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14.02.2011

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bueno 1081 | malo 295
Veterano Nivel 2
La razón de baneo:
insultos


puntos 16 | votos: 16
Ahora ven y dime - que tu no lloraste al ver Bambi
puntos 12 | votos: 16
Harry Potter y yo... - tenemos un amigo en común...y se llama RON
puntos 13 | votos: 13
Por esas ganas - de tirarte cuando todo te sale mal
puntos 1 | votos: 5
Tan poderosos que son - él y Voldemort, que en la batalla final se pelean lanzándose rayos de colores.
puntos 15 | votos: 15
Este es otro cartel protesta,  - como muchos otros que hay en la cola. 
Y los motivos de este cartel: 
+ ESTOY HARTA DE LAS MALAS PRINCIPALES Y LOS PLAGIOS. UNA COSA ES QUE
EL AUTOR DEL CARTEL NO SEPA QUE HAY OTRO IGUAL, PERO QUE EL SR. DE
DESMOTIVACIONES SUBA DOS CARTELES IGUALES A LA PRINCIPAL CUANDO HAY
MUCHÍSIMOS EN LA COLA QUE SE MERECEN UNA PRINCIPAL ME PARECE POR LO
MENOS INJUSTO.  LA GENTE SE ESTÁ OLVIDANDO DE EL VERDADERO SENTIDO DE
LA PÁGINA. 
SEÑOR DE DESMOTIVACIONES RECUERDA SIN NOSOTR@S NO ERES NADA. !
PD. No quiero votos positivos y lo siento si he ofendido a alguien
pero es que siento que hay que hacer algo. Ahí lo dejo.

puntos 978 | votos: 1172
En la Rusia Soviética - Las armas blancas no cortan
Problem?
puntos 15 | votos: 15
Honi  - ¿porque todos tus negativos van dirigidos a mi?
puntos 2288 | votos: 2476
No sé qué me desmotiva más - Si el mini-regetonero con sobrepeso o las aprendices de poligoneras
puntos 3807 | votos: 3889
Nosotros que somos - los adolescentes tenemos la oportunidad de cambiar el mundo
¿Quien esta conmigo ?
puntos 10 | votos: 10
CARA CULO - Descripción Gráfica

puntos 1252 | votos: 1340
Con este calor - No le dará tiempo a leerse la revista
puntos 2459 | votos: 2551
La vida es como el Tetris...  - haces algo bien y desaparece, mientras que tus errores se acumulan hasta perder
puntos 23 | votos: 25
Feel like a Link - Solo faltaba que se haya encontrado dinero dentro del jarrón
puntos 19 | votos: 19
Guitarra de juguete - coger una y sentirte Rodolfo Chikilicuatre
puntos 2376 | votos: 2444
Que Curioso Es El Humano - Nacer no pide, vivir no sabe, morir no quiere.

puntos 2724 | votos: 3236
Amy, este cartel va por ti - A pesar de todo, hoy se ha ido una gran cantante. Descansa en paz.
puntos 1695 | votos: 1753
Ese momento de sentirse  - gilipollas al atragantarte con tu propia saliva.
puntos 10 | votos: 14
10 años... - Y nada a cambiado
puntos 1833 | votos: 1883
Solidaridad con Noruega - una vez mas los asesinos vuelven a actuar derramando sangre inocente.
Este cartel es mi humilde homenaje a los caidos
puntos 8 | votos: 8
poner boing - ver series asi y volver a tu infancia

puntos 10 | votos: 10
-¿Te gusta el agua? - -Si
-Bien, ya te gusta el 70% de mi
puntos 2 | votos: 20
Eh yejado a zien karteles - Dedikado ah todhos lhos husuarios de dhesmotibaziones
puntos 38 | votos: 38
Al final el amor - Lo cura todo
puntos 13 | votos: 13
No es que te odie - Pero a ver si algún día te lo atascan con un palillo
puntos 11221 | votos: 11585
Esto es amor. -

puntos 960 | votos: 1196
Virginidad - Palabra que dentro de poco se clasificará entre los vocablos antiguos...
puntos 7 | votos: 9
Por que todos alguna vez - Nos hemos despertado sudando tras una pesadilla
puntos 7 | votos: 9
Tumbarte - En el cesped y pensar en todo lo que te preocupa y todo lo que te alegra
puntos 15 | votos: 15
No crezcan niños - No crezcan jamas
los grandes a este mundo 
le hacen mucho mal
puntos 28 | votos: 30
Peter Griffin - Va al médico

