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10.02.2012

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puntos 11 | votos: 11
Se casan, - porque ninguno de los dos sabe qué hacer.
puntos 2 | votos: 6
Las tradiciones, - los símbolos, las banderas, las nacionalidades, las religiones o
cualquier cosa que te imponen sin preguntarte no son más que un
montón de veneno con el que te asesinan la libertad para convertirte
en un robot a control remoto diseñado para obedecer las órdenes de
una banda de hijos de puta que nos dominan.
puntos 7 | votos: 7
El gran estilo - nace cuando lo bello obtiene la victoria sobre lo enorme.
puntos 9 | votos: 9
-Por favor, - dígame su nombre.
-Jack OBrien.
-Decídase, por favor.
puntos 2 | votos: 2
Confesión - Verá usted, señor mío, mi estimado amigo, sé que sabe qué puede
esperar de mí, pero ¿cómo decirle? ¡Oh! ¿Acaso será posible? Y
¿cómo dudarlo? ¿No ha de serlo acaso? ¡Bien, pues entonces que
así sea! Pero sepa que no es cuestión baladí ni azarosa, y que si
las cosas se han puesto de esta manera es evidente que poseen su buena
razón, ¡Oh, amigo mío, confío en usted! ¡Es más, confío en la
estima que me tiene! ¡Ni se dude! Pero, oh, ya divagamos, vayamos...
sí, vayamos al asunto que nos concierne que, como ya he dicho, no es
algo banal. ¡Y usted debe conocer el caso! ¡Claro que debe
conocerlo! ¿Cómo sería posible de otra forma? ¡Que usted no lo
conozca! ¡¿No sería hilarante?! Pero, oh, mi buen amigo, amigo
querido, usted sabe, usted es consciente de que se nos acaba el año y
que las cosas no pueden seguir así, aunque las circunstancias no
hayan sido favorables hasta ahora... Pero es necesario que
aprovechemos ahora que ya sopla el viento para nosotros... ¡oh, amigo
mío, es el momento! ¡Baja la basura de una puta vez puto vago!

