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18.05.2011

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Estaba de puta madre -
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Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa - aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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El mejor combate entre rivales - y la mejor derrota que se puede encontrar

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Empezar la casa por el tejado - Descripción gráfica
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Este cartel va dedicado - a todos esos usuarios que ademas de sacarme una sonrisa en todo
momento y ademas, son mis mejores amigos en la página.
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Nunca me sentiré solo - Si estoy contigo a mi lado, fiel amigo.
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Dijiste... - Que volverías por mí.
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¿Podéis ver al intruso? - Yo si

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Solo falta un dia -
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Carteles que sabes de antemano - que no leerás en tu puta vida.
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Final Fantasy VII cap.1 - Capítulo I – Las promesas deben mantenerse
En las calles cundía el pánico. Algunos gritaban
“¡Avalancha!”, otros decían “Shin Ra tiene
la culpa, los reactores son peligrosos”, otros simplemente miraban
boquiabiertos el
espectáculo.
Los agentes de Shin Ra empezaban a invadir las calles para intentar
controlar a la
muchedumbre y encontrar a los culpables. Cloud se alejaba poco a poco
de la escena. Al
llegar a una plaza vio a una muchacha que parecía haberse caído al
suelo. Le tendió la
mano y la ayudó a levantarse.
- Gracias – dijo la chica – oye, ¿Qué ha pasado?
Cloud la miró fijamente. Tenía los ojos de un azul antinatural. Él
sabía qué tipo de azul era
aquel. “Azul makko”. Echó un vistazo detrás de la chica donde
había un cesto lleno de
flores con un cartelito donde ponía “1gil”. ¿Cómo podía una
florista tener ojos de makko?
Pensó en comprarle una flor para romper el hielo y así poder hablar
con ella e investigar
un poco sobre aquello, pero se arrepintió. Tenía algo de prisa, al
fin y al cabo, él era uno
de los culpables a los que se buscaba. Lo único que dijo fue:
- Nada… oye, será mejor que salgas de aquí.
- Oh… ya veo, de acuerdo – la chica le sonrió se marchó.
Cloud caminaba ahora por un callejón. Notaba una presencia molesta y
amenazante
detrás: le estaban siguiendo. Simuló un traspié para poder ver a
través de un cristal quién
o quiénes eran sus perseguidores. Eran agentes de Shin Ra, como
sospechaba.
“Supongo que es normal, tengo una pinta sospechosa con esta espada
a la espalda”,
pensó.
No tenía ganas de interrogatorios ni de matar a nadie más por hoy
si no era a cambio de
dinero. Aceleró el paso. Sus perseguidores hicieron lo mismo.
- ¡Eh, usted! ¡Alto ahí!
Echó a correr. Los agentes le siguieron. Al llegar al siguiente
cruce aparecieron agentes
por otras dos calles. Tomó el único camino libre que le quedaba.
Al llegar a un puente se topó con otro grupo de agentes. Estaba
rodeado.
- ¡Identifíquese! – le gritó uno de ellos apuntándole con el
rifle.
En ese momento un tren hizo aparición bajo el puente. Cloud recordó
que debía tomarlo,
de modo que lo hizo. Saltó al tren en marcha y vio como las figuras
de los agentes se
hacían pequeñas en la distancia.
Todos estaban en silencio. Se oyó un ruido que venía de arriba.
Jesse suspiraba, a Cloud
parecía no importarle nada ni nadie, y sin embargo había arriesgado
su vida por ayudarla
a escapar. Biggs se incorporó.
- Oye, Barret, ¿Crees que Cloud luchará hasta el final por
Avalancha?
- ¿Cómo demonios voy a saberlo? – dijo Barret dándole un golpe a
una caja – ni siquiera
sé dónde anda el muy impresentable.
La ventanilla reventó y por ella apareció Cloud que cayó con
estilo sobre el suelo del
vagón. Ya era una costumbre aparecer de esa forma.
Biggs, Wedge y Jesse gritaron al unísono.
- ¡¡¡Cloud!!!
- ¿Me echabais de menos? – dijo Cloud adoptando aquella pose que
Barret tanto odiaba.
- ¡Maldita sea! Llegas tarde y te permites llegar como un héroe, 
¿Dónde coño te habías metido?
Cloud se peinó el flequillo.
- Qué importa -dijo sin tan siquiera mirarle – ¿Dónde está mi
dinero?
- Guarda eso para cuando lleguemos a la base, novato – dijo Barret
– me voy al otro
vagón.
El capitán abandonó el vagón con un portazo. Wedge le siguió.
Biggs se detuvo frente a
Cloud – has estado genial – le puso la mano en el hombro y se
marchó.
Ahora Jesse y Cloud estaban solos.
- Tienes la cara manchada – le dijo Jesse con ternura en la voz –
deja que te limpie –
sacó un paño y se lo pasó por la nariz y los pómulos a Cloud –
oye… gracias por lo de
antes, ya sabes.
- Es lo que debía hacer, en SOLDADO nos enseñan a no dejar nunca a
un compañero
atrás.
- Ya, claro… – dijo Jesse con decepción – bueno, será mejor
que vayamos con los
demás, ¿no crees?
Por la ventanilla podía observarse como el tren descendía hacia los
suburbios. La placa
superior quedaba ahora arriba borrando cualquier rastro de luz del
paisaje.
-¡Qué asco! Si no fuera por esa mierda de pizza… – exclamó
Barret cuando se quedaron
a oscuras.
-Una ciudad flotante, es un paisaje bastante pertubador – dijo
Cloud mirando al cielo a
través de la ventanilla.
-Nunca creí que escucharía algo así de alguien como tú. Parece
ser que eres una caja de
sorpresas, ¿¡eh, novato!?
Llegaron a la estación de trenes del sector 7, en los suburbios. Se
dirigían a “El séptimo
cielo”. Era un bar de poca monta que usaban como tapadera.
Cuando llegaron Barret echó a todos los clientes a base de disparos
con su brazo
mecánico. Era una manera poco ortodoxa de conseguir privacidad para
Avalancha, pero
él no sabía hacerlo de otra forma.
Salió a la puerta y esperó a que Cloud pasara por su lado.
-¿Quieres ver a tu cariñito?
Cloud sabía a quién se refería. Se refería a Tifa, una amiga que
había tenido desde la
infancia. Tifa era de Nibelheim y vino a Midgar cuando Cloud se unió
a SOLDADO. Ahora
formaba parte de Avalancha y llevaba “El séptimo cielo”. No
tenía mucho más que hacer
en Midgar que Cloud, pero quedarse en Nibelheim hubiera sido peor.
Todos sus amigos
se habían marchado, pero quien realmente le importaba era Cloud. Por
eso vino a Midgar.
-Apártate de mi camino – le dijo Cloud a Barret y acto seguido
entró al bar.
Allí estaba Tifa tras la barra, secando algunos vasos con un viejo
trapo. Sentada en la
primera mesa estaba Marlene, una niña pequeña con media melena y de
facciones
suaves. Llevaba un trajecito rosa y unos zapatitos de piel.
-Mira a quien tenemos aquí, Marlene, es Cloud. ¿No vas a decirle
nada? – le dijo Tifa a
Marlene sin apartar la vista de Cloud.
A Marlene no le hacía mucha gracia aquel mozo con ese espadón y
aquellos ojos tan
extraños. Le dijo hola tímidamente y se fue hacia Barret.
-¿Me coges en brazos, papá? – se dirigía a Barret con cara de
haber esperado ese
momento durante todo el día.
Barret se subió a la niña en el hombro y bajó al piso de abajo por
el ascensor secreto que
se activaba en el lugar donde se encontraba una máquina del millón.
-Reunión en el piso de abajo, os quiero a todos ahí en seguida –
gritó.
Todos bajaron junto al capitán. Todos menos Cloud, que se quedó con
Tifa arriba.
Se sentó en la barra y empezó a juguetear con un vaso que era de
otro cliente antes de
que Barret lo echara. Tifa se acercó.
-¿Te preparo algo?
-No, gracias.
-¿Estás cansado?
-¿Bromeas? Ni siquiera se le puede llamar trabajo duro a lo de hoy
– lo decía realmente
en serio. En algunas misiones con SOLDADO había tenido que
enfrentarse con bestias
realmente temibles.