puntos 50 | votos: 50
Coño - ¿Y esto?
puntos 11 | votos: 11
En 1994 - Se murio Kurt Cobain              Nace Justin Bieber         Se separo
Guns & Roses
puntos 31 | votos: 31
¿Sabias que... - las mujeres tenemos una afinidad especial con los gatos?
puntos 8 | votos: 10
¿Sabes que más de 1000 aves - mueren anualmente por estrellarse contra las ventanas?
puntos 16 | votos: 16
Esa alegría - De cuando tu perro ya ha aprendido a subir escalones

puntos 32 | votos: 32
¿Por qué - todas las chicas que aparecen en los carteles de amor son guapas y delgadas? 
=(
puntos 1 | votos: 7
Al otro lado de la vida 1x104 - Comisaría 102 de Sheol 
1 de octubre de 2008

Morgan notó como esos ojos se clavaban en él, culpándole por su
muerte, llenos de ira. Pero sabía que no eran más que imaginaciones
suyas, acompañadas de la mediocre visibilidad que ofrecían las
linternas. Se acercó algo más para acabar de convencerse de que
había muerto, pero no cabía duda alguna. Estos últimos días había
conseguido apaciguar la molesta voz de su conciencia que le repetía
una y otra vez que él y no otro era el responsable de la muerte de
tanta gente, incluidos Rafael y Sofía. Ahora una muerte más se le
sumaba a al espalda, y notó como se derrumbaba en cuestión de
segundos todo cuanto había avanzado. 
	Alejó el haz de luz del cadáver, comprendiendo al iluminar el
inodoro rebosante de la celda que el mal olor provenía de él, y no
solo de Marcelino. Tragó saliva. Le temblaban las manos y se le
había resecado la boca. Caminó hacia la mesa del centro de la sala,
y tomó asiento en una de las rudimentarias sillas que había a su
lado, al tiempo que soltaba las llaves y la linterna con desgana sobre
la mesa. Apoyó el codo en la superficie de madera y se sostuvo la
cara con la mano, mirando a ninguna parte, pensando en todos los
errores que había cometido y en cuantos inocentes habían tenido que
pagar por su culpa. Bárbara se le acercó, al verle tan afectado. Zoe
iba por libre. Entró linterna en mano a una de las celdas grandes del
fondo de la sala, la única que estaba abierta, y comenzó a
observarlo todo con curiosidad. 
BÁRBARA – ¿Lo conocías?
MORGAN – Si…
	La miró y se preguntó si ellas no serían las siguientes en caer
por su culpa, si arrastrándolas consigo no acabaría haciéndolas
matar, como había pasado con todos cuantos había tratado de salvar
desde que empezó esa masacre. Ahora más que nunca tenía la clara
convicción que no había hecho una a derechas. Por mucho que se
esforzase, todo le salía mal y acababan pagando justos por pecadores.
De nuevo flotó ante él la misma pregunta que le había estado
rondando por la cabeza todo el tiempo que había permanecido en casa,
después de encontrar a su esposa muerta en el baño: ¿Para qué
seguir adelante?
MORGAN – Lo conocía.
BÁRBARA – ¿Se olvidaron que estaba aquí?
MORGAN – Eso es evidente.
BÁRBARA – Pobre… 
MORGAN – Le arrebaté la posibilidad de sobrevivir.
	Bárbara le miró, pero con la mirada ausente que le acompañaba
desde hacía horas.
BÁRBARA – Al menos no está infectado. Quizá el afortunado es él.
Ya no tiene nada de lo que preocuparse, y murió sabiendo que jamás
sería uno de ellos.
	Morgan la miró frunciendo el entrecejo. Le estaba empezando a poner
nervioso lo que decía y cómo lo decía, pero entonces recordó por
lo que estaba pasando ella, y prefirió no echar más leña al fuego.
