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23.04.2011

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GeekVeterano Nivel 3

puntos 27 | votos: 31
Son las tres - y el latido de todos los relojes del mundo sigue golpeando mi cabeza.
No hay alcohol suficiente para ahogarme, ni humo que relaje mis
nervios crispados. Arde el Infierno tras mis retinas.

Soy otra sombra entre sombras, otro abrigo anónimo que se desplaza
por una calle cualquiera. La foto tres veces rota me acompaña. ¿Y
qué más da? El jodido recuerdo sigue latiendo, quemándome.
Rompiéndome.

Coches, semáforos, farolas, motos, ropa tendida, camiones, aceras,
ciudades. Personas. Cerdos. Dioses. ¡Dioses! Qué irrisorio es todo.
Mis lágrimas me saben a vinagre.

Que esta noche no hay estrellas, solo mariposas ardiendo.

Que el tiempo pasa; eso me lo recuerda el reloj, que va marcando las
cuatro. Pero hay pecas que jamás podré olvidar.
puntos 21 | votos: 23
Ella - Se vestía con el marrón del otoño de sus ojos y horquillas de una
primavera que parecía no alcanzarla nunca. Tenía los libros que sus
dedos habían tocado reflejados en su  andar y el corazón escondido
en una concha de caracol, que solo se asomaba a la vez que el sol lo
hacía tras cada tormenta.

En las noches despejadas 
abrazaba a su perro y soñaba con gatos de colores.
En las noches oscuras, 
se escondía bajo las sábanas de los monstruos que poblaban su
cabeza.
puntos 13 | votos: 15
Él - Tenía un alma de lápices de colores, que se veían en sus ojos
cuando lloraba; una mirada que tropezaba con los gatos negros, los
cafés descafeinados, la melodía triste de la armónica y las
pequeñas pecas que encontraba debajo de algunos ojos azules, y
verdes, y grises; y el hígado roto de tanto beberse los suspiros que
la Luna ya no quería aceptar.

En los días lluviosos, 
en las pozas de su corazón se ahogaban sus poemas.
En los días soleados, 
en los tejados de su alma cagaban las palomas.
puntos 16 | votos: 18
¿Cómo explicarlo? - El caso es que él se quedó solo, y ella se quedó sola.

Eran una pareja normal. Tal vez discutían de vez en cuando, y lo
arreglaban a besos; tal vez, de tanto en tanto, se apoyaban el uno en
la otra y viceversa; tal vez, solo tal vez, se querían incluso más
de lo normal, cuando la Luna les sonreía a medianoche, cuando
compartían su amor primerizo y tembloroso.

Quizás en otras circunstancias no habría sido nada de ellos.
Habrían dejado de verse, se habrían odiado y maldecido, se habrían
perdonado y habrían seguido con sus vidas. Se habrían quedado así,
solos, hasta encontrar reposo en otros brazos y otros ojos que
quisiesen compartir su camino. Como pasa con tantas historias, de
tantas parejas que se han amado. Como pasa con tantos tequieros y
parasiempres. Se habrían olvidado, casi; se recordarían solo cuando
pasasen por aquel sitio que había sido de ellos. Él la recordaría
cuando oliese su perfume por la calle; ella, cuando preparase su
postre predilecto.

Pero hay cosas que duelen más. Así que, ¿cómo explicarlo?

Cuenta la historia del Paseo de los Tristes que la religión separó a
dos amantes en Granada. Es una historia terriblemente triste,
terriblemente hermosa, en la que las dos partes se ven separadas por
las imposiciones de una sociedad dividida. Y algo parecido les pasó a
ellos; ella quiso imponer, y él no se quiso someter. La religión los
separó.

Y, ¿sabes?, el sentir cómo, según se suele decir en estos casos, le
rompían el corazón, mientras apreciaba la ironía de que los mismos
que predican el amor se lo arrebatasen, el sentir cómo sus lágrimas
brotaban de sus ojos sin poder hacer un solo gesto para impedirlo, el
sentir cómo sus sueños e ilusiones se estrellaban contra ese muro
insalvable que es la intolerancia, todo lo que sintió en esos escasos
cinco parpadeos de los ojos de ella, le hizo derrumbarse durante un
tiempo.

Y se quedó solo.


