MORALEJA:

La cola

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@nngenis, wtf? no lo entiendes?

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GRACIAS A DIANAB_16 Y A MEDAIGUALTODO POR SUS MARAVILLOSAS DENUNCIAS

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eonia
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estás obsesionado con los Austrias eh XD

Quealegriamastontaa
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Wtf?!

Breburda
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Qué graciosa es la gente denunciando

Breburda
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FLANDERS EVERYWHERE

Roberto95mg
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Breburda
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@nngenis, wtf? no lo entiendes?

Dranrap93
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LOL MEGAN FOX MEeeH PONEeeEEH TO´ CASHONDIKOHhhh

Breburda
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GRACIAS A DIANAB_16 Y A MEDAIGUALTODO POR SUS MARAVILLOSAS DENUNCIAS

Ray_EGYPENARMAS_NDG
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Breburda
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subpole

Breburda
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Megan Fox:
La Guerra de los Treinta Años fue una
guerra librada en la Europa
Central (principalmente Alemania) entre los años 1618
y 1648, en la
que intervino la mayoría de las grandes potencias
europeas de la
época. Esta guerra marcará el futuro del
conjunto de Europa en los
siglos posteriores.2 3
Aunque inicialmente se trató de un
conflicto religioso entre estados partidarios de la reforma
y la
contrarreforma dentro del propio Sacro Imperio Romano
Germánico, la
intervención paulatina de las distintas potencias
europeas
gradualmente convirtió el conflicto en una guerra
general por toda
Europa, por razones no necesariamente relacionadas con la
religión:4
búsqueda de una situación de equilibrio
político, alcanzar la
hegemonía en el escenario europeo, enfrentamiento con
una potencia
rival, etc.
La Guerra de los Treinta Años llegó a su final
con la
Paz de Westfalia y la Paz de los Pirineos, y supuso el punto
culminante de la rivalidad entre Francia y los territorios
de los
Habsburgo (el Imperio español y el Sacro Imperio
Romano-Germánico)
por la hegemonía en Europa, que conduciría en
años posteriores a
guerras nuevas entre ambas potencias.
El mayor impacto de esta
guerra, en la que se usaron mercenarios de forma
generalizada, fue la
total devastación de territorios enteros que fueron
esquilmados por
los ejércitos necesitados de suministros. Los
continuos episodios de
hambrunas y enfermedades diezmaron la población civil
de los estados
alemanes, y en menor medida, los de los Países Bajos
e Italia,
además de llevar a la bancarrota a muchas de las
potencias
implicadas.5 Aunque la guerra duró 30 años,
los conflictos que la
generaron siguieron sin resolverse durante mucho tiempo.6
Durante
el curso de la misma, la población del Sacro Imperio
se vio reducida
en un 30%.7 En Brandeburgo se llegó al 50%, y en
otras regiones
incluso a dos tercios. La población masculina en
Alemania se redujo a
la mitad. En los Países Checos la población
cayó en un tercio a
causa de la guerra, el hambre, las enfermedades y la
expulsión masiva
de checoslovacos protestantes. Solo los ejércitos
suecos destruyeron
durante la guerra 2.000 castillos, 18.000 villas, y 1.500
pueblos en
Alemania.8 9 10 11
La larga serie de conflictos que forman la
guerra pueden dividirse en cuatro etapas diferenciadas:
La revuelta
de Bohemia.
La intervención danesa.
La intervención
sueca.
La intervención francesa.
Contenido [ocultar]
1
Orígenes de la guerra
2 La revuelta de Bohemia (1618-1625)
3 La
intervención danesa (1625-1629)
4 La intervención sueca
(1630-1635)
5 La intervención francesa (1636-1648)
6 La Paz de
Westfalia
7 Consecuencias
8 Cronología
8.1 Interior
9
Referencias
10 Bibliografía
11 Enlaces
externos
[editar]Orígenes de la guerra
A mediados del siglo
XVI, la frágil Paz de Augsburgo, un acuerdo firmado
por el emperador
Carlos V de Alemania (Carlos I de España) y los
príncipes luteranos
en 1555, había confirmado el resultado de la primera
Dieta de Espira
y en realidad había hecho acrecentar con el tiempo
los odios entre
católicos y luteranos. En dicha paz se había
establecido que:
Los
príncipes alemanes (alrededor de 360 de ellos),
podían elegir la
religión (luteranismo o catolicismo) en sus
señoríos de acuerdo con
su conciencia. Era el principio de cuius regio eius religio.
Los
luteranos que viviesen en un estado eclesiástico
(bajo el control de
un obispo), podían continuar siendo luteranos.
Los luteranos
podían mantener el territorio que habían
tomado a la Iglesia
Católica desde la Paz de Passau (1552).
