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09.11.2011

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Veterano Nivel 1

puntos 14 | votos: 14
Ojeras moradas, - silencio impenetrable. Resulta más sencillo convivir con los muertos
que con los vivos.
 
Katerina hace horas que se marchó del piso, impotente ante la
hostilidad de Carol. En los oídos de esta aún resuenan sus propios
gritos histéricos. Ya ni la comodidad de la rutina la consuela
puntos 7 | votos: 7
Un soplo de brisa - que no aliviaba el calor asfixiante hizo que recobrase el sentido. 
Solo el recuerdo de aquellos que la había amado (pese a que el
tiempo, la distancia y la propia naturaleza reservada de la criatura
la habían alejado de muchos de estos seres) logró infundirle fuerzas
para continuar
puntos 7 | votos: 7
Tropezó. - Cayó cuan larga era y así quedó tendida durante mucho tiempo, sin
fuerzas para seguir adelante. El pánico planeaba sobre ella, decidido
a guarecerse en su pecho hasta matarla
puntos 8 | votos: 8
El fuego de los Bosques Ígneos - se reflejaba en sus pupilas, a pesar de que a duras penas veía más
allá del polvo que la rodeaba.
 
Como una autómata, la criatura solo sabía que su deber era cruzar la
llanura
puntos 7 | votos: 7
La criatura atravesaba - la árida llanura, que parecía hacerse más vasta a cada paso. Pero
la voluntad de la pequeña era férrea. Aunque la temperatura iba
incrementándose, la distancia parecía no acortarse por más que
avanzara. La agonía era insufrible. 
Dejó de ser consciente de sí misma, como si hubiera caído en
trance, y ni siquiera supo si continuaba moviéndose o no. Pero sí,
sus piernas recordaban aún cómo caminar

puntos 9 | votos: 9
Leyenda y realidad - se confundían al referirse a los Inflamas, espíritus ígneos de los
que se decía que eran oráculos. No era fácil llegar hasta ellos: el
fuego de los Bosques impedía el paso a los cobardes, y si alguien
cruzaba esta barrera era muy posible que huyera espantado ante los
Flamígeros, a quienes divertía aterrorizar a los incautos. Además,
los Inflamas eran terriblemente huidizos y no dejaban que cualquiera
se reflejase en su mirada
puntos 6 | votos: 6
Tras una llanura desértica, - arrasada por el fuego que miles de años atrás la había privado de
fertilidad, se extendía el inmenso bosque que crepitaba
silenciosamente.
Nadie se atrevía siquiera a rondar cerca durante mucho tiempo: se
decía que las fieras llamas secaban los ojos de quien osaba
contemplarlas. Solo los Flamígeros (duendes salvajes que vivían
entre las ramas ardientes) hacían de los Bosques su hogar
puntos 9 | votos: 15
Carol la besa con fiereza - y en seguida enloquece. Quiere tatuarse cada sensación, y le frustra
que sean efímeras. Nunca se sacia del calor generoso de Katerina.
Carol ama con rabia: odia la piel, pues desea alcanzar el tuétano,
pero no puede. Le gustaría morder los labios de la otra hasta
hacerlos sangrar, y más que gemir parece aullar
 
Nada es comparable al sudor de los cuerpos lánguidos tras haber
rozado el cielo
puntos 8 | votos: 8
Se internó en la maleza - y anduvo durante largos días, sin que pareciera que la foresta se
acabaría nunca. Pero paulatinamente, el oscuro entramado de
vegetación fue mermando. Al principio era casi imperceptible, y al
cabo de varias jornadas el bosque acabó desapareciendo por completo,
dando lugar a un vasto claro desértico, de luz diáfana y temperatura
creciente. Al otro lado llameaban los Bosques Ígneos
puntos 6 | votos: 6
Las ninfas y sus cantos - la distraían de su cometido, hubiera abandonado todo por unirse a
ellas... la falta de caricias hacían mella en su débil cuerpo, ¿por
qué no caer en la tentación?
Pero la sombra del dragón la acechaba, le impedía olvidar quién era
y cuál era su deber

puntos 5 | votos: 7
Tan solo algún duende - se atrevió a avisarla de que la dirección que tomaba era peligrosa
puntos 5 | votos: 5
Los seres del bosque la rehuían - porque era portadora de nostalgias y malos augurios
puntos 5 | votos: 5
Sin saber cómo, llegó a la costa, - allí donde un espeso bosque comenzaba inmediatamente. El contacto con
el mar había renovado sus fuerzas, pese a que sus víveres comenzaban
a escasear
puntos 15 | votos: 15
Recuerda el tiempo pasado - junto a aquel a quien quiso tanto, el chico de mirada ardiente que
terminó por quemarle el alma