Por lo visto esa noche todos tenían motivos para estar cabizbajos,
motivos para desear aislarse del mundo, para gritar hasta perder el
aliento y mandarlo todo a freír espárragos. Todos menos Zoe, que se
limitaba a vivir donde le había tocado, tratando de amoldarse como
podía, sabiéndose conocedora de que siempre habría alguien a su
lado dispuesto a cuidar de ella. Se había subido al colchón más
alto de la litera y miraba hacia abajo, jugueteando con el pelo ya
bastante sucio, notando como la sangre se le subía a la cabeza.
MORGAN – Mañana en cuanto amanezca nos vamos de aquí. Yo iré al
sur, vosotras haced lo que os de la gana. Tampoco es tan mala idea
buscar alguna casita a las afueras de un pueblo pequeño. Con tal que
no haya infectados por los alrededores será suficiente. Yo estuve
unos días en una casita en el bosque, a unos kilómetros de Etzel, y
no vimos pasar ninguno en días.
	Bárbara hubiera querido darle la réplica, pero no se sentía con
cuerpo de comenzar lo que de bien seguro acabaría en una discusión.
No le quedaban fuerzas para pedirle que no las dejara solas; ahora lo
que le apetecía era descansar y olvidarse de todo. Mañana sería
otro día.
MORGAN – Será mejor que nos acostemos ya. Necesitamos estar
descansados para mañana.
BÁRBARA – Si…
	El policía se levantó de la silla. Cogió su linterna y las llaves
y se dirigió a la puerta que habían necesitado abrir para entrar. La
cerró con llave, asegurándose que nadie pudiese llegar hasta ahí
mientras dormían, o que al menos no pudiera alcanzarles, y se
dirigió hacia la celda donde ya estaban las chicas. Vio cómo
Bárbara y la niña se decían algo. Ella estaba encorvada para
ponerse a su altura. Entonces Zoe le dio un beso en la mejilla y
Bárbara se lo devolvió. Ambas miraron a Morgan y cuando se acercó
hasta ahí, Bárbara le hizo un gesto con la cabeza y Zoe se dirigió
hacia él, plantándosele delante, impidiéndole entrar a la celda.
ZOE – Buenas noches.
	Morgan la miró, descolocado. Bárbara colocaba un par de grandes
velas sobre un pequeño mueble que había entre ambas literas,
encendiéndolas acto seguido.
MORGAN – Bu… Buenas noches.
	Zoe se acercó más a él y se puso de puntillas. Morgan arrugó un
poco la frente, pero se agachó, a tiempo de recibir su beso de buenas
noches. Él mismo le dio uno a ella, sintiéndose totalmente fuera de
lugar. Entonces la niña corrió de vuelta a la litera, y subió
ágilmente las escaleras para quedar tumbada boca arriba respirando
agitadamente. Bárbara le hizo un gesto con la cabeza al policía, y
se tumbó en la cama que había debajo. Morgan anduvo hacia la otra
litera y se sentó en la cama de abajo. Se quitó las botas y todos
los accesorios que llevaba en el uniforme, y se tumbó.
	Zoe se durmió enseguida, exhausta como estaba por el día tan largo
que había tenido. Morgan se quedó varias horas dándole vueltas al
mismo tema, preguntándose hasta qué punto era él responsable de
todas esas muertes, deseando encontrar alguna posibilidad de
redención que le permitiera volver a confiar en sí mismo. A Bárbara
le costó mucho dormirse. En su cabeza no hacía más que repetirse
una y otra vez la misma pregunta: ¿Estoy infectada?
puntos 10 | votos: 14
En un mundo paralelo -
puntos 13 | votos: 15
¿Sabías que... - los hipopótamos corren más rápido
que el ser humano medio?
puntos 50 | votos: 52
Ballena azul - Nacen con 2,5 toneladas y una longitud de ocho metros.