-Oye, Cloud… ¿por qué no te unes a nosotros?
-Lo siento, Tifa, yo no creo en vuestros ideales, sólo en el dinero.
Le dejo la salvación del
planeta a Barret – Cloud hablaba en tono jocoso – en cuanto cobre
me largo de aquí.
Se levantó y se puso delante de la máquina dispuesto a activar el
ascensor.
-Cloud… – dijo Tifa casi en voz baja – ¿Estás bien?
Cloud esbozó una sonrisa y ladeó la cabeza. Activó el ascensor y
bajó.
Todos hablaban de la misión de hoy como si hubieran destruido el
imperio de Shin Ra de
un plumazo. Nada más lejos de la realidad. Si Cloud hubiera sido
más expresivo se
hubiera llevado las manos a la cabeza. Pero él siempre estaba
callado y de brazos
cruzados, observando.
-Oye, soldado de todos los tiempos, ¿Nos hemos enfrentado a alguien
de SOLDADO
hoy? – le dijo Barret en un tono algo distendido, se notaba que la
alegría le embriagaba
esa noche.
-No.
-Pareces muy convencido.
-Si nos hubiéramos enfrentado a alguien de SOLDADO hoy, seguramente
no estarías ahí
sentado celebrando la victoria.
-Vaya, no te creas mejor sólo porque estuviste en Shin Ra. Apuesto a
que les echas de
menos – Barret estaba probando a Cloud.
-De ninguna manera. No me malinterpretes, pero Shin Ra, SOLDADO,
Avalancha… todos
me dan igual – en el fondo sabía que aquello no era cierto, se
estaba cansando de
aquella conversación – me voy arriba, quiero hablar de mi dinero.
Subió al primer piso y se dirigió hacia la salida. Tifa le pidió
que esperara un poco y en
ese momento subió Barret, que le lanzó su sueldo a los pies, con
desprecio. Cloud se
agachó y recogió el dinero.
-Bien, ve preparándote porque la siguiente misión la haré por
3000.
-¡Tres mil! ¿Quién demonios te crees que eres? – Barret sabía
que incluso ese dineral era
una ganga por tener a un ex-SOLDADO de primera clase en Avalancha. No
obstante
odiaba a Cloud y su soberbia le irritaba sobremanera.
-Si no estás de acuerdo me marcharé.
-Cloud, espera… – dijo Tifa. Hablaba con Barret al oído. Tras
discutir algo en voz baja Tifa
miró a Cloud sonriendo – estoy segura de que la hará por dos
mil… gracias Cloud.
Cloud no pudo replicar. En realidad no le venía de mil guiles y Tifa
era una buena amiga.
Si no fuera por ella seguramente no estaría perdiendo el tiempo con
Avalancha.
Se fueron a dormir.
Jesse pasó la noche frente al ordenador. De vez en cuando miraba a
Cloud.
-¿No duermes?
-En realidad nunca he podido dormir demasiado.
Lo que le pasaba a Cloud es que prefería seguir despierto a tener el
mismo sueño de
todas las noches. No quería volver a vivir lo que ocurrió aquel
día, cinco años atrás. Era
inevitable.
-Cómo has crecido… – dijo la madre de Cloud – supongo que
ahora debes estar rodeado
de chicas – acompañó esta última frase de un guiño pícaro.
-En realidad no – Cloud nunca daba muchas explicaciones de nada
-Estás muy delgado, ¿Te alimentan bien en SOLDADO? – preguntó la
madre haciendo su
papel.
-Sí, mamá. Estoy muy bien en SOLDADO.
-¿Sabes? Deberías echarte una novia… que fuera mayor que tú, que
cuidara de ti.
-No tengo tiempo para eso.
-Cloud……..¿Cloud?…….. …..¡Cloud!…..Eh,
Cloud…………………………..por eso,
Cloud……¿Me oyes, Cloud?
Cloud despertó de un respingo. Reconoció aquel lugar. Estaba en el
sótano del Séptimo
Cielo de Tifa. Por suerte hoy el sueño había durado menos de lo
normal, le había
despertado el alboroto que había arriba.
-Buenos días, ¿Ves como al final has dormido? – le dijo Jesse que
seguía frente al
ordenador. Le dedicó una sonrisa con ojeras.
-¿Qué haces tanto tiempo ahí?
-Oh… pongo a punto nuestras tarjetas de identidad falsas.
Seguramente Shin Ra habrá
fichado las que usamos ayer, de modo que será mejor hacer unas
nuevas, y de mejor
calidad.
-¿Tan importante es eso?
-¿Hablas en serio? Shin Ra puede saber el pasado de cada una de las
personas que
suben a la placa superior en sus trenes con solo echar un escáner a
sus tarjetas de
identidad. Hay varios controles a lo largo del recorrido del tren. Si
detectan tarjetas falsas
o reconocen quienes somos… estamos muertos.
-Ya veo. Será mejor que suba.
Cuando subió ahí estaban el resto de miembros de Avalancha dándose
el atracón de rigor
antes de una misión complicada.
-¡Mirad! Pero si ha despertado, vamos Cloud, únete al desayuno –
Barret estaba
inusualmente amable esa mañana.
Cloud se sentó en la mesa pero no comió nada. De repente vio que
Barret hurgaba en
una mochila y sacó algo que tapaba con las manos, lo manipulaba como
si se tratara de
un tesoro de incalculable valor. Lo puso sobre la mesa. Era materia.
A simple vista Cloud
reconoció que era de tipo combinable.
Ese tipo de materia es especial al resto por dos cosas: primero, por
su color azuloso;
segundo, porque no tenía valor por sí misma. Había que combinarla
con otro tipo de
materia. Era útil para potenciar el efecto en algunos casos.
-Mira lo que tengo, ¿Qué me dices de esto?- le dijo Barret a Cloud
creyendo que acababa
de sorprenderle.
-Es materia combinable, a juzgar por su aspecto diría que es lo que
vulgarmente se
denomina TODOS. No tiene valor por sí misma, y aunque lo tuviera
está muy verde.
¿Acaso sabes usarla?
-¿Cómo que no tiene valor? Me han timado, voy a rebanarle el
pescuezo a ese maldito
cabrón de…
-No lo hagas – Cloud le interrumpió – es una buena materia,
sólo que necesita de otra
para poder sacar su potencial.
-Vaya… ¿Me enseñarás a usar materia?- en realidad este era el
objetivo de Barret con la
compra de esa TODOS.
-Sería inútil, se necesita mucha práctica y tener un mínimo
conocimiento de con qué estás
tratando.
-¿¡Crees que no soy lo suficientemente bueno!? – Barret estaba
ofendido.
-No es eso. Quizá algún día aprendas – Cloud estiró el brazo
– mientras tanto será mejor
que la guarde yo, de verdad.
-¡La quieres para ti!
-… está bien, si me la dejas prometo enseñarte a usarla más
adelante.
Barret estaba entusiasmado. Aprendería a usar materia, entonces sí
que se convertiría en
el líder absoluto de Avalancha. Le dio la TODOS a Cloud.
Cloud abrió un compartimento que había en la base de su espada,
junto al mango. Ahí
dentro pudieron ver dos esferas verdosas brillando y unos cuantos
huecos más,
presumiblemente para colocar más Materia. Metió la TODOS al lado de
otra materia, en
uno de los huecos. Empezó a brillar.
-Bien, ¿Cuándo nos vamos?
Ya estaban preparados para la misión. La partida era inminente. Tifa
subió ajustándose
un puño americano en una de sus manos.
-¿Qué haces? – le dijo Cloud, aunque sabía lo que iba a oír.
-Yo también voy.
-De ninguna manera, será peligroso, Tifa.
-No importa, sé que tú me salvarás. Lo prometiste.
En la cara de Cloud podía verse que no sabía a qué se refería.
-Vaya… lo has olvidado, no puedo creerlo – la voz de Tifa era
triste – hiciste una
promesa. Recuerda Cloud, fue hace siete años.
Cloud miró hacia arriba intentando recordar. De pronto su memoria le
transportó a
Nibelheim, siete años atrás. Se recordó esperando a Tifa sobre el
pozo de la plaza
central. Hacía mucho frío y se estaba helando. Al fin ella
apareció.