Un buen día, se cansó de ella, y cuando Carol le preguntó el
porqué de su partida, él solo respondió: Por tu tristeza. Aunque
no era únicamente eso, y ambos lo sabían... los celos de ella
acabaron por ser destructivos 
Puede que tanta lágrima terminara por asfixiar su llama, por eso
Carol no se siente capaz de recriminarle que la dejase. Enciende otro
cigarrillo para que el humo aleje la niebla fría del pasado
puntos 9 | votos: 9
De cualquier manera, - estaría más segura en cualquier lugar menos en el frente; los
caminos oníricos siempre fueron peligrosos, pero ella estaba
acostumbrada a cuidarse sola
A pesar de todo, la soledad le resultaba más dura que antes, tal vez
por haber conocido la compañía

puntos 5 | votos: 5
Continuó viajando por el mar - durante unos días más, sintiéndose más sola y asustada que nunca.
Tenía miedo de perderse, de no saber continuar su camino, de fallar a
sus compañeros que en realidad la habían engañado, aun a sabiendas
de los peligros a los que la exponían
puntos 8 | votos: 8
Echó tanto de menos al dragón - que creyó verle en cualquier esquina, pero no era él, se vio
torturada por los reflejos, y quiso desandar lo andado, volver a
acurrucarse a su vera y dejarse llevar, pero no se podía retroceder,
no, solo le quedaban las heridas en los pies que recordaban cada error
cometido, porque no era él, no, eran solo espejismos
puntos 6 | votos: 6
Carol vuelve cansada del bar - donde trabaja de camarera y ocasional bailarina. Abre el grifo para
darse un baño que sus músculos le piden a gritos. Mientras el agua
fluye, observa en el espejo a una mulata de débiles clavículas
Qué dura se le hace la soledad de la bañera una vez ha conocido la
sensación de unas manos ajenas enjabonándola... Ahora, por más que
frota, no consigue librarse de esa peste rancia a desaliento. Suspira,
y el sonido de su propia voz la asusta. Demasiado acostumbrada al
silencio, recluye las palabras en su interior, donde se pudren y
mueren
puntos 6 | votos: 6
Su andanza comenzó en el mar. - La fascinación que sentía por la marea era absoluta: le gustaba
dejarse mecer por las olas, aunque sabía que eran traicioneras y a
veces arrastraban a los incautos a la muerte. Dulce, agónica asfixia.
¿Cuántas veces soñó la criatura con dejarse llevar y morir en
brazos de Poseidón?
puntos 6 | votos: 6
Hubiera querido - que al menos el dragón la acompañase, pero era consciente de que
sola llamaría menos la atención y su camino se vería menos
entorpecido. Él era demasiado necesario en la lucha contra los que
amenazaban con quebrar los altos torreones

puntos 8 | votos: 8
Dos de la mañana - Apoyada en el alféizar de la ventana, la joven da profundas caladas a
un cigarrillo mientras contempla la ciudad que nunca duerme.
Aunque no tiene más de 23 o 24 años, el rictus amargo de su tez le
hace parecer diez años mayor.
 -Carol, vuelve a la cama- suplica una voz dulce tras ella.
La chica se limita a aspirar con más ansia el humo, entrecerrando los
ojos. Unos brazos delicados la rodean, y el olor a champú de Katerina
la tranquiliza. Aplasta el cigarrillo en un cenicero, besa la frente
blanca de su compañera y cede a sus ruegos.
Se unen tan estrechamente como lo permiten los límites de sus propios
cuerpos.
 