Al final la olvidó. Pero su cicatriz es diferente a la que tenéis la
mayoría de vosotros.
puntos 21 | votos: 25
Con un lápiz de papel - y tinta china de rocío, con una idea en las tripas y el hambre en el
hígado, con los pies sobre el techo y la cabeza algo más allá,
dibujo al que se defiende con la franqueza del que no sabe nada.
Con un pincel afilado y tintes del mediodía, con los gorriones del
parque indicándome un camino, con los ojos del pirata que contempla
las estrellas y la barba chorreando jugos de un melocotón, escribo en
tu ventana mi paisaje gris.
Con una pluma mojada en sangre y el sueño que bombea mi corazón, con
las estrecheces del que piensa y siente (nadie lo hace), con las
tablas del escenario resonando a mis espaldas y los barrotes de mi
celda ante mis ojos cerrados, esbozo, sobre mi frente, mi epitafio.

puntos 32 | votos: 36
Otra vez... - Otro niño embrutecido por la violencia diaria.
Otra bomba explotando en una calle tranquila. Otra ostia en plena cara.
Otro suicidio provocado por el desprecio de la manada.
Otra muerte de un inocente, otra vez sangre derramada.
Otra vez...
Otro día que pasamos sin hacer nada.
puntos 24 | votos: 26
-Tanto daría estar muerto. - -No digas tonterías.
-Mira a tu alrededor. Todo es una mierda.
-No todo, no todo.
-Pero fíjate en lo que tienes a tu alrededor. Vivimos rodeados de
guerras, de violencia, de dioses falsos que esclavizan las mentes, de
contaminación y de estupidez. Hay niñas violadas cada día, niños
muriendo de hambre, políticos corruptos que nos roban y periódicos
que nos engañan.
>>Cuando miro a mi alrededor, lo único que veo son autómatas que no
sienten, que no piensan, que solo actúan como les han dicho que deben
hacerlo, que son copias los unos de los otros. Tienen los mismos
objetivos, los mismos sueños de mierda. Hablan mucho, pero no dicen
nada. Y son egoístas: nadie ayuda cuando al vecino le hace falta.
>>Solo veo lágrimas. Veo mierda y barro.
-Te estás encerrando. No quieres ver lo bonito.
-No queda nada bonito. Todo está podrido.
-Quedan besos y abrazos, y telarañas de sueños pequeños por
cumplir. Hay atardeceres rojos y brillantes, y amaneceres nítidos;
hay fuegos artificiales y estrellas. Queda la Luna de los poetas.
Quedan iris de colores en los ojos de las personas. Hay nubes de
algodón, violines verdes, miel en los labios de algunas mujeres,
piscinas de caramelo y tizas para pintar el mundo. Quedan… quedan
pájaros que cantan por las mañanas, niños que recogen flores para
sus madres, muñecos de nieve con corbatas, huellas de dinosaurios y
algas mecidas por el viento. Hay castillos de arena y mariposas de
papel. Quedan raspas de sonrisas.
-¿Solo raspas? Busca otra cosa.
-¿De qué quieres que te hable? ¿De la poesía? ¿De la música?
¿Del silencio? ¿De los erizos de mar? ¿De los besos que se dan con
la mirada? Te podría hablar del tiempo que el hombre intenta hacer
preso en relojes que no son eternos, y de cómo se le escapa entre las
manos. O del sabor salado que impregna los poros de la piel después
de un día surcando las olas bajo un cielo infinitamente azul. O de
las hojas que el otoño deja rojas que alfombran el suelo de cualquier
bosque caduco, y con las que juegan las hadas cuando llega el
anochecer. O de la magia. Dime, ¿quieres que te hable de la magia?
-La magia no existe.
puntos 27 | votos: 29
Fue una niña - que soñaba con ser princesa, que recogía ramos de flores, que vivía
de ilusiones, de alegrías, de la sonrisa de sus padres. Una niña que
jugaba con muñecas y que empezó a hacer amigas cuando fue al
colegio. Una niña que, con una sonrisa de ángel, deslumbraba al que
la veía, y que creció demasiado deprisa.
Fue una quinceañera que iba al cine, que se fijaba en las revistas de
moda, en la ropa, en el maquillaje, que ya no creía en las hadas. Se
saltaba sus clases y pasaba el rato hablando con sus amigas y fumando.
Sabía que era atractiva y que irradiaba belleza.
Fue una adolescente fiestera, que se emborrachaba cada viernes, que
vivía en las discotecas y bailaba con cualquiera, que lo probaba todo
en los baños. Le preocupaba su aspecto, su pelo, y llevar la ropa
más de moda.
Fue una drogadicta. Necesitaba una dosis cada noche, se ponía
nerviosa con facilidad, buscaba cualquier método para pagar.
Insultaba a sus padres y se aprovechaba de ellos. Desoía sus consejos
y pasaba de sus amistades. Cada día quería más. No fue al entierro
de su madre.
Fue una prostituta de las que trabajan en esquinas, de las de mamadas
cada noche para tener su dosis y comer al día siguiente. Se había
quedado sola y dependía de sí misma.
Fue una mujer que empezó a vivir sola. Trabajaba para conseguir lo
necesario para comer limpiando suelos cerca de su vivienda, un antro
alquilado en un edificio envejecido por los años.
Fue una madre soltera que puso comida en la mesa de la familia.
Prescindió de maquillaje, de ropa de marca y de su propio bienestar.
Cada viernes iba al cementerio a visitar a su madre.
Fue una señora que sacó adelante a dos hijos y un padre, que fregó
treinta años el mismo suelo, que dejó sus sueños en un estante
cogiendo polvo y telarañas. Nunca se quejó de su trabajo, ni de los
apuros por los que pasaba.
Fue una anciana abandonada en una residencia. Esperaba con ansiedad la
visita de sus hijos, que vivían lejos, que se producía cada viernes.
Pasaba los días mirando viejas fotos, rodeada de comodidades
desprovistas de calor, sumida en sus recuerdos.