-Lo siento, llego tarde, ¿dijiste que querías hablar de algo?
-Sí… verás, me voy a ir a Midgar esta primavera.
-Oh… – Tifa sintió una punzada en el corazón – todos los
chicos se están yendo del
pueblo.
-Sí, pero yo soy diferente a todos – Cloud se levantó y adoptó
un tono solemne – yo voy a
unirme a SOLDADO – apretó el puño y lo puso en el pecho – seré
uno de los mejores,
¡como Sephiroth!
-El gran Sephiroth… – Tifa cogió a Cloud por la pierna –
cuando seas un héroe y seas
famoso, si alguna vez estoy en apuros, ¿vendrás a rescatarme?
-Sí, claro – Cloud ya se veía a sí mismo como un héroe antes de
tiempo.
-¿Lo prometes?
-Cuenta con ello.
Una estrella fugaz cruzó el cielo de Nibelheim, aunque Cloud no la
vio.
-¿Lo recuerdas ahora? – Tifa sacó a Cloud de su ensimismamiento.
-Ni soy un héroe, ni soy famoso. No puedo mantener esa promesa.
-Pero te uniste a SOLDADO, hiciste realidad tu sueño
-¡Eh! Una promesa es una promesa aquí, muchacho – Barret subía
listo para la acción –
más te vale que la cumplas, o te rebanaré el pescuezo.
“sí, supongo que sí. Las promesas deben mantenerse…”
-Está bien. Yo cuidaré de ti.
Tifa se sintió la mujer más afortunada del mundo. El apuesto
ex-SOLDADO trabajaría a
modo de héroe particular para ella. En aquel momento fue feliz.
Esa no fue la única razón por la que Cloud admitió que Tifa
viniera. Sabía que era una
gran guerrera, seguramente mejor que Biggs y Wedge. No obstante le
preocupaba la
seguridad de Tifa. La apreciaba.
Subieron al tren rumbo al sector 5. El reactor debía desaparecer en
cuestión de unas
horas.
El tren marchaba raudo. Cloud estaba ensimismado viendo la placa
superior acercarse.
De pronto, Tifa le dio un codazo y le devolvió al tren.
-¿Quieres echar un vistazo al mapa de red ferroviaria?
-Sinceramente, no.
-Ya veo… – A Tifa no le gustaban los modales de Cloud, pero en el
fondo sabía que
detrás de aquel comportamiento egoísta y rudo se encontraba una
gran persona. Sólo era
cuestión de tiempo que esa persona aflorara y deshiciera la capa de
hielo que le recubría.
La alarma sonó. Las tarjetas en las que Jesse había invertido tanto
tiempo habían fallado.
Sin duda acababan de disparar la alarma de que miembros de Avalancha
se encontraban
en aquel vagón. Por suerte, nadie sabía quién eran. Iban solos en
el último vagón.
Barret hizo señas a los demás que parecieron comprender al
instante. Cloud estaba algo
perdido. El líder de Avalancha abrió la puerta del vagón en
marcha.
-Vamos, ¡no te quedes ahí parado!
-¿Tenemos que saltar?
-¿A ti qué te parece? Nos han pillado.
Cloud adoptó aquella pose típica en él cuando va a demostrar su
superioridad.
-En qué clase de banda me he metido… – dicho esto saltó sin
pensárselo dos veces.
Barret rodeó a Tifa con sus anchos brazos y se lanzó al vacío.
Cuando se levantaron
vieron a Cloud avanzar hacia ellos a paso lento, tranquilo. Se
plantó delante y se peinó el
flequillo.
-¿Cuál es la siguiente fase de tu gran plan?
-grrr… óyeme novato, no te atrevas a cuestionar la efectividad de
mis estrategias. Llevo
mucho tiempo a la cabeza de esto, sé afrontar situaciones adversas.
-Más te vale.
El ambiente se caldeaba.
-Está bien, está bien. Basta chicos. Debemos encontrar una forma de
llegar al reactor.
Biggs, Wedge y Jesse se han quedado en el tren. Nos harán de
señuelo. Tenemos algo
de tiempo para poder infiltrarnos.
-Supongo que estáis preparados para el comité de bienvenida que nos
espera en el
reactor – apuntó Cloud que sabía que Shin Ra no habría tardado
en atestar sus reactores
de guardias y robots.
-¡Por supuesto! ¿Crees que somos estúpidos? – Barret miraba
alrededor intentando
encontrar una solución.
-Bien, Shin Ra siempre tiene una salida de emergencia antes de cada
control, para el
acceso de los técnicos en caso de que se averíe. Debemos ir hasta
el control más
cercano y buscar – una vez más la información que poseía Cloud
acerca de Shin Ra
parecía ser la única salida.
Caminaron largo rato en silencio. Llegaron a un lugar donde unas
bandas verdosas
atravesaban el túnel. Eran los escáners de Shin Ra. Cuando el tren
pasaba a través de ellos registraban la tarjeta de identidad de cada
uno de los pasajeros. El control de Shin
Ra se hacía patente en cada rincón de aquella ciudad.
-Aquí está – Cloud levantó una pequeña placa y había un
pasadizo estrecho que bajaba –
debemos acercarnos lo máximo posible al reactor.
Avanzaban por aquel laberinto de conductos. De pronto, Cloud se
detuvo. Parecía
desconcertado, tenía la mirada perdida.
-¿Ocurre algo? – le preguntó Tifa.
-Creo que podríamos entrar directamente al reactor si derribáramos
esta pared.
-¿Cómo demonios lo sabes? ¿A caso te sabes todos los planos de
toda Midgar? – Barret
desconfiaba de aquella proposición
-No. Ahí, cerca, hay makko. Puedo sentirlo. Estoy seguro de que es
el reactor.
-Está bien, lo intentaremos – Tifa tenía plena confianza en el
instinto de Cloud.
Colocaron varios explosivos para abrirse paso a través de los muros.
Lo que no destruían
las bombas lo perforaba Cloud con su enorme espada. Al fin parecieron
ver algo
interesante.
-Son los residuos del reactor. Esta es el área de residuos del
reactor. Estamos cerca del
núcleo.
Cloud no podía creer la suerte que habían tenido ni que Shin Ra
tuviera un fallo tan
monumental en su seguridad. Seguramente subestimaban el poder de los
rebeldes o
simplemente no esperaban un ataque a un reactor. Lo más probable es
que el presidente
de Shin Ra S.A. estuviera tan obsesionado por protegerse a él y al
edificio principal en
medio de Midgar que no le prestó la debida atención a los
reactores. Ahora estaba
pagando las consecuencias.
-Si vamos por este camino no hay vuelta atrás. Este agujero está
demasiado alto como
para poder trepar más tarde. Si salimos por cualquier salida
habilitada para ello nos
esperarán los soldados de Shin Ra.
-¿Has dicho SOLDADOs? – el miedo invadió a Barret por un
instante. No se imaginaba
luchando contra un ejército de Clouds.
-No, he dicho soldados. No confundas nunca a un soldado con un
miembro de
SOLDADO.
Dicho esto saltaron desde el agujero. Los residuos que había al
fondo amortiguaron su
caída. Subieron por una escalera de mano hasta una puerta. Estaba
cerrada bajo código.
-Mierda, nos falta Jesse – dijo Barret apoyándose contra la pared
con la mano abierta y
mirando al suelo.
-Después del ruido que hemos hecho ya no tenemos nada que perder.
Cloud incrustó su espadón entre la pared y la puerta e hizo palanca
con su fuerza
sobrehumana. Los ojos se le iluminaron con un color azul turquesa muy
intenso. Parecía
un ser de otro mundo cuando eso ocurría.
La puerta saltó con un chasquido. Podían pasar.
Tras guiarlos por varios pasillos y escaleras Cloud se detuvo.
-Si bajamos cogidos a este tubo encontraremos unas escaleras
auxiliares. Son análogas
a las que usamos para huir en el otro reactor. La estructura de estos
edificios siempre es
la misma.
-Y, ¿a qué esperamos? – dijo Barret impaciente por colocar la
bomba que llevaba a la
espalda.
Cloud pensaba con la mano en la barbilla.
-Cloud… ¿ocurre algo? ¿Tienes algún otro presentimiento? –
Tifa lo miraba preocupada.
