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23.12.2010

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GeekVeterano Nivel 3

puntos 6 | votos: 12
Soy tan perro - Que en mis favoritos solo hay carteles mios
puntos 14 | votos: 16
Voy a beberme hasta las - copas de los árboles....
Voy a tomar de todo menos decisiones






                                                                     P.E.V.
puntos 30 | votos: 30
Atracan una tienda de arañas, - tiene tela la cosa...
puntos 27 | votos: 29
¿...jones? -
puntos 27 | votos: 27
¡¡¡Y yo colegaaaaaa!!! -

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Al otro lado de la vida 1x130 - Despacho del alcaide de la prisión Kéle de Etzel
6 de septiembre de 2008

Christian entró dubitativo al despacho del alcaide, en una zona del
edificio principal que estaba prohibidísima a los reclusos. Un
portazo tras de sí dio fe que ya no había marcha atrás. El alcaide
estaba de espaldas a él, tras el imponente escritorio romántico de
roble, mirando por el ventanal que daba al exterior de la prisión, a
las montañas que resplandecían de un verde imponente a la luz del
sol veraniego, una visión que acercó al propio Christian a la
libertad que prácticamente había olvidado en su tiempo de
reclusión. Unos segundos de silencio hicieron aún más incómoda la
estancia al chico.
ALCAIDE – Siéntate, por favor.
	Christian dio un paso al frente y tomó asiento en una mullida silla
forrada de terciopelo ámbar. Tragó saliva y entonces el alcaide se
dio media vuelta, para mirarle con una expresión pasiva y tranquila.
Christian frunció el entrecejo; no comprendía nada, y empezaba a
impacientarse. Se trataba de un hombre adulto, de unos cincuenta y
cinco o sesenta años, delgado y con un estrecho bigote que empezaba a
canear. Llevaba un traje gris y una camisa rosa pálido con una
corbata blanca, demostrando su estrato superior en la jerarquía de la
prisión, pues él era el director de la misma.
ALCAIDE – ¿No llevas mucho aquí, verdad?
CHRISTIAN – Tres semanas. Señor.
ALCAIDE – ¿Y qué tal te has amoldado a nuestra institución?
CHRISTIAN – Fue difícil los primeros días, pero acabas
acostumbrándote.
	El alcaide cerró los ojos y respiró hondo, durante unos segundos.
Christian se lo quedó mirando, inquieto.
ALCAIDE – ¿Qué fue lo que hiciste para que te condenaran a
prisión?
	Christian tragó saliva.
CHRISTIAN – Homicidio por negligencia.
ALCAIDE – Cuéntame cómo pasó.
CHRISTIAN – Fue una tontería... que acabó mal. Estaba subido en un
carro, uno de esos de supermercado, bajando por una calle en
pendiente, y me crucé con una niña… y con el golpe… se desnucó.
ALCAIDE – Qué tragedia.
CHRISTIAN – Una estupidez… Nunca volverá a pasar.
ALCAIDE – Más te vale ¿Y cuánto tiempo te han metido aquí?
CHRISTIAN – Quince meses.
	El alcaide parecía sorprendido, y Christian se relajó un poco. 
ALCAIDE – ¿Sabes por qué te he citado?
CHRISTIAN – No, señor.
El alcaide abrió el cajón superior del escritorio y sacó una
carpeta amarilla que llevaba dentro un expediente. La colocó sobre la
mesa y la abrió para mostrarle al chico el documento. Christian le
echó un vistazo y vio en el primer folio una fotografía en blanco y
negro del chico que Cobra había estado golpeando, al que había
pegado el navajazo en el costado. Christian tragó saliva, cada vez
más confuso. No entendía qué pintaba él ahí dentro, no
comprendía por qué le habían hecho ir con el alcaide, que
seguramente tendría cosas mucho mejores que hacer que perder el
tiempo con él.
ALCAIDE – ¿Conoces a este chico?
CHRISTIAN – Es uno de los que entraron el mismo día que yo.
ALCAIDE – ¿Cuando fue la última vez que le viste?
CHRISTIAN – No sé... Ayer, en la hora de patio, supongo. No le
conozco personalmente, sólo de vista.