Fue una niña que nunca fue princesa.
puntos 28 | votos: 30
Una sola gota de tinta - estalla sobre el papel. La miro y me mira, y aparto la mirada. No
soporto la vista del folio herido de muerte, sangrando por el ataque
de una pluma que ya está desafilada. Ya no hago trabajos limpios. Al
igual que tampoco persigo mis quimeras, ni miro debajo de la cama cada
noche, ni bailo con las farolas, ni te espero tomando un café en ese
bar de París.
Mis ojos se envenenan al leer estas líneas vanas que no pueden
transmitir el veneno de un corazón podrido y quebrado, de un sueño
gangrenado, de esa última mirada encharcada por el odio, enfangada
por la desesperación; envenenada, como yo, por la bilis de la vida,
del pasado, de los recuerdos.
¿Y qué más da que unos pocos se sigan lucrando engañando a los
dormidos que se creen despiertos? ¿Qué más da que mi ciudad sangre?
¿Qué más da que algún dios sobornado por cuatro ricos se ría del
destino de esta humanidad desastrada?
¿Qué más da que ya no me quieras?

Yo ya no sé escribir.
puntos 25 | votos: 29
Ir dejando en la arena - huellas que borrarán las olas antes de que acabe el día.

puntos 23 | votos: 23
Un paseo - persiguiendo estrellas. Unos ojos cerrados. Una nariz sin pecas. Un
bostezo en el metro. No levantarme después de caer. Una luna
enamorada. No luchar por lo que quiero. Un papel que no me entiende.
Un sueño en venta, tras un escaparate. Una ola gris bajo un cielo
gris. Esa carita de ángel escondida por el maquillaje. Una lágrima
cayendo. Un viaje a ninguna parte. Una foto rota, pegada con celo. Una
sonrisa… que no me apetece. Un reloj, con o sin pilas. Verla darle
un beso. Unas ganas de volar. Un escenario gris. Una ilusión rota
contra un espejo. Una nube que no cubre el sol. Un canto al silencio.
Un beso en la mejilla. Un recuerdo desdibujado en blanco y negro. Un
faro apagado. Un arco iris negro. Una despedida en un andén. Un
desierto en el pecho. Un “tranquilo… todo irá bien”. Un mago
sin magia, y sin sueños. Un amor sin amada. Un filósofo sin
pensamientos. Una cena solitaria. Un peluche que no me trae recuerdos.
Una mentira piadosa. Una postal sin sello. Un camino ya trazado. Un
viento que no me revuelve el pelo. Un hada que no quiere volar. Una
estrella que llora. Un sentimiento desgarrado. Una piscina sin agua.
Un lobo comiendo dulces. Una rosa sin espinas. Un éxito fácil. Una
farola dormida. Una mirada extraviada, buscando en cada esquina lo que
perdió sin darse cuenta. Una sombra enseñando una sonrisa. Un
invierno cálido. Unos labios cansados. Magdalenas sin chocolate.
Flores secas en primavera. Un libro en blanco. Una carta para nadie.
Un silencio interrumpido por el ininterrumpido latido de un
pensamiento.
Un “te quiero” ensombrecido por un tañido convertido en lamento.
Un garabato sin sentido que escribo si maldigo al tiempo.

Un imbécil, esta vez yo.
Un alma.
Un millón de absurdos.
puntos 22 | votos: 22
Una prisa. - Un cotilleo. Un asesino con casa. Un niño sin certezas. La
apariencia. Un hipócrita. El materialismo. El maquillaje. Una persona
superficial. Una moda. Un padre intolerante. Un matrimonio. Un
divorcio. Un homófobo. Un matón. Una represión. Una guerra. Un
racista. Un machista. Un feminista. Un pederasta. Una religión. Una
manipulación. La televisión. La publicidad. El consumismo. Vuestros
móviles. Una droga. Un suicidio. Una huida. Un borracho a la carrera.
Vuestra competitividad. Vuestra riqueza. Un rebaño de mansas ovejas.
Explotación infantil. Un perro abandonado. Una mujer maltratada. Un
hombre maltratado. Una fábrica echando humo. Una ley. Una cárcel. Un
mendigo. Un animal torturado. Políticos, banqueros, líderes,
colonos. Corruptos. Ancianos solitarios. Una villa miseria. Un obeso,
un muerto de hambre y un anoréxico. Una bomba. Un torero. Un
vertedero. Vuestros odios. La educación que nos dan. Una bandera. Una
frontera. Una clase social.

