En Desmotivaciones desde:
25.07.2012

 Última sesión:

 Votos recibidos:
bueno 36703 | malo 923
GeekPrincipalero Nivel 3VIPClasificación Nivel 1Veterano Nivel 3

puntos 68 | votos: 72
Estornudar y sacar más - escupitajos que aire.
puntos 9 | votos: 9
Quiero ser el fuego - que enciende tus llamas y los latidos que palpitan tu corazón.
puntos 8 | votos: 8
El mejor camino se sigue - con más ganas si contigo te acompaña lo que más te gusta.
puntos 5 | votos: 5
Prefiero ser la princesa - de tus sueños, que la bruja de tus realidades.
puntos 87 | votos: 89
No confundas el querer escapar - de tus pesadillas con el querer escapar del mundo.

puntos 24 | votos: 24
Se creen más listos por esconderse, - pero no saben que la vida es la mejor jugando al escondite.
puntos 3 | votos: 3
No habría daño si la gente - no se empeñara tanto en hacerlo.
puntos 8 | votos: 10
Demasiadas voces - para tan pocos oídos.
puntos 1 | votos: 3
Empezamos siendo niños - Como en las pelis de niñas
Se me han clavado las fechas como flechas
más que tus uñas
puntos 13 | votos: 13
¿De qué sirve forzar a alguien - a sonreír si tú en su lugar tampoco lo harías?

puntos 60 | votos: 68
La mejor destinación - es aquella en la que termina en la cama, pero no en la tuya.
puntos 10 | votos: 10
Esa satisfacción que te produce - ver que hace tiempo mandaste algo a la mierda y con el tiempo te diste
cuenta de que fue lo correcto.
puntos 7 | votos: 9
Salir con alguien sin sentir amor - es como coger un vaso y no beber nada.
puntos 6 | votos: 6
La mejor medicina no es aquella - que se encuentra en la farmacia, sino la que se encuentra dentro de ti.
puntos 8 | votos: 8
A veces el mejor abrazo no se da - con los brazos, sino con el corazón.

puntos 6 | votos: 6
Te dicen que no es para tanto, - que tampoco hay tanta distancia, pero luego son ellos los que se
quedan al lugar donde están porque el baño está demasiado lejos.
puntos 12 | votos: 12
Tu que viajas por mis venas - y te desplazas cual tormenta en ellas.
puntos 77 | votos: 83
Dime de qué me sirve tenerte - en mis manos y no en tu corazón.
puntos 14 | votos: 14
Te bajaría un trozo de cielo - si tú no formases parte de él.
puntos 11 | votos: 11
Algunos secretos deberían - permanecer dentro de ti, no de la oreja de otra persona.

puntos 10 | votos: 10
Cierro mis ojos - y lo único que veo eres tú.
puntos 8 | votos: 8
Personas que son como las olas - del mar, vienen, se van, vuelven, pero nunca se quedan contigo.
puntos 24 | votos: 24
Si las miradas hablasen, - habrían mil y una indirectas sueltas.
puntos 13 | votos: 13
+¡¡Eres muy guapa!! - -¡¡Ya, gracias!!
+Menuda creída...
puntos 21 | votos: 21
La muerte te quita la vida, - no las ganas de vivir.

puntos 10 | votos: 10
Puedes romper un corazón, - pero nunca la esperanza de encontrar el arreglo.
puntos 3 | votos: 3
No me comas el dedo. -
puntos 11 | votos: 11
Tener una mascota y no poder - separarte de ella los 365 días en los próximos cincuenta años.
puntos 6 | votos: 6
Desmocuentos - Aviso, hago estos cuentos por entretención, si no quieres leerlos
pasa de cartel y no votes, ya que quiero que los votos sean sinceros.
Todos los cuentos son creados por mí y no hay nada sacado de otra
página. Si tienes alguna idea para un cartel puedes mandármela por
mensajes privados y veré qué hago.
Cuento a petición de A.Urbina