-Sinceramente, es demasiado fácil. Hay algo que no me cuadra. No hay
nadie aquí. Los
Shin Ra no son estúpidos.
-Quizá no esperaban que descubriéramos esa entrada al edificio y
nos esperan todos en
la entrada. O quizá piensen que Biggs, Wedge y Jesse son los únicos
miembros que iban
hacia el reactor y van tras ellos.
Barret sintió una punzada en el corazón. Ya no se acordaba de sus
fieles compañeros. Se
preguntaba si les habrían cogido o si habrían podido escapar. Se
sentía culpable por ser
él quien estuviera allí. Pero este tipo de misiones a veces
requieren un señuelo, eso
Barret lo sabía.
-No tenemos más alternativa. Seguiremos – Cloud no estaba del todo
convencido.
Bajaron por tubos y escaleras, y allí estaban. De nuevo se
encontraban frente al corazón
del reactor. Andaban por la pasarela por encima del makko. Tifa y
Barret estaban algo
mareados pero a Cloud parecía no afectarle lo más mínimo.
De repente, Cloud cayó al suelo de rodillas. La cabeza le daba
vueltas. Vio como la
baldosa junto a sus manos se convertía de nuevo en aquel suelo
mohoso y el ruido de
enormes engranajes invadió la escena. El calor se hizo patente y
Cloud alzó la vista.
Ahí estaba Tifa, con un sombrero de paja, y al lado había un hombre
muerto con una
espada atravesada. Tifa sacó la espada y la empuñó. No era una
espada cualquiera, era
larga y delgada, se doblaba de una forma extraña. Sólo una persona
podía hacer servir
aquella espada tan peculiar.
- ¿Fue Sephiroth quien te hizo esto? Sephiroth, Shin Ra, SOLDADO…
¡Les odio a todos
ellos!
-…chacho! Ya estamos otra vez – Barret sacó a Cloud de aquella
pesadilla.
Cloud miró a sus compañeros preocupados. Había vuelto al reactor.
Recordó que estaba
en una misión y que estaba a punto de hacer estallar el reactor en
pedazos.
-Todo bien, sigamos.
Tifa miró a Cloud con preocupación. Podía hacerse una idea de lo
que un lugar como
aquel podía provocar en la frágil mente del muchacho. En aquel
momento sintió ganas de
abrazarle, pero se contuvo.
Colocaron la bomba y nada pasó. Ninguna alarma esta vez. Ninguna
máquina de asalto.
Nada.
Se marcharon a toda prisa. Subieron por el ascensor y luego por las
escaleras.
Recorrieron decenas de pasillos llenos de cámaras de seguridad
apagadas, rompiendo el
silencio con el sonido de sus pasos. Cloud se paró en seco.
-Algo no va bien, esto no es normal.
-Es extraño, pero ¿qué otra cosa podemos hacer? – repuso Tifa.
-¡Están acojonados! Larguémonos de aquí – Barret era tan
optimista como inocente.
-Seguiremos adelante, pero estad preparados para lo peor.
Siguieron hasta llegar a la salida. Allí había una pasarela que se
bifurcaba al final. Debajo
podían verse los suburbios del sector 5. La vista era espléndida.
Al encontrarse en el
extremo de Midgar había una brisa agradable y un rayo de sol
penetraba encima de las
nubes. Al fondo las vastas tierras yermas no dejaban lugar a la vida.
Corrieron hasta la bifurcación y entonces llegó lo que Cloud
esperaba.
Decenas de soldados de Shin Ra les apuntaban con sus armas. En un
acto reflejo dieron
media vuelta. Un helicóptero de Shin Ra S.A. hizo aparición y
aterrizó frente a la puerta
del reactor. Estaban acorralados.
Del helicóptero salió alguien a quien Cloud conocía muy bien. No
sólo Cloud, era toda una
celebridad. Con aire despreocupado caminaba hacia los miembros de
Avalancha. Se
detuvo y les dedicó una amplia sonrisa.
Llevaba un traje color vino y unos zapatos de piel de chocobo recién
estrenados. Era un
hombre bajo y rechoncho, pero tenía mucha clase y su orgullo le
hacía parecer más
grande de lo que en realidad era.
Cloud se avanzó y le plantó cara.
-Largo tiempo sin vernos, presidente.
El presidente de Shin Ra S.A. se dirigió a Cloud señalándole con
el puro que llevaba en la
mano.
-Tú debes ser el traidor… esto… ¿tu nombre?
-Cloud. Cloud Strife.
-Ah sí, claro… Strife – el presidente fingía acordarse de él
– lo siento, pero no recuerdo
todos los nombres de los miembros de SOLDADO. A no ser, claro, que
alguien se
convierta en un Sephiroth…
Cloud dio un paso atrás. Ya no se mostraba tan arrogante. La sola
mención de ese
nombre había hecho que el ex-SOLDADO se amilanara notablemente.
-Sí, Sephiroth, era brillante – el presidente hablaba consigo
mismo – demasiado brillante.
Barret corrió hacia el presidente.
-Escúchame sabandija asquerosa – gritó – pero qué digo, todos
los Shin Ra son
sabandijas, así que eso te convierte en el Rey Sabandija. Eres tan
despreciable que…
-Bien, se me acaba el tiempo. Soy un hombre sumamente ocupado, como
sabéis. Espero
que os lo hayáis pasado bien jugando a ser héroes. Cuando hayáis
volado por los aires
diremos que vosotros fuisteis los culpables de este desastre y que
Shin Ra os dio vuestro
merecido – el hombre se subió al helicóptero – No me miréis
así. Para que veáis que no
soy tan mala persona os presento a un amigo mío que se quedará
aquí a jugar con
vosotros.
Los soldados de Shin Ra habían desaparecido y en su lugar había un
enorme robot
humanoide. Tenía cañones por doquier. No tenía piernas. En su
lugar tenía un disco
aerodeslizador. Los ojos del robot se encendieron dándole un aspecto
algo demoníaco.
-Que os lo paséis bien con ROMPE-AIRE – el helicóptero se elevó
y se perdió en la
inmensidad del cielo gris de la gran ciudad.
Cloud avanzó rápidamente hacia el robot. Mientras corría
desenfundó su espada.
ROMPE-AIRE disparó con todos sus cañones. Se podía ver una estela
detrás de Cloud
formada por los impactos de los cientos de balas. Saltó a la
barandilla y cayó.
Tifa y Barret no podían creerlo. Cloud ahora no estaba, se había
caído prácticamente
solo. El robot les apuntó con sus cañones.
Fue en ese instante cuando Cloud apareció tras el robot de un salto
por detrás de la
barandilla. Había utilizado los tubos bajo la pasarela para cruzarla
transversalmente. Se
subió encima de ROMPE-AIRE y clavó su espada al lado de los
propulsores; la giró con
ambas manos haciendo que se desprendieran y cayeran al suelo. Ya
sólo eran un montón
de chatarra.
Los cañones volvieron a cambiar de dirección. Cloud saltó dando
dos vueltas sobre sí
mismo y se plantó detrás de su contrincante. Se disponía a saltar
de nuevo cuando un
láser que no tenía controlado en la parte baja del robot le
alcanzó en el muslo. Cayó al suelo arrodillado.
ROMPE-AIRE, ahora inmovilizado, extendió uno de sus brazos para
coger a Cloud pero
éste volvió a ponerse en pie, convirtiendo la mano del robot en un
amasijo de metal y
cables de un espadazo.
En un rápido movimiento el arma secreta del presidente de Shin Ra
giró la mitad de su
cuerpo 180 grados y cogió a Cloud con su otra mano. Lo elevó y,
tras darle varias vueltas,
lo dejó ir. Cloud salió despedido a gran velocidad. Su viaje
terminó cuando la pared se
interpuso en su camino. Haciendo un gran boquete chocó contra el
muro que lo devolvió a
la pasarela, por suerte.
El cuerpo de Cloud yacía inmóvil en una de las salidas del reactor.
Los ojos demoníacos del robot miraron a los otros dos miembros del
grupo rebelde.
-Nos rendimos – dijo Tifa levantando las manos.
-MANOS ARRIBA. ATRÁS. PRISIONEROS AL REACTOR – ROMPE-AIRE hablaba
con
un timbre electrónico en la voz. Les apuntó con los cañones –
ATRÁS. AL REACTOR.