Un grupo de imbéciles, como tú y como yo.
Una sociedad. 
Un millón de absurdos.
puntos 23 | votos: 27
Mirar - el resto de la vida,
¡qué existencia tan vacía!
Esperando a que se acabe el tiempo...
puntos 32 | votos: 32
Pelusa. - Mucha pelusa.
Siempre que abro el cajón la veo, y cada vez que lo abro parece haber
más. Capas y capas de pelusa, pelusa enredada con pelusa. Y sé que
en medio hay cosas.
Hay por ahí unas fotos de los momentos más especiales que he vivido.
Cada vez que las encuentro y las miro, compruebo que van perdiendo
color, y olor, y forma, y no sé cómo devolvérselos. El roce con
tanta pelusa las va desgastando.
También guardé un poco de hilo y unas tijeras, para tenerlos el día
que necesite coserme algo. Un hilo rojo, como la sangre (como el color
que se me pone cuando la veo), y unas tijeras puntiagudas, como
agujas, para pincharme el corazón.
Hay por ahí flotando un barquito de papel, con dos tripulantes: un
remero, que voluntariosamente sigue avanzando, y un pescador, un
pescador de sueños, que lo último que pescó fueron unas alas de
mariposa. Van navegando por la pelusa, creyendo que es el cielo.
Una vez guardé también una gotita de agua salada. Aún no la he
vuelto a ver. Tal vez la pescó el pescador, o tal vez, las tijeras la
pincharon. O tal vez, solo tal vez, la haya absorbido la pelusa.
Y también guardé, en una ocasión, unos papeles garabateados. Y es
curioso que, cada vez que los encuentro, los garabatos son distintos.
Y pelusa. Mucha pelusa.
puntos 27 | votos: 29
¡Qué mona que vas! - “¿Has visto mi vestido nuevo para Nochevieja?”
“¡Qué bien te queda la sombra de ojos!”
“¡No me despeines!”
“Comer eso no, que enseguida se me va al culo.”
“¡Qué puta que es! Menos mal que yo no soy así.”
“¡Cuánto te quiero!”
“Ven aquí, dame un beso.”
“¡Mira mi móvil nuevo!”
“Es que es una antipática, no me regaló nada por mi cumpleaños.”
“¡Qué color de labios tan chulo! ¿De dónde lo has sacado?”
“Necesito ir a la peluquería, tengo el pelo hecho un desastre.”
“Una chica tan mona, ¿cómo puede estar con alguien tan feo?”

A ver si alguien capta la crítica.