Llegan a tener 30 metros de longitud y hasta 180 toneladas de peso.
Solo su lengua puede pesar tanto como un elefante, y el corazón, como
un automóvil.

La ballena azul de mayor edad conocida, vivió alrededor de 110 años.

Es el animal conocido más grande que jamás haya poblado la Tierra.

puntos 8 | votos: 12
Al otro lado de la vida 1x102 - Comisaría 102 de Sheol 
1 de octubre de 2008

Ahora todo parecía haber cambiado radicalmente. El mundo seguiría
siendo una mierda, y la muerte acecharía detrás de cada esquina,
como de costumbre, pero ese nuevo rayo de esperanza le sirvió para
apaciguar un poco la sensación de fracaso de la anterior
encadenación de tragedias y malas noticias. Con la sensación del
trabajo bien hecho y la ilusión que le había hecho ese bonito
presente de su difunto amigo, agarró todo tal cómo pudo, dejó
abiertas ambas taquillas, y se dirigió de vuelta a la sala central de
las oficinas. Pasó junto a las chicas, que le miraban atentas y tan
sorprendidas como él por el hallazgo, y les llamó la atención.
MORGAN – ¿A qué esperáis? Seguidme.
	Morgan se acercó a la mesa más cercana, y con un rápido movimiento
con el brazo libre tiró todo su contenido al suelo, para substituirlo
acto seguido por el arsenal del que había conseguido apropiarse en
los últimos minutos. Una escopeta, un revólver y una pistola
semiautomática, amén de sus respectivas municiones. Una vez lo tuvo
todo bien organizado sobre la mesa, llamó la atención de Bárbara,
que enseguida se acercó. Zoe se sentó sobre otra de las mesas y se
puso a jugar con un extraño artilugio dónde cinco bolas de acero
pendían de un bastidor de metal, suspendidas a la misma altura
formando una línea. Agarró una de ellas, y la hizo chocar con el
resto, sorprendiéndose al ver que sólo una de las otras cuatro bolas
salía despedida en la dirección contraria. Estaría entretenida un
buen rato.
MORGAN – Esto es una pistola semiautomática.
	Morgan presionó un botón a la altura de su pulgar en la culata del
arma, dejando caer el cargador sobre su otra mano. Estaba vacío, pero
ya le venía bien.
MORGAN – Esto es el cargador. Se saca presionando éste botón. Las
balas se meten por aquí, caben hasta diez.
	Morgan entregó el cargador a Bárbara y sacó diez balas de una de
las cajas que le había proporcionado Rafael. Bárbara agarró una de
ellas, y trató de meterla, sin conseguirlo.
MORGAN – No, al revés.
	Bárbara lo hizo, y se sintió sonreír por un momento. Había
conseguido desinhibirse de ese gran ladrillo que tenía encima desde
hacía horas y que amenazaba con aplastarla en cualquier momento.
Metió las diez balas y le entregó de nuevo el cargador a su
instructor.
MORGAN – Cuando esté lleno, lo metes de nuevo por la culata, hasta
que oigas un clic. Ahora está cargada, pero si disparas no pasará
nada. Tienes que agarrarla con fuerza de aquí arriba, y estirar hacia
atrás hasta que notes que no cede más. Así sabrás que está
preparada para disparar. Eso sólo lo tendrás que hacer una vez cada
cargador. Y esto es el seguro. Ahora está puesto, si lo mueves hacia
abajo, lo quitas. Tenlo siempre puesto si no la vas a utilizar.
	Bárbara asintió con la cabeza. Morgan le entregó la
semiautomática y ella volvió a notar esa extraña sensación de
excitación en el estómago. Era la primera vez que cogía un arma de
fuego, y se sentía enormemente poderosa, invencible e incluso
