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05.05.2011

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Si en el fondo - soy adorable... pero muy, muy en el fondo.
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Si tenia montañas de dinero - yo vivia en una de esas
puntos 6 | votos: 6
Hola, enero. - ¿Vas a ser uno más o el ás especial?
puntos 2 | votos: 2
El regador de setos -
puntos 3 | votos: 3
No te canses - de hacer pequeñas cosas para los demás. A veces, esas pequeñas
cosas ocupan la mayor parte de sus corazones.

puntos 8 | votos: 8
Escuchar música clásica - Y sentirte culto.
puntos 3 | votos: 7
¿Por qué - será que cuanto menos tiene que decir alguien lo dice de la manera
más pomposa y pedante posible? ¿Será para engañar al mundo o a sí
mismos?
puntos 1 | votos: 1
Es difícil - encontrar lo bueno de una persona cuando ya has encontrado lo mejor de otra…
puntos 2588 | votos: 2676
+ ¡Estas borracho! - - Sí, lo estoy. Y tú preciosa. Pero por la mañana, yo estaré sobrio...
y tú, seguirás estando preciosa.
puntos 6 | votos: 6
Hoy amanece - que no es poco.

puntos 3 | votos: 3
Por - muy altos que sean los muros, el cielo siempre será más alto.
puntos 7 | votos: 7
Intimidad necesitamos todos - el sol pone nubes a modo de cortina
cuando quiere estar solo
puntos 10 | votos: 10
Criticas - Cuando te critican a ti.                         Critican a tu mejor  amig@.
puntos 9 | votos: 9
Odio - que la gente utilice metáforas. De verdad. Son aguijones cuyo veneno
se diluye en el río de mi indiferencia. No las soporto.
puntos 1 | votos: 1
A veces, - pienso que el cerebro tiene envidia del corazón. Y lo maltrata y lo
ridiculiza y le niega lo que anhela y lo trata como si fuera un pie o
el hígado. Y en ese enfrentamiento, en esa batalla, siempre pierde el
dueño de ambos.

puntos 4661 | votos: 4745
Mi cama y yo - Nos amamos, pero obviamente la alarma tiene celos
puntos 8 | votos: 8
Al otro lado de la vida 1x133 - Nave de las celdas de la prisión Kéle de Etzel
18 de septiembre de 2008