Los obispos de la Iglesia
Católica, que se convirtiesen al luteranismo
tenían que entregar su
diócesis.
En los inicios del siglo XVI se incrementaron las
tensiones entre las naciones de Europa. España estaba
interesada en
los principados alemanes, debido a que Felipe II (hijo de
Carlos V)
era un Habsburgo y tenía territorios alrededor de la
frontera oeste
de los estados alemanes (Flandes, el Franco Condado).
Francia también
estaba interesada en los estados alemanes porque deseaba
recuperar la
hegemonía a costa del poder de los Habsburgo, como
había tenido
durante la Edad Media. Suecia y Dinamarca estaban
interesadas por
razones económicas en los estados germánicos
del norte que rodeaban
al Mar Báltico.
Durante la segunda mitad del siglo XVI las
tensiones religiosas también se habían hecho
más intensas. La paz
de Augsburgo tuvo sus consecuencias a lo largo de la segunda
mitad del
siglo XVI, ya que los obispos se negaban a abandonar sus
obispados. De
hecho, los términos del tratado de Augsburgo fueron
utilizados para
un resurgimiento del poder católico. Las tensiones y
resentimientos
entre católicos y protestantes no habían hecho
sino crecer desde el
tratado, y en muchos lugares de Alemania se destruían
iglesias
protestantes y había limitaciones y obstáculos
al culto protestante.
A disminuir estas tensiones no ayudó nada el
calvinismo que se
extendía por toda Alemania, lo que
añadió otra religión a la
región; los católicos de Europa central (los
Habsburgo de Austria o
los reyes de Polonia) estaban tratando de restaurar el poder
del
catolicismo.
Rodolfo II.
Los Habsburgo estaban
principalmente interesados en extender su poder, así
que estaban a
veces dispuestos a transigir y permitir el protestantismo. A
la larga
esto hizo mayores aún las tensiones. Rodolfo II,
emperador del Sacro
Imperio Romano-Germánico y su hermano y sucesor,
Matías I, no
practicaban una política católica agresiva, ya
que estaban más
interesados en incrementar el poder y las posesiones de los
Habsburgo.
Eran también muy tolerantes (como su abuelo y su
padre, Fernando I y
Maximiliano II), lo que permitió que diferentes
religiones se
extendieran a su aire y que chocasen entre sí
libremente. Suecia y
Dinamarca (que querían controlar los estados alemanes
del Mar
Báltico) eran estados de confesión luterana.
Estas tensiones
estallaron con violencia en la ciudad alemana de
Donauwörth en 1606.
La mayoría luterana obstaculizó los intentos
de los residentes
católicos de hacer una procesión y provocaron
así una revuelta
violenta. Los católicos de la ciudad solicitaron la
intervención del
duque Maximiliano II Manuel de Baviera en su
apoyo.
Fernando II, Emperador del Sacro Imperio, cuyas
acciones provocaron la 2ª defenestración de
Praga al enviar
delegados a dicha ciudad.
Una vez hubo cesado la violencia, en
Alemania los calvinistas, cuya religión estaba
todavía en su
infancia y constituían una minoría, se
sintieron amenazados, y se
agruparon en la Liga de la Unión Evangélica
(también conocida como
Liga Protestante), creada en 1608, bajo el liderazgo de
Federico IV,
el Príncipe elector del Palatinado. Este
príncipe tenía en su poder
el Palatinado de Renania, uno de los estados que
España deseaba para
sí a fin de proteger el camino español. Esto
provocó que los
católicos también se agrupasen en la Liga
Católica, bajo el
liderazgo del duque Maximiliano I.
El emperador del Sacro Imperio y
rey de Bohemia, Matías, murió sin dejar
heredero en 1619, pero
habiendo testado a favor de su primo-hermano, Fernando III
de Estiria.
Fernando, que al convertirse en rey de Bohemia y emperador
del Sacro
Imperio pasó a llamarse Fernando II, era un
católico convencido que
había sido educado por los jesuitas y quería
restaurar el
catolicismo. Por ello era impopular en Bohemia, la cual era
predominantemente calvinista. El rechazo de Bohemia a
Fernando fue el
detonante de la Guerra de los 30 años.
[editar]La revuelta de
Bohemia (1618-1625)
La ciudad de Praga en la actualidad
con el castillo al fondo. Desde una ventana de esta
fortaleza fueron
arrojados los dignatarios católicos, dando comienzo a
la Guerra de
los 30 años.
La elección del católico Fernando II como
emperador
había puesto a la nobleza de Bohemia, de
mayoría protestante, en una
situación prácticamente de rebelión.