importante. Morgan se giró hacia la niña, y le llamó la atención
con un corto Eh, al tiempo que chasqueaba los dedos para sacar a Zoe
de su ensimismamiento con la cuna de Newton. Le miró y el policía le
indicó con una mano que se acercase. Ella bajó de un salto de la
mesa, y se acercó hacia los adultos. Bárbara, pistola en mano,
frunció en entrecejo al ver esa escena, y se quedó de piedra al
advertir que Morgan cogía el revólver de la mesa.
BÁRBARA – ¿Qué haces?
MORGAN – Dándole un arma a la niña, para que se defienda. Para eso
habíamos venido, ¿no?
BÁRBARA – No crees que sea peligroso darle un arma a un niño.
MORGAN – ¿Tú crees que esos chiflados tendrán en cuenta que es
una niña y la dejarán irse, si la tienen a huevo? Más peligroso
será para ella estar desarmada, hoy día.
	Bárbara frunció en entrecejo y miró sus penetrantes ojos marrones.
Estaban esperando que le dijese cualquier cosa para saltar. Se limitó
a guardar silencio, sin saber muy bien qué decir.
MORGAN – ¿Algún problema?
	Bárbara negó lentamente con la cabeza. Aunque fuera una niña,
tenía el mismo derecho a defenderse que cualquiera de ellos, de modo
que no encontró objeción alguna para que ella fuera la poseedora de
la tercera arma en discordia, asumiendo que la escopeta se la
quedaría su legítimo dueño. Morgan le ofreció el arma a la niña y
casi se le cae al suelo, pues no esperaba que fuera tan pesada.
Durante un momento llegó a dudar que ofrecerle un revólver a un
niño de 10 años fuera sensato; hacía unos meses no lo habría sido,
él mismo hubiera puesto el grito en el cielo si se lo hubieran
planteado.
MORGAN – Esto es muy fácil. Aprieta aquí.
	Zoe acató la orden, y el tambor se separó del resto del arma,
mostrando cuatro de sus cinco orificios ocupados por balas. Morgan
agarró la quinta bala de la caja que había cogido del cajón de
Alberto y se la ofreció a la niña, que tenía los ojos abiertos como
platos, una leve sonrisilla pícara en la cara y algo de vergüenza al
ver cómo la miraba Bárbara, todavía algo superada por la
situación.
MORGAN – Mete esa bala en el hueco que queda.
ZOE – ¿Aquí?
MORGAN – Si.
	Zoe introdujo la bala bien a la primera. Acto seguido colocó de
nuevo el tambor en su lugar con un rápido movimiento de muñeca,
imitando lo que acababa de ver hacer al policía, sorprendiendo tanto
a Bárbara como a Morgan.
MORGAN – Muy bien.
Zoe se sonrojó al recibir ese elogio de boca de Morgan.
MORGAN – Cuando tengas que utilizarla, Dios no lo quiera, tienes que
tirar hacia atrás esto, el percutor, y… apretar el gatillo.
ZOE – ¿Y ya está?
MORGAN – Si. Es sencillo. En cada disparo tendrás que tirar hacia
atrás la palanquita ésta, pero no hay más misterio.
	Morgan se quedó mirando como la niña jugueteaba con la pistola.
Confiaba que no fuera tan inconsciente como para cometer una
estupidez, pero estaba dispuesto a correr el riesgo, pues era mucho lo
que ganaría en comparación, no dejándola a merced de los malos. 
MORGAN – Bueno, pues… Creo que ya hemos acabado.
puntos 14 | votos: 14
Llegara el día... - que desmotivaciones tenga la misma cantidad de imágenes que google...
puntos 4 | votos: 6
El amor - tan bueno pero a la ves tan malo
puntos -11 | votos: 31
Desmotiva - Que este chico Justin Bieber haya luchado por su futuro y que después
la gente le llame maricón o gay sin ni siquiera conocerlo.
puntos 9 | votos: 9
Arte callejero - Versión Portal

