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Ahora con la crisis - es mas fácil que te toque la lotería a encontrar trabajo.
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pollitos haribo - estos si que son autenticos
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suene la cancion que suene... - acabaras por odiarla
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Al otro lado de la vida - 1x17 - Residencia de la familia Peña
	20 de abril de 1998

La televisión sonaba en el salón vacío, retumbando en las paredes
vírgenes, sin nadie que pudiera oírla. Con las prisas habían
olvidado apagarla, y llevaba encendida más de 48 horas. Sonaba la
voz del presentador de un documental, que hablaba de la evolución de
la compañía ЯЭGENЄR en los últimos tres años, tras la entrada
al mercado de la vacuna revolucionaria. Estaban hablando del acuerdo
internacional que se estaba empezando a materializar por esos
tiempos, con el cual se conseguiría vacunar a la mayor parte del
tercer mundo, cuando la puerta de entrada se abrió, tras un tintineo
de llaves. El primero en entrar fue Adolfo, que abrió de par en par
la puerta, para dejar pasar a Paola, su esposa, y el carrito con el
bebé.
	Entraron las dos, y Adolfo se apresuró a cerrar de nuevo la puerta,
como si de lo contrario fuese a entrar algún delincuente a destrozar
la armonía que ahí se respiraba. Paola miraba a su alrededor como
si hiciera siglos que no pasaba por ahí, cuando en realidad no
hacía ni dos días que habían abandonado la casa a toda prisa tras
las primeras contracciones. Guió el carrito hacia el salón y se
dejó caer en el sofá, agotada después de tanto trajín. La niña,
que había estado durmiendo hasta el momento, se despertó con el
ruido de la tele y miró con curiosidad a su alrededor. Adolfo se
aseguró que la puerta estaba bien cerrada, y se acercó donde su
mujer y su hija, mirándolas con una tonta sonrisa en la cara, que
tardaría mucho en abandonarle. Se agachó a mirar dentro del carro y
la vio. 
	No pudo evitar coger a su hija recién nacida en brazos, y se
derritió al ver sus preciosos ojos verdes, abiertos como platos,
mirarle con una expresión de asombro y felicidad. Paola les miraba a
ambos, enternecida, y sentía en su interior una felicidad y un placer
inimaginables. Se sentía muy bien, y estaba segura de que nada en el
mundo podría jamás truncar esa felicidad. En ese momento el
presentador de la tele hablaba de las instalaciones de la compañía
farmacéutica, ahí mismo en Sheol donde ellos vivían, mientras
pasaban imágenes tomadas en helicóptero del recinto. Paola se giró
para verlo al tiempo que Adolfo se sentaba en el sofá junto a ella,
con la pequeña en brazos, con el eterno miedo a que se le pudiera
caer de los brazos, con el firme propósito de que eso jamás
ocurriera.
PAOLA – ¿Ahí es donde trabajas, no?
ADOLFO – Bah, apaga eso. No quiero volver a oír hablar del curro
hasta que tenga que volver el lunes que viene.
PAOLA – Lleva encendida desde que nos fuimos, me extraña que no se
haya derretido. Ha salido buena.
ADOLFO – No me van a dejar tranquilo ni en mi casa.
PAOLA – Ya voy.
	Tanteó por el sofá hasta encontrar el mando, y acto seguido apagó
la tele, acallando la voz del presentador que había empezado a hablar
sobre el equipo médico que inventó la vacuna.
ADOLFO – Yo no es por que sea su padre, pero es la niña más
bonita que había en el hospital.
PAOLA – ¿A que si? Los demás eran gordos y feos y con los ojos
así oscuros...
ADOLFO – Madre mía, cualquiera que nos oiga.
PAOLA – Anda, que se atrevan a decir lo contrario.
	Adolfo estaba jugando con su hija, que le había agarrado el pulgar
con toda su manita. El tiempo parecía carecer de importancia, ahora
todo parecía carecerla, todo menos ella, ella y su esposa. Para
entonces ya se había percatado que había acabado un capítulo de su
vida, para empezar otro totalmente nuevo.
ADOLFO – ¿Qué tal te sientes ahora? Quiero decir...
PAOLA – No podría estar más contenta.
ADOLFO – Es lo mejor que nos ha pasado en la vida.
	Paola besó a su marido. Luego comenzó a hacerle carantoñas a su
hija, que enseguida rió y se le pusieron rojos sus pálidos
cachetes.
PAOLA – ¿Me dejas cogerla?
ADOLFO – Claro.
	Adolfo se la acercó y ella cogió a su hija y la colocó en su
regazo. La niña seguía risueña, mirándolo todo, a sus padres y a
su nueva casa, maravillada por tantos colores y formas, tratando de
acomodarse a esa nueva vida. Ellos a su vez no podían parar de
mirarla, sintiéndose cada vez más satisfechos de tenerla ahí con
ellos.
PAOLA – ¿Crees que hicimos bien en vacunarla, tan pequeña?
ADOLFO – No quiero que le falte de nada, y esa vacuna no puede
menos que hacerle bien.
PAOLA – Espero que así sea...
ADOLFO – ¿De qué tienes miedo? Tú y yo también estamos
vacunados.
PAOLA – No sé... Vi como la pinchaban, y me dio como...
ADOLFO – Que tonta eres. Si ni siquiera se dio cuenta del pinchazo.
PAOLA – Ya... No sé. 
	Ambos quedaron en silencio de nuevo. Ante ellos se presentaba una
nueva vida, un cambio radical que sin duda les traería muchas
alegrías. Querían con todas sus fuerzas que nada malo le ocurriese
a la recién llegada, y estarían dispuestos a dar la vida por ella
si fuera necesario, pero por ahora todo iría bien. Pasarían unos
años muy felices, viéndola crecer, viéndola dar los primeros pasos
y decir sus primeras palabras. Desafortunadamente el destino les
tenía preparado un desenlace muy poco grato, pero aún faltaba mucho
para eso. Ahora tan solo tenían ojos para su hija, y jamás hubieran
podido prever cual sería ese desenlace. Afuera se oía el canto de
los pájaros, en el jardín de su casa recién estrenada.
PAOLA – Tendríamos que ir pensando un nombre.
ADOLFO – Yo hubiera querido que se llamara Adolfo, como su padre.
PAOLA – ¿Hubiera sido mejor saber su sexo antes de...?
ADOLFO – No, no. Está bien así. Me ha gustado poder sorprenderme,
y estoy igualmente encantado con que sea chica.
PAOLA – El próximo que tengamos le llamaremos Adolfo.
	Se besaron de nuevo, la niña les miró, con la boca abierta de par
en par, igual que los ojos.
ADOLFO – ¿Tú has pensado en algún nombre?
PAOLA – Si te digo la verdad... Si.
ADOLFO – ¡Estupendo! ¿Y bien, cómo te gustaría llamarla?
PAOLA – Zoe.
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Patada en la cara - en 3,2,1...

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Porque España - es diferente
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Izquierda-derecha - A la izquierda, un hombre enfadado. A la derecha una mujer sonriente.
Ahora separate tres metros del ordenador (si puedes). ¿Deduccion?
Las cosas se ven como se miran
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Oh dios mio! - Estoy en la principal !
puntos 10 | votos: 10
No soy perfecta, - pero nadie lo es. Las grandes empresas nos hacen creer que podemos
alcanzar la perfeccion. Pero eso es imposible, por eso creo este
cartel, y os animo a que escribais 3 de vuestras perfectas
imperfecciones que os hacen tan maravillos@s como realmente sois. =)



LOS MEJORES CARTELES DE

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