puntos 2 | votos: 4
La moral como contranaturaleza - Consideremos todavía, por último, qué ingenuidad es decir: «¡el
hombre debería ser de este y de aquel modo!» La realidad nos muestra
una riqueza fascinante de tipos, la exuberancia propia de un pródigo
juego y mudanza de formas: ¿y cualquier pobre mozo de esquina de
moralista dice a esto: «¡no!, el hombre debería ser de otro modo»?
Él sabe incluso cómo debería ser él, ese mentecato y mojigato se
pinta a sí mismo en la pared y dice ¡ecce homo! [¡he ahí el
hombre!]... Pero incluso cuando el moralista se dirige nada más que
al individuo y le dice: «¡tú deberías ser de este y de aquel
modo!», no deja de ponerse en ridículo. El individuo es, de arriba
abajo, un fragmento de fátum, una ley más, una necesidad más para
todo lo que viene y será. Decirle «modifícate» significa demandar
que se modifiquen todas las cosas, incluso las pasadas... Y,
realmente, ha habido moralistas consecuentes, ellos han querido al
hombre de otro modo, es decir, virtuoso; lo han querido a su imagen,
es decir, como un mojigato: ¡para ello negaron el mundo! ¡Una
tontería nada pequeña! ¡Una especie nada modesta de inmodestia!...
La moral, en la medida en que condena, en sí, no por atenciones,
consideraciones, intenciones propias de la vida, es un error
específico con el que no debe tenerse compasión alguna, ¡una
idiosincrasia de degenerados, que ha producido un daño indecible!...
Nosotros que somos distintos, nosotros los inmoralistas, hemos
abierto, por el contrario, nuestro corazón a toda especie de
intelección, comprensión, aprobación. No nos resulta fácil negar,
buscamos nuestro honor en ser afirmadores. Han ido abriéndonos cada
vez más los ojos para ver aquella economía que necesita y sabe
aprovechar aun todo aquello que es rechazado por el santo desatino del
sacerdote, por la razón enferma del sacerdote, para ver aquella
economía que rige en la ley de la vida, la cual saca provecho incluso
de la repugnante especie del mojigato, del sacerdote, del virtuoso,
-¿qué provecho?- Pero nosotros mismos, los inmoralistas, somos aquí
la respuesta...
puntos 6 | votos: 6
John Stuart Mill: - No sólo en lo que concierne a los otros, sino también en lo que les
concierne a sí mismos, el individuo o la familia no se preguntan:
¿qué prefiero?; ¿qué se ajustaría a mi carácter y disposición?;
¿qué permitiría que lo mejor y más elevado de mí prosperase,
posibilitando su crecimiento y desarrollo? Por el contrario, se
preguntan: ¿qué es adecuado para mi posición?; ¿qué hacen
normalmente las personas de mi clase social o condición económica?;
o lo que es peor, ¿qué hacen normalmente las personas de clase
social y condición económica superior a la mía? No quiero decir con
esto que elijan lo que es costumbre con preferencia a lo que se ajusta
a sus propias inclinaciones, sino que no tienen ninguna otra
inclinación que no sea la de la costumbre.
puntos 5 | votos: 5
Una mirada - desde la alcantarilla puede ser una visión del mundo.
puntos 7 | votos: 7
Una canción - podrá engancharnos o gustarnos, pero sólo las mejores erizan
nuestros cabellos.
puntos 8 | votos: 8
Tengo algo que decir. - Tengo algo importante que decir.
Sé que a muchos os sorprenderá, que parezco incapaz de una cosa
así, pero la cuestión es que es y ha sido así y como tal debe ser
expuesta de forma que no se altere lo más mínimo la verdad que
contiene.
No quiero que esto sea dramático. Lo diré y luego todo seguirá tal
cual estaba, yo seguiré con mi vida, vosotros con la vuestra y
blablabla y ya sabéis.
Tenéis también que saber que es algo que me afecta profundamente,
que influye en cómo me siento, en cómo estoy, en mi forma de
percibir el mundo...
Algunos o algunas o algunas o algunos ya sabéis que prefiero decir
las cosas directamente, sin extenderme mucho. Pero creo que ésto es
algo que merece ser explicado con profundidad y preparado con
anticipación, para evitar malentendidos o que penséis mal, el asunto
es el que es y quien avisa no es traidor.
Dichos todos los prolegómenos necesarios después de los cuales
espero que no me tengáis mucho en cuenta lo que os tengo que decir,
ésto es lo siguiente: tengo hambre.
Gracias sinceras por vuestra comprensión.

puntos 3 | votos: 5
Pedantería - Pedantón                       |                    Perobespierre
puntos 6 | votos: 8
Dicen - que duermo hasta las dos. No saben que cuando me levanto llevo ya tres
o cuatro horas remoloneando.
puntos 13 | votos: 13
Cuando se tiene prisa - no hay nada como una gran ciudad para pasar la mañana en coche.
puntos 12 | votos: 12
Pequeñas molestias - cuya falta es una molestia aún peor.
puntos 7 | votos: 7
Ojalá ser como el bosque - que se mira a sí mismo sin descuidar a ninguno de los árboles que lo
forman.

puntos 5 | votos: 5
¿Negando yo? - No, no, jamás.
puntos 10 | votos: 10
Desmotiva - que nos estropeen las vacaciones.
puntos 4 | votos: 4
Libros a un euro: - consecuencias.
puntos 2 | votos: 2
Manual - para jugar al Monopoly.
puntos 4 | votos: 4
Melodía del suicidio - Muero
Muesigma
Muetau

puntos 6 | votos: 6
Pereza: - ese inmóvil que todo lo mueve.
puntos 9 | votos: 9
Triste es - ver que hay gente que sufre toda su vida con el único propósito de
dejarlo todo tal cual estaba cuando ellos llegaron.
puntos 12 | votos: 12
Decir que el hombre - ha conquistado Plutón por llevar una nave vacía hasta allí es como
decir que un hombre que tira una piedra al otro lado de un río ha
cruzado ese río.
puntos 6 | votos: 6
~ - Iannukov.
puntos 8 | votos: 8
¡Coño, - estoy harto de semidioses! ¿Dónde queda gente en el mundo?