Carol ahoga su tristeza en el flujo de calor de la bella ucraniana 
que yace junto a ella
puntos 7 | votos: 7
Aun así, la dejaron partir. - Ella, con el corazón tembloroso pero henchido de esperanza, se
encomendó a su misión en cuerpo y alma. Ignoraba que los demás la
enviaban a una búsqueda condenada al fracaso, pues el Gran Lago no
era más que una quimera
puntos 8 | votos: 8
Se hablaba de un Gran Lago - en el que habitaban dos seres, uno blanco y otro oscuro. Los rumores
decían que en las épocas de guerra era el ser negro quien dominaba
el Lago, y que solo durante la regencia de su pálido gemelo Oniria
disfrutaba de paz

El chamán predijo que la criatura debía emprender un largo viaje
para poner fin al poder del Oscuro. Pero en esta historia había más
de leyenda que de verdad, y los compañeros de la criatura eran
conscientes de ello
puntos 10 | votos: 10
Pese a todo su esfuerzo, - la pequeña criatura no se sentía útil en el campo de batalla: sus
compañeros no tenían en cuenta su más que cuestionable fuerza, pero
era tozuda y deseaba colaborar como fuera
Los seres que la apreciaban idearon una estrategia para alejarla del
peligro y que, a la vez, ella creyera que les ayudaba en algo
puntos 7 | votos: 7
Pocas alegrías se comparaban - a la sentida por el retorno de los desaparecidos, a los que se solía
dar por muertos pasado un tiempo

Y muchos, por suerte, acababan volviendo

puntos 9 | votos: 9
Y es que ese el problema - de los muertos: pasa demasiado tiempo hasta que sus allegados se
acostumbran a la idea de que no volverán
También la criatura conoció el dolor que causa la ausencia de un ser
querido, y la esperanza de que  los que se iban volvieran algún día
a surcar los cielos oníricos la consumía
puntos 10 | votos: 10
Aquellas cruentas batallas - dejaban regueros de muertos, y la tierra absorbía su sangre. Fueron
tantos los que allí perdieron la vida que resultaba estremecedor
pensarlo siquiera. Los asesinatos de tantos compañeros provocaban que
los combatientes lucharan con más rabia aún, con la ceguera que
proporciona el dolor
puntos 5 | votos: 5
Mientras tanto, en el Norte - morían ingentes cantidades de seres inocentes que eran sacrificados
por los demonios de las distintas tribus. Estos creían que cuanta
más sangre fuera derramada en el Volcán, más bravos serían sus
corazones
puntos 6 | votos: 6
Juntos tomaron la decisión - de luchar por la integridad del Palacio, pues sabían que el
equilibrio entre las fuerzas de Oniria eran frágiles, y habían de
pelear por conservarlo
puntos 4 | votos: 6
Ni la criatura ni el dragón - eran ajenos al sufrimiento de Oniria.
Habían de elegir un camino, ojalá fuera el mismo para ambos

puntos 3 | votos: 5
Llegado ese momento, - era imposible seguir ignorando lo que ocurría. Cualquiera con un
mínimo de conciencia escogía uno u otro bando: defender el Palacio o
unirse a algún grupo de asaltantes. Quienes huían serían tildados
como cobardes por la Historia
puntos 4 | votos: 4
Y se ensombrecían los cielos, - el Palacio Dorado perdía su esplendor por las máculas sangrientas,
 parecía que el horror había ganado la guerra...
puntos 8 | votos: 10
Los muros de silencio - que circundaban al Palacio se resquebrajaban 
ante los hostiles embistes de los codiciosos seres
puntos 5 | votos: 5
Lo fácil era dejarse arrastrar - por aquella violenta ola de furia, revolverse contra todo lo que se
había amado hasta entonces. Esa es la razón por la que escaseaban
los héroes...
puntos 9 | votos: 9
Los demonios - hambrientos de luz cercaron el Palacio Dorado. Irrumpieron la calma
con sus sordos aullidos y tiñeron la atmósfera de sangre odiada

