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08.02.2011

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Veterano Nivel 2Geek

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Smells like teen spirit  - Por muchos avances tecnológicos en la música, no se podrá igualar el original
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Leonardo Da Vinci - fue un gran fan de Lucky Star
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- ¡Ya os cojeré, cabrones! -
puntos 35 | votos: 35
Halla la x -
puntos 49 | votos: 49
Ese mini-infarto que te daba - cuando tu tamagotchi se te moría.

puntos 31 | votos: 31
 Tengo que dejar  - De atropellar gente, no soy tan famoso como para librarme
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-TÚ. YO. CAMA. A LAS 22:00 -
puntos 28 | votos: 28
EL PRÍNCIPE DE BEL-AIR - y la historia que no salió a la luz
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Avergonzarás a una persona - siempre que la trates bien cuando no lo ha hecho.
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Diferenciar huellas -          PIRATA                                       NINJA                                      ZOMBIE

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CONSECUENCIAS - de no poder alargar carteles a lo ancho.
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Decir en tuenti - que te quedas solo en casa y que tus amigos entiendan: ¡¡¡FIESTA!!!
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Comentarios de desmotivaciones - que ya no son aptos para todos los públicos
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Y como sabemos - Que a partir de ahora todos os pondréis a subir carteles de x-zibit
hemos puesto un cartel de x-zibit comentado por x-zibit
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Porque el amor y el dolor  - van de la mano y duele tanto que te ahogas en él

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No nos damos cuenta - Pero la lluvia se acerca con pasos de tortuga
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Mentira! - Dijiste que seria el 5 de noviembre.
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Nyan Turtle - Prepárate nyan cat
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  - Aquel temor que yo no se como afrontar
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Empiezo una nueva etapa - A partir de hoy, en todos mis carteles aparecerá Bender.
Se que será complicado, pero intentaré hacerlo lo mejor posible
Gracias a todos

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¡¡¡¡ SOY NARANJA !!!! - Desde esta mañana...SOY NARANJA , NARANJA,  NARANJAAAAAAA!!!!

Q ilusióóóóóóóónnnnnn !!!!!!

Mil graciasssss !!!

Tomaaa Tomaaaaaa Tomaaaaaaaaaaa  !!!!!
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¿Se han cumplido  - vuestros sueños?  Yo aún sigo luchando por ellos...
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Atención usuarios: - se acerca el nuevo método para detectar corruptos.El polígrafo.
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Quien no lo halla utilizado - como pistola no ha tenido infancia
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Años - No le quites años a tu vida,
ponle vida a tus años.

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---   ---   ---   ---   ---   ---   --- -
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Justo Cuando Creemos - Conocer A Alguien Nos demuestra Su verdadera Personalidad
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¿Y si no hay mañana?  - Hoy no lo ha habido
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Si te preguntan: - ¿Quieres saber el día de tu muerte? ¿Qué responderías?
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¡Espera! Que me a dado un - amarillo....

