunicados por insignificantes escaleras metálicas. El lugar estaba
totalmente vacío y silencioso; silencio sólo mancillado por la
lluvia y los truenos que se repetían en el exterior, dando fe de que
el incendio que amenazaba con arrasar Sheol, ya había perecido a esas
alturas. Bárbara comenzó a girar su anillo, algo nerviosa. La zona
central estaba llena de papeles de váter que parecían tirados desde
los pisos superiores, algunos colchones chamuscados y demás enseres
rotos u olvidados por el suelo.
	Todas las celdas hasta dónde les alcanzaba la vista, estaban
abiertas. Abiertas y vacías. Creían haber llegado tarde hasta el
momento que oyeron una tenue voz que venía del segundo piso del ala
derecha. ¿Hola? Todos se giraron hacia el lugar de donde provenía
esa voz, repetida por el eco. Desde ahí no pudieron ver nada. ¿Hay
alguien ahí? Morgan no se lo pensó dos veces y se dirigió a las
escaleras, pasando junto al cadáver de uno de los guardas, seguido de
cerca por las chicas. Incluso estando en la segunda planta no pudieron
ver a esa persona que les increpaba desde su escondite. No te vayas.
Sube, por favor. El nuevo toque de atención les guió hacia donde se
encontraba el chico.
	Los tres se quedaron de piedra al verle a través de la puerta
abierta de su celda. Se trataba de un muchacho de unos dieciocho
años. Iba vestido con el uniforme de preso, de un intenso color
naranja. Se le veía desnutrido y cansado, con unas ojeras de
campeonato y una barba de al menos un mes. Tenía el pelo rapado,
mostrando una fea cicatriz en forma de ele sobre la oreja izquierda.
Pero lo que más les llamó la atención fue el hecho que tenía su
muñeca izquierda esposada al la bajante del agua de un humilde
lavamanos metálico. Los tres se quedaron mirándole, sin comprender
cómo podría haber llegado a esa situación. Entonces el chico
habló.
CHRISTIAN – ¿Tenéis comida?

puntos 23 | votos: 23
Un hombre mata a su mujer - tirandole una olla con aceite hirviendo a la cara y despues se suicida. 
Se ve que lo tenia ya frito.
puntos -39 | votos: 89
JUSTIN BIEBER - El mejor cantante de nuestra generación
puntos 28 | votos: 30
+ ¿Cuánto llevamos? - - Seis segundos
+ ¿Tenemos que volver a empezar?
- No.
puntos -8 | votos: 22
MOTIVA - la envidia que te tienen al ser el más grande,por que como tú no hay
nadie,y se demuestra de que somos los mejores por que nosotros no
insultamos y cuando ganamos lo disfrutamos,no levantamos la mano
para dar por culo!!
puntos 11 | votos: 11
Gran putada. - Mueres y la grua te quita el coche

puntos 14 | votos: 14
Este, sin duda, - es el fondo de pantalla más famoso de la historia, que todo el mundo tuvo alguna vez.
puntos 14 | votos: 16
Multiplicados, - Multiplicados everhywere
puntos 14 | votos: 16
Quien te llena de Salami ? - Mmmm... Amador !!
puntos 10 | votos: 12
Teatro... - la WWE es puro teatro...
puntos 9 | votos: 9
Putada - Descripción gráfica

puntos 29 | votos: 31
Posiblemente - dejase parados a todos los demás
puntos 7 | votos: 7
¡Nueva arma! - ¡No tira una bala pero se utiliza de arco!
puntos 19 | votos: 21
Tú - tratas peor al diccionario
puntos 14 | votos: 14
En la Rusia Soviética  - los humanos cargan con los caballos
puntos 17 | votos: 17
O.O  - Que monton de leche podria sacar de ahi...

puntos 11 | votos: 11
Típico - Vas por la carretera y te encuentras esto
puntos 1525 | votos: 1623
No me arrepiento - De estar expulsado definitivamente de mi instituto.
De tener que estar más en comisaría que en mi casa.
De haberme roto dos nudillos.
Puedo aguantar que acoses a mi prima, durante años, que la hagas
llorar y amenazarla para conseguir su silencio. Pero tirarla por las
escaleras del instituto es demasiado.
Ahora ella esta perfectamente, feliz recuperación en el hospital
¡CABRON!
puntos 1236 | votos: 1346
Por todos esos rivales - sin los que nada sería lo mismo.
puntos -22 | votos: 50
por que es el mejor - le queremos tanto que es nuestra vida entera beliebers con el asta la
muerte y los anti podeis votar negativo que me da igual viva justin y
punto
puntos 14 | votos: 14
Definición gráfica. - *|P|ersona*
*****|U|n***********
*|T|anto**
****|A|nimada

puntos 17 | votos: 17
Esta burbuja - Es la Polla
puntos 2487 | votos: 2525
Por que todos sabemos  - lo que significa esa palabra gracias a los videojuegos
puntos 15 | votos: 17
¿Quién mato al Mar Muerto? - Chuck Norris
puntos 2 | votos: 34
Pensemos - le insultais por insultar a metallica y a megadeth no? Bueno, aparte
de ser una opinion legitima, hace un tiempo kerry king (guitarrista
de slayer) dijo esto de sepultura: sepultura son unos chupapollas
brasileños y max cavalera (cantante de dicho grupo) dijo: slayer son
una panda de neonazis que atraen a los neonazis a los conciertos,
porque no os meteis con ellos? En cuanto a la voz, no hace falta
decir que para gustos colores, os quejais de las fans porque todas
estan locas y blablabla.... esta claro que alguna/o habra tambien en
metallica o en megadeth y por eso no dejaran de ser grandes grupos.Su
comportamiento? Todavia es um crio., se hacen muchas tonterias a esa
edad solo que las suyas son famosas, madurara pero todavia no, no
deberiamos dejar de insultarnos y empezar a convivir en paz? no os
pido que compartais mi opinion solo que no me baneen al hacer este
cartel y que lo respeteis, un saludo
puntos 0 | votos: 10
 אני אלוהים -

puntos 17 | votos: 17
Terminaron mis pesadillas - Adios Insti!
puntos 13 | votos: 13
 - Bob Esponja!! - - Dime mamá

- No me gusta tu nuevo amigo
puntos 7 | votos: 7
Muletas - Tus amigos siempre las usarán como un arma
puntos 10 | votos: 10
¡ SUIT UP ! - Nivel: Perruno
puntos 15 | votos: 15
Ralph , - maestro de poker.

puntos 25 | votos: 25
Adiós colegio        ¡Hola verano! -
puntos 23 | votos: 29
Por que - ellos también se merecen un cartel.
puntos 1 | votos: 23
¿O soy yo.. - o el niño de insidius y Justin Bieber no se parezen en NADA?
puntos 12 | votos: 12
España - Este es el lugar que conquisto y perdió,
ayudo en  el Descubrimiento de America,
todo lo ganado fue perdido.
SIN EMBARGO ESTE ES EL LUGAR DONDE VIVO Y ME ENCANTA
puntos 3 | votos: 5
Barney Stinson aceptó tu desafio - Y tu perdiste





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