Además, dado que la
dignidad de rey de Bohemia se confería por
elección, los bohemios
eligieron como su líder a Federico V del Palatinado
(sucesor de
Federico IV, que había creado la Liga de la
Unión Evangélica).
Cuando Fernando II envió a dos consejeros
católicos (Martinitz y
Slavata) y sus representantes al castillo de Hradcany en
Praga en mayo
de 1618, para preparar el camino a su llegada, los
calvinistas de
Bohemia los secuestraron y los arrojaron por una ventana del
palacio.
Defenestración de Praga.
Los dos dignatarios y
el escriba que fueron arrojados cayeron sobre un
montón de estiércol
y no sufrieron lesiones importantes (al contrario que en la
primera
defenestración, acontecida 200 años antes y en
la que murieron siete
concejales). Este evento, conocido como la Segunda
Defenestración de
Praga se toma como punto de referencia del comienzo de la
rebelión
bohemia, aunque la rebelión ya estaba
gestándose mucho tiempo antes.
El conflicto bohemio se extendió pronto a la
totalidad de los Países
Checos, (Bohemia, Silesia, Lusacia y Moravia), que ya
estaban
divididos por enfrentamientos entre católicos y
protestantes. Esta
confrontación iba a encontrar muchos ecos en todo el
continente
europeo, viéndose afectada Francia y Suecia, inter
alia.
Si la
rebelión bohemia hubiese permanecido limitada a un
asunto puramente
de la Europa central, la Guerra de los Treinta años
podía haberse
concluido en sólo 30 meses. Sin embargo, la debilidad
tanto de
Fernando II como de los propios bohemios llevó a la
extensión de la
guerra al oeste de Alemania. Fernando se vio obligado a
reclamar la
ayuda de su sobrino y yerno, el rey Felipe III de
España (hijo y
sucesor de Felipe II).
Los bohemios, desesperados por encontrar
aliados frente al emperador, solicitaron ser admitidos en la
Unión
Protestante, liderada por el calvinista Federico V del
Palatinado. Los
bohemios acordaron que el Elector Palatino podría
convertirse en rey
de Bohemia si les permitía adherirse a la
Unión y así quedar bajo
su protección. Sin embargo, otros miembros de los
estados bohemios
hicieron ofertas similares al duque Carlos Manuel I de
Saboya, al
Elector de Juan Jorge I de Sajonia y al húngaro
Gabriel Bethlen,
soberano del Principado de Transilvania. Los
austríacos, que
parecían haber interceptado todas las cartas que
abandonaban Praga,
hicieron públicas estas duplicidades y
desentrañaron gran parte de
este apoyo a los bohemios, particularmente en la corte de
Sajonia.
El Conde húngaro Gabriel Bethlen, Príncipe de
Transilvania.
La rebelión fue inicialmente favorable a los
bohemios. Gran parte de Alta Austria, cuya nobleza era
luterana y
calvinista, se les unió (sin embargo, las
simpatías religiosas de
esta zona cambiarían en los siguientes años).
La zona meridional de
Austria se rebeló durante el año 1619. El
conde de Thurn llegó a
llevar un ejército hasta los mismos muros de Viena.
En el este, el
Príncipe protestante de Transilvania, Gabriel
Bethlen, condujo una
inspirada campaña en el interior de Hungría
con las bendiciones del
sultán turco Osman II. Rodolfo II se había
convertido en 1618 en Rey
de Hungría e intentó implementar en sus
territorios húngaros las
mismas medidas que aplicó en Bohemia contra los
protestantes.
Sintiéndose agraviados, los húngaros de
Transilvania declararon la
guerra contra Rodolfo aprovechando como excusa el asunto
religioso,
pues los Príncipes transilvanos tenían como
objetivo desde hacía
décadas liberar a Hungría del control de los
Habsburgo y reunificar
el reino. Así apelaron inclusive a la ayuda del
sultán turco en
muchas ocasiones, quien también deseaba ver al Sacro
Imperio Romano
Germánico de rodillas.
El emperador, que estaba ocupado en la
Guerra Uzkok, se apresuró a formar un ejército
para detener a los
bohemios y sus aliados, que anegaban completamente su
país. El conde
de Bucquoy, el comandante del ejército imperial,
derrotó a las
fuerzas de la Unión Protestante lideradas por el
conde Ernesto von
Mansfeld en la Batalla de Sablat, el 10 de junio de 1619.
Esto cortó
las comunicaciones del conde de Thurn con Praga, el cual
abandonó
inmediatamente el sitio de Viena. La derrota de los
protestantes
bohemios en Sablat también costó a los
protestantes un importante
aliado -Saboya-, que había sido durante mucho tiempo
un oponente a la
expansión de los Habsburgo y había enviado ya
considerables sumas de
dinero y tropas irregulares a las guarniciones de las
fortalezas de
Renania. La captura de la cancillería de campo de
Mansfeld
desenmascaró el complot de los saboyanos y
forzó al avergonzado
duque a abandonar la guerra.