puntos 8 | votos: 8
Jesús me dijo - que subiera a Santa Ana de Montarés.
puntos 7 | votos: 9
¿¿¿¿Que el módem - se ha caído a dónde... ????
puntos 7 | votos: 9
Parece ser - que Dios necesita dinero para conceder su Gracia.
puntos 8 | votos: 12
Está claro - qué desmotiva a la gente.
puntos 2 | votos: 4
Si pudiera ser vuestro - el nombre de alguien famoso que exista o haya existido, ¿cuál os
gustaría tener?

puntos 6 | votos: 6
¡Oh, capitán, - mi capitán!
puntos 5 | votos: 5
Y lo pone - en plural...
puntos 10 | votos: 10
Odio al presente, - ¡cada vez que leo Historia me hace un spoiler!
puntos 1 | votos: 1
Carta a Meneceo - Que ninguno por ser joven vacile en filosofar, ni por llegar a la
vejez se canse de filosofar. Pues no hay nadie demasiado prematuro ni
demasiado retrasado en lo que concierne a la salud de su alma. El que
dice que el tiempo de filosofar no le ha llegado o le ha pasado ya es
semejante al que dice que todavía no le ha llegado o que ya ha pasado
el tiempo para la felicidad. Así que deben filosofar tanto el joven
como el viejo; éste para que, en su vejez, rejuvenezca en los bienes
por la alegría de lo vivido; aquél, para que sea joven y viejo al
mismo tiempo por su intrepidez frente al futuro. Es, pues, preciso que
nos ejercitemos en aquello que produce la felicidad, si es cierto que,
cuando la poseemos, lo tenemos todo y cuando nos falta, lo hacemos
todo por tenerla.

Practica y ejercita todos los principios que continuamente te he
recomendado, teniendo en cuenta que son los elementos de la vida
feliz. Antes de nada, considera a la divinidad como un ser
incorruptible y dichoso --tal como lo suscribe la noción común de la
divinidad-- y no le atribuyas nada ajeno a la incorruptibilidad ni
impropio de la dicha. Piensa de ella aquello que pueda mantener la
dicha con la incorruptibilidad. Porque los dioses, desde luego,
existen: el conocimiento que tenemos de ellos es, en efecto, evidente.
Pero no son como los considera la gente, pues ésta no los mantiene
conforme a la noción que tienen de ellos. No es impío el que desecha
los dioses de la gente, sino quien atribuye a los dioses las opiniones
de la gente.

Pues no son prenociones, sino vanas presunciones los juicios de la
gente sobre los dioses, de donde hacen derivar de los dioses los
mayores daños y beneficios. En efecto, familiarizados continuamente
con sus propias virtudes, acogen a sus iguales, considerando extraño
todo aquello que no les sea semejante.

Acostúmbrate a considerar que la muerte no es nada para nosotros,
puesto que todo bien y todo mal están en la sensación, y la muerte
es pérdida de sensación. Por ello, el recto conocimiento de que la
muerte no es nada para nosotros hace amable la mortalidad de la vida,
no porque le añada un tiempo indefinido, sino porque suprime el
anhelo de inmortalidad

Nada hay terrible en la vida para quien está realmente persuadido de
que tampoco se encuentra nada terrible en el no vivir. De manera que
es un necio el que dice que teme la muerte, no porque haga sufrir al
presentarse, sino porque hace sufrir en su espera: en efecto, lo que
no inquieta cuando se presenta es absurdo que nos haga sufrir en su
espera. Así pues, el más estremecedor de los males, la muerte, no es
nada para nosotros, ya que mientras nosotros somos, la muerte no está
presente y cuando la muerte está presente, entonces nosotros no
somos. No existe, pues, ni para los vivos ni para los muertos, pues
para aquéllos todavía no es, y éstos ya no son. Pero la gente huye
de la muerte como del mayor de los males, y la reclama otras veces
como descanso de los males de su vida.