	El alcaide observaba con detenimiento cada movimiento en las
facciones del chico, de un modo que hasta a él le daba la sensación
de ser culpable de algo. De nuevo un silencio aumentó la tensión en
el ambiente.
ALCAIDE – ¿No le has visto hoy?
CHRISTIAN – ¿Hoy…? Juraría que no. He salido tarde al patio,
y… no recuerdo haberle visto. Ahora que lo dice… no. No lo he
visto, hoy. ¿Pasa algo?
ALCAIDE – Las preguntas las hago yo, si no te importa.
CHRISTIAN – Si, si. Disculpe.
	El alcaide respiró hondo de nuevo. Abrió una cajita de madera que
había sobre el escritorio, y sacó un puro. Acto seguido cogió una
caja de cerillas, y encendió el habano con la llama de una de ellas,
impregnando a la estancia del aroma inconfundible del tabaco.
Christian deseaba salir de ahí cuanto antes, pero sabía que debía
ser paciente.
ALCAIDE – Este chico se llamaba Pedro Mora.
	¿Llamaba? La palabra resonó unos instantes en la cabeza de
Christian. Deseó preguntarle a qué se refería, pero supo callarse.
ALCAIDE – ¿Dónde has estado hoy, durante la hora de patio?
CHRISTIAN – Fuera, en el patio. Me he pasado casi todo el rato en
las gradas, ahí es dónde me han encontrado Andrés y los demás
guardas, antes de traerme aquí.
ALCAIDE – ¿Estuviste ahí todo el rato?
CHRISTIAN – Si...
ALCAIDE – ¿Todo?
CHRISTIAN – Bueno... Venía de recibir una llamada, de mi madre, y
me retrasé un momento viendo la tele de la garita de Andrés, que
estaban echando el noticiario. Luego enseguida salí.
ALCAIDE – ¿No volviste a entrar a la nave de las celdas luego?
CHRISTIAN – No... No entiendo qué tiene que ver todo esto conmigo,
la verdad.
ALCAIDE – ¿No?
	Christian arqueó las cejas. El alcaide seguía impasible. En esta
ocasión abrió el segundo cajón de su escritorio, y sacó algo
pequeño, envuelto en un pañuelo bordado. Estaba manchado de algo
rojo en una de sus esquinas. Dejó el pequeño objeto sobre el
expediente de Pedro, y miró fijamente al chico. Christian miró un
momento al reloj de agujas que pendía de la pared del lateral. A esas
horas ya debería haber sonado al menos la primera sirena, indicando a
los presos que volvieran a sus celdas. Christian estaba seguro que
desde ahí se oiría, y le extrañó no haberla escuchado todavía.
ALCAIDE – Ábrelo.
	Christian miró al alcaide que seguía fumando, y observó el
pañuelo manchado. Sin pensárselo dos veces agarró uno de sus
extremos y lo apartó para descubrir lo que ocultaba. Se quedó de
piedra al verlo, era la foto que le había traído su madre en su
primera visita, en la que salían él y ella, en la cocina, celebrando
la mayoría de edad del chaval.
ALCAIDE – ¿Reconoces esto?
CHRISTIAN – Si. Es mío.
	El alcaide dio una larga calada y le sopló el humo en la cara, sin
malicia pero sin cortarse un pelo.
ALCAIDE – La han encontrado sobre el cadáver de Pedro Mora, durante
la hora de patio. En su celda.
CHRISTIAN – No... No lo entiendo. Alguien ha tenido que cogerla, y
ponerla ahí. Yo la dejé en mi celda, bajo la almohada.
	Christian notó la boca seca. Si no tenía suficiente con lo de
Cobra, ahora le acusaban del asesinato de un recluso. Cobra…
enseguida ató cabos. Ahora todo concordaba.
CHRISTIAN – Ha tenido que ser Cobra. Me la tenía jurada por avisar
a los guardas cuando estaba golpeando a… Pedro. Ha sido Cobra, estoy
seguro.
ALCAIDE – Me temo que eso no es posible.
CHRISTIAN – ¿Cómo? ¿Por qué?
ALCAIDE – Porque Cobra todavía está en la celda de aislamiento.
puntos 14 | votos: 14
DESPISTAR - Nivel : experto
puntos 17 | votos: 19
¡En esto - se deberían de gastar mis impuestos!
puntos 32 | votos: 34
No debemos dejar - las cosas a medias pues siempre puede haber terceras personas perjudicadas
puntos 19 | votos: 19
Uno de los mayores errores - que podemos cometer es dar prioridad a un objeto por delante de
cualquier ser humano