A pesar de la derrota de Sablat, el
ejército del conde de Thurn continuó
existiendo como fuerza
efectiva, y Mansfeld consiguió reformar su
ejército más al norte,
en Bohemia. Los estados de Austria septentrional y
meridional,
todavía en rebelión, firmaron una alianza con
los bohemios a
comienzos de agosto, y el día 22 Fernando fue
depuesto oficialmente
como rey de Bohemia y sustituido por el Elector Palatino
Federico V.
En Hungría, incluso a pesar de que los bohemios
habían rechazado la
oferta de su corona, los transilvanos continuaron haciendo
progresos
sorprendentes, obligando a los ejércitos del
emperador a retirarse de
ese país en 1620.
Los españoles enviaron un ejército desde
Bruselas bajo las órdenes de Ambrosio Spinola para
dar apoyo al
emperador, y el embajador español en Viena, don
Íñigo Oñate,
convenció a la Sajonia protestante para intervenir
contra Bohemia a
cambio de ofrecerles el control sobre Lusacia. Los sajones
invadieron,
y el ejército español en el oeste evitó
que las fuerzas de la
Unión Protestante pudieran prestar auxilio.
Oñate conspiró para
transferir el título electoral del Palatinado al
duque de Baviera a
cambio de su apoyo a la Liga Católica.
Johan Tzerclaes,
Conde de Tilly, general de los ejércitos imperial y
bávaro.
Bajo
el mando del general Tilly, el ejército de la Liga
Católica (que
incluía a René Descartes en sus filas)
pacificó la Austria Alta,
mientras que las fuerzas del emperador pacificaban la
Austria
meridional. Una vez unidos los dos ejércitos, se
desplazaron hacia el
norte, dentro de Bohemia. Fernando II derrotó
decisivamente a
Federico V en la batalla de la Montaña Blanca (en
checo: Bílá Hora)
cerca de Praga, en 1620. Bohemia permanecería en
manos de los
Habsburgo durante casi 300 años.
Esta derrota provocó la
disolución de la Liga de la Unión
Evangélica y la confiscación de
las posesiones de Federico V. El Palatinado renano fue
entregado a
nobles católicos, mientras que el título de
Elector Palatino se le
dio a su primo lejano, el duque Maximiliano I. Federico V,
aunque ya
sin territorios, se convirtió en un exiliado
prominente en el
extranjero, granjeándose simpatías y apoyo a
su causa en las
Provincias Unidas, Dinamarca y Suecia.
Se trató de un golpe serio
a las ambiciones protestantes en la región. La
rebelión literalmente
se hundió, y las amplias confiscaciones patrimoniales
y supresiones
de títulos nobiliarios bohemios preexistentes
aseguraron que el país
regresaría a la fe católica después de
más de dos siglos de
disidencias religiosas, que habían comenzado con la
guerra husita.
Los españoles, tratando de flanquear a los
holandeses, en
preparación para la inminente guerra provocada por el
fin de la
tregua tras la Guerra de los Ochenta Años, tomaron
las tierras de
Federico, el Palatinado de Renania. La primera fase de la
guerra
terminó completamente cuando Gabriel Bethlen de
Transilvania firmó
un tratado de paz con el emperador en diciembre de 1621,
ganando
algunos territorios en Hungría oriental.
Algunos historiadores
consideran el periodo entre 1621-1625 como una fase separada
de la
Guerra de los Treinta años, denominándola la
fase del Palatinado. La
catastrófica derrota del ejército protestante
en la Montaña Blanca
y la partida de Gabriel Bethlen significaron la
pacificación del este
de Alemania. La guerra en el oeste, concentrada en la
ocupación del
Palatinado, consistió en batallas mucho más
pequeñas que las que
vieron las campañas bohemia y húngara y con un
uso mucho mayor del
asedio. Mannheim y Heidelberg cayeron en 1622, y Frankenthal
en 1623.
Con ello el Palatinado cayó en manos del emperador.
El resto del
ejército protestante, guiado por Mansfeld, hizo un
intento de
alcanzar la frontera holandesa. Tilly lo flanqueó en
Stadtlohn el 6
de agosto de 1623, y sólo un tercio del
ejército de 21.000 hombres
de Mansfeld consiguió escapar de la batalla. Sin
suministros, ni
recursos humanos, ni financiación, el ejército
de Mansfeld se
dispersó en 1624. Cabe resaltar que este hecho fue
prácticamente
decisivo para el transcurso de la guerra.