El sabio, en cambio, ni rechaza el vivir ni teme el no vivir; pues ni
el vivir le parece un mal ni cree un mal el no vivir. Y así como de
ninguna manera elige el alimento más abundante, sino el más
agradable, así también goza del tiempo más agradable, y no del más
duradero. El que exhorta al joven a vivir bien y al viejo a morir
bien, es un necio, no sólo por lo grato de la vida, sino porque el
arte de vivir bien y el de morir bien es el mismo. Y mucho peor el que
dice que es mejor no haber nacido, pero una vez nacido, atravesar
cuanto antes las puertas del Hades.

Pues si lo dice convencido, ¿por qué no abandona la vida? A su
alcance está el hacerlo, si es que lo ha meditado con firmeza. Y si
bromea, es un necio en asuntos que no lo admiten.

Hemos de recordar que el futuro no es nuestro pero tampoco es
enteramente no nuestro, para que no esperemos absolutamente que sea,
ni desesperemos absolutamente de que sea.

Y hay que calcular que, de los deseos, unos son naturales y otros
vanos. Y de los naturales, unos necesarios, otros sólo naturales. Y
de los necesarios, unos son necesarios para la felicidad, otros para
el bienestar del cuerpo, otros para la vida misma.

Una recta visión de estos deseos sabe, pues, referir a la salud del
cuerpo y a la imperturbabilidad del alma toda elección o rechazo,
pues ésta es la consumación de la vida feliz. En orden a esto lo
hacemos todo; para no sufrir ni sentir temor. Apenas lo hemos
conseguido, toda tempestad del alma amaina, no teniendo el ser vivo
que encaminarse a nada como a algo que le falte, ni a buscar ninguna
otra cosa con la que completar el bien del alma y del cuerpo. Porque
del placer tenemos necesidad cuando sufrimos por su ausencia, pero
cuando no sufrimos ya no tenemos necesidad del placer. Y por esto
decimos que el placer es principio y consumación de la vida feliz,
porque lo hemos reconocido como bien primero y congénito, a partir
del cual comenzamos toda elección y rechazo y hacia el que llegamos
juzgando todo bien con el sentimiento como regla. Y ya que éste es el
bien primero e innato, por eso mismo no escogemos todos los placeres,
sino que hay veces en que renunciamos a muchos placeres, cuando de
ellos se sigue para nosotros una incomodidad mayor. Y a muchos dolores
los consideramos preferibles a los placeres si, por soportar tales
dolores durante mucho tiempo, nos sobreviene un placer mayor. En
efecto, todo placer, por tener naturaleza innata, es bueno, pero sin
duda, no todos son dignos de ser escogidos. De la misma forma, todo
dolor es un mal, pero no todos deben evitarse siempre.

Conviene juzgar todas estas cosas con una justa medida a la vista de
lo útil y lo inútil. Pues usamos algunas veces del bien como de un
mal, y, al revés, del mal como de un bien.

También consideramos un gran bien a la autosuficiencia, no para que
en toda ocasión usemos de pocas cosas, sino a fin de que, si no
tenemos mucho, nos contentemos con poco, sinceramente convencidos de
que disfrutan más agradablemente de la abundancia, quienes menos
necesidad tienen de ella, y de que todo lo natural es muy fácil de
conseguir, y lo vano muy difícil de alcanzar. Los alimentos frugales
proporcionan el mismo placer que una comida abundante, cuando alejan
todo el dolor de la indigencia. Pan y agua proporcionan el más
elevado placer, cuando los lleva a la boca quien tiene necesidad. El
acostumbrarse a las comidas sencillas y frugales es saludable, hace al
hombre resuelto en las ocupaciones necesarias de la vida, nos dispone
mejor cuando ocasionalmente acudimos a una comida lujosa y nos hace
intrépidos ante el azar.