puntos 16 | votos: 18
Momentos efímeros, - alados, que vienen y van, y clavan a mi espalda un recuerdo tras otro,
cincelando mi alma a través de las costillas, aumentando ese lastre
encadenado a mi corazón que arrastro al avanzar, sosegadamente, por
este mundo apresurado, persiguiendo un sueño que parece alejarse cada
vez más, como esas hadas que veo mientras duermo y que desaparecen
cada vez que vuelvo a abrir los ojos. A mi alrededor, la gente se
mueve rápidamente. Unos me adelantan, otros quedan atrás, y todos se
desdibujan, se distorsionan, se difuminan, como fantasmas que no saben
si una corriente de aire debería o no arrastrarlos, que no saben si
el tiempo pasa rápido o lento, que no están seguros de quién ha
ganado la batalla entre la vida y la muerte; y todos ellos van dejando
un halo, una huella imperceptible en el aire, una parte de sus vidas
que recojo y cargo a mis espaldas, tras encadenarla también a mi
corazón, junto a esos fragmentos que me han regalado otras personas,
junto a esas cartas que me escribí a mí mismo hace años, junto a
esas hojas rojas y marrones que el otoño va dejando atrás, junto al
antiguo reloj de cuco que ya no marca la hora, junto a la lluvia de
esa tarde de verano; junto al resto de recuerdos. Y los más bellos
los conservo aparte, donde sé que no los voy a perder, en una caja
reservada para ellos, como un pequeño joyero donde guardo lo más
valioso; ahí guardo la sonrisa de un hermano, el abrazo de un mejor
amigo, y el mejor beso que jamás me dio una de esas hadas que aún
veo en sueños. Y ese sueño, que aún persigo, a veces ya no lo
recuerdo; tal vez la rutina, al final, pueda con la ilusión, con la
energía, con el anhelo, con la esperanza, y haga que desaparezcan
como las estrellas cuando se acerca el día, al principio poco a poco,
sin que te des cuenta, hasta que han desaparecido todas. Me parece
ahora tan esquivo como una golondrina, como un rayo de luz rojiza,
como el propio tiempo que me hizo perderme. Trataba de un futuro en el
que, tal vez, sería feliz, pero fue perdiendo importancia al
comprobar que el hecho de perseguirlo en parte lo hacía cierto, que
la nostalgia que me envuelve me hace feliz, que mi felicidad me vuelve
melancólico y taciturno; que mi sueño era tan triste como solo lo
puede ser un sueño. Y aunque es triste, tampoco quiero perderlo, que
con los años he ido averiguando que un sueño ajado, una ilusión en
parte olvidada, es capaz de calentar las noches más frías y los
recovecos más profundos de tu alma, que vivir sin sueños ni
esperanza es más amargo que vivir sin recuerdos.
Y todos estos momentos que se van amontonando provocan tormentas tras
mis retinas, tormentas de luces, sonidos y agua que se amontona, pero
no siempre sale. Que mis lágrimas parecen espesas, como asfalto
caliente; que si salen es a borbotones, abrasando a su paso, y al
llorar duele.
Por favor, no penséis que estoy muerto. Es cierto que estoy cansado,
que me aplastan esos recuerdos, que me cuesta cada vez más sentir y
que hace tiempo olvidé la forma de mi propia sonrisa. Pero aún
conservo, entre todos mis trastos viejos, algunas de las sonrisas más
bonitas y de las lágrimas más sentidas, aún puedo sentir la caricia
del viento y de la lluvia, y aún entiendo que lo más triste es creer
que no hay más Luna que la del firmamento, ni más firmamento que el
que termina allá donde rompen las olas.
Y si observo desde cerca esas olas cuando rompen contra un acantilado
cualquiera, siempre con el atardecer de fondo, esos recuerdos se
liberan de su cadena y (unas veces ordenadamente, de uno en uno, y
otras veces en tumulto, peleándose por destacar) pasan frente a mis
ojos de nuevo, llamando mi atención, haciéndome sumirme en el
pasado; y al cabo de un rato, no sé si achacar el sabor salado de mis
mejillas solo a la espuma que salpica el mar.
puntos 23 | votos: 23
para seguir sonriendo -
puntos 27 | votos: 29
Hoy es un día gris. - El cielo es gris y el mar es gris. La lluvia, donde la hay, es gris.
El suelo es gris, como todos los días. Paseando por la acera gris, en
medio de una ciudad gris, me cruzo con personas grises que visten ropa
gris y expresiones grises en sus caras, que llevan gafas de sol que
convierten aquello que ven en gris. Y grises, como las fotos en blanco
y negro, son los fragmentos que presencio de sus vidas.
Reflejado en un charco gris sobre la acera gris, me doy cuenta de que
hasta el sol es gris. Vivo en un mundo gris, encerrado en un universo
gris, rodeado de muebles grises, nubes grises, flores grises,
pensamientos grises y humo gris. El color ha desaparecido.
Vivo en un triste escenario gris.
puntos 18 | votos: 22
¿Os creéis que sois originales? - Pero si no habéis dicho nada nuevo. Solo repetís ideas, una y otra
vez, una y otra vez, y acabáis pensando que son vuestras, pero en
realidad las habéis ido mamando desde pequeños. ¡Oh, sí, tú has
dicho una frase que nadie había dicho antes! Pero déjame que te diga
que cambiar dos palabras en una frase para que suene diferente pero
siga transmitiendo la misma idea no es ser original. Todos sois
copias.
Todos lo somos.
puntos 15 | votos: 19
Tal vez - el alma, igual que las paredes viejas, sucumba al paso de los años...