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-Hola, me llamo Rex. - + Yo Flipper, encantado de conocerte
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¡¡No puedes pasar!! -
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El guardián de las llaves - BUM. Llamaron otra vez. Dudley se despertó bruscamente.
—¿Dónde está el cañón? —preguntó estúpidamente.
Se oyó un crujido detrás de ellos y tío Vernon apareció en la
habitación. Llevaba
un rifle en las manos: ya sabían lo que contenía el paquete alargado
que había llevado.
—¿Quién está ahí? —gritó—. ¡Le advierto... estoy armado!
Hubo una pausa. Luego...
¡UN GOLPE VIOLENTO!
La puerta fue empujada con tal fuerza que se salió de los goznes y,
con un golpe
sordo, cayó al suelo.
Un hombre gigantesco apareció en el umbral. Su rostro estaba
prácticamente oculto
por una larga maraña de pelo y una barba desaliñada, pero podían
verse sus ojos, que
brillaban como escarabajos negros bajo aquella pelambrera.
El gigante se abrió paso doblando la cabeza, que rozaba el techo. Se
agachó, cogió
la puerta y, sin esfuerzo, la volvió a poner en su lugar. El ruido de
la tormenta se apagó
un poco. Se volvió para mirarlos.
—Podríamos preparar té. No ha sido un viaje fácil... Se
desparramó en el sofá
donde Dudley estaba petrificado de miedo.
—Levántate, bola de grasa —dijo el desconocido.
Dudley se escapó de allí y corrió a esconderse junto a su madre,
que estaba
agazapada detrás de tío Vernon.
—¡Ah! ¡Aquí está Harry! —dijo el gigante.
Harry levantó la vista ante el rostro feroz y peludo, y vio que los
ojos negros le
sonreían.
—La última vez que te vi eras sólo una criatura —dijo el
gigante—. Te pareces
mucho a tu padre, pero tienes los ojos de tu madre.
Tío Vernon dejó escapar un curioso sonido.
—¡Le exijo que se vaya enseguida, señor! —dijo—. ¡Esto es
allanamiento de
morada!
—Bah, cierra la boca, Dursley, grandísimo majadero —dijo el
gigante. Se estiró,
arrebató el rifle a tío Vernon, lo retorció como si fuera de goma y
lo arrojó a un rincón
de la habitación.
Tío Vernon hizo otro ruido extraño, como si hubieran aplastado a un
ratón.
—De todos modos, Harry —dijo el gigante, dando la espalda a los
Dursley—, te
deseo un muy feliz cumpleaños. Tengo algo aquí. Tal vez lo he
aplastado un poco, pero
tiene buen sabor.
Del bolsillo interior de su abrigo negro sacó una caja algo
aplastada. Harry la abrió
con dedos temblorosos. En el interior había un gran pastel de
chocolate pegajoso, con
«Feliz Cumpleaños, Harry» escrito en verde.
Harry miró al gigante. Iba a darle las gracias, pero las palabras se
perdieron en su
garganta y, en lugar de eso, dijo:
—¿Quién es usted?
El gigante rió entre dientes.
—Es cierto, no me he presentado. Rubeus Hagrid, Guardián de las
Llaves y
Terrenos de Hogwarts.
Extendió una mano gigantesca y sacudió todo el brazo de Harry
—¿Qué tal ese té, entonces? —dijo, frotándose las manos—.
Pero no diría que no
si tienen algo más fuerte.
Sus ojos se clavaron en el hogar apagado, con las bolsas de patatas
fritas arrugadas,
y dejó escapar una risa despectiva. Se inclinó ante la chimenea. Los
demás no podían
ver qué estaba haciendo, pero cuando un momento después se dio la
vuelta, había un
fuego encendido, que inundó de luz toda la húmeda cabaña. Harry
sintió que el calor lo
cubría como si estuviera metido en un baño caliente.
El gigante volvió a sentarse en el sofá, que se hundió bajo su
peso, y comenzó a
sacar toda clase de cosas de los bolsillos de su abrigo: una cazuela
de cobre, un paquete
de salchichas, un atizador, una tetera, varias tazas agrietadas y una
botella de un liquido
color ámbar, de la que tomó un trago antes de empezar a preparar el
té. Muy pronto, la
cabaña estaba llena del aroma de las salchichas calientes. Nadie dijo
una palabra
mientras el gigante trabajaba, pero cuando sacó las primeras seis
salchichas jugosas y
calientes, Dudley comenzó a impacientarse. Tío Vernon dijo en tono
cortante:
—No toques nada que él te dé, Dudley.
El gigante lanzó una risa sombría.
—Ese gordo pastel que es su hijo no necesita engordar más, Dursley,
no se
preocupe.
Le sirvió las salchichas a Harry, el cual estaba tan hambriento que
pensó que nunca
había probado algo tan maravilloso, pero todavía no podía quitarle
los ojos de encima al