Así, cuando decimos que el placer es fin, no hablamos de los placeres
del los corruptos y de los que se encuentran en el goce, como piensan
algunos que no nos conocen y no piensan igual , o nos interpretan mal,
sino de no sufrir en el cuerpo ni ser perturbados en el alma.

Pues ni fiestas ni banquetes continuos, ni el goce de muchachos y
doncellas, ni de pescados y cuanto comporta una mesa lujosa engendran
una vida placentera, sino un cálculo sobrio que averigüe las causas
de toda elección y rechazo y que destierre las falsas creencias a
partir de las cuales se apodera de las almas la mayor confusión. De
todo esto, el principio y el mayor bien es la prudencia. Por ello,
más preciosa incluso que la filosofía es la prudencia, de la que
nacen todas las demás virtudes, enseñándonos que no es posible
vivir placenteramente sin vivir prudente, honesta y justamente, ni
vivir prudente, honesta y justamente, sin vivir placenteramente. Pues
las virtudes son connaturales al vivir feliz, y el vivir feliz es
inseparable de éstas.

Porque, ¿a quién consideras mejor que a aquél que tiene sobre los
dioses creencias piadosas y en relación a la muerte carece por
completo de temor, que tiene presente el fin propio de la naturaleza,
que distingue que el límite de los bienes es fácil de alcanzar y que
el de los males tiene o poca duración o pocas penas, que se ríe del
destino tomado por algunos como señor de todas las cosas, afirmando
que unas suceden por necesidad, otras por azar y otras por obra
nuestra, porque ve que la necesidad es irresponsable, el azar
inestable y lo que está en nuestras manos carece de dueño, y a
quien, por tanto, corresponden naturalmente la censura y la alabanza.

Porque era mejor adherirse a los mitos sobre los dioses que ser
esclavos del destino de los físicos. Aquéllos esbozan una esperanza
de intercesión por medio del culto a los dioses, éste presenta una
necesidad inexorable. Entendiendo el azar no como un dios, como lo
considera la gente --porque nada carente de orden obra la divinidad--
ni como una causa insegura --pues no cree que a partir del azar les
sean dados a los hombres el bien y el mal en orden a la vida feliz,
pero sí que de él se procuran los principios de los grandes bienes y
males--, considerando que es mejor ser desdichado con sensatez que
afortunado con insensatez; es, por otra parte, mejor que en nuestras
acciones el buen juicio sea coronado por la fortuna.

En estos pensamientos y los análogos, a éstos ejercítate, pues,
día y noche, sea para tí mismo, sea con alguno semejante a ti, y
nunca --despierto ni dormido-- serás turbado; vivirás como un dios
entre los hombres. Pues en nada se parece a un ser mortal el hombre
que vive entre bienes inmortales.
-Epicuro-
puntos 3 | votos: 3
18 años - llevan las ventanas de casa cerradas, ¡y sigue entrando polvo!

puntos 3 | votos: 3
¡Usar bien - el imperativo, córcholis!
puntos 4 | votos: 4
Yo no entiendo - cómo es que algunos dicen que no disfrutan el deporte.
puntos 2 | votos: 2
¿Qué pide todo placer? - Pide profunda, profunda eternidad.
puntos -1 | votos: 1
Buongiorno! Come va? - No ando casi nada por aquí, así que me despido ya. Si alguien quiere
contactar conmigo fuera de ésta página, que me mande un privado y si
algún día me conecto lo miraré y diré cómo.
Ya que ando estudiando Filosofía por ahí, os dejo con una sencillita
frase de Hegel: La razón es espíritu al quedar elevada a verdad la
certeza de ser la razón toda realidad, y a volverse la razón
consciente de sí misma como de su mundo y de su mundo como de sí
misma.
                              -Fenomenología del espíritu

(Aunque es mucho mejor la Carta a Meneceo de Epicuro, que además se
lee en escasos diez minutos.)