Barret y Tifa empezaron a caminar hacia el reactor con las manos en
alto y mirando a su
verdugo. Todo estaba perdido. Aquella máquina les retendría allí
hasta que todo estallara
en pedazos. Aquel era el fin de Avalancha.
El cielo se oscureció. Miraron hacia arriba y para sorpresa de todos
un enorme rayo cayó
justamente encima de ROMPE-AIRE, que empezó a tambalearse.
Cloud estaba en pie y tenía los brazos estirados hacia el robot.
Echó a correr. Tenía los
ojos en blanco, la ira se había apoderado de él. Un resplandor
rojizo cubría todo su
cuerpo. Parecía estar ardiendo, consumido en su propia rabia. La
rabia que le producía
haber sido vencido.
Cuando estaba al lado del robot frenó en seco y se impulsó para un
gran salto vertical.
Subió varios metros con la espada apoyada en su espalda.
-Desaparece.
Cayó hacia ROMPE-AIRE con bravura. Cuando la espada de Cloud
alcanzó al robot
simplemente lo abrió en canal. Las dos mitades se separaron y
cayeron al suelo.
-Ha.. ha.. ¡¡¡ha sido increíble!!! – Barret no podía creer lo
que acababa de ver.
-Cloud es el mejor – Tifa lloraba de alegría. Quizá porque iban a
salvarse, quizá porque
Cloud no había muerto.
El ex-SOLDADO fue con ellos.
-Esto está a punto de estallar, será mejor que nos larguemos.
Vamos, vosotros primero.
Avanzaron atravesando los restos de ROMPE-AIRE. Barret aprovechó
para escupir en
sus circuitos. “Ningún robot puede matar a Cloud”.
Cuando le tocó a Cloud se empezó a oir un pitido agudo. Los ojos de
ROMPE-AIRE se
encendieron de nuevo. Se disponía a autodestruirse.
-¡Cuidado!¡Va a autodestruirse!¡Corred! – Cloud se echó atrás
y Barret y Tifa se alejaron,
pero la explosión vino demasiado rápido y alcanzó a Cloud de
lleno, haciéndole salir
despedido varios metros por encima de ellos.
En el lugar donde hasta entonces yacía ROMPE-AIRE había ahora un
enorme agujero
que partía la pasarela en dos.
Barret y Tifa miraban el cuerpo de Cloud dando vueltas intentando
adivinar dónde caería
para poder recogerlo y largarse de allí a toda prisa.
Pero Cloud caía en dirección al agujero. En el último momento
pareció volver en sí y se
agarró a un tubo que colgaba.
-Cloud, ¡Aguanta! – Barret sostenía a Tifa contra su pecho, que
no quería mirar.
-Idos ahora, esto va a estallar – Cloud no podía aguantar mucho
más. Estaba
conmocionado con la explosión y la pierna no le dejaba de sangrar.
-Ni hablar, ¿Crees que voy a dejar a mi mejor hombre atrás?
-Barret, sé sensato. Esto va a estallar. Cuida de Tifa. Yo sé
cuidarme – dicho esto le
dedicó una mirada de adiós al líder.
-¡Cuenta con ello! – Barret cogió a Tifa en brazos y se la
llevó. Ella no podía hablar pero si
hubiera podido seguramente le habría dicho a Cloud que le amaba.
El reactor explotó. Ambos salieron despedidos con fuerza hacia la
ciudad. Cloud se dejó
caer hacia los suburbios. Cerró los ojos.
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 Final Fantasy VII prologo - Cloud suspiraba. Estaba solo, al final del vagón, apoyado contra la
pared entre caja y
caja. No tenía ningún plan para esa noche, pero estaba seguro de
que funcionaría.
Conocía las instalaciones y algunos de los secretos y puntos
débiles de la seguridad. Sin
duda el factor sorpresa era el mejor aliado que tenían: Shin Ra
nunca esperaría un ataque
a uno de sus reactores.
Aun así, Cloud sabía que no sería tarea fácil. Shin Ra protege
sus instalaciones a
consciencia, y las máquinas de que disponen no son un factor a
obviar. Pero Cloud
también sabía que estos días ningún miembro de SOLDADO se
encontraría en los
reactores. Si hubiera cabido la posibilidad de encontrarse con alguno
de ellos, la misión
habría sido abortada. Sin duda.
Barret le miraba de reojo. Era notable que no le soportaba, pero
contar con un exmiembro
de Shin Ra entre los miembros de Avalancha no tenía precio. Menos
aun si
había formado parte del cuerpo SOLDADO.
No entendía qué razones podían haberle llevado a unirse a un grupo
rebelde como
Avalancha, y menos aun cómo podía seguir vivo después de haberles
abandonado.
Cloud volvió a suspirar. Se sentía ridículo rodeado de esa panda
que no paraba de hacer
planes estúpidos sin saber a qué se enfrentaban. Se preguntaba
cuántos de ellos
volverían con vida de aquella misión. En realidad no le importaba,
sólo le importaban los
1500 guiles que cobraría por aquel trabajo. Se lo preguntaba por
pura curiosidad.
El tren frenó al fin. Barret hizo señales en silencio a Biggs,
Wedge y a Jessie para que se
prepararan para salir en cuanto él derribara la puerta. Cuando se
giró para indicarle a
Cloud qué hacer éste ya no estaba. Había desaparecido simplemente.
“maldita sea, ¿dónde se ha metido?”
Barret derribó la puerta y todos salieron tras él. Parecía no
haber nadie en el andén. En
ese momento vieron que una silueta se alzaba en lo alto del tren. Era
Cloud. Estaba
mirando a lo lejos, como evaluando la situación. Dio un salto y, con
una magnífica pirueta
digna de un acróbata del mejor circo de toda Midgar, bajó al andén
quedando
semiarrodillado mirando al suelo.
Se incorporó lentamente con un movimiento elegante y se quedó
mirando con la cabeza
ladeada al resto de miembros de Avalancha.
Barret gruñía. No podía soportar esa pose chulesca que siempre
adoptaba y menos aun
esa mirada de superioridad que lucía todo el tiempo. Conteniendo su
rabia todo lo que
pudo le dijo:
- Vamos novato, sígueme.
Se reunieron todos en la primera bifurcación que encontraron. Barret
no paraba de dar
órdenes. Cloud no prestaba atención. Barret se alejó un poco a ver
si alquien les podía
ver.
-Yo me avanzaré, nos veremos todos en la puerta norte. – dijo
Cloud.
-¡De ninguna manera! Necesitamos tu ayuda para llegar a esa puerta.
¿Y si nos ataca
algún miembro de soldado? – exclamó nervioso Wedge.
-No lo harán, no están aquí.
-¿Y si viene uno de esos mecánicos? – dijo Biggs incorporándose
a la conversación.
-¿Crees que malgastan el uso de esas máquinas para ahuyentar a la
gente que viene a
merodear cerca de los reactores?
-¿Qué coño está pasando aquí? Se os oye a kilómetros – Barret
venía malhumorado, para variar.
Cloud miró a Barret con detenimiento. Era un hombre
extraordinariamente alto y
extraordinariamente ancho. Llevaba una barba estilizada y un corte de
pelo que parecía
un pequeño gorro. Sus cejas negras siempre fruncidas intentaban
simular un estado
constante de rabia, pero la mirada escrutadora de Cloud vio en sus
pequeños ojos que
ese hombre no era en realidad tan malo como quería hacer ver. Quizá
era una forma de
hacerse respetar como líder.
Una faja de metal, a juego con una enorme muñequera, rodeaba su
abdomen. Vestía un
chaleco sucio y gastado; y unas botas enormes, a juego con el resto
de la indumentaria.
La mano derecha de Barret era un injerto: una bioametralladora. Por
eso, y por algunas
otras marcas, se veía que llevaba mucho tiempo luchando contra Shin
Ra. Aunque Cloud
lo veía como un personaje insignificante, no le cabía duda que el
valor no era una de sus
carencias.
-Oye, tú, novato – se dirigía a Cloud. En realidad sabía que de
novato no tenía ni un pelo,
pero le llamaba así para remarcar quién era el líder. Quizá
Barret tenía miedo de que el
resto de miembros le perdieran el respeto si veían que el nuevo
miembro era más fuerte
que él. – ¿Dónde está el mapa de este sitio que decías tener?