[editar]La intervención
danesa (1625-1629)
El Periodo Danés comenzó cuando el rey
Cristián IV de Dinamarca (1577-1648), un luterano
convencido,
temiendo que la soberanía de Dinamarca como
nación protestante fuese
amenazada, ayudó a los alemanes encabezando un
ejército contra el
Sacro Imperio. Cristián IV había sacado
abundante provecho de sus
políticas en el norte de Alemania (Hamburgo
había sido forzada a
aceptar el protectorado danés en 1621, y en 1623 el
heredero de
Dinamarca fue nombrado obispo de Bremen-Verden).
Cristián IV se
había desenvuelto francamente bien como administrador
y había
conseguido para su reino un nivel de estabilidad y riqueza
que no
había sido igualado en ninguna parte de Europa. Se
había beneficiado
también de las aportaciones económicas de las
aduanas en el
Skagerrak y de las extensas reparaciones de guerra pagadas
por Suecia.
El único país en Europa con una
posición financiera comparablemente
fuerte fue, irónicamente, Baviera. También
ayudó a ello el que el
regente francés, el Cardenal Richelieu, deseaba
fomentar y financiar
una incursión danesa en Alemania. Cristián
invadió al frente con un
ejército de 20.000 mercenarios, pagado casi
completamente con su
fortuna personal.
Albrecht von Wallenstein, general bohemio
al servicio de Fernando II.
Para enfrentarse a esta fuerza,
Fernando II empleó la ayuda militar de Albrecht von
Wallenstein, un
noble bohemio. Wallenstein prometió a Fernando II un
ejército de
entre 30.000 y 100.000 soldados a cambio del derecho a
saquear los
territorios capturados. Cristian, que desconocía la
existencia de
Wallenstein cuando efectuó la invasión, fue
forzado a retirarse
antes de que su ejército fuese aniquilado por el
ejército de
Wallenstein y el de Tilly. La suerte de Cristián
empeoró aún más
cuando todos los aliados con los que pensaba que contaba se
vieron
forzados a abandonarle. Tanto Inglaterra como Francia
pasaban por
sendas guerras civiles. Suecia estaba en guerra con Polonia
y ni
Brandemburgo ni Sajonia parecían tener intenciones de
hacer nada que
alterase la tenue paz en Alemania oriental. Wallenstein
derrotó al
ejército de Mansfeld en la batalla del Puente de
Dessau (1626) y el
general Tilly derrotó a los daneses en la batalla de
Lutter (1626).
Mansfeld murió unos meses después de
enfermedad, exhausto y
avergonzado por la batalla que le había costado la
mitad de su
ejército.
El ejército de Wallenstein entonces marchó
hacia el
norte, ocupando Mecklemburgo, Pomerania y finalmente la
propia
Jutlandia. Sin embargo fue incapaz de tomar la capital
danesa en la
isla de Seeland sin una flota y ni los puertos
hanseáticos ni los
polacos permitieron que se construyese una flota imperial en
el
Báltico. Entonces optó por sitiar Stralsund,
el único puerto
beligerante del Báltico con instalaciones para
construir una flota
que pudiese tomar las islas danesas. Sin embargo, el costo
del
sostenimiento de las operaciones de Wallenstein era
desorbitado,
particularmente si se comparaba con lo que podría
haberse ganado en
la guerra con Dinamarca.
Por esto se llegó finalmente al tratado
de Lübeck (1629), por el que Cristián IV
renunció a su apoyo a los
protestantes alemanes para poder mantener su control sobre
Dinamarca.
En los siguientes dos años se subyugaron más
tierras a los poderes
católicos.
La Guerra de los Treinta Años podría haber
terminado
con el periodo danés, pero la Liga Católica
persuadió a Fernando II
de que intentase recuperar las posesiones luteranas que, en
aplicación de los acuerdos de la Paz de Augsburgo,
pertenecían por
ley a las iglesias católicas. Estas posesiones
estaban descritas en
el Edicto de Restitución de 1629, e incluían
dos arzobispados,
dieciséis obispados y cientos de monasterios.
El panorama para los
protestantes era desolador. Los nobles y campesinos
preferían
abandonar sus tierras en Bohemia y Austria antes que
convertirse al
catolicismo. Mansfeld y Gabriel Bethlen, los primeros
oficiales de la
causa protestante, murieron en el mismo año.
Sólo el puerto de
Stralsund, abandonado por todos sus aliados, se
mantenía frente a
Wallenstein y el emperador.
[editar]La intervención sueca
(1630-1635)
Algunas personas en la corte de Fernando II creían
que Wallenstein deseaba controlar a los príncipes
alemanes y
restaurar el poder del emperador en Alemania bajo su
autoridad.