Miau.
Miau.
Miau.

Por cierto, el texto de la imagen corresponde al primer capítulo de
las Memorias del subsuelo de Dostoievsky. (Viva la pedantería)
puntos 3 | votos: 5
Salvo alguna cosa, - ya tal.
                                                                       -Fin de la cita.-

puntos 5 | votos: 5
Mientras escuchas - hablar a las señoras.
puntos 4 | votos: 4
La belleza - de las espirales.
puntos 8 | votos: 8
Pienso, - luego alimento a los caballos.
puntos 10 | votos: 10
Yo soy - lo más valioso que tengo, pues ¿qué es un mundo que yo no conozco?
Nada.
puntos 13 | votos: 13
A ver si puedo - hacer con la hierba eso que los japoneses hacen con los ladrillos...
¡¡¡HIAAAAAAA!!!...

puntos 3 | votos: 3
Apolíticamente descorrecto - Vemos nuestras ciudades tal cual están, sin verlas tal cual son.
Vemos esos mercados de las Bagdad, Londres o Buenos Aires, sin
fijarnos en que unos compran más que el resto; y que queda un segundo
resto aún más numeroso que en ese mercado apenas es capaz de
sobrevivir. Vemos los palacios, castillos y congresos donde los que
sólo saben de lo que saben discuten, a la derecha, a la izquierda o
frente a no sé qué rey, presidente o revolucionario de turno, qué
es lo menos malo para ellos; mientras fuera, en los pasillos de
mármol, abandonan sus ideales infantiles en aras del medio que muchos
confunden con un fin. Vemos las calles y avenidas bulliciosas al sol
del mediodía en Tokyo, Madrid o Marsella, o el ruido nocturno que
contrasta con el estelar silencio en las clásicas Roma, Atenas o
Cartago.
  Y con todo, suponiendo que hayamos visto algo, ¿qué vemos de
aquellos que han hecho algo más allá de la absoluta corrección
que conduce nuestra más absoluta normalidad? No hablo de aquellos
que recitan una frase bonita en superficie pero que odiaría
cualquiera por los valores que lleva; ni de aquel que deposita su
vómito en un museo alegando en la más artística de las estupideces
que eso es arte; ni del joven petimetre que seduce a la mayor
analfabeta con unos versos autoatribuidos que oyó por ahí. No. Hablo
de aquellos que no usan el lenguaje basto por carecer de otro mejor
sino por ser lo suficientemente contundente como para gritar en
silencio un poema en línea recta¹; hablo de aquellos que entre putas
y sífilis murieron habiendo transgredido la incongruente moral.
  En esta polis humana pocos se esconden de aquellos demás que
se dejan ver por aquellos cuya perspectiva de ellos tanto temen y
cuidan. Ésta estúpida política domina, mas no es posible la
apolítica, pues ¿no es la apolítica una política? La apolítica de
quienes rechazan la estúpida política de satisfacer a sus lobos
captores como si su vida dependiera de ello, como es lo llamado
correcto. Otra vez el mismo dilema con la corrección. ¡Qué
cojones! Ser correcto es estúpido, no serlo no es incorrecto. Y a
quien este vómito le parezca bonito, ¡que aprenda y piense!
puntos 7 | votos: 7
El reconocimiento - muchas veces se da a quien no lo merece tanto como otros.
puntos 8 | votos: 8
Ya lo decía Heráclito: - πάντα ρεî.
puntos 13 | votos: 13
¿Primo Walt_k? - ¿Estás ahí? Tengo miedo...
puntos 16 | votos: 18
Dicen que ir a clase - es aburrido, pero yo tengo buenas razones para ir.





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