puntos 6 | votos: 6
Los caminos - que habían sido tan transitados antaño se volvieron inseguros. La
violencia ejercida por doquier hacía mella en los habitantes de
Oniria, tanto en los que participaban activamente en la guerra como en
los que se limitaban a intentar huir de las masacres
puntos 9 | votos: 9
La ira y el rencor pudrían - todo vestigio de benevolencia. Sordamente, en matanzas no exentas de
crueldad, se enfrentaban unos contra otros movidos por el afán de
destrucción. La codicia enfrentó a hermanos, y los sumió en una
vorágine de interminable sufrimiento
puntos 6 | votos: 6
Ante el cercano fragor - de la guerra, la criatura se sintió atemorizada y frágil, incapaz de
tomar ninguna decisión. Su instinto le decía que se resguardara en
cualquier rincón hasta que acabara todo, pero su dignidad le impedía
hacerlo. Odiaba la posibilidad de que se separase del dragón, pues
yacer junto a él conseguía que se sintiera segura
puntos 6 | votos: 6
No era la primera vez - que el Palacio Dorado se había visto asediado por seres
desconocedores de las terribles consecuencias que tendría el
sometimiento del eje de Oniria, seres cegados por la crueldad. Sin
embargo, los aires de guerra jamás habían sido tan violentos

La tierra entera lloraba
puntos 8 | votos: 8
Para comprender el porqué - del enfrentamiento es necesario conocer la existencia del centro de
aquel mundo. En el corazón de las tierras oníricas se hallaba una
fortaleza, de la cual se decía que era tan alta que rozaba el cielo.
Allí no vivía nadie: el Palacio Dorado, nombre por el que se
conocía, era tan vetusto como la misma Oniria, y canalizaba todas las
energías que fluían.

Se rumoreaba que quien lo ocupase tendría un poder absoluto sobre las
demás criaturas, pero hasta entonces todos los seres habían
respetado la integridad del Palacio. Sin embargo, movidos por la
suspicacia y la envidia, innumerables poblados se ponían en marcha
con el fin de conquistar el poder y evitar así la supremacía de
otros que no fueran ellos

puntos 2 | votos: 2
Nubes oscuras que auguraban - tiempos sangrientos se cernían sobre los cielos de Oniria
La guerra estaba a punto de estallar
puntos 6 | votos: 8
Aun así, tuvieron la sensación - de que algo no iba bien en su mundo, y esta se tradujo 
en un violento escalofrío que recorrió sus espaldas
puntos 5 | votos: 5
Ajenos a lo que ocurría - no muy lejos de allí, se percibían mutuamente distantes, pese a que,
por lo general, las dudas se disolvían nada más mirarse a los ojos
puntos 6 | votos: 6
Miles de guerreros - se preparaban para la batalla. Llegaban del Norte y el Sur, desde
todos los lugares de Oniria, incluso los más recónditos
Pero la criatura aún lo ignoraba
puntos 11 | votos: 11
Mientras ella sufría en silencio, - encerrada en sí misma, a lo lejos retumbaban tambores de guerra

puntos 7 | votos: 7
Sin embargo, se ahogaba - por el desasosiego que le producía la sospecha de que tal vez el
dragón no sentía el mismo apego hacia ella que la criatura hacia
él. Aquello le producía un miedo terrible a ser abandonada de nuevo
puntos 11 | votos: 11
Sentía la mirada del dragón - clavada en su espalda, y un escalofrío de placer la recorrió. Se
preguntó cómo podía haber tenido tanta suerte.
puntos 9 | votos: 13
Agotados de sus andaduras, - descansaron en un pequeño lago encontrado por casualidad. Mientras la
criatura se refrescaba en aquellas aguas, el dragón, extasiado, la
contemplaba a lo lejos
puntos 7 | votos: 7
Se encontraron con muchos seres - a su paso, pero ninguno de ellos les marcó de forma relevante. El
dragón lamentaba los momentos pasados lejos de la criatura; le
parecía que estaban cada vez más distantes
puntos 7 | votos: 7
Ciegos de nebulosas, - borrachos de amaneceres, surcaban el infinito. Juntos eran poderosos,
y en su arrojo, pensaron que nada podía detener el frenesí de aquel
viaje





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