gigante. Por último, como nadie parecía dispuesto a explicar nada,
dijo:
—Lo siento, pero todavía sigo sin saber quién es usted.
El gigante tomó un sorbo de té y se secó la boca con el dorso de la
mano.
—Llámame Hagrid —contesto—. Todos lo hacen. Y como te dije, soy
el guardián
de las llaves de Hogwarts. Ya lo sabrás todo sobre Hogwarts, por
supuesto.
—Pues... yo no... —dijo Harry
Hagrid parecía impresionado.
—Lo lamento —dijo rápidamente Harry
—¿Lo lamento? —preguntó Hagrid, volviéndose a mirar a los
Dursley, que
retrocedieron hasta quedar ocultos por las sombras—. ¡Ellos son los
que tienen que
disculparse! Sabía que no estabas recibiendo las cartas, pero nunca
pensé que no
supieras nada de Hogwarts. ¿Nunca te preguntaste dónde lo habían
aprendido todo tus
padres?
—¿El qué? —preguntó Harry
—¿EL QUÉ? —bramó Hagrid—. ¡Espera un segundo!
Se puso de pie de un salto. En su furia parecía llenar toda la
habitación. Los
Dursley estaban agazapados contra la pared.
—¿Me van a decir —rugió a los Dursley— que este muchacho,
¡este muchacho!,
no sabe nada... sobre NADA?
Harry pensó que aquello iba demasiado lejos. Después de todo, había
ido al colegio
y sus notas no eran tan malas.
—Yo sé algunas cosas —dijo—. Puedo hacer cuentas y todo eso.
Pero Hagrid simplemente agito la mano.
—Me refiero a nuestro mundo Tu mundo. Mi mundo. El mundo de tus
padres.
—¿Qué mundo?
Hagrid lo miró como si fuera a estallar.
—¡DURSLEY! —bramó.
Tío Vernon, que estaba muy pálido, susurró algo que sonaba como
mimblewimble.
Hagrid, enfurecido, contempló a Harry.
—Pero tú tienes que saber algo sobre tu madre y tu padre
—dijo—. Quiero decir,
ellos son famosos. Tú eres famoso.
—¿Cómo? ¿Mi madre y mi padre... eran famosos? ¿En serio?
—No sabías... no sabías... —Hagrid se pasó los dedos por el
pelo, clavándole una
mirada de asombro—. ¿De verdad no sabes lo que ellos eran? —dijo
por último.
De pronto, tío Vernon recuperó la voz
—¡Deténgase! —ordenó—. ¡Deténgase ahora mismo, señor! ¡Le
prohíbo que le
diga nada al muchacho!
Un hombre más valiente que Vernon Dursley se habría acobardado ante
la mirada
furiosa que le dirigió Hagrid. Cuando éste habló, temblaba de
rabia.
—¿No se lo ha dicho? ¿No le ha hablado sobre el contenido de la
carta que
Dumbledore le dejó? ¡Yo estaba allí! ¡Vi que Dumbledore la dejaba,
Dursley! ¿Y se la
ha ocultado durante todos estos años?
—¿Qué es lo que me han ocultado? —dijo Harry en tono anhelante.
—¡DETÉNGASE! ¡SE LO PROHÍBO! —rugió tío Vernon aterrado.
Tía Petunia dejó escapar un gemido de horror.
—Voy a romperles la cabeza —dijo Hagrid—. Harry debes saber que
eres un
mago.
Se produjo un silencio en la cabaña. Sólo podía oírse el mar y el
silbido del viento.
—¿Que soy qué? —dijo Harry con voz entrecortada.
—Un mago —respondió Hagrid, sentándose otra vez en el sofá, que
crujió y se
hundió—. Y muy bueno, debo añadir, en cuanto te hayas entrenado un
poco. Con unos
padres como los tuyos ¿qué otra cosa podías ser? Y creo que ya es
hora de que leas la
carta.
Harry extendió la mano para coger, finalmente, el sobre amarillento,
dirigido, con
tinta verde esmeralda al «Señor H. Potter, El Suelo de la Cabaña en
la Roca, El Mar».
Sacó la carta y leyó:
COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA
Director: Albus Dumbledore
(Orden de Merlín, Primera Clase,
Gran Hechicero, Jefe de Magos,
Jefe Supremo, Confederación
Internacional de Magos).
Querido señor Potter:
Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el
Colegio Hogwarts de Magia. Por favor, observe la lista del equipo y
los libros
necesarios.
Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes
del
31 de julio.
Muy cordialmente, Minerva McGonagall
Directora adjunta
Las preguntas estallaban en la cabeza de Harry como fuegos
artificiales, y no sabía
cuál era la primera. Después de unos minutos, tartamudeó:
—¿Qué quiere decir eso de que esperan mi lechuza?
—Gorgonas galopantes, ahora me acuerdo —dijo Hagrid, golpeándose
la frente
con tanta fuerza como para derribar un caballo. De otro bolsillo sacó
una lechuza (una
lechuza de verdad, viva y con las plumas algo erizadas), una gran
pluma y un rollo de
pergamino. Con la lengua entre los dientes, escribió una nota que
Harry pudo leer al
revés.
Querido señor Dumbledore:
Entregué a Harry su carta. Lo llevo mañana a comprar sus cosas.