Fernando II destituyó a Wallenstein en 1630.
Más tarde lo volvería
a llamar después de que los suecos, al mando del rey
Gustavo II
Adolfo, atacasen el imperio y vencieran en unas cuantas
batallas
significativas.
Gustavo II Adolfo, como previamente había hecho
Cristián IV, acudió en ayuda de los luteranos
alemanes para prevenir
una posible agresión católica a su país
y para obtener influencia
económica en los Estados alemanes situados alrededor
del mar
Báltico. También, como Cristián IV,
Gustavo II Adolfo fue
subvencionado por Richelieu, el primer ministro del rey Luis
XIII de
Francia, y por las Provincias Unidas. Desde 1630 hasta 1634
hizo
retroceder a las fuerzas católicas y recuperó
una gran parte de las
tierras protestantes ocupadas, tomando Pomerania e
invadiendo
Magdeburgo.
Victoria de Gustavo Adolfo de Suecia en la
Batalla de Breitenfeld en 1631.
Fernando II dependía de la Liga
Católica, ya que había cesado a Albrecht von
Wallenstein. En la
Batalla de Breitenfeld, Gustavo II Adolfo derrotó a
la Liga Católica
comandada por el general Tilly. Un año después
se encontraron de
nuevo, y esta vez el general Tilly resultó muerto en
el río Lech
(1632) mientras ofrecía resistencia a la
invasión sueca del
Palatinado. Esto obligó a Fernando II a volver a
llamar a
Wallenstein.
Muerte del rey Gustavo Adolfo en la Batalla de
Lutzen.
Wallenstein y Gustavo II Adolfo de Suecia chocaron en la
batalla de Lützen, en 1632, donde los suecos salieron
victoriosos,
pero con la pérdida de su rey en Leipzig. Finalmente,
en 1634 los
suecos y sus aliados protestantes alemanes, al mando de
Gustavo de
Horn y Bernardo de Sajonia-Weimar, fueron derrotados en la
Batalla de
Nördlingen por el Rey de los Romanos (heredero
imperial), archiduque
Fernando (hijo de Fernando II) y el general Matthias Gallas,
al mando
de los tropas católicas alemanas, y el
cardenal-infante don Fernando
de Habsburgo, al mando de tropas españolas que
acudieron en ayuda de
los católicos desde la posesión
española de Milán.
Las
sospechas de Fernando II sobre Wallenstein volvieron a
aparecer en
1633, cuando Wallenstein intentó arbitrar en las
diferencias entre
los bandos católico y protestante. Es posible que
Fernando II temiese
que Wallenstein cambiase de lado, y dispuso las cosas para
arrestarlo
tras retirarle de nuevo el mando. Uno de los soldados de
Wallenstein,
el capitán Devereux, le asesinó cuando
intentaba contactar con los
suecos en la casa consistorial de Cheb (Eger en
alemán), el 25 de
febrero de 1634.
Después de aquello, ambos lados se encontraron
para entablar negociaciones, y el periodo sueco
terminó por medio de
la Paz de Praga (1635), según la cual:
Se restableció la fecha,
1555, que la Paz de Augsburgo había establecido como
aquélla a
partir de la cual las posesiones en tierras de los
protestantes y
católicos permanecerían sin cambios, lo cual
anuló a todos los
efectos el Edicto de Restitución.
El ejército del emperador y los
ejércitos de los Estados alemanes quedaron unidos
como único
ejército del Sacro Imperio Romano.
Prohibió que los príncipes
alemanes estableciesen alianzas entre ellos.
Se legalizó el
calvinismo.
Resolvió las cuestiones religiosas de la Guerra de
los
Treinta años.
Este tratado, sin embargo, no satisfizo a los
franceses, ya que los Habsburgos continuaban siendo muy
poderosos. Los
franceses entonces desencadenaron el último periodo
de la Guerra de
los Treinta Años, llamado el Periodo Francés.
[editar]La
intervención francesa (1636-1648)
Batalla de Lens,
1648.
Francia, aunque era un país católico,
rivalizaba con el
Sacro Imperio Romano Germánico y España, y
ahora entró en la guerra
en el bando protestante. El Cardenal Richelieu, primer
ministro de
Luis XIII, pensó que los Habsburgos todavía
eran demasiado
poderosos, ya que mantenían en su poder varios
territorios en la
frontera este de Francia y tenían influencia en las
Provincias
Unidas.
Por lo tanto, Francia se alió con los holandeses y
con
Suecia y entró en la guerra. España,
destruyó las provincias
francesas de Champaña y Borgoña, e incluso
amenazó París durante
la campaña de Francia de 1636. El general imperial
Johan von Werth y
el comandante español, el cardenal-infante Fernando,
llevaron a cabo
campañas exitosas. Finalmente Bernardo de
Sajonia-Weimar derrotó a
los imperiales y llegó a amenazar su permanencia en
suelo francés en
la batalla de Compiègne. Siguieron muchas batallas,
pero ningún
bando obtuvo en ellas ventajas claras.
