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¿Sabías que... - El hermano de Madonna vive debajo de un puente?
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Escuchar - Un anuncio de radio solo por su música de fondo
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Si claro... - las tetas...
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          Real Barça  y       -  Fútbol Club Madrid
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Toreros - Ahora no solo matan toros, también matan personas

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Al otro lado de la vida 1x73 - Piso de la familia Clark
7 de septiembre de 2008

Sofía miraba al vacío apoyando los codos y los brazos en la fría
barandilla metálica del balcón. La calle tenía con diferencia el
peor aspecto que jamás había tenido. Pese a estar vacía, no
invitaba a bajar, pues el peligro podía acechar detrás de cualquier
esquina. Donde antes aparcaban coches y más coches, algunos de ellos
incluso en doble fila gran parte del día, ahora tan solo habían
papeles tirados por el suelo, latas de refresco y cerca del buzón de
correos una mancha oscura en el suelo que no podía dejar de mirar.
Unas horas antes había visto en ese mismo sitio el cadáver de un
anciano; no sabía cómo había llegado ahí. Nadie se había
molestado en acercarse a socorrerle, hasta ahora, aparentemente.
Porque de lo contrario…
	No quiso pensar en eso y miró hacia otro lado. Persianas y más
persianas cerradas hasta abajo en pleno verano, como si esos
monstruos pudiesen escalar varios metros o volar para entrar por ahí
a acabar con ellos. Montones de basura debajo de las ventanas y el
ruido de fondo de disparos muy muy lejanos. Se encontraba
terriblemente sola, sola en la ciudad, sola en el bloque de pisos,
pues el resto de vecinos había abandonado la ciudad días antes, la
mayoría de ellos con funestos resultados. Tenía los nervios
destrozados y no paraba de pensar que Morgan podía cometer un error
en cualquier momento y sucumbir ante esos descerebrados. Le odiaba
por anteponer su trabajo a su familia y no había manera de quitarse
ese nudo del estómago. 
Los últimos días tan solo había pasado en casa unas horas para
asearse y dormir un poco, lo justo para salir de nuevo a la madrugada
el día siguiente y dejarla sola una vez más. Cada vez que se iba
tenía la sensación que sería la última vez que le vería con
vida. Le seguía con la mirada desde el balcón, esperando que se
girase para despedirse como era debido, pero él giraba la esquina a
toda prisa y se perdía de nuevo en la incertidumbre. Las horas de
espera se le hacían eternas, esperando recibir una llamada o mirando
por el balcón a ver si le veía aparecer de nuevo sano y salvo. Pese
a que después de la última discusión la llamaba al menos dos veces
al día, para ella resultaba ampliamente insuficiente, y no sabía
cuanto tiempo podría aguantar esa tensión en el cuerpo antes de
explotar. No temía por ella misma, pues sabía que estaba en un
lugar seguro al que esos desalmados jamás podrían acceder, pero no
podía soportar la idea de perder a Morgan. Si lo perdiera… ya no
habría motivos para seguir viviendo en ese extraño nuevo mundo. 
	De repente sonó el teléfono dentro de casa, y eso la abstrajo de
sus pesimistas pensamientos. Había dejado la puerta corredera
abierta precisamente por si llamaban, y ahora una leve sonrisa
emergió de sus labios carnosos. Acompañada por la leve música de
fondo de la única emisora de radio que aún se resistía a asumir lo
que estaba pasando, entró en el salón, sorteando el marco de la
puerta corredera. De nuevo se mostraron ante ella todas esas cajas de
cartón y de madera que llenaban el espacio allí dondequiera que
mirase, amontonadas unas sobre otras. Más de dos docenas de cajas
con comida en conserva y garrafas de agua mineral, la particular
aportación de Morgan para con ella, cuando ella hubiera preferido
mil veces morir de hambre siempre que él estuviese a su lado en esos
momentos tan difíciles.
	Pasó junto a la tele, antes de alcanzar el teléfono. Le había
desenchufado la antena porque no podía sufrir ni un minuto más de
ese acribillamiento de noticias funestas que daban fe a cada minuto
de la expansión de esa pesadilla en cientos de nuevos focos
alrededor del mundo. Más de la mitad de las cadenas mostraban un
simple y austero cartel que rezaba “Estamos subsanando unos
problemas técnicos y durante las próximas horas no podremos emitir
con normalidad, disculpen las molestias”, mientras el resto