El tiempo es horrible. Espero que usted esté bien.
Hagrid
Hagrid enrolló la nota y se la dio a la lechuza, que la cogió con el
pico. Después
fue hasta la puerta y lanzó a la lechuza en la tormenta. Entonces
volvió y se sentó, como
si aquello fuera tan normal como hablar por teléfono.
Harry se dio cuenta de que tenía la boca abierta y la cerró
rápidamente.
—¿Por dónde iba? —dijo Hagrid. Pero en aquel momento tío
Vernon, todavía con
el rostro color ceniza, pero muy enfadado, se acercó a la chimenea.
—Él no irá —dijo.
Hagrid gruñó.
—Me gustaría ver a un gran muggle como usted deteniéndolo a él
—dijo.
—¿Un qué? —preguntó interesado Harry
—Un muggle —respondió Hagrid—. Es como llamamos a la gente
«no-mágica»
como ellos. Y tuviste la mala suerte de crecer en una familia de los
más grandes
muggles que haya visto.
—Cuando lo adoptamos, juramos que íbamos a detener toda esa
porquería —dijo
tío Vernon—. ¡Juramos que la íbamos a sacar de él! ¡Un mago, ni
más ni menos!
—¿Vosotros lo sabíais? —preguntó Harry—. ¿Vosotros sabíais
que yo era... un
mago?
—¡Saber! —chilló de pronto tía Petunia—. ¡Saber! ¡Por
supuesto que lo sabíamos!
¿Cómo no ibas a serlo, siendo lo que era mi condenada hermana? Oh,
ella recibió una
carta como ésta de ese... ese colegio, y desapareció, y volvía a
casa para las vacaciones
con los bolsillos llenos de ranas, y convertía las tazas de té en
ratas. Yo era la única que
la veía tal como era: ¡una monstruosidad! Pero para mi madre y mi
padre, oh no, para
ellos era «Lily hizo esto» y «Lily hizo esto otro». ¡Estaban
orgullosos de tener una bruja
en la familia!
Se detuvo para respirar profundamente y luego continuó. Parecía que
hacía años
que deseaba decir todo aquello.
—Luego conoció a ese Potter en el colegio y se fueron y se casaron
y te tuvieron a
ti, y por supuesto que yo sabía que ibas a ser igual, igual de raro,
un... un anormal. ¡Y
luego, como si no fuera poco, hubo esa explosión y nosotros tuvimos
que quedarnos
contigo!
Harry se había puesto muy pálido. Tan pronto como recuperó la voz,
preguntó:
—¿Explosión? ¡Me dijisteis que habían muerto en un accidente de
coche!
—¿ACCIDENTE DE COCHE? —rugió Hagrid dando un salto, tan enfadado
que
los Dursley volvieron al rincón—. ¿Cómo iban a poder morir Lily y
James Potter en un
accidente de coche? ¡Eso es un ultraje! ¡Un escándalo! ¡Que Harry
Potter no conozca su
propia historia, cuando cada chico de nuestro mundo conoce su nombre!
—Pero ¿por qué? ¿Qué sucedió? —preguntó Harry con tono de
apremio.
La furia se desvaneció del rostro de Hagrid. De pronto parecía
nervioso.
—Nunca habría esperado algo así —dijo en voz baja y con aire
preocupado—. No
tenía ni idea. Cuando Dumbledore me dijo que podía tener problemas
para llegar a ti, no
sabía que sería hasta este punto. Ah, Harry, no sé si soy la
persona apropiada para
decírtelo, pero alguien debe hacerlo. No puedes ir a Hogwarts sin
saberlo.
Lanzó una mirada despectiva a los Dursley.
—Bueno, es mejor que sepas todo lo que yo puedo decirte... porque no
puedo
decírtelo todo. Es un gran misterio, al menos una parte...
Se sentó, miró fijamente al fuego durante unos instantes, y luego
continuó.
—Comienza, supongo, con... con una persona llamada... pero es
increíble que no
sepas su nombre, todos en nuestro mundo lo saben...
—¿Quién?
—Bueno... no me gusta decir el nombre si puedo evitarlo. Nadie lo
dice.
—¿Por qué no?
—Gárgolas galopantes, Harry, la gente todavía tiene miedo. Vaya,
esto es difícil.
Mira, estaba ese mago que se volvió... malo. Tan malo como te puedas
imaginar. Peor.
Peor que peor. Su nombre era...
Hagrid tragó, pero no le salía la voz.
—¿Quiere escribirlo? —sugirió Harry.
—No... no sé cómo se escribe. Está bien... Voldemort. —Hagrid
se estremeció—.
No me lo hagas repetir. De todos modos, este... este mago, hace unos
veinte años,
comenzó a buscar seguidores. Y los consiguió. Algunos porque le
tenían miedo, otros
sólo querían un poco de su poder, porque él iba consiguiendo poder.
Eran días negros,
Harry. No se sabía en quién confiar, uno no se animaba a hacerse
amigo de magos o
brujas desconocidos... Sucedían cosas terribles. Él se estaba
apoderando de todo. Por
supuesto, algunos se le opusieron y él los mató. Horrible. Uno de
los pocos lugares
seguros era Hogwarts. Hay que considerar que Dumbledore era el único
al que Quientú-
