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Antes de emprender    - en un viaje de venganza, antes cava dos tumbas.-Confucio.
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Chistes matemáticos - Estoy completamente positivo de que lo habeis pillado
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Recompensa  - Al que adivine su color de ojos!!
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Motiva que LMFAO  - no sea tan conocido y hagan la mejor canción que he escuchado en mi vida.
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¿¡Y aquí si!? -

puntos 2 | votos: 6
Está mal del coco - pero me encanta xD (comentarios)
puntos 4 | votos: 4
EMPANADAS - CUANDO MENOS TE LO ESPERAS,
YA TE LA HAN HECHO.
puntos 15 | votos: 15
Soy persona, y hoy, - he recordado a mi abuela, esa abuela que todos tenemos. La he
recordado porque en cada día que pasa y me voy haciendo mayor, me
hubiera gustado seguir teniéndola a mi lado. Hace unos años el
alzheimer me la arrancó de mis brazos, en mi propia cara, cuando
solo tenia 8 años. Hoy quiero hacerle un homenaje a ella, y abriros
los ojos a todos los que tenéis una abuela viva, agradecedle todo lo
que hace por vosotros, no la queráis solo porque os da el dinero,
queredla por eso que hace que lo mas pequeño sea lo mas grande,
porque el día que no esté, lloraréis como yo lo hago cada día y
recordaréis aquello tan grande con lo que crecisteis, esa mujer con
la que pasabais tardes enteras en el parque, en su casa, en cualquier
sitio. Y ahora mismo, como yo, reza a todo lo posible porque esté en
el paraíso, sin alzheimer, disfrutando, viendo como crezco y maduro.
Porque desmotivados/as, esa gran personita que tenéis al lado, la
vida te la puede quitar de un día para otro. No le deis valor a
éste texto, pero acordaros de quien es vuestra abuela, porque yo lo
hago, y se alimentan las ganas de vivir, pensando, que en el sitio en
el que esté, estará orgullosa de mi;
 TE QUIERO ABUELA.
puntos 7 | votos: 7
Porque él es capaz... - de sentirse orgulloso, y reirse de los que insultan a los negros.
puntos 13 | votos: 19
Si... - Vas a tu baño, apagas la luz y das diez vueltas diciendo Chuck norris
este aparecerá y te matará a ti y a toda tu familia, pero tendrás
el honor de haberlo visto

puntos 28 | votos: 28
Guardias Jedi. - No importa el gigantesco tamaño de los enemigos que matas.
 Si ellos dicen que no pasas, tu lo aceptas y te das la vuelta.
puntos 43 | votos: 47
?¿ - Y si Harry Potter no existe...
¿Quién escribió los libros?
puntos -2 | votos: 8
Parecidos asombrosos - Estan en todas partes
puntos 4 | votos: 4
Tomate,¿Fruta o Verdura? - buscarlo en internet y sorprendeos mortales
puntos 1655 | votos: 1791
Me parece que la novia - va a llamar  la atención mas que nunca

puntos 6 | votos: 10
Llamadme friki pero... - Las canciones de Toshiro Masuda me hacen sentir algo especial.
puntos 18 | votos: 20
Chuck Norris - Ahora también en World of Warcraft
puntos 1266 | votos: 1290
En google Chrome - Siempre se pone la miniatura de Desmotivaciones menos oportuna
puntos 7 | votos: 7
Aunque me seas imposible... - yo te seguire queriendo.
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Al otro lado de la vida - 1x10 - Piso del señor y la señora Soto
29 de septiembre de 2008

