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13.08.2011

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Los mejores abrazos - Son los que se dan por nada
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DIARIO DE UN PERRO - -Primer semana. ¡Hoy cumplí una semana de nacido! Que alegria haber
llegado a este mundo. Primer mes.  Mi mamá me cuida muy bien, es una
mamá ejemplar. Dos meses. Hoy me separaron de mi mamá. Ella estaba
muy inquieta, y con sus ojitos me dijo adiós, esperando que mi nueva
familia humana me cuidara tan bien como a ella. Cuatro meses. He
crecido rápido, todo me llama la atención, hay varios niños en la
casa que para mí son mis hermanitos, somos muy inquietos ellos me
agarran la cola, y yo les muerdo jugando. Cinco meses.  Hoy me
regañaron, mi ama se molestó porqué me hice pipí dentro de la
casa, pero  nunca me han enseñado donde debo hacerlo, además duermo
en un cuartito y... ya no me aguantaba. Ocho meses. Soy un perro
feliz, tengo el calor de un hogar, me siento tan seguro, tan
protegido. Creo que mi familia humana me quiere y me consciente mucho.
Cuando están comiendo, me  convidan. Doce meses. Hoy cumplí un año,
soy un perro adulto. Mis amos dicen que crecí mucho más de lo que
ellos esperaban. Aiis que orgullosos se deben de sentir de mí. Trece
meses. ¡Qué mal me sentí hoy! Mi hermanito me quitó la pelota, yo
nunca le agarro sus  juguetes, así que se la quité, pero mis
mandibulas se han hecho muy fuertes, y lo lastimé sin  querer.
Después del susto me encadenaron, casi sin poderme mover, al rayo del
sol, dicen que van  a tenerme en observación y que soy un
desagradecido, de verdad no entiendo nada de los que pasa. Quince
meses. Ya nada es igual, vivo en la azotea, me siento muy solo, mi
familia ya no me quiere. A veces se les olvida que tengo sed y hambre.
Cuando llueve, no tengo un techo que me cobije. Dieciseis meses. Hoy
me bajaron de la azotea, de seguro mi familia ya me perdonó. Yo me
puse tna contento que daba saltos de gusto, mi rabo parecia un
látigo, encima de eso, me van a llevar  con ellos de paseo. Nos
enfilamos hacia la carretera, y de rrepente se pararon, abrieron la
puerta, y yo me bajé feliz creyendo que haríamos nuestro dia de
campo. No comprendo, porque cerraron  la puerta, y se fueron. -¡Ei
oigan, esperen! Ladré. -¡Se olvidan de mí! Y corrí detrás del
coche con todas mis fuerzas, mi angustia crecia al darme cuenta que
casi me desvanecia, y ellos, no se detenian. Me habian abandonado.
Diecisiete meses. He tratado en vano de buscar el camino de regreso a
casa, estoy perdido. En mi  sendero hay gente de buen corazón, que me
ve con triteza y me dá algo de comer, yo les agradezco con mi mirada,
y desde el fondo de mi alma. Quisiera que me adoptaran y seria leal 
como ninguno, pero solo dicen: -Pobre perrito, debe estar perdido.
Dieciocho meses. El otro dia pasé por una escuela y ví a muchos
niños y jovencitos, con mis hermanitos, me acerqué, y un grupo de
ellos, riéndose, me lanzó una lluvia de piedras para ver quién
tenia mejor tiro, una de esas piedras me lastimó, y perdí un ojo.
Diecinueve meses. Parece mentira, cuando estaba mas bonito se
compadecian de mí, ya estoy muy flaco, mi aspecto ha cambiado, la
gente me saca a escobazos cuando pretendo echarme en  una pequeña
sombra. ¿Que pasa?  Veinte meses. Casi no puedo moverme. Hoy, al
tratar de cruzar una calle, donde pasan muchos coches, uno me
arrolló, según yo estaba en un lugar seguro pero, nunca olvidare la
mirada de satisfacción del conductor, y hasta se ladeó con tal de
centrarme, ojalá me hubiera matado, pero solo me dislocó la cadera,
mis patas traseras no me responden, y con dificultad me arrastro hacia
la hierba del camino. Tengo diez dias bajo el sol, la lluvia, el
frio... Sin comer, no puedo moverme.  El dolor es insoportable, me
siento muy mal. Quedé en un lugar humedo, y hasta parece que mi  pelo
se está cayendo, casi estoy inconsciente, pero la dulzura de su voz
me hizo reaccionar: -Pobre perrito, mira como te han dejado-decia.
Junto a ella, venia un señor con bata blanca, empezó a tocarme y le
dijo: -Lo siento señora, este perro no tiene remedio, es mejor que
deje de sufrir. A la gentil dama se le salieron las lagrimas, y
asintió. Como pude moví mi rabo, y la miré agradeciendole que me
ayudára a descansar. Sólo sentí el piquete de la inyección, y me
dormí para siempre, pensando porque tuve que nacer, si nadie me
queria.



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