sabes temía. No se atrevía a apoderarse del colegio, no entonces, al
menos.
»Ahora bien, tu madre y tú padre eran la mejor bruja y el mejor mago
que yo he
conocido nunca. ¡En su época de Hogwarts eran los primeros! Supongo
que el misterio
es por qué Quien-tú-sabes nunca había tratado de ponerlos de su
parte... Probablemente
sabía que estaban demasiado cerca de Dumbledore para querer tener
algo que ver con el
Lado Oscuro.
»Tal vez pensó que podía persuadirlos... O quizá simplemente
quería quitarlos de
en medio. Lo que todos saben es que él apareció en el pueblo donde
vosotros vivíais, el
día de Halloween, hace diez años. Tú tenías un año. Él fue a
vuestra casa y... y...
De pronto, Hagrid sacó un pañuelo muy sucio y se sonó la nariz con
un sonido
como el de una corneta.
—Lo siento —dijo—. Pero es tan triste... pensar que tu madre y
tu padre, la mejor
gente del mundo que podrías encontrar...
»Quien-tú-sabes los mató. Y entonces... y ése es el verdadero
misterio del asunto...
también trató de matarte a ti. Supongo que quería hacer un trabajo
limpio, o tal vez, para
entonces, disfrutaba matando. Pero no pudo hacerlo. ¿Nunca te
preguntaste cómo te
hiciste esa marca en la frente? No es un corte común. Sucedió cuando
una poderosa
maldición diabólica te tocó. Fue la que terminó con tu madre, tu
padre y la casa, pero no
funcionó contigo, y por eso eres famoso, Harry. Nadie a quien él
hubiera decidido matar
sobrevivió, nadie excepto tú, y eso que acabó con algunas de las
mejores brujas y de los
mejores magos de la época (los McKinnons, los Bones, los Prewetts...)
y tú eras muy
pequeño. Pero sobreviviste.
Algo muy doloroso estaba sucediendo en la mente de Harry. Mientras
Hagrid iba
terminando la historia, vio otra vez la cegadora luz verde con más
claridad de lo que la
había recordado antes y, por primera vez en su vida, se acordó de
algo más, de una risa
cruel, aguda y fría.
Hagrid lo miraba con tristeza.
—Yo mismo te saqué de la casa en ruinas, por orden de Dumbledore. Y
te llevé
con esta gente...
—Tonterías —dijo tío Vernon.
Harry dio un respingo. Casi había olvidado que los Dursley estaban
allí. Tío
Vernon parecía haber recuperado su valor. Miraba con rabia a Hagrid y
tenía los puños
cerrados.
—Ahora escucha esto, chico —gruñó—: acepto que haya algo
extraño acerca de ti,
probablemente nada que unos buenos golpes no curen. Y todo eso sobre
tus padres...
Bien, eran raros, no lo niego y, en mi opinión, el mundo está mejor
sin ellos...
Recibieron lo que buscaban, al mezclarse con esos brujos... Es lo que
yo esperaba:
siempre supe que iban a terminar mal...
Pero en aquel momento Hagrid se levantó del sofá y sacó de su
abrigo un paraguas
rosado. Apuntando a tío Vernon, como con una espada, dijo:
—Le prevengo, Dursley, le estoy avisando, una palabra más y...
Ante el peligro de ser alanceado por la punta de un paraguas empuñado
por un
gigante barbudo, el valor de tío Vernon desapareció otra vez. Se
aplastó contra la pared
y permaneció en silencio.
—Así está mejor —dijo Hagrid, respirando con dificultad y
sentándose otra vez en
el sofá, que aquella vez se aplastó hasta el suelo.
Harry, entre tanto, todavía tenía preguntas que hacer, cientos de
ellas.
—Pero ¿qué sucedió con Vol... perdón, quiero decir con
Quién-usted-sabe?
—Buena pregunta, Harry Desapareció. Se desvaneció. La misma noche
que trató
de matarte. Eso te hizo aún más famoso. Ése es el mayor misterio,
sabes... Se estaba
volviendo más y más poderoso... ¿Por qué se fue?
»Algunos dicen que murió. No creo que le quede lo suficiente de
humano para
morir. Otros dicen que todavía está por ahí, esperando el momento,
pero no lo creo. La
gente que estaba de su lado volvió con nosotros. Algunos salieron
como de un trance.
No creen que pudieran volver a hacerlo si él regresara.
»La mayor parte de nosotros cree que todavía está en alguna parte,
pero que perdió
sus poderes. Que está demasiado débil para seguir adelante. Porque
algo relacionado
contigo, Harry, acabó con él. Algo sucedió aquella noche que él no
contaba con que
sucedería, no sé qué fue, nadie lo sabe... Pero algo relacionado
contigo lo confundió.
Hagrid miró a Harry con afecto y respeto, pero Harry, en lugar de
sentirse
complacido y orgulloso, estaba casi seguro de que había una terrible
equivocación. ¿Un
