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13.08.2011

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Sabes que te has hecho mayor - Cuando en el medico o dentista dejar de darte caramelos al terminar
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Había una vez un gusano.. -  que se había enamorado de una flor. Era, evidentemente, un amor
imposible, pero el insecto no quería seducirla ni convertirla en su
pareja. Ni tan solo quería hablarle de amor. Él solamente soñaba
con llegar adonde ella estaba y darle un beso. Un solo beso.
Cada día y cada tarde, el gusano miraba a su querida, cada vez más
alta y más lejana. Cada noche soñaba que finalmente llegaba y la
besaba.
Un día, el gusano decidió que no podía continuar soñando con la
flor y no hacer nada por hacer realidad su sueño. O sea que, todo
valiente, avisó a sus amigos; a los escarabajos, a las hormigas y a
las lombrices de que se encaminaría por el tallo para darle un beso a
la flor.
Todos coincidieron en decir que se había vuelto loco y la mayoría
intentó convencerlo, pero no hubo manera, el gusano llegó,
arrastándose, hasta el principio del tallo y comenzó la escalada.
Estuvo encaminándose toda la mañana y toda la tarde, pero cuando el
sol se ocultó, sus músculos estaban exhaustos. “Pasaré la noche
agarrado al tallo – pensó – y mañana continuaré subiendo”.
“Ya estoy más cerca que ayer”, pensó, pero solamente había
avanzado unos centímetros y la flor estaba a más de un metro y medio
de altura. Lo peor fue mientras el gustano dormía; su cuerpo viscoso
y húmedo resbaló por el tallo y al día siguiente el gusano se
despertó allá donde había comenzado el día antes. El gusano miró
hacia arriba y pensó que tendría que doblar los esfuerzos durante el
día y agarrarse mejor durante la noche. No sirvieron de nada sus
buenas intenciones; todos los días, el gusano se encaminaba y la
noche le resbalaba otra vez hasta el suelo. A pesar de eso, cada
noche, mientras descendía sin saberlo, continuaba soñando con darle
el anhelado beso. Sus amigos le pidieron que renunciara a su sueño,
que soñara con otra cosa, pero el gusano se defendió, con razón,
diciendo que no podía cambiar lo que soñaba cuando dormía, y que,
si renunciaba a sus sueños, dejaría de ser quien era. Continuó
igual durante días, hasta que una noche… Una noche, el gusano
soñó tan intesamente con su flor que sus sueños se transformaron en
alas, y al día siguiente el gusano se despertó convertido en una
mariposa, desplegó sus alas, voló hasta la flor, y la besó.
puntos 4 | votos: 4
Mario corre y descorre, - cada veinte segundos, la cortina de la ventana de su habitación.
Desde ahí es donde mejor se ve la puerta de la casa. Tiene que estar
al llegar.
Le sudan las manos. Tiene seca la garganta y los labios un poco
agrietados.
¿No son ya las cinco? Las campanadas de una iglesia cercana así lo
certifican. ¿Y por qué no está ahí ya?
No va a venir. Seguro que no viene. Claro. ¿Qué pinta una chica como
Paula allí, con él? Estará con su novio, aquel tipo guapo de las
flores, el de los besos. Hasta se acostarán juntos…
Mario mira su reloj constantemente. Cinco y un minuto. Cinco y dos.
Cinco y tres… ¡Qué tonto ha sido creyendo que tendría su
oportunidad!
Y entonces el timbre de la casa suena. Melodía celestial. Nunca
jamás se alegró tanto de oír ese estúpido sonido metálico. El
chico se asoma a la ventana. Es ella. ¡Qué guapa está! Lleva un
suéter gris y un pantalón vauqero azul. El pelo suelto. Está
preciosa.
Baja, intentando serenarse en cada escalón. Un hormigueo muy intenso
le invade por dentro. ¡Qué nervios! No se puede creer que Paula
esté ahí. Final de la escalera. Cruza el pequeño pasillo.
Temblando, llega a la puerta. Se santigua y abre.
Se quiere morir. No, no es momento de morirse. Está en el cielo. Ella