Cloud levantó el antebrazo lentamente y puso el dedo índice sobre
su sién.
-Está aquí.
-¡Maldita sea! Espero que realmente te conozcas esto mejor que tu
propia mano, porque
si no te pagaré la mitad de lo prometido.
-… – Cloud se peinó los pelos del flequillo – está bien, no
os separéis de mí
Demostrando un gran conocimiento de los atajos y los escondites del
lugar, Cloud les
guió. Sabía incluso cuál era la ruta que hacían los vigilantes,
de modo que pudieron
sortearlos sin problemas sin formar ningún escándalo antes de hora.
Llegaron delante de la puerta. Jesse parecía ser una cerebrito de la
electrónica. Mientras
ella intentaba descifrar el código de entrada Barret apartó a Cloud
para mantener una
conversación.
-Ya podrías saber los códigos de las puertas, ex-SOLDADO.
-Yo no trabajaba en los reactores. Además hay 8 reactores que rodean
Midgar y en cada
uno se cambian los códigos de acceso de forma aleatoria 3 veces por
semana.
-mmmm… ya veo – Barret se daba cuenta a medida que avanzaba la
misión de cómo
subestimaba la seguridad de Shin Ra – es la primera vez que
atacamos una instalación
de Shin Ra tan importante como esta.
-Se os nota. No te ofendas.
Barret se encendió por dentro. Cloud estaba despreciando
indirectamente todas las
acciones llevabas por Avalancha durante esos años.
-¿No te importa nada, verdad? – le preguntó Barret.
-Define nada.
-El objetivo de Avalancha. No te importa saber que cada día que pasa
el planeta muere
un poco más por culpa de estos reactores que le chupan la sangre. No
te importa saber
que la energía vital de este planeta se agota.
-¿Te refieres al Makko?
-Grrrrr – Barret apretó la mano con rabia mientras tenía la
mirada perdida – Makko,
makko… no le llames así, hablas como un jodido Shin Ra. Están
haciendo negocio con la
vida de este planeta, si siguen así esto…
-No me importa. – le interrumpió Cloud – Lo único que me
importa es acabar este trabajo
y cobrar mis 1500 guiles.
Cloud se giró y vio que Jesse lo había logrado. Quizá fuera la
única persona competente
de aquella panda.
- Vamos, ya está abierto, no conviene perder tiempo.
Entraron en el reactor sin problemas. Los pasillos estaban
completamente vacíos.
-Esto tiene mala pinta, ¿es normal que no haya nadie?
Cloud miró a Barret y le indicó que bajara esa voz. Sabía que este
mes le tocaba a ese
reactor y al del otro lado de Midgar descansar de actividad. Cuando
esto pasa el personal
que hay dentro del reactor es mínimo: guardias de seguridad (los
cuales, según Cloud, no
suponían ningún problema), algunos técnicos de mantenimiento para
controlar que no
hubiera anomalías y algunas máquinas.
El término máquinas era quizá demasiado general. Cloud prefería
dividirlas en robots
centinelas y máquinas de asalto. Las que realmente le preocupaban
eran las segundas.
Esperaba no encontrar ninguna allí.
-Un momento – ordenó Cloud – Por si no lo sabéis, se trata de
llegar al nivel más bajo. Si
seguimos adelante nos descubrirán. Venid.
Cloud investigó la pared lisa que tenían delante. Tras palparla
durante un rato hundió dos
dedos sobre la superficie. Una compuerta se abrió.
-¡Es increíble! ¿Cómo lo sabías? Parecía no haber nada ahí…
– Biggs estaba
emocionado con el nuevo fichaje de Avalancha.
-Os dije que sería útil un ex-Shin Ra – dijo Barret queriéndose
apuntar ese tanto como
suyo por haber contratado a Cloud. Pero para Biggs parecía haber un
nuevo líder en el
grupo. Cuando viera lo que Cloud era capaz de hacer esa opinión se
consolidaría.
-Estos pasadizos son usados sólo para comprobar algunos aspectos
técnicos del reactor.
Si todo funciona correctamente no debería entrar nadie. Según mis
predicciones
podríamos llegar al sistema de ventilación de la penúltima planta
a través de estos
pasillos. Una vez allí tendríamos acceso al almacén; una sala
enorme llena de cajas,
barriles, tubos, etc. Obviamente no es lo único que hay allí:
seguramente nos esperen
algunos robots centinela. Cuando hayamos atravesado el almacén
estaremos cerca.
Volveremos a hacer planes entonces, ¿alguna pregunta?
Todos negaron con la cabeza con cara de solemnidad. El plan de Cloud
parecía tan
perfecto y ellos tenían tan poca idea de como era la estructura de
aquel edificio que le
siguieron sin decir nada.
Los pasadizos eran estrechos y sin iluminación. De vez en cuando
debían escurrirse por
algún tubo o conducto pequeño.
Barret ya estaba harto de esa situación claustrofóbica. Parecía no
acabar nunca aquel
descenso tortuoso por conductos y pasillos oscuros.
Llegaron a un descansillo de donde partía un tubo en diagonal
bastante largo y bastante
estrecho.
-Yo no puedo meterme por ahí – dijo Wedge, que tenía unos quilos
de más. Llevaba un
pañuelo en la cabeza y un par de granadas al cinto. Parecía ser el
más joven y el más
inexperto. Para Cloud, esta misión le venía demasiado grande. En
realidad le parecía que
le venía grande a todos ellos – además, creo que Barret tampoco
pasará por ahí.
-¡Yo no pienso quedarme aquí! Para algo soy el líder de Avalancha.
Dicho esto se metió en el tubo de frente, con los brazos encogidos
hasta el extremo, y con
cara de sufrimiento avanzó. El final del tubo parecía no llegar
nunca. Se estaba asfixiando
y le dolían mucho los músculos de la espalda. Cada centímetro que
avanzaba derramaba
una gota más de sudor.
Al fin llegó al final y, cual animal que acaba de nacer, salió del
agujero y cayó al suelo.
-Quédate aquí, Wedge, de todas formas iba a pediros a alguno de
vosotros que hiciera
guardia aquí por si hay algún problema.
Dicho esto, Cloud se deslizó por el tubo como si de un tobogán se
tratase. Biggs y Jesse
le siguieron.
-Desde luego no te rindes ante nada. ¿eh? – le dijo Cloud en tono
burlesco.
-¡Jaaa! Qué poco me conoces si crees que me echo atrás a la
primera de cambio.
Avanzaron por el sistema de ventilación como Cloud había dicho
antes. Cuando llegaron
al nivel del almacén Cloud se asomó por una rendija y vio que
había dos guardias
despreocupados apoyados contra una caja hablando de sus cosas. Más
allá alcanzó a ver
a tres robots centinela en estado de hibernación. Ya tenía claro
qué hacer, Cloud era
rápido trazando planes.
Sacó la reja sin hacer ruido. Por suerte, había muchas cajas
amontonadas en esa parte
del almacén, lo que facilitó el descenso a Cloud hasta conseguir
colocarse tras los
guardias.
- Es increíble – dijo Biggs en voz baja, pero entusiasmado – ha
llegado hasta ahí abajo y
ni siquiera han notado que estaba ahí.
Cloud empezó a desenfundar su espada. Era una espada enorme: larga
como una lanza
y ancha como sus dos manos abiertas. A parte de sus enorme
dimensiones, Barret había
observado que tenía un compartimento para Materia.
No todo el mundo sabe usar Materia; y, aunque haya niveles de dominio
de ésta, el
simple hecho de saber hacerla servir convertía a Cloud en un héroe
para Biggs.
Cuando la hubo desenfundado la cogió con una mano y flexionó el
brazo hacia atrás,
apoyando el pliegue de éste sobre su barbilla. Arrodillado como
estaba, parecía un pájaro
a punto de alzar el vuelo.
En un movimiento rápido y preciso decapitó a uno de los guardias,
dejando su brazo
completamente estirado.
Antes de que el compañero pudiera decir nada, Cloud había dado una
vuelta sobre sí
mismo, había cogido la espada del revés con ambas manos y le había
atravesado el
pecho.