mago? ¿Él? ¿Cómo era posible? Había estado toda la vida bajo los
golpes de Dudley y
el miedo que le inspiraban tía Petunia y tío Vernon. Si realmente
era un mago, ¿por qué
no los había convertido en sapos llenos de verrugas cada vez que lo
encerraban en la
alacena? Si alguna vez derrotó al más grande brujo del mundo,
¿cómo es que Dudley
siempre podía pegarle patadas como si fuera una pelota?
—Hagrid —dijo con calma—, creo que está equivocado. No creo que
yo pueda ser
un mago.
Para su sorpresa, Hagrid se rió entre dientes.
—No eres un mago, ¿eh? ¿Nunca haces que sucedan cosas cuando
estás asustado o
enfadado?
Harry contempló el fuego. Si pensaba en ello... todas las cosas raras
que habían
hecho que sus tíos se enfadaran con él, habían sucedido cuando él,
Harry, estaba
molesto o enfadado: perseguido por la banda de Dudley, de golpe se
había encontrado
fuera de su alcance; temeroso de ir al colegio con aquel ridículo
corte de pelo, éste le
había crecido de nuevo y, la última vez que Dudley le pegó, ¿no se
vengó de él, aunque
sin darse cuenta de que lo estaba haciendo? ¿No le había soltado
encima la boa
constrictor?
Harry miró de nuevo a Hagrid, sonriendo, y vio que el gigante lo
miraba radiante.
—¿Te das cuenta? —dijo Hagrid—. Conque Harry Potter no es un
mago... Ya
verás, serás muy famoso en Hogwarts.
Pero tío Vernon no iba a rendirse sin luchar.
—¿No le hemos dicho que no irá? —dijo con desagrado—. Irá a
la escuela
secundaria Stonewall y nos dará las gracias por ello. Ya he leído
esas cartas y necesitará
toda clase de porquerías: libros de hechizos, varitas y...
—Si él quiere ir, un gran muggle como usted no lo detendrá
—gruñó Hagrid—.
¡Detener al hijo de Lily y James Potter para que no vaya a Hogwarts!
Está loco. Su
nombre está apuntado casi desde que nació. Irá al mejor colegio de
magia del mundo.
Siete años allí y no se conocerá a sí mismo. Estará con jóvenes
de su misma clase, lo
que será un cambio. Y estará con el más grande director que
Hogwarts haya tenido:
Albus Dumbled...
—¡NO VOY A PAGAR PARA QUE ALGÚN CHIFLADO VIEJO TONTO LE
ENSEÑE TRUCOS DE MAGIA! —gritó tío Vernon.
Pero aquella vez había ido demasiado lejos. Hagrid empuñó su
paraguas y lo agitó
sobre su cabeza.
—¡NUNCA... —bramó— INSULTE-A-ALBUS-DUMBLEDORE-EN-MIPRESENCIA!
Agitó el paraguas en el aire para apuntar a Dudley. Se produjo un
relámpago de luz
violeta, un sonido como de un petardo, un agudo chillido y, al momento
siguiente,
Dudley saltaba, con las manos sobre su gordo trasero, mientras gemía
de dolor. Cuando
les dio la espalda, Harry vio una rizada cola de cerdo que salía a
través de un agujero en
los pantalones.
Tío Vernon rugió. Empujó a tía Petunia y a Dudley a la otra
habitación, lanzó una
última mirada aterrorizada a Hagrid y cerró con fuerza la puerta
detrás de ellos.
Hagrid miró su paraguas y se tiró de la barba.
—No debería enfadarme —dijo con pesar—, pero a lo mejor no ha
funcionado.
Quise convertirlo en un cerdo, pero supongo que ya se parece mucho a
un cerdo y no
había mucho por hacer.
Miró de reojo a Harry, bajo sus cejas pobladas.
—Te agradecería que no le mencionaras esto a nadie de Hogwarts
—dijo—. Yo...
bien, no me está permitido hacer magia, hablando estrictamente.
Conseguí permiso para
hacer un poquito, para que te llegaran las cartas y todo eso... Era
una de las razones por
las que quería este trabajo...
—¿Por qué no le está permitido hacer magia? —preguntó Harry.
—Bueno... yo fui también a Hogwarts y, si he de ser franco, me
expulsaron. En el
tercer año. Me rompieron la varita en dos. Pero Dumbledore dejó que
me quedara como
guardabosques. Es un gran hombre.
—¿Por qué lo expulsaron?
—Se está haciendo tarde y tenemos muchas cosas que hacer mañana
—dijo Hagrid
en voz alta—. Tenemos que ir a la ciudad y conseguirte los libros y
todo lo demás.
Se quitó su grueso abrigo negro y se lo entregó a Harry
—Puedes taparte con esto —dijo—. No te preocupes si algo se
agita. Creo que
todavía tengo lirones en un bolsillo.
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Harry Potter y la piedra filosofal capitulo 4
puntos 21 | votos: 21
Me gusta - ir a los lugares que solíamos visitar,
recordar los buenos tiempos,
y sonreír imaginando tu sonrisa.
puntos 8 | votos: 8
ME ENAMORASTES..  - con tus pequeños detalles *-----*       ( A&J )

