+¿Tienes fuego?

Preocupados por la falta de control de sus sentimientos o emociones, así como por sus conductas cada vez más dañinas hacia los otros, solicitan ayuda para corregir esta conducta que repercute en la gran mayoría de los casos en sus relaciones de pareja o de cualquier otro tipo, que comienzan a deteriorarse, sintiéndose responsables de lo ocurrido.

Muchos declaran que al principio eran pequeñas cosas las que les hacían «perder los papeles», pero que poco a poco situaciones tales como llegar a casa y que le lleven la contraria, ver los desacuerdos que tienen con sus parejas, ruidos, que se les caiga algo, el golpe de una puerta, el llanto de sus hijos, etc. suponen hechos que han pasado de molestar a generar una conducta agresiva.

Es en este punto cuando declaran que a pesar de ser conscientes a posteriori de que la discusión no era sobre algo relevante, en el momento en que se han producido los hechos han golpeado puertas, dado puñetazos a la pared, incluso gritado de forma incontrolada. Consideran su conducta desmedida para lo que allí se debatía pero no encuentran otra vía de actuación que no sea esta o alguna similar.

Por un lado existen personas agresivas a las cuales su conducta les da grandes beneficios y es la justificación del por qué la misma se mantiene. «Si cuando yo soy agresivo todos me hacen caso a pesar de que les genere temor, he aprendido que cuando quiero algo o simplemente que las cosas sean como deseo, es de esta manera como debo actuar, siendo mi beneficio su obtención». Por eso no suelen sentir malestar, pues consideran que es la forma correcta de actuar para que otros no les pisen o simplemente el mejor método para conseguir lo que pretenden.

Pero por otro lado, no todas las personas agresivas ven beneficioso en serlo, y son ellos a los que este artículo hace referencia. Son múltiples las explicaciones que podemos dar a los comportamientos agresivos y a los esfuerzos que realizan quienes los padecen por generar un control sobre sí mismos y evitarlos