puntos 11 | votos: 15
Quise robarle a alguien... - ...pero el Gobierno se me adelanto.
puntos 8 | votos: 8
Al otro lado de la vida 1x95 - Entrando a Sheol por su parte oriental
1 de octubre de 2008

Morgan viró a la derecha tan rápido como pudo y enfiló la primera
calle que encontró, alejándose de ese modo de su objetivo. De haber
seguido hacia la comisaría, se habría tenido que cruzar con todos
ellos, así que tuvo que encontrar otra alternativa. Bárbara y Zoe se
habían dado media vuelta, hincando las rodillas en su asiento, para
ver desde ahí como se acercaba esa masa ingente de personas. Morgan
giró de nuevo, dándoles esquinazo y dejando de nuevo al todoterreno
en una zona desde la que no se les veía, de momento. Miró
rápidamente a un lado y al otro, y finalmente tomó la decisión más
adecuada que fue capaz de encontrar. 
Estaban junto a la bolera Sejoq, recientemente inaugurada. El
aparcamiento, al igual que el del resto de locales de la zona estaba
desierto, tan solo salpicado por algunas hojas secas y algún que otro
papel de periódico que se hacía eco de la tragedia. Pero algo hacía
a esa bolera diferente al resto de locales con los que se habían
cruzado en su corta pero intensa huída de los infectados. Todos los
demás tenían grandes y pesadas persianas mecánicas y metálicas
bajadas, impidiendo el paso a propios y ajenos, como la situación lo
requería. La bolera tan solo disponía de una reja manual que
mostraba cientos de rombos y permitía ver lo que había tras ella;
una puerta entreabierta con el logotipo de la bolera impreso sobre el
cristal al otro lado. Estaba a medio bajar; era todo cuanto impedía
el paso. Al parecer el dueño había tenido tanta prisa al salir que
no había tenido tiempo de cerrar correctamente.
Si bien ello representaba que no tendrían dificultad alguna para
acceder, de igual modo no les daba la seguridad que alguien lo hubiese
hecho antes que ellos. De todos modos, no había tiempo para
pensárselo dos veces. Morgan dirigió el todoterreno hacia la entrada
del parking de la bolera y lo dejó aparcado con un sonoro frenazo en
la plaza de minusválidos que había junto a la entrada. No hizo falta
siquiera hablar para que todos se sincronizasen, abriendo sus puertas
al mismo tiempo, saliendo del coche a toda velocidad, y cerrándolas
acto seguido para que ningún indeseable pudiera entrar durante su
ausencia. 
Dos bolos gigantes ocultaban los pilares que aguantaban la marquesina
que mostraba por donde se debía entrar. Se sintieron empequeñecer al
pasar entre ellos. El metro que faltaba por bajar de la reja les
inquietó de nuevo, pero el sonido de las pisadas se acercaba
peligrosamente. Entraron los tres a toda prisa; Morgan y Bárbara
arrodillados, Zoe ligeramente agachada. Una vez dentro, en la tierra
de nadie entre la reja y la puerta de entrada, Morgan arrastró el
trecho de reja que quedaba hasta encajarla en su punto más bajo. Acto
seguido agarró la puerta del pomo metálico y entró sin hacer mucho
ruido.
Una vez dentro se sintieron más seguros. El techo era muy bajo en
comparación con el gran espacio que albergaba. La luz se filtraba por
la fachada este, que era la única que disponía de cristaleras, todas
ellas intactas e impolutas. El otro extremo del local, la zona donde
se encontraban las pistas por las que un mes antes cruzaban las bolas
a toda velocidad, era bastante sombrío, sobre todo a medida que se
alejaba del único foco de luz natural del que disponía. Se
dirigieron hacia una de las mesas del pequeño bar junto a la puerta
de entrada, y bajaron tres de las cuatro sillas que había dadas media
vuelta sobre la mesa, para sentarse sobre ellas acto seguido. No
tardaron mucho en hacer de nuevo acto de presencia, los infectados.
Emergieron del oeste, por las calles perpendiculares a por la que
ellos habían accedido a la bolera, obviándola en su frenética
huída al pasar de largo. Cuando los vieron en primera instancia les
habían parecido muchos, pero ahora que podían verlos desde la
barrera, resguardados del peligro, coincidieron que había muchísimos
más de los que jamás hubieran pensado. Pasaban los minutos y la
marea humana no menguaba, si un caso se hacía más intensa a cada
segundo. Los tres se sorprendieron mucho al ver tal cantidad de
infectados. Por bien que sabían que la población de Sheol era muy
extensa y que la enorme mayoría de ellos habían pasado al otro lado,
al ver a tantos juntos se les revolvió algo en el interior.
Se quedaron mirando todo el tiempo que duró ese macabro espectáculo,
hasta que poco a poco la marabunta comenzó a menguar, pero sin llegar
a cesar en ningún momento. Había muchos rezagados que todavía
corrían como si la vida les fuera en ello, con idéntico destino al
resto de sus compañeros, destino todavía desconocido para nuestros
protagonistas. Bárbara le daba vueltas al motivo por el que tal
cantidad de infectados podía haberse puesto de acuerdo para partir en
la misma dirección y en el mismo momento, sin llegar a alcanzar la
respuesta por bien que lo intentaba. Desde el principio había pensado
que ellos habían sido quienes les habían atraído, pero al verles
pasar de largo sin inmutarse, esa teoría caía por su propio peso.
Morgan la abstrajo de sus pensamientos. 
MORGAN – No venían a por nosotros.
	Se giró hacia él y le miró con el ceño fruncido, sin entender a
qué se refería. Zoe miraba por la ventana, algo asustada pero
cómoda al sentirse acompañada y protegida.
MORGAN – Huyen del fuego.
Bárbara miró durante un momento a Morgan asintiendo levemente con la
cabeza, para luego posar de nuevo los ojos a través de la ventana, en
la calle, más allá del parking. Todavía seguían apareciendo más y
más rezagados, en un goteo interminable. Todos parecían venir de la
misma dirección, la dirección en la que se había producido la
explosión, de modo que la explicación de Morgan tenía todo el
sentido del mundo. Se quedaron un rato más viéndoles escapar de
Sheol, sentados en la mesa del bar, dando la espalda a la zona de
juego, ignorantes de que dos parejas de pequeños ojos no humanos les
miraban desde la oscuridad.
puntos 11 | votos: 13
Desmotiva  - que personas como esta te vote negativo sin haber leído ni el cartel.
puntos 8 | votos: 8
mmmmmmm... - quiero un calippo que esta haciendo mucho calor.
puntos 0 | votos: 6
FFFUUUUUUUU - El comienzo.





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