puntos 16 | votos: 20
Carta de nadie - Esto es una carta de nadie. Para nadie. O para todos. Leedla o no,
pero devolvedla a su sitio, dejad que la puedan leer otros. Tal vez
algún día sea para alguien. Tal vez algún día vaya su dueño a
reclamarla. ¿O me estoy escribiendo a mí mismo…?
¿Y qué pensará de esto el cartero? Se esforzará, seguro; tratará
de llevarla a su destino. ¿Y por qué al destino, y no al origen?
¿Qué prisa tenéis con el futuro? Los carteros también son poetas,
o eso dicen, y tal vez entiendan que no se puede entregar lo que no
tiene destino, lo que no es de nadie. Una carta para nadie, ¡qué
ridículo!
Una hoja roja de otoño sería mejor soporte pare estas letras, y no
un indigno papel, que no sabe leerlas, ni portarlas ni entenderlas. La
hoja las susurraría al oído de cada poeta, se las contaría a hadas,
árboles y jilgueros que se acercasen a oír su historia… ¿De qué
sirve un papel? Solo tú, que lo lees, puedes entenderlo. ¡Y encima
no es de nadie! De nadie y para nadie: un efímero sueño bohemio.
¿Habrá musas que entiendan lo que no dice el texto?
Tal vez algún poeta lea algún día esta carta. O tal vez algún
cartero. Y entiendan por qué nadie entenderá esto.
¡Cartas de nadie y para nadie! ¿Alguien quiere leerlas? Pues leed
entonces, nadies de todos los planetas.
El tiempo en su reloj de arena, en medio de su propio desierto, está
a punto de terminar de escurrirse. ¿Alguien será capaz de darle la
vuelta al reloj? ¿Podrá alguien hacer que siga funcionando? ¿Quién
podrá poner marcha atrás el tiempo? Y mientras esos relojes nos
sigan susurrando su “tic tac” en el oído, aún pensaremos que
vamos hacia adelante, hacia el progreso y el futuro, si algún día se
muere el tiempo.
¡Es un incendio! Hay un incendio en vuestras cabezas, provocado por
sentimientos encontrados; odios, rabias y deseos, envidia lujuria y
amor. Os estáis quemando, y ni siquiera entendéis vuestros
pensamientos. ¡Sí, hay fuego! Fuegos de odios entre compañeros…
Y mientras, el mundo se acerca a su otoño y las estrellas se
entristecen al verlo… ¿Se marchitará y quedará como las hojas
sobre las que me gustaría escribir? Arrugado, crujiente, y zarandeado
por el viento. El viento, que arrastra todas esas ilusiones que se os
rompen cada día. Las aleja de vosotros, sin que os deis cuenta, y las
empuja hacia el mar…
¿Son ilusiones, o son sueños? Sueños de justicia, amor, libertad…
nah, esos se los queda el tintero. Los vuestros son de gloria y
riquezas, que sois egoístas y no podéis dejar de serlo.
¡La gloria de luchar por la patria, por sus nobles, por el Dios de
nuestros ancestros! ¿Quién osa desafiar los legados de nuestra feliz
historia? Fijaos. Siempre son los nobles de otras patrias, y no les
importan tus ancestros, ni los suyos, ni a los vuestros tampoco.
En algún sitio, un arma cae al suelo. ¿La paz ha triunfado? ¡No!
Alguien muere asesinado en otra guerra, y su arma cae al suelo a la
vez que él. Y el mismo viento que arrastra tus sueños de riqueza se
lleva sus recuerdos.
¡La riqueza que esperáis ganar, y para la que planeáis toda vuestra
vida! Años trabajando, dedicados a acumular bienes que no os llenan
como os hacía creer la publicidad, y tratáis de buscar otros bienes
que os llenen aún más. ¡Claro que estáis vacíos! Todo eso que
compráis no os cabe en el corazón, al que no se satisface con más
horas de trabajo. Es tan sencillo sentirse lleno que no nos damos ni
cuenta…  de que esta sociedad, para esas cosas, es un veneno.
¡Pero si hay niños muriendo de hambre! ¡Y mientras yo escribiendo
cartas de nadie, y para nadie! ¡Vaya pérdida de tiempo!
¿Podéis entenderlo con una carta? ¿Puede una pluma entintada
haceros verlo? Pero es una carta para nadie, pensáis que no es para
vosotros, no os preocupáis. No sois sus destinatarios. No podéis
serlo.
Lo bonito sería que esta carta se la lleve algún día el viento, y
que viaje por el cielo; tal vez, las estrellas, desde lo alto,
entiendan su contenido. Que la arrastre hacia el mar, como a vuestros
sueños, donde puede que los peces presten atención a sus frases. O
que la acabe transformando en una hoja de otoño, que recuerde lo que
le escribí, y que se lo cuente al mundo.
Es el fin de esta carta de nadie, que no leerá nadie, porque no es
para nadie…
Si algún hada lee esto, le mando mi saludo.
puntos 21 | votos: 25
Aún - le escribo cartas a nadie.
Nunca me contesta...
puntos 17 | votos: 19
Siempre tendrás un motivo -
puntos 31 | votos: 31
Podríamos pensar. - Podríamos pensar en tantas cosas… Y es fácil comprobarlo, basta
con empezar, lo demás fluye solo. Puedes pensar en política, en la
vida de una hormiga o en el funcionamiento de los aviones. Puedes
pensar en la arena de la playa o en un chiste que te han contado, en
una canción, en un poema o en los niños que mueren de hambre. Puedes
pensar en una noria, en una taza de café, en un bar, en una ventana,
en una calle y una pelota, en unos amigos. Puedes pensar en él o
ella… Puedes pensar en tus granos, o ser más altruista y pensar en
los problemas de otros. Podrías pensar en las libélulas, en los
trenes, en cómo hacerte rico, en la religión, en las cucharillas del
té, en el cambio climático. Podrías pensar en pensar, o pensar en
nada (y esto último es más difícil de lo que parece). Podrías
pensar en las estrellas de la noche, en tus propios deseos, en el
sentido de la vida, en las colas de los aeropuertos, en el azúcar y
las fresas. Podrías pensar en tus abuelos. Podrías preguntarte qué
haría sonreír a una sombra, cuál es la intención del viento,
quién mató a las hadas, por qué cambia la suerte o dónde se
esconde la alegría. Podrías preguntarte si el agua del mar es salada
por las lágrimas derramadas por todas las generaciones que sufrieron
antes que nosotros. Podrías preguntarte por qué, egoístamente, solo
has pensado en lágrimas humanas. Podrías preguntarte si hay vida
inteligente fuera de la Tierra, o si realmente mereces el calificativo
de inteligente. Podrías ser original, y pensar en algo que yo no haya
dicho. O mejor no. Sigue viendo la tele.
puntos 47 | votos: 47
¿Y si...? - ¿Y si hoy comes lo que te apetezca? ¿Y si dejas que la lluvia te
moje? ¿Y si no te miras al espejo? ¿Y si dejas de maquillarte, y te
muestras tal cual eres? ¿Y si le enseñas tu sonrisa al mundo?