La mañana de ese jueves 18 de septiembre, aunque las fechas por esos
entonces ya carecían de sentido, comenzó como otra cualquiera, en la
rutina en la que se habían convertido sus vidas. Los presos
despertaron encerrados en sus celdas, con los primeros rayos de sol,
acompañados del trinar alegre de los pájaros que se reían de ellos
al hacer gala de su libertad. El silencio solo estaba roto por algún
que otro estornudo, una tos puntual y los susurros de los compañeros
de celda que hablaban entre ellos. A media mañana un ruido
sobresaltó a todos los presentes, que guardaron silencio. No habían
tenido noticias del exterior desde hacía días, y en sus corazones
brotó de nuevo la esperanza que muchos ya habían dado por perdida.
Acto seguido se escuchó otro golpe, y entonces pudieron ver emerger
un gran chorro de luz del muro que les ocultaba el portón de acceso,
al abrirse éste. La luz de la mañana entró por la puerta, y junto a
ella vieron en el muro que había enfrente, la silueta magnificada de
un hombre. Tenía los brazos caídos y andaba algo encorvado,
arrastrando un pie a medida que se acercaba al pasillo central entre
las dos alas de la nave, empequeñeciéndose cada vez más su sombra a
medida que se acercaba. Cuando cruzó al otro lado del muro, todos
pudieron verle. Era Andrés, el encargado de la garita de la nave, el
portero de la cárcel, y a juzgar por la manera cómo caminaba y las
pintas que llevaba, parecía acarrear una borrachera de campeonato.
La mayoría estaban muy lejos, y muchos tan solo distinguieron su
silueta, pero todos pudieron ver las relucientes llaves que colgaban
de su pantalón. Ese enorme manojo de llaves que representaba la
diferencia entre la vida y la muerte. Como transportados al pasado, en
la nave volvieron a sonar los gritos e insultos que de tan poco
habían servido los primeros días. Andrés miró a un lado y a otro,
exaltado y nervioso, y enseguida se sumó al alboroto, gritando a
pleno pulmón. Sin embargo lo que él decía parecía carecer de
sentido alguno, parecían más los gritos de un imitador barato de
hombre de las cavernas. 
Levantando los brazos y sin parar de gritar corrió hacia una de las
celdas del primer piso y se abalanzó contra uno de los presos que le
profería insultos a viva voz. Sin apenas solución de continuidad le
agarró de un brazo y empezó a forcejear con él, tratando de
llevárselo a su lado de los barrotes. Ese hombre comenzó a gritar, y
su compañero trató de ayudarle a zafarse del carcelero. Hizo falta
un fuerte puntapié en el estómago para conseguir que le soltase de
una vez por todas. Andrés dio un par de pasos atrás hasta acabar
perdiendo el equilibrio, y cayó de espaldas al suelo, sin parar de
mover los brazos, soltando saliva y sangre por la boca.
¡Este tío está loco! ¡El hijoputa me ha mordido! ¡Su puta madre!
Los atacados seguían gritando mientras el encargado de las llaves se
levantaba ágilmente. A esa distancia pudieron comprobar que lo que
tenía no era una borrachera, sino algo mucho peor. Lucía los ojos de
un color rojo enfermizo, la piel pálida y cuarteada, mostrando las
venas violetas a flor de piel. Sobre todo era su mirada perdida y
enloquecida lo que más les asustó. Los gritos se intensificaron y
Andrés miró en todas direcciones, superado por la situación,
haciéndosele la boca agua. Le vieron correr hacia las escaleras sobre
las que había algo de comida de la que habían tirado los presos.
Agarró una alita de pollo y se la metió en la boca con hueso y todo,
a medida que subía las escaleras, maravillado por el ruido que venía
del otro lado.
Una vez estuvo arriba, moviendo la mandíbula sin parar, saboreando el
pollo, se acercó a la primera celda que vio. Cobra se le quedó
mirando, se arremangó una de las mangas de su uniforme de preso y
llamó su atención como lo hubiera hecho con un perro callejero.
¡Ven aquí si eres hombre! Andrés se le quedó mirando, y al ver
cómo sacaba el brazo desnudo con el tatuaje de la Cobra por entre los
barrotes, escupió la alita de pollo a medio comer; tenía algo mejor
que llevarse a la boca.
Se agachó ligeramente y dio un par de largas zancadas hasta alcanzar
la celda en la que se encontraba Cobra, uno de los pocos presos que no
disponía de compañero, a tenor de lo que había pasado anteriormente
con los que tuvo. El infectado fue directo hacia el brazo, dispuesto a
arrancarle el tatuaje de un mordisco. Cobra, sin embargo, fue más
rápido y más inteligente. Agarró al carcelero del mugriento mechón
de pelo que ya no cubría su calva, más bien ocultaba una de sus
orejas, y dio un fuerte tirón hacia dentro, llevándose un buen
puñado de pelos en el proceso. Con la otra mano le agarró del
tobillo y estiró con fuerza, hasta hacerle perder el equilibrio.
Andrés cayó al suelo con un fuerte golpe en la cabeza, y Cobra lo
arrastró de los pies hacia él, hasta dar con lo que se había
dispuesto a quitarle. El manojo de llaves estaba sujeto con un
mosquetón a una costura en el pantalón, pero Cobra no se molestó en
desengancharlo, sino que se lo arrancó directamente. Con una sonrisa
del más puro éxtasis en la cara, y viendo como Andrés se alejaba
asustado arrastrándose por el suelo, metió la llave maestra de las
celdas en el agujero de la cerradura, y abrió su puerta en un
santiamén, ante los atónitos ojos de los presentes.
¡No huyas, cobarde! Cobra se guardó las llaves en el bolsillo
lateral del uniforme, e hizo estallar los huesos de todos los dedos de
las manos y los codos, preparándose para darle una paliza al que
representaba en ese momento el culpable de todo el tiempo que había
tenido que malvivir ahí encerrado. Andrés consiguió levantarse,
sangrando por el cuero cabelludo, y trató de plantarle cara,
gruñéndole y frunciendo el entrecejo. Cobra se rió en su cara, y
corrió hacia él. Le propinó una patada en el estómago y un
puñetazo en toda la cara, haciendo saltar un amasijo de sangre y
babas más allá de la barandilla, que acabó estampándose en el
suelo de la planta baja. El infectado trató de escapar, al verse
superado por otro depredador más fuerte, pero Cobra no se lo
permitió. Le golpeó una pierna y le hizo hincarse de rodillas en el
suelo. Acto seguido cargó contra él, y lo agarró del costado, hasta
levantarlo por encima de su cabeza, mostrando una fuerza increíble.
Con un fuerte grito, cogió algo de impulso y lo tiró por encima de
la barandilla, mientras éste se retorcía y vociferaba en el aire.
La caída fue muy aparatosa, hasta el punto que le partió la espalda
y el cuello, dejando la cabeza en una posición imposible. La nave,
que se había quedado en silencio durante la corta pero intensa
batalla, estalló de nuevo en gritos, en este caso de elogio a Cobra;
aplausos que retumbaron con el eco y lo sumieron todo en un ambiente
de jolgorio y alegría como no habían vivido en semanas. Andrés tan
solo consiguió mover uno de sus brazos, aún cuando su intención era
la de levantarse y seguir luchando. Si hubiera tenido la capacidad de
sentir dolor, hubiera preferido morir en ese mismo momento.
Cobra bajó las escaleras, sonriente y orgulloso de lo que había
hecho. Docenas de rollos de papel de váter volaron por los aires,
sumiéndolo todo aún más en un ambiente festivo y de celebración.
Se acercó al cuerpo malherido del guarda y tanteó su costado hasta
que dio con lo que había ido a buscar. Agarró la pistola con ambas
manos, y en un ágil movimiento la cargó. Miró a su alrededor, a
todos los presos que decían maravillas del que era su salvador, el
más grande de todos cuantos habían pisado ese lugar. Apuntó a la
cabeza de Andrés, que le miró atento con sus ojos rojos, más
asustado que irritado, y disparó, haciendo penetrar en su cerebro el
proyectil que acabó definitivamente con su vida.
puntos 7 | votos: 9
A veces - me pregunto si algún día Dios nos perdonará todas nuestras ofensas
y el mal que nos hacemos los unos a los otros; y después me doy
cuenta que Dios hace mucho tiempo que se fue de este mundo.
puntos 15 | votos: 19
Dicen que el amor  -  nos vuelve ciegos y que por causa de él podemos cometer muchas, pero
muchas tonterias. Sin embargo ¿será correcto imbocar al amor para
defender nuestros errores? Cuántas malas decisones podemos justificar
ante los demás diciendo.. es que estaba enamorado...
puntos 4923 | votos: 7327
¡En serio, no lo hagas! - ¡¡TE LO PROHIBO!!










