Por esos cuentos

A cierto país muy lejano
llegó un día una bruja montada en una
escoba. Los soldados del rey la buscaran por todas partes,
pero la
bruja se convirtió en árbol y no pudieron
encontrarla.
Un día,
Pitusa y Ricardín, que habían ido al bosque a
buscar moras,
descubrieron el medio de que se valía la bruja para
convertir a los
niños en estatuas de piedra.
-Fíjate- dijo Ricardín a su
hermana-, se ha arrancado un cabello.
-¡Pelito negro!- dijo la
bruja-. ¡Convierte a este niño en una estatua
de piedra!
Cuando
el cabello de la bruja tocó la cabeza del
niño, éste quedó
convertido en una estatua.
Pitusa y Ricardín fueron corriendo a su
casa y regresaron al bosque con una muñeca y un bote
de
cola.
-Pondremos tu muñeca sentada en el césped y la
bruja se
figurará que es una niña de verdad-dijo
Ricardín.
La bruja, que
había salido a dar un paseo por los aires,
divisó la muñeca de
Pitusa, y tal como había imaginado Ricardín,
la tomó por una niña
de verdad.
-¡Jo, jo, jo, jo!-se rió la bruja-.Otra
niña a la que
voy a convertir en estatua de piedra.
-¡Oh!-gritó furiosa-.Es
sólo una muñeca. ¡Se ha burlado de
mí! Para consolarme, me voy a
comer una cazuela de arroz y a dormir una buena siesta.
Mientras la
bruja dormía, Pitusa y Ricardín embadurnaron
de cola el interior del
sombrero.
-Ahora nos esconderemos detrás de un árbol y
veremos lo
que pasa-dijo el niño.
Los dos niños volvieron a colocar el
sombrero encolado sobre la cabeza de la bruja y se
escondieron.
-Aaaah!-bostezó la bruja-.¡Vaya calor que hace!
será mejor que me quite el sombrero.
-¿Qué ocurre aquí?-gritó
la bruja-.¡No me puedo quitar el sombrero!
Al fin, después de
mucho tirar, lo consiguió, pero arrancándose
también toda la
cabellera.
-¡Me habéis dejado calva!¡Me
habéis dejado
calva!-empezó a vocear la bruja, saliendo en
persecución de los
niños-.¡Os voy a convertir en estatuas de
piedra!
Pero como ya no
le quedaba ningún pelo, no pudo cumplir su amenaza.
La bruja
Pelona, avergonzada de su fracaso, montó en su escoba
y se marchó
lejos, muy lejos.
-¡Viva!¡Viva!-gritaron los animales del
bosque-.Ahora nos quedaremos tranquilos.
Al marcharse la bruja,
todos los niños quedaron desencantados y siguieron
muy alegres a
Pitusa y Ricardín, cantando:
La bruja pelona se fue
y nunca
más volverá,
larí, lará, leré;
leré, larí, lará.