puntos 36 | votos: 38
Quiero nadar entre cada nota - y bucear entre cada rima.
puntos 36 | votos: 36
¿Soy la única - que se ha preguntado como es de verdad walt_k?
puntos 19 | votos: 19
Aquí no hay manzanas - que te envenenen, tan sólo palos que te pegan.
puntos 41 | votos: 41
No existe la fuerza sin dureza. -
puntos 15 | votos: 15
Ordena las letras, - para encontrar su significado

puntos 13 | votos: 13
Darth Vader - Sabe que te fapeas
puntos 17 | votos: 17
¡Ya tengo la excusa perfecta - para llegar tarde a clase!
puntos 7 | votos: 9
Troll. - Empiezan desde pequeños a trollear,problem?
puntos 72 | votos: 72
¿Ya hemos llegado? -
puntos 35 | votos: 37
Pan: 1 - Paloma: 0

puntos 32 | votos: 34
MATEMÁTICAS - cada uno tiene su método para prestarlas atención
puntos 34 | votos: 42
¿Qué los Reyes Magos son qué? -
puntos 1733 | votos: 1815
PERSPECTIVA - siempre haciéndonos pensar mal
puntos 34 | votos: 36
-Soy un transformer                      -
puntos 33 | votos: 35
 Y lo dice una niña - que apenas tendrá 13 años





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