Las máquinas empezaron a despertar, emitiendo un pitido. Cloud
podía oír el ruido del
sistema de refrigeración interior de esos robots que tanto odiaba.
Los robots eran en realidad pequeños, de un metro de altura, y
tenían una ametralladora.
En realidad parecían metralletas con patas.
Cloud no se inmutó, sabía que aquello iba a pasar. Avanzó
corriendo hacia la primera que
despertó con la espada por delante, a modo de escudo contra las
balas. Llegó al lado del
robot y en un rápido movimiento le golpeó con la pierna en una de
sus tres patas
haciéndole perder ligeramente el equilibrio. Al robot no le dio
tiempo a decidir cuál era la
mejor solución: ya estaba partido en dos por el espadón de Cloud.
El siguiente robot acabó de activarse y empezó a disparar de
inmediato. Cloud echó a
correr como ni Biggs, ni Jesse, ni Barret habían visto jamás correr
a un humano. Rodeó al
robot y saltó hacia una pila de cajas. Se apoyó con las piernas
flexionadas y al estirarlas
brincó de forma acrobática describiendo un arco sobre el robot.
Cuando pasó justo por
encima le abrió el arma en canal, inutilizándola. Al caer al suelo
le asestó el golpe de
gracia.
Oyó tiros que no eran de metralletas Shin Ra. Era Barret que había
destruido al último de
ellos acribillándolo desde ahí arriba.
Cloud echó un vistazo y se dio cuenta de lo precisos que habían
sido esos tiros para lo
lejos que se encontraba. Aunque despreciaba las armas de fuego
reconoció el mérito de
Barret. Pero no se lo dijo. Cloud nunca opinaba, al menos en voz
alta.
Los tres bajaron para reunirse con el nuevo.
- ¡Ha sido impresionante! Nunca había visto a nadie luchar así,
¿Eso es lo que os
enseñan en SOLDADO ? – Biggs ya tenía claro a quién quería a
parecerse en el futuro.
- No hay tiempo – a Cloud le incomodaban los halagos. Él nunca
había halagado a nadie.
En cierto modo los halagos eran una forma de expresar su opinión.
Pero eso no quiere
decir que Cloud no admire a nadie. Si admiraba a alguien ese era, sin
duda, Sephiroth.
Sephiroth era el mejor. – Biggs, quiero que te quedes aquí
vigilando el almacén. A lo
mejor este alboroto ha alarmado a alguien, aunque lo dudo. Mantén la
guardia.
- ¡Sí, señor! – respondió Biggs echándose la mano a la frente
y asintiendo, orgulloso de
que Cloud le confiara una tarea como aquella.
Biggs era alto y delgado. Llevaba una indumentaria más propia de
marchar a la guerra
que a una misión como aquella. No se separaba nunca de su cinta
roja, que solía llevar
en la frente, ni de su arma.
Al final hay un ascensor que conduce a núcleo. Por norma general
nadie baja ahí abajo,
entre otras cosas, porque no aguantan una exposición al makko
demasiado prolongada. –
explicó Cloud.
Se subieron en el ascensor y permanecieron en silencio.
Cloud empezó a pensar en las cosas que le habían sucedido desde que
llegó a Midgar.
En realidad ya no le ataba nada a esa ciudad, pero tampoco tenía
adonde ir. Llegó
queriendo convertirse en miembro de SOLDADO, y ya lo había
conseguido. No sólo eso,
ya había tenido tiempo de abandonarles. Quizá si Sephiroth no se
hubiera ido, Cloud
seguiría haciendo cumplir la ley. La ley de Shin Ra, claro. Ahora
curiosamente se
encontraba en el bando contrario, atacando uno de los reactores. En
realidad lo único que
buscaba era dinero rápido para poder sobrevivir. Convertirse en un
mercenario, dadas sus
cualidades y su entrenamiento, parecía una buena opción.
Barret y Jesse empezaron a sentirse algo mareados. La cabeza les daba
vueltas y
parecía que sus piernas y sus brazos pesaban como el plomo. Se
acercaban al corazón
del reactor y el makko era abundante allí.
- No… no me encuentro muy bien – dijo Jesse con una mano en la
cabeza.
- Son los efectos del makko – explicó Cloud – cuando salgamos de
aquí desaparecerán.
No miréis al makko directamente, no os lo recomiendo.
Llegaron abajo. Cloud le ordenó a Jesse que se quedara al lado del
ascensor para vigilar
que éste siguiera allí cuando todo aquello fuese a explotar.
Sólo quedaban Cloud y Barret que avanzaban por una pasarela con
barandillas de hierro
a los lados. Abajo sólo había makko.
El makko tenía el aspecto de una nube azul y blanca fluorescente. No
tenía cuerpo ni
forma, podía pasarse la mano por una fuente de makko y no sentir
nada, lo cual no era
muy recomendable, no obstante.
Avanzaban por la pasarela cuando Cloud se detuvo un momento. Se
apoyó en la
barandilla y miró fijamente esas paredes metálicas. La temperatura
empezó a subir. La
iluminación de aquel lugar cambiaba, se hacía rojiza para
contribuir a esa sensación de
calor sofocante que empezaba a invadirle. Miró la barandilla que
sostenía entre sus
manos que se enrobinaba a un ritmo anormalmente acelerado. La
maquinaria moderna
era sustituída por engranajes rudimentarios y las baldosas del suelo
se convertían en un
tubo metálico enmohecido. Entonces le habló una voz
familiar:“cuidado… es algo más que un reactor”
Cloud notó una mano en el hombro.
- …dita sea! Respóndeme muchacho, ¿te encuentras bien?
Miró a su alrededor. Todo había vuelto a la normalidad. La
temperatura era fresca y todo
estaba nuevo, limpio y cuidado.
- Sí, sigamos.
- Diablos, me has asustado, parecías ido.
Llegaron al final de la pasarela. Estaban frente al concentrador
principal.
- Venga, fija tú la bomba – le ordenó Barret a Cloud.
- ¿Yo? ¿No deberías hacerlo tú? – replicó Cloud extrañado.
- ¡Calla y hazlo! No tenemos mucho tiempo.
Cloud asintió y fijó la bomba. En diez minutos aquel lugar volaría
por los aires.
Se disparó una alarma general. El sistema de detección de
explosivos de Shin Ra era
efectivo. Se ordenaba la evacuación inmediata de todo el personal.
Barret no podía creerlo, lo habían logrado. El reactor iba a
estallar y no podrían hacer
nada para evitarlo. Un tanto para Avalancha.
Un ruido metálico empezó a oirse bajo el suelo. Algo se movía
debajo de la pasarela. De
repente una gran garra metálica asomó y tras ella otra, y otra, y
otra. Era un escorpión
metálico, una máquina diseñada exclusivamente para matar.
Cloud lo entendió. Shin Ra se podía permitir la pérdida temporal
de un reactor a cambio
de deshacerse del único grupo rebelde que existía en Midgar. En
diez minutos debían
deshacerse de esa máquina de asalto y salir corriendo. Esa es una
tarea imposible para
un grupo de terroristas estúpidos. Pero no para un (ex) miembro de
SOLDADO. Shin Ra
había pasado por alto esa nueva incorporación.
Aquella criatura metálica era enorme. Era tan alta como una casa de
dos plantas y tan
larga como un vagón de tren. Tenía séis patas puntiagudas que le
sostenían en el suelo y
otras dos en el aire que parecían ser dos cañones. Detrás le
crecía una cola con un láser
en la punta.
- ¡Lárguemonos, Cloud, antes de que esto estalle!
Era imposible, Cloud lo sabía. El escorpión corría más que ellos
dos juntos. Debía
derrotarlo y luego salir de allí.
- ¡Salid de aquí inmediatamente! Yo me encargo de él.
Barret no podía creer lo que oía. Pensaba plantar cara a aquella
bestia él sólo.
La batalla empezó. El escorpión empezó a lanzar rápidas estocadas
a Cloud con sus
garras. Cloud las apartaba a golpe de espada. El líder de Avalancha
parecía ahora un
aficionado de la lucha al lado de aquel guerrero. No podía creer que
fuera capaz de
desviar una garra de esa envergadura con un golpe de espada.