adquiría a cada nuevo minuto imágenes y más imágenes en las que
la sangre y las armas eran las protagonistas, imágenes con una
intención tranquilizadora que tan solo conseguían asustar más a
los televidentes. Levantó el auricular.
SOFÍA – ¿Si? Morgan, ¿eres tú?
MORGAN – Ay, chocolatina…
SOFÍA – ¿Estás bien? Llamas pronto…
MORGAN – Encima te vas a quejar de que te llamo.
SOFÍA – No por Dios, solo…
MORGAN – Tengo…
SOFÍA – ¿Si?
MORGAN – Acabo de salir de una reunión con el capitán Alberto.
SOFÍA – ¿Aquél vejete tan majo?
MORGAN – Si…
SOFÍA – ¿Y?
MORGAN – El caso es que…
SOFÍA – ¿Qué pasa?
MORGAN – Ha trazado un plan muy bueno para arreglar todo esto,
aliando fuerzas entre los soldados, los bomberos, los voluntarios, la
policía de Etzel y todos nosotros.
SOFÍA – ¿A dónde quieres ir a parar?
MORGAN – Nos ha elegido a Rafael y a mí para capitanear a un grupo
al norte de Etzel.
	Sofía se mantuvo en silencio. Hubiera deseado no levantar el
auricular, pero ya era tarde para eso. Morgan esperó unos segundos
una réplica que jamás se llegó a efectuar, y acto seguido siguió
con su repertorio. Sabía o al menos preveía cual sería la
reacción de su esposa ante esa noticia, y por ello se alegraba de no
tener que dársela en persona. En el fondo no era tan valiente.
MORGAN – El caso es que tendremos que pasar ahí una semana, dos a
lo sumo si se complica la cosa. Es un… es un plan muy bueno, y
seguro que enseguida lo tenemos controlado y podré volver contigo…
Tú estás segura ahí dentro, con la barricada del portal y todas las
cajas que trajimos Gucho y yo el otro día. No salgas por nada del
mundo, aunque alguien te pida ayuda desde la calle; sobretodo si
alguien te pide ayuda desde la calle. Ahí estás más segura que en
ningún otro sitio, sólo te pido que seas paciente. Cuando vuelva te
prometo que ya no volveré a irme de tu lado… Es un gran honor que
Alberto haya confiado en nosotros para esa misión. Entiéndelo, no
podemos negarnos, ahora cuando más nos necesitan.
	Ante la ironía que rezumaba de las palabras de su esposo, éste de
nuevo solo obtuvo el silencio como respuesta.
MORGAN – Sofía, dime algo.
SOFÍA – Haz lo que te de la gana.
MORGAN – No me digas eso, mujer… 
SOFÍA – Nada de lo que diga va a hacer que cambies de opinión,
¿de qué serviría? 
MORGAN – Lo siento pero me tengo que ir. Tengo… ¿No te enfadas,
verdad?
	Morgan sabía contra quien estaba jugando, y fue paciente al no
obtener respuesta por tercera vez consecutiva.
MORGAN – Te quiero, bomboncito.
	El teléfono comenzó a comunicar tras esas palabras. Sofía colgó
el teléfono lentamente, con la mirada fija en la foto que había
junto a él en la cómoda, en la que se podía ver a ella y a Morgan
el día de su boda, veinte largos años atrás. Esos eran tiempos
felices, en los que jamás discutían y en los que para él, ella era
siempre la prioridad absoluta. Se preguntó una vez más qué había
cambiado, si era culpa suya, e irremediablemente los ojos se le
llenaron de lágrimas.
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Si estas leyendo esto -  eres bella & alguien por ahí esta loco por ti. Sonrie asi,porque la
vida es demasiado corta para ser infeliz.
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Hasta que no liberéis - al Pato Wilix ¡no os dejor pasar!
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Feel like a gamba -
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C.H.I.N.O.S - Comunidad de Humanos Idénticos Normalmente con Ojos Semicerrados

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¡ostras - pero si es Jackie Chan!
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F_ _ I C I D A D - Lo único que me falta es ÉL.
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walt_k - ¿Y quién no lo tiene agregado a sus amigos?
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Yo no >. -
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Desmotiva - Que te llames Soledad y estés SOLA

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Amigos para siempre - Descripción Gráfica
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Solitaria Tenia - Este bicho puede estar viviendo en tu estomago y no lo sabes.
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Parkour - Creerme...con entrenamiento esfuerzo sangre fria dos piernas y dos
brazos subes a lo mas alto.
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Que pensaban que... - Ivan a traer aquí el cuerpo de Bin Laden Já .l.



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