En 1642, muere el Cardenal
Richelieu y un año después lo sigue el rey
francés Luis XIII. Sube
al trono Luis XIV, con tan sólo 5 años,
mientras que su regente, el
Cardenal Mazarino comienza a trabajar para restaurar la paz.
En
1643 las tropas españolas de Felipe IV -que se
enfrentaba en la
península a la Sublevación de Cataluña-
eran derrotadas en la
fortaleza de Rocroi y dos años después, en
1645, el mariscal sueco
Lennart Torstensson vencía a un ejército
imperial en la Batalla de
Jankau, cerca de Praga, mientras que Luis II de
Borbón, Príncipe de
Condé, derrotaba al ejército bávaro en
la Nördlingen. El último
gran militar de los católicos, el conde Franc von
Mercy, perdió la
vida en la batalla.
En 1647 Francia y Suecia invadieron Baviera y
forzaron a Maximiliano I a firmar el 14 de marzo de 1647 la
Tregua de
Ulm y renunciar a su alianza con el Sacro Imperio Romano.
Sin embargo,
en otoño de ese mismo año rompió la
tregua y volvió con los
imperiales. En 1648, suecos y franceses derrotaron al
ejército
imperial en las batallas de Zusmarhausen y Lens.
Únicamente los
territorios de la propia Austria permanecieron seguros en
manos de los
Habsburgos.
[editar]La Paz de Westfalia
Artículo principal:
Paz de Westfalia
Como consecuencia de estos tratados, Francia
logró importantes ventajas territoriales en Alsacia y
la frontera
renana, Suecia se quedó con Pomerania occidental y
diversos enclaves
alemanes del mar del Norte y el Báltico,
convirtiéndose en miembro
del Imperio. Brandemburgo se expandió en Pomerania
oriental y obtuvo
algunos territorios en Alemania occidental, mientras el
duque de
Baviera retenía el alto Palatinado y la
condición de elector,
restituida no obstante —junto al bajo
Palatinado— a los herederos
de Federico V, hecho que se tradujo en el aumento del
colegio
electoral imperial a ocho miembros. Por su parte, la
independencia
formal de Suiza fue acatada por el Imperio.
Esta institución fue
la más perjudicada, pues el reconocimiento de la
soberanía de los
príncipes y las ciudades vaciaba de contenido el
título imperial. La
consagración de la libertad religiosa de los
príncipes, que
impondrían su fe en sus Estados se extendió al
calvinismo y puso fin
al ciclo de guerras religiosas que habían
ensangrentado Europa desde
el siglo XVI.
Los Habsburgo vieneses, a pesar de algunas
concesiones, fortalecieron el control sobre sus posesiones
patrimoniales, gobernadas desde Austria. La gran perdedora
de este
prolongado conflicto fue Alemania en su conjunto, sometida a
terribles
devastaciones durante tres décadas
—especialmente en regiones como
Renania, que perdió dos tercios de su
población— y afectada por
pérdidas materiales que tardaron decenios en ser
reparadas. Por su
parte, Inglaterra y Holanda se afianzaron como potencias
marítimas,
condición que posibilitaría un gran desarrollo
comercial y colonial
futuro. Francia se confirmó como la nueva potencia
europea, aunque
todavía tenía que dirimir su conflicto con
España.
El ejército
francés del Príncipe de Condé
derrotó a los españoles en la
Batalla de Lens en 1648, la cual fue seguida de
negociaciones. Los
entes políticos que tomaron parte de las mismas
fueron: el Sacro
Imperio Romano Germánico bajo Fernando III, Francia,
España,
Provincias Unidas, Suiza, Suecia, Portugal, y el Papado. La
paz de
Westfalia en 1648 fue el resultado de estas negociaciones.
Las
ideas centrales de la paz de Westfalia fueron:
La Paz de Praga fue
incorporada en la Paz de Westfalia (la cual incorporaba
también la
Paz de Augsburgo, aunque las fechas de las posesiones de
tierra que
habían sido establecidas por medio de la Paz de Praga
fueron de nuevo
establecidas de 1624 a 1627, lo cual favoreció a los
protestantes).
Los calvinistas fueron, de esta forma, reconocidos
internacionalmente,
y el Edicto de Restitución fue de nuevo rescindido.
La primera Dieta
de Speyer fue aceptada internacionalmente.
Redistribuciones
territoriales:
Francia obtuvo el arzobispado de Metz, Toul, Verdún
y toda la Alsacia excepto Estrasburgo y Mulhouse.