puntos 10 | votos: 10
Como la vida. -
puntos 16 | votos: 16
Amargo. - Como ese cosquilleo en la boca del estómago que ya no sientes al
verla, como un beso en los labios, como las lágrimas que, cual gotas
de lluvia, resbalan por mi cara. Como el chocolate. Como nunca lo fue
una despedida ni lo será un saludo.
puntos 20 | votos: 20
Dulce. - Como un beso en los labios, como ese cosquilleo en la boca del
estómago que sientes al verla, como las gotas de lluvia que, cual
lágrimas, resbalan por mi cara. Como el chocolate. Como nunca lo fue
un saludo ni lo será una despedida.
puntos 26 | votos: 26
La ha matado. - Ha disparado y la ha matado. Con solo unas palabras. Y lo ha hecho sin
pensar, sin dudar un instante. A la inocencia. Ya no volverá.
puntos 18 | votos: 18
Me gustaría ser poeta. - No escritor, necesariamente, sino poeta. Poder apreciar las nubes
expandiéndose en el cielo, y las que se ocultan en los rostros de las
personas; poder descubrir la belleza de la sonrisa más tímida, y la
que se oculta en la música del silencio eterno del tiempo que pasa.
Hablar con los ojos, no con palabras, que es como se debe hablar, y
encontrar cada día ese trocito nuevo del mundo que la gente ya no
aprecia. Engatusar a la palabra para formar belleza, y cuando los
recuerdos duelan ser atraído por la nostalgia del mar. Y no ver el
mundo tan gris. Y si cojo un folio, poder llorarle mis penas, poder
vomitar mis sentimientos, y en ese instante, ese trance, ese éxtasis,
superar al ser humano, olvidarme de mí mismo y sumergirme en ese
abismo en el que nadan los poetas cuando se ponen a escribir, propio
de cada uno pero tan lejano a ellos a la vez. Poder sentir. Por eso
quiero ser poeta. Pero solo soy un estúpido proyecto de filósofo
estúpido, sin tiempo para poemas.