puntos 34 | votos: 34
Recuerdo... - cuando de pequeño el único camello que conocía era el de los reyes magos
puntos 43 | votos: 43
Mentira... -
puntos 39 | votos: 41
Darth Vader, - tambien ahorra
puntos 44 | votos: 46
Matias Prats - tan gracioso como siempre
puntos 70 | votos: 70
¡Joder! - que yo no he roto nada

puntos 28 | votos: 28
El matrimonio, - la primera causa de divorcio
puntos 1464 | votos: 1666
¿Quién no la ha tocado - con la nariz alguna vez?
puntos 14 | votos: 14
Si no puedes tú sólo,  - une tus fuerzas
puntos 29 | votos: 29
Los Super Guerreros - también trollean
puntos 18 | votos: 18
A Boo Boo le hacían bulling - por ser rosa

puntos 12 | votos: 12
Huyendo - no se solucionan los problemas
puntos 16 | votos: 16
Nunca te dejes controlar, - porque tú seguirás siendo el responsable de tus actos
puntos 1 | votos: 17
Mi mamá y yo -
puntos 18 | votos: 20
Erro 404 - Ranking not found.
puntos -1 | votos: 15
Simplemente - Motiva

puntos -3 | votos: 29
Motiva - Ser cristiano y ser salvado por nuestro Señor Jesucristo
puntos 39 | votos: 39
Hace calor - ...pero prefiero no mojarme
puntos 27 | votos: 27
El aburrimiento - consigue cosas increíbles
puntos 23 | votos: 25
Forever alone - Descripción gráfica
puntos 29 | votos: 29
El cazador cazado -

puntos 33 | votos: 33
¡¡Feliz verano!! -
puntos 22 | votos: 22
Rescatame, - Desmotivaciones me tiene atrapado.
puntos 17 | votos: 17
No entiendo como  - puedes ser tan dulce conmigo...
puntos 0 | votos: 16
Me hubiese gustado - Ser judío durante la II Guerra Mundial
puntos 1 | votos: 3
Desmotiva - Que mi madre no acepte mi amor por esta persona

puntos 39 | votos: 41
Persigue lo que quieres - sin que importe lo que digan los demás.
puntos 32 | votos: 34
¿Quién fue el loco - que dijo que no podías brillar?
puntos 49 | votos: 51
¿No te das cuenta - de que nos estamos destruyendo a nosotros mismos?
puntos 1342 | votos: 1360
No habrá Fap Fap - hasta que no me des de comer
puntos 75 | votos: 75
- Tu rezas ? - + no, entre las pajas y desmo no me da tiempo

puntos 43 | votos: 43
Why not? -
puntos 85 | votos: 87
¡Que estoy muy loco! - Que propongo carteles sin que lleguen a los 23 puntos
puntos 8 | votos: 12
Dicen los genios -  que aseguran los sabios que no hay nada más bello que un beso en los
labios, dicen que la noche es fea y yo digo que no es verdad porque
los besos más bellos se dan en la oscuridad
puntos 20 | votos: 22
Alguien dijo un día - una indudable verdad: Olvidamos las pequeñas alegrias por lograr la gran felicidad
puntos 21 | votos: 23
Esa sensación de melanconía - que te entra al volver a escuchar las canciones que tocaron en el
concierto tus grupos favoritos

puntos 27 | votos: 27
¿Y como se llamaba la discoteca - Sin tetas no hay paraiso?
puntos 12 | votos: 12
Converse más, - y no discuta tanto.
puntos 27 | votos: 29
Necesitamos soñar - y creer en  sueños, como también necesitamos olvidarnos de las
pesadillas.
Necesitamos cariño y amor aunque digamos que no.
Necesitamos libertad, pero también algunas normas y reglas que dicten
lo que esta bien y lo que no, aunque siempre serás libre de
cumplirlas o saltártelas, porque no siempre podemos hacer lo que
queremos pero si podemos no hacer lo que no queremos hacer.
puntos 39 | votos: 41
Cuando decides - que es momento de cambiar la página te das cuenta de que ya te acabaste todo el libro.
puntos 47 | votos: 49
¡ TROLLS ! - ¡ TROLLS EVERYWHERE !





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