También adquirió
voto en la Dieta Imperial Germánica.
Suecia obtuvo la Pomerania
occidental y los arzobispados de Bremen y Stettin.
También obtuvo el
control sobre la desembocadura del Oder, Elba y Weser. Al
igual que
Francia, obtuvo voto en la Dieta Imperial Germánica.
Baviera
adquirió voto en el Consejo Imperial de Electores.
Brandemburgo
obtuvo la Pomerania oriental y el arzobispado de Magdeburgo.
Suiza
fue reconocida como nación completamente
independiente.
Provincias
Unidas fue reconocida como nación independiente
(antes de su
rebelión, cien años antes, había sido
parte de la monarquía
Habsburgo).
A los estados alemanes (alrededor de 360), se les dio
el derecho de ejercer su propia política exterior,
pero no podían
emprender guerras contra el emperador del Sacro Imperio
Romano. El
imperio, como totalidad, todavía podía
emprender guerras y firmar
tratados.
Se abolió la posibilidad de elección del
emperador
romano vivente imperatore (en vida del emperador reinante).
Los
Palatinados fueron divididos entre el restablecido Elector
Palatino
Carlos Luis (hijo y heredero de Federico V) y el
Elector-Duque
Maximiliano de Baviera (lo que significaba la
división entre
protestantes y católicos). Carlos Luis obtuvo el Bajo
Palatinado
(Palatinado renano) y Maximiliano mantuvo el Alto
Palatinado.
La
historiografía ha señalado a la paz de
Westfalia como la paz en la
que se creó el primer sistema internacional, se
abogó por la
secularización de la política -acabando
así con las guerras de
religión-, y edificando el primer paso hacia la
destrucción de la
sociedad corporativa en beneficio del ideario individualista
esbozado
en El Leviatán (Hobbes), donde las personas ceden
libremente su
capacidad de actuar violentamente así como su
voluntad en beneficio
del príncipe, quien pasa a centralizar la violencia
(absolutismo).
[editar]Consecuencias
La devastación causada
por la guerra ha sido durante mucho tiempo objeto de
controversia
entre los historiadores. Las estimaciones de pérdidas
civiles entre
la población de Alemania de hasta el treinta por
ciento son tratadas
ahora con cautela (los más alcistas hablan de 5
millones de alemanes
muertos).12 Es casi completamente cierto que la guerra
causó un
trastorno serio a la economía de la Europa Central,
pero es posible
que no haya hecho más que exacerbar los cambios en
términos de
comercio, causados por otros factores.
El resultado inmediato de la
guerra, y que sin embargo iba a perdurar durante cerca de
dos siglos,
fue la consagración de una Alemania dividida entre
muchos
territorios, todos los cuales, a pesar de su continuidad en
la
pertenencia al imperio hasta la formal disolución de
éste en 1806,
tenían soberanía de facto. Se ha especulado
que esta debilidad fue
una de las causas subyacentes al posterior militarismo
alemán.
La
Guerra de los Treinta Años reestructuró la
distribución de poder
previa. La decadencia de España se hizo claramente
visible. Mientras
España estuvo ocupada con Francia durante el periodo
francés,
Portugal declaró su independencia (había
permanecido bajo dominio
español desde que Felipe II tomó el control
del país después de
que el rey portugués muriese sin dejar herederos). La
familia
Braganza se convirtió en la casa gobernante de
Portugal. Francia fue
vista a partir de entonces como el poder dominante en
Europa.
Durante los últimos años de la Guerra de los
Treinta
Años, Suecia se vio envuelta en un conflicto con
Dinamarca, entre
1643 y 1645, denominado la Guerra Torstenson. El resultado
favorable a
Suecia de este conflicto y la conclusión de la guerra
en Europa por
medio de la Paz de Westfalia ayudaron a establecer a la
Suecia
post-bélica como un gran poder en Europa.
Los edictos acordados
durante la firma del Tratado de Westfalia fueron
instrumentos para
sentar los fundamentos de lo que todavía hoy son
consideradas como
las ideas centrales de la nación-estado soberana. Se
acordó que los
ciudadanos de las respectivas naciones debían
atenerse primera y con
más importancia a las leyes y designios de sus
respectivos gobiernos
en lugar de a las leyes y designios de los poderes vecinos,
ya fuesen
religiosos o seculares. Esta certidumbre contrastaba mucho
con los
tiempos precedentes, en los que el solapamiento de lealtades
políticas y religiosas era un acontecimiento
común.
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@Breburda, ¿Qué pinta Felipe IV en todo esto?

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@Breburda, Es una larga historia como la del chupete de Maggie, la contaré otro día

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