puntos 18 | votos: 18
Antes - me preguntaban por cosas para las que no tenía respuesta. Ahora que
por fin tengo algunas respuestas, ya nadie se interesa por mí...
puntos 15 | votos: 17
Qué tristes aquellos - que aún no creen en las hadas.
puntos 15 | votos: 15
Paseo por la acera. - Hay charcos. Hace frío. El día es gris. Me cruzo con viejitas
solitarias, que vuelven de hacer la compra. Me adelanta un coche; al
volante, un ejecutivo, con gafas de sol a pesar de lo nublado del
día. A mi derecha hay un mendigo llorando. Ya va quedando atrás. Me
siento tan vacío... Por las ventanas, se oyen los televisores de las
casas. Noticias tristes en telediarios. Algún programa de cocina. Una
señora, con un ojo morado, tiende la ropa un poco más allá. Una
niña pasa corriendo a mi lado, hacia su padre, que le está gritando.
Parece que llora. Ruido. Semáforos. Algo más lejos, una nana se
escapa por la ventana. Parece que con ella sale un poco de calor. Sigo
caminando. Hace frío.
puntos 24 | votos: 26
No lo entiendo. - Llega un momento en que me pregunto dónde están las prioridades. Hay
gente muriendo de hambre, y os preocupáis por el maquillaje que mejor
os pega, y por cremas milagrosas para tratar de que el tiempo no pase
por vosotros. Hay violencia en el barrio de al lado, gente durmiendo
en la calle, discriminación a la vista de todos, mientras dudáis
entre el BMW y el Mercedes. Injusticias por todos lados, y solo os
interesa el móvil nuevo que salió ayer, y que aún no habéis podido
comprar. Salís con ropa cara y gafas de sol, que usáis como cortina
entre vosotros y los problemas, los reales, no los vuestros. Y
tratáis de justificaros, a menudo, sin saberlo, sin daros cuenta;
habláis, habláis de teorías sobre el funcionamiento del mundo,
sobre el orden de las cosas, sobre lo imposible de muchas acciones y
la insignificancia de otras, mientras seguís despilfarrando y me
miráis con cara rara, como a un loco. Y quizás lo esté. Y entonces,
al mirarme, os preocupáis por la ropa que llevo, por mi pelo y mis
pintas, y sé que os la suda lo que siento. Pero se acabó, ¡se
acabó! Ya no me queda casi nada, no podéis afectarme; estoy vacío,
pero sé que vosotros lo estáis más. No soy como vosotros, aún no.
Y con lo que me queda, a veces siento envidia. A veces me dais
envidia, tan simples todos, sí, envidia, envidia de vuestros
problemas nimios, vuestras necesidades estúpidas, vuestras vidas
insulsas y sin sentido pero aparentemente alegres, vuestra fachada
ante la sociedad. Pero luego, al poco, se me pasa. ¿Y sabéis qué?
Entonces no quiero ser como vosotros, no quiero ser otro borrego
persiguiendo unos fajos y balando ideas mil veces usadas, y de las
que, como si fuesen vuestras, os sentís tan orgullosos. No quiero
sentir mi alma gangrenarse y pudrirse, hasta desaparecer bajo una capa
de barro, mierda y angustias, que se van acumulando mientras me ahogo,
sin hacer ruido, frente a vuestras miradas indiferentes, de gente sin
ambición, sin alegrías, sin sueños. Me repugno cuando imagino un
día en el que soy como vosotros. Y tal vez, solo tal vez, algún
día, quizás, sea como vosotros. Entonces, y no antes, estaré
hundido.
puntos 20 | votos: 20
Dicen - que para no herirse lo mejor es rendirse. Pero es mentira.

puntos 12 | votos: 12
Dicen - que se nos pudre el cuerpo, que nos vencen los recuerdos, que la vida es agonía...
puntos 20 | votos: 20
Dicen - que se acabaron los sueños, que solo manda el dinero, que ya no queda alegría...
puntos 14 | votos: 14
Dicen - que los días son más grises, que el amor no existe, que todo se olvida...
puntos 15 | votos: 15
Dicen - que ya no somos hermanos, que se gastan los años, que se ha acabado la vida...
puntos 8 | votos: 8
Dicen - que la tierra ha muerto, que no sopla el viento, que no quedan maravillas...

puntos 34 | votos: 34
Crueles despedidas - que te separan de tus mejores amigos y seres queridos, en los momentos
en que menos quieres alejarte de ellos...
puntos 20 | votos: 20
¿Lo oyes? - Entonces, aún te puedes volver a levantar.
puntos 16 | votos: 20
Ahora ya no queda nada. - Solo quedan los ratitos que hemos compartido, un montón de sueños
rotos, soledad, silencio, y aquella fotografía de los dos riendo...
puntos 26 | votos: 30
Y un día, - de repente, pierdes una parte importante de tu felicidad. Y todo lo demás se eclipsa...
puntos 34 | votos: 36
Ella también es una princesa. - Y tú, un ignorante.

puntos 31 | votos: 33
Pasen y vean - las maravillas más increíbles, los más bellos sucesos. Hay un
hombre que siempre le ha sido fiel a su esposa. Hay un ex torero que
lucha por los derechos de los animales. Hay un árbol que no ha sido
manipulado genéticamente. Hay unos hermanos con distinto color de
piel. Hay unos amigos que se abrazan, y unos ancianos que ríen. Hay
una chica gorda que se siente bella. Hay un perro que vive feliz con
su familia, y una familia que vive feliz con su perro. Hay un hombre y
una mujer que se besan, y dos hombres, y dos mujeres. Hay un paraje
bello. Hay un sueño cumplido. Hay una sonrisa inocente. Aquí se
fomentan la armonía, la paz y la autoestima. En este circo no hay
lugar para la tristeza.
puntos 21 | votos: 23
Desmotiva - que tan poca gente trate de hacer algo de crítica social. Desmotiva
más aún saber que muchos menos llegarán a hacer algo real para
solucionar lo que critican.
puntos 16 | votos: 16
¿Dios? - Vivo en la tierra de los hombres y aquí no hay más dios que el dinero.
puntos 47 | votos: 53
Esta es tu vida. - Puedes pintarla como quieras.
puntos 23 | votos: 23
Piensa en el niño del fusil. - Imagínale frente a ti. Intenta explicarle que solo es carne de
cañón; que vino al mundo condenado por la vergüenza de su especie.





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