Lo hiciste. Lo sabía.
Moraleja: Si quieres que alguien haga algo, prohíbeselo.
P.D.: No votes positivo.

puntos 11 | votos: 13
Cuando naces... - ...Tu lloras y todos a tu alrededor ríen; Vive de tal forma que
cuando mueras seas tu el que ria y todo tu alrededor llore.
puntos 2 | votos: 6
Hay veces que la vida  -  exige un cambio. Una transición. Como las estaciones. Nuestra
primavera fue maravillosa, pero el verano se ha terminado… y nos
perdimos el otoño. Y ahora, de repente, hace frío, tanto frío que
todo se está congelando. Nuestro amor se ha dormido y la nieve lo
tomó por sorpresa. Y si te duermes en la nieve no sientes venir a la
muerte.
puntos 6810 | votos: 7584
A quien esté leyendo esto: - solo quería decirte que no te conozco y probablemente no te conoceré
nunca, pero si has tenido un mal día SONRÍE. Porque no tienes que
estar triste, siempre habrá alguien ahí, aunque sea un completo
desconocido. :)
puntos 12 | votos: 12
El Placer De La Seducción - Radica en su juego morboso.
puntos 8 | votos: 10
Anoche soñé - que estaba con Dios en la playa. Podía ver en la arena el trayecto de
mi vida entera. Había dos hileras de huellas: unas me pertenecían a
mí, otras pertenecían a Dios. Extrañada le pregunté: Señor, en
los momentos más horribles de mi vida solo hay unas huellas ¿por
qué me dejaste sola? Y Dios me contestó: Nunca te dejé sola, en
esos momentos, te llevaba en mis brazos.

puntos 2 | votos: 8
Cuesta creer - cuántas adicciones hay. Sería muy fácil si sólo hubiera tabaco,
alcohol y drogas. Lo más difícil de una adicción es querer
superarla. Nos por un motivo, ¿no? Algunas veces (demasiadas veces),
lo que empieza como algo normal en tu vida, se convierte en una
obsesión, y de repente, dejas de controlarlo. Buscamos la euforia,
eso que hace que todo lo demás... Se desvanezca. Lo malo de las
adicciones es que nunca acaban bien. Llega un momento en el que lo
que nos ponía eufóricos deja de hacerlo y empieza a doler. Dicen
que no superas tu adicción hasta que tocas fondo, pero... ¿Cómo
sabes que lo has tocado? Porque por mucho que algo te duela, a veces,
dejarlo, duele anún más.
puntos 2534 | votos: 2558
Esos momentos de tensión - cuando te quedas a solas con alguien que apenas conoces y no sabes que decir
puntos 8 | votos: 12
Porque  - Después de tantos días perfectos empecé a creer que de verdad toda la vida sería así.



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