Bárbara despertó de un dulce sueño para encontrarse de nuevo con
la pesadilla. Le despertaron los mismos golpes que le habían hecho
prácticamente imposible conciliar el sueño la noche anterior. Se
incorporó sobresaltada, y posó un pie sobre el cuchillo que había
caído de sus manos mientras dormía. Dio un gran bostezo y estiró
los brazos para desperezarse; hoy le aguardaba una muy dura jornada.
Ya era de día, a juzgar por la luz que se filtraba por la ventana, y
por lo que decía el reloj de pared que había sobre la puerta.
Marcaba las nueve y media, pero eso carecía de importancia para
ella.
	Se levantó, asiendo de nuevo el cuchillo, y se acercó a la
ventana. Media docena de ellos se habían congregado en la acera de
enfrente. Uno de ellos estaba sentado en el suelo, rascándose una
herida que tenía en la cabeza. Parecían tan humanos, tan vivos, que
le costó hacerse a la idea que no lo estaban, que ya no eran personas
como ella. Uno de ellos se giró y la miró, con la cara iluminada por
la luz de la mañana. Bárbara cerró de nuevo la ventana. Ahora lo
que quería era salir de esa casa, no quería seguir siendo la
compañera de piso de la señora Soto.
	Todavía no había decidido si abandonaría la manzana ahora que
sabía que el lugar no era del todo seguro, o si se limitaría a
buscar otro piso que ocupar. Ambas alternativas parecían igualmente
peligrosas, pero quedarse ahí también lo era, de modo que saldría
del piso y luego se dejaría llevar por la inercia. Respiró hondo,
cuchillo en mano, y quitó el pestillo a la puerta. Abrió una
pequeña rendija, lo suficiente para comprobar que la puerta del
dormitorio seguía cerrada; no todo tenían que ser malas noticias.
Después de pasar por el baño, se dirigió a la cocina, tratando de
hacer el menor ruido posible.
	Prácticamente a tientas, sacó una caja de galletas y un cartón de
leche de la despensa, obligándose a no mirar al señor Soto, y
desayunó, acompañada tan solo por el trinar de los pájaros, que se
posaban en los árboles y en los balcones como si nada hubiera
cambiado. Todo estaba tranquilo, y una vez más esa tranquilidad le
hizo sospechar que algo malo se avecinaba. Se sació enseguida, no
tenía mucho apetito, y en más de una ocasión le sobrevino una
arcada. Tenía mal cuerpo desde hacía ya mucho, y lo achacó a los
nervios. Ese estado de tensión permanente al que estaba sometida no
le podía traer nada bueno.
	Con el estómago lleno y la cabeza fría, decidió que no
pospondría más su partida. La señora Soto podía salir en
cualquier momento del baño, y ella no quería estar ahí cuando eso
ocurriera. Echó un último vistazo a la casa, y abrió la puerta de
entrada. El sol todavía estaba muy bajo, y la escalera se encontraba
en penumbra, tan solo iluminada por la luz se filtraba por el
lucernario que la coronaba. Pero esa luz resultó ser suficiente para
mostrar a Bárbara una vez más que no estaba sola. Una mujer de unos
cincuenta años, con un moño y una bata, se encontraba de espaldas a
ella, a tan solo cuatro metros de la puerta. 
	Dio un paso atrás, contenta de no haber sido descubierta, asustada
no obstante, y se disponía a cerrar la puerta cuando vio a tres más
en la escalera. Uno de ellos la vio a ella, y con un gruñido alertó
a los demás. Bárbara cerró con un portazo y se apresuró a echar
una cadenita que tenía la puerta, al parecer el único método para
mantenerla bien cerrada, más que insuficiente a sus ojos. Los golpes
fueron casi inmediatos. Había cuatro de ellos aporreando la puerta, y
un par más se apresuraron a subir las escaleras al ver notar el
movimiento que había en los pisos superiores. Si antes intuía que
no existía ningún lugar seguro, una vez más había tenido la
ocasión de comprobarlo para asegurarse.
	Dio un par de pasos atrás, con el cuchillo en las manos, temblando
de pies a cabeza, sin saber que debía hacer dadas las
circunstancias. De repente un ruido la alertó a sus espaldas; de
nuevo la señora Soto tratando de abrir la puerta del baño, o  tal
vez del dormitorio. Se vio atrapada, pues no podía salir por la
puerta de entrada, y las escaleras de incendios no daban a la casa,
sino al final del pasillo que distribuía las cuatro viviendas de
cada piso. Tampoco era buena idea saltar por las ventanas puesto que
se encontraba en un sexto piso. Al parecer se había metido en un
callejón sin salida.
	Los golpes se hacían cada vez más frecuentes e intensos. Uno de
ellos era un hombre muy fuerte y musculoso en tiempos, que todavía
mantenía esas cualidades en su nueva vida. La puerta se movía sobre
sus goznes a cada golpe, pareciendo cada vez más frágil y
quebradiza, hasta que finalmente cedió. El último golpe arrancó
parte del marco y se llevó la puerta por delante, al tiempo que
Bárbara gritaba, sintiendo aflorar de nuevo el pánico y la
adrenalina de sus poros. Un brazo tostado por el sol, con un gran
tatuaje de una calavera emergió de la puerta, asiendo a una persona
invisible a su paso.
	La puerta había cedido, pero la cadena aún resistía, aunque no lo
haría por mucho tiempo. Miró la puerta, y pensó rápidamente cual
sería el paso más adecuado a dar, viendo que le quedaba muy poco
tiempo para decidirse. No podía encerrarse en alguna habitación
porque enseguida derribarían la puerta, y ese sería su fin.
Entonces miró el balcón que se encontraba al otro extremo del
salón. Si no había escapatoria no se dejaría matar, prefería
quitarse la vida; lo último que quería era ser uno de ellos.
Corrió hacia el balcón al tiempo que la cadena de la puerta era
arrancada con un nuevo golpe. La suerte ya estaba echada.

puntos 16 | votos: 16
Va un barco de vela... - y se apaga
puntos 11 | votos: 11
El pesimista se queja del viento. - El optimista espera que el viento cambie.
El realista reajusta las velas.



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