El ex-SOLDADO estaba acorralado contra la barandilla. Se subió con
una pirueta y,
aprovechando una estocada del escorpión, saltó y se colocó sobre
su lomo. En un rápido
movimiento le inutilizó los cañones delanteros y volvió al suelo.
Al caer el escorpión
intento atravesarle con su cola pero Cloud rodó por el suelo. Se
levantó y esquivó la
última estocada. Aprovechó y corrió hacia el abdomen. Sabía que
era especialmente débil
en aquella parte. Por motivos de movilidad los ingenieros de Shin Ra
no habían podido
reforzarla más.
El escorpión se echó atrás en un movimiento rápido. Si hubiera
sido un ser vivo se podría haber dicho que había sido instinto.
Estaba claro que no le gustaba que se le acercaran
por debajo. Parecía ser que la memoria de Cloud era bastante buena
después de todo.
Tuvo una idea.
- ¡Barret! Dispárale a la cabeza, rápido.
Barret salió del trance en el que se encontraba al presenciar
aquella lucha tan fieramente
atípica. Obedeció de inmediato, tenía plena confianza en Cloud
ahora.
Escorpión desvió su atención hacia Barret y subió la cola.
- Bien, ahora se dispone a disparar su láser. No te muevas ni
dispares, yo me encargo,
confía en mí – le dijo Cloud a Barret. Ahora el escorpión estaba
concentrando el láser y
era vulnerable. Avanzó hacia él para destrozarle.
- ¿Estás loco? ¡Me va a acribillar con su láser! Voy a acabar con
él – y empezó a disparar.
- ¡¡¡Nooo!!! – Cloud apretó los dientes. “Maldito
estúpido”, pensó.
Escorpión había acelerado el proceso y su disparo era inminente.
Barret quedaría
totalmente calcinado antes de que Cloud pudiera alcanzar su objetivo.
En ese momento
Cloud cambió de dirección y se plantó delante de la bestia con una
mirada desafiante.
Guardó su espada con un movimiento que tenía muy ensayado y estiró
los brazos hacia
delante.
Un ciclón parecía emerger de debajo de sus pies y un aura verdosa
se desprendía
radialmente.
Barret ya sabía lo que pasaba, sabía qué espectáculo estaba a
punto de presenciar:
Cloud se disponía a usar algún tipo de Materia.
La estancia se oscureció y un sonido eléctrico parecía oírse a la
vez dentro y fuera. Un
rayo cayó sobre Escorpión, que empezó a tambalearse y cayó de
bruces al suelo.
- Ahora, Barret, ¡Vámonos de aquí!
El capitán dio órdenes a todos los miembros de que abandonaran el
edificio. Él y Cloud
corrían sin parar. Subieron en el ascensor.
- ¿Cuánto nos queda? – preguntó Cloud tranquilo, como si cada
día escapara de un
reactor a punto de volar por los aires.
- Menos de tres minutos – respondió Jesse nerviosa. No creía que
fuera posible.
Atajaron camino por las escaleras de socorro siguiendo a Cloud. Las
manos se resentían
de subir por tantas escaleras verticales a aquella velocidad. Sacaron
fuerzas de donde no
quedaban por salvar sus vidas.
Llegaron a la planta principal, ya sólo les quedaban dos minutos.
Una de las puertas que
conducía fuera estaba cerrada.
Jesse se dio toda la prisa que pudo en volver a descifrar el código,
aunque la sensación
de muerte inminente no contribuía muy positivamente en su nivel de
concentración.
- ¡Ya está! – la alegría de Jesse duró apenas un instante
cuando volvió a la realidad. Les
quedaba menos de un minuto.
Corrían y corrían y el final del pasillo parecía no llegar nunca.
Cuando por fin llegaron
afuera, Jesse tropezó y se le quedó la pierna atascada entre unos
barrotes.
- ¡Marchaos! ¡Esto va a estallar!
Cloud se agachó y con paciencia sacó el pie de Jesse de ahí, le
dio una palmadita en la
espalda y echó a correr.
Corrían por las pasarelas que conducen a la entrada principal y al
doblar la esquina hacia
la estación de tren se oyó la gran explosión. Toda Midgar pareció
temblar. La gente en las
calles se estremeció y los edificios más próximos se resintieron y
algunos, cayeron. Una
gran explosión podía verse desde cualquier punto de la placa
superior. El reactor había
estallado, no extraería energía makko nunca más. Avalancha había
vencido esta vez.
La chica florista cayó al suelo. Estaba aturdida. “¿Qué ha sido
eso?”. Miró al cielo y vio
como una columna de fuego y llamas salía del reactor nº1 de Shin Ra
S.A. “¿Una
explosión en el reactor?”. Nunca había visto nada igual. Por
suerte sus flores seguían
sanas y salvas. Para ella aquellas flores eran más importantes que
todos los reactores
juntos.
Midgar es una macrociudad, un proyecto de Shin Ra hecho realidad. Es
totalmente
circular y está rodeada por ocho reactores de makko, equidistantes
entre sí, numerados
del 1 al 8. Un muro infranqueable cruza desde cada reactor hasta el
centro de la
circunferencia, dividiendo la ciudad en ocho partes. En realidad cada
una de esas partes
es una ciudad por sí misma, pero nadie recuerda hoy el nombre de
ninguna de ellas. La
gente se refiere a ellas por sectores, numerados de la misma forma
que los reactores.
La ciudad se divide en dos niveles: la Placa Superior y los
Suburbios. Los suburbios son
los sectores que están al nivel del suelo y que, debido a la placa
superior, nunca ven el
sol. La placa superior está situada a 50 metros de altura. Allí se
encuentran la mayoría de
grandes empresas y gente acomodada, como los empleados de Shin Ra.
En el centro de Midgar se alza desafiante el edificio principal de
Shin Ra S.A. Miles de
empleados trabajan allí a diario. Incluso el alcalde trabaja en ese
edificio. Es sin duda la
construcción más importante de toda la ciudad.
Shin Ra controla todo lo que entra y sale de Midgar, las leyes que se
aprueban o se
derogan, lo que se incorpora o excluye de la programación
televisiva…
En principio es la empresa que posee los reactores y abastece a la
población de energía,
pero está implicada en muchos otros asuntos, legales y no legales,
dentro y fuera de
Midgar.
A Cloud le impresionó mucho aquel edificio cuando llegó a Midgar.
En realidad le
impresionó todo en general, pues venía de un pueblo pequeño que se
encontraba en un
valle, a las faldas del monte Nibel. Nibelheim, se llamaba.
Siempre había soñado con ser miembro de SOLDADO y cuando llegó a
Midgar y
presenció el poderío de los edificios e instalaciones que poseía
Shin Ra, se sintió más
motivado que nunca por entrar a formar parte de aquella empresa.
Sus ojos tardaron en acostumbrarse a aquella penumbra constante
debida a la polución.
Sólo veía la luz del sol cuando salía en alguna misión fuera de
Midgar. En poco tiempo
ascendió a Primera Clase y realizó algunas de las misiones más
importantes, rodeado de
los más importantes de los lugares más importantes. Su vida era
perfecta. Nunca le ha
explicado a nadie por qué dejó SOLDADO, eso era algo que guardaba
para él.
Ahora Cloud iba caminando por las calles de aquella ciudad. Iba
tranquilo. A decir verdad,
entre todo aquel caos su tranquilidad llamaba la atención. Había
quedado con Barret y los
demás en reunirse en la estación del norte. Barret prefería que no
avanzaran en grupo.
Miró hacia el edificio principal. Sabía que el presidente de Shin
Ra estaría observando
aquel desastre desde allí arriba.
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Este es mi último cartel - y que sepáis que ni Cactilio ni yo, seremos un simple recuerdo.
También quiero darle con este cartel las gracias a eyanok, ya que
siempre conté con sus votos positivos.
Espero que disfrutéis de Cactilio en el futuro. Así se despide de
todos ustedes, El Rey Cactilio.

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Cactilio - (Años 80)
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Toriyama... - y sus extrañas inspiraciones.
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A los fans de FF - ¿Quien puede decirme su nombre?
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Cuando la luz torne en oscuridad - cuando la realidad se convierta en sueño
el valor será la llave para abrir tu destino
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National Cactuarphic - Presenta: Cactilio

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