enfrente de él, con una gran sonrisa, con los ojos iluminados. No oye
lo que le dice. ¿Qué mas da de lo que hablen? Ahora es incapaz de
pensar en nada. Está ahí: Paula, el amor de su vida, en su casa,
entrando por la puerta. Le da dos besos. Él coloca la mejilla, no se
atreve a poner los labios en su cara. “No hay nadie como tú, mi
amor” suena con fuerza. No, no hay nadie como ella. Como Paula, su
Paula. Querida Paula. La ama y está ahí, subiendo a su habitación.
Gasta alguna que otra broma. Un comentario, ¿qué ha dicho? Da lo
mismo, se ríe. Ella también se ríe. Qué bien. Comparten risas.
Está feliz. Muy feliz. La vida por fin le regala ese momento
especial. Su sueño.
¡Dios, está preciosa! La ama.
Le dice que se siente donde ella quiera. Paula mira a un lado y a
otro, y le pregunta que si puede ser en la cama. Mario traga saliva.
Claro, por qué no.
Estira un poco las mantas para que estén completamente lisas y ella,
sonriendo, se sienta.
Él aparta un poco la silla del escritorio y ocupa su lugar. Empieza
la clase de mates.
No sabe si podrá concentrarse en números y letras que bailan sin ton
ni son en sus cuadernos. ¿A quién le importa el examen del viernes?
Quizá a ellla, para eso ha venido. Tiene que cotenerse y
concentrarse. ¿Por qué sus ojos solo buscan sus labios? ¿Por qué
no puede dejar de mirar sus boca?
Lo sabe. Sabe que lo que más desea en el mundo es besarla, un beso
que le transportaría a la felicidad plena. Pero eso es imposible. ¿O
no?
Ahora Mario se levanta de su silla. Ella le pide que se acerque para
explicarle por qué aquel número va allí y por qué aquella línea
termina en aquel punto. Él intenta explicarlo, pero no es demasiado
convincente. En realidad, no sabe lo que está diciendo.
Sin querer, se ha sentado también en la cama, junto a ella, muy
juntos, pegados.
“No hay nadie como tú. No hay nadie como tú, mi amor”.
Paula lo mira. No comprende nada de lo que le está contando, tal vez
porque lo que Mario le está explicando no tiene ningún sentido.
Sus cuerpos se rozan. Sus caras están cada vez más cerca. La música
más alta.
Quiere besarla. Tiene que saber muy bien. Una chica como aquella, como
su Paula, debe de ser como el mejor fruto que puede degustar. No cree
que exista nada más dulce. ¿Qué hace? Su corazón le pide que la
bese: “Bésala, Mario. Bésala”.
Ella no habla. ahora solo lo observa, y sus ojos se encuentran. Por
fin: las miradas, el juego de miradas del que tanto hablan. Es una
señal.
Sonríe. ¿Es otra señal?
Sí, a lo mejor es la señal que buscaba. La definitiva. ¿Cómo puede
saberlo si nunca ha besado a nadie? Es el momento, la ocasión. El
cielo le espera. Ve cómo ella cierra los ojos. Ahora.
Mario cierra los ojos. Inclina su cuello hacia la derecha. Espera el
contacto con sus labios. Oye su nombre. ¿Por qué lo llama? Sacude su
hombro. ¿Es esto un beso?
No, no siente la humedad de su boca. Vuelve a oír que lo llaman.
Ahora el zarandeo es mucho mayor. “¿Qué pasa?”, piensa Mario.
Abre los ojos. Es Miriam.
- ¿Pero tú sabes la hora que es?
Mario mira su reloj.
“¡Joder, las siete!”. Se ha quedado dormido. De un salto se
incorpora de la cama maldiciéndolo todo.
- Mierda.
- Paula te ha estado llamando al móvil no sé cuántas veces y no se
lo has cogido.
Mario coge su móvil. Diez llamadas perdidas. Hundido, sale de la
habitación, entra en el cuarto de baño y, con los ojos hinchados,
llora amargamente delante del espejo.
puntos 16 | votos: 16
Solo con esas palabras - has hecho que el resto del día sea feliz
puntos 22 | votos: 24
Pide un deseo.. - Deseo que mi deseo por una vez se cumpla.

puntos 10 | votos: 10
El amor - En español... Un idioma,
En mates... Un problema,
En historia... Una guerra,
En geografia... Una montaña,
En quimica... Una reaccion,
Y en arte... Un corazon♥



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