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19.09.2011

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Dos hombres - ambos enfermos de gravedad, compartían el mismo cuarto del hospital.
A uno de ellos se le permitía sentarse durante una 
hora en la tarde, para drenar el liquido de sus pulmones. Su cama
estaba al 
lado de la única ventana de la habitación. 
El otro tenía que permanecer acostado de espaldas todo el tiempo. 
Conversaban incesantemente todo el día y siempre hablaban de sus
esposas y familias, sus hogares, empleos, experiencias durante sus
servicios militares 
y sitios visitados durante sus vacaciones. 
Todas las tardes el paciente ubicado al lado de la ventana se pasaba
el 
tiempo relatándole a su compañero de cuarto lo que veía. Con el
tiempo, el 
compañero acostado de espaldas --que no podía asomarse a la
ventana-- se 
desvivía por esos períodos de una hora durante los que se deleitaba
con los 
relatos de las actividades y colores del mundo exterior. 
La ventana, según su compañero, daba a un parque con un bello lago.
Los 
patos y cisnes se deslizaban por el agua mientras los niños jugaban
con sus 
botecitos a la orilla. Los enamorados se paseaban tomados de la mano
entre 
las flores multicolores, en un paisaje con árboles majestuosos. En la

distancia se divisaba una bella vista de la ciudad. 
A medida que el paciente cerca de la ventana describía todo esto con
detalles 
exquisitos, su compañero cerraba los ojos e imaginaba un cuadro
pintoresco. 
Una tarde le describió un desfile que pasaba por el hospital y aunque

él no pudo escuchar la banda, lo pudo ver a través del ojo de la
mente 
mientras su compañero se lo describía. 
Pasaron los días y las semanas y una mañana, la enfermera al entrar
para 
el aseo matutino, encontró el cuerpo sin vida del paciente cuya cama
estaba 
cerca de la ventana. Parecía haber expirado tranquilamente, durante
su sueño. 
Con mucha tristeza, avisó para que trasladaran el cuerpo. Al día
siguiente, 
el otro paciente pidió que lo trasladaran cerca de la ventana. A la 
enfermera le agradó hacer el cambio y luego de asegurarse de que
estaba 
cómodo, lo dejó solo. 
Con mucho esfuerzo y dolor, se apoyó de un codo para poder mirar al
mundo exterior por primera vez. Finalmente tendría la alegría de
verlo por sí mismo. 
Se esforzó para asomarse a la ventana y lo que vio fue la pared del
edificio 
de al lado. 
Confundido y entristecido, le preguntó a la enfermera qué sería lo
que animó a su difunto compañero de cuarto a describir tantas cosas
maravillosas que dijo haber visto a través de la ventana. 
La enfermera le respondió que el señor era ciego y no podía ver ni
la pared 
de enfrente. 
Quizás solamente deseaba animarlo a usted, dijo.
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Yo también sin querer... - espero a alguien , pero mientras tanto me divierto jugando :B
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Vivo En Un Mundo - Horrible Donde La Mita Muere De Hambre Y La Otra De Calorías.
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Y esta - es la cara que pongo cuando me confunden Reggae con Reggaeton.
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La libertad - es el derecho a equivocarse, no el derecho a actuar de manera equivocada.





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