Estaba sentado, solo. Nadie se me acercaba, por su seguridad.  
Cuando niño solía jugar con muñecos de acción que mi padre me
compraba a veces, cuando volvía del trabajo, en la noche. Mi madre
también trabajaba y solían dejarme con mi abuela, que se hacía
cargo de mí de lunes a viernes, casi desde las 10 de la mañana (hora
a la que despertaba por completo) hasta las 8 de la noche. Ni tanto
cargo se hacía esa señora de mí, pasaba durmiendo casi todo el día
y solo se levantaba a darme de comer y retornaba a su siesta.
Yo jugaba solo con mis muñecos, mis padres tampoco tenían todo el
dinero del mundo para poder mandarme a algún jardín infantil, ni
menos a la escuela. Pero sí alcanzaba para comer, comprarme juguetes,
sus vicios, incluso llegué a pensar que no querían gastar dinero en
mis estudios y que preferían educarme ellos mismos.
Cuando jugaba siempre venía mi amigo, Clemente, era muy simpático y
el mejor. No tenía muchos amigos la verdad, prefería estar junto a
él casi todo el día mientras mi abuela dormía. Siempre él se iba a
su casa casi una hora antes de que mi abuela despertara para irse a la
suya, y yo me quedaba solo con mis juguetes.
Cuando hice aquel acto estaba seguro de lo que hacía, ni un segundo
dudé en mis actos, siempre me mantuve firme hasta el último momento.
De seguro se estará preguntando ¿cuál acto? ¿De qué estoy
hablando? Pues guarde la calma, ya llegaré hasta ese desdichado final
que me pertenece, por ahora, contaré mi versión y lo que yo sentí
cuando todo esto ocurrió, aunque no creo que sirva de mucho ya.
Mis padres, como pasaban casi todo el día trabajando y mi abuela
durmiendo, y yo no iba a la escuela, no recibí una educación de
calidad, de hecho casi no recibí educación, ni qué era bueno ni
malo, lo que debía hacer o no, con suerte lograba seguir los consejos
que me daba Clemente, aunque ahora que lo pienso bien es el único que
me daba consejos casi todos los días. A él yo le confié todos mis
secretos y él los suyos, teníamos tanto tiempo para conversar que
nos acercamos demasiado, era como el hermano que nunca tuve.
Yo ya iba creciendo, casi no salía de casa y cuando lo hacía, era
para tramitar cosas que mis padres no podían por el poco tiempo que
tenían. Mi abuela ya no me cuidaba, ya no era necesario, así que
prácticamente estaba todo el santo día solo. A veces invitaba a
jugar a Clemente, vivía al lado mío, y estábamos toda la tarde ahí
jugando, pero a la hora de que yo tenía que hacer trámites él nunca
me acompañaba.
Una vez mi padre no fue a trabajar, no recuerdo por qué, se ausentó
casi una semana entera, según él estaba “enfermo” pero lucía
como un actor recién maquillado y en buen estado físico para poder
iniciar el rodaje de alguna película. Yo, en esa tarde, estaba
jugando con mi amigo Clemente en mi habitación, de repente gritaba de
la emoción o le dirigía algunas palabras, y mi padre me preguntó
que con quién estaba hablando. Pues claro, se me había olvidado
decirle que Clemente estaba en casa, y él, algo sorprendido me dijo
que tenía que avisarle apenas él entrara.
Por alguna extraña razón mi papá jamás le dirigió una palabra
directamente voluntaria a Clemente, ni viceversa. A mí no me
preocupaba,  pues no afectaba nuestra amistad en lo más mínimo,
bueno ¡qué más da!
Mi padre siempre que sabía que estaba Clemente en casa tenía una
sonrisa fingida, a la que los dos no hacíamos caso, bueno, no del
todo. Clemente siempre me invitaba a jugar a la calle y yo siempre
accedía, así conocí a varios amigos que les gustaba jugar al
fútbol, pero eso a Clemente no le gustaba, así que siempre retornaba
a casa y yo me quedaba a jugar. Conocí a muchos chicos y algunas
chicas, entre ellas una que me estaba llamando la atención.
Pasaba el tiempo y esta chica me empezaba a gustar, pero yo no sabía
cómo hacérselo saber, ni siquiera sabía acercarme, así que
recurrí al primero que se me vino a la mente: Clemente.
Él me daba consejos que yo no desobedecía ni en lo más mínimo,
gracias a él me acerqué a la chica para hablarle
‘profundamente’. Pero eso sí, él siempre me advertía de que
tenía que alejar a todos de ella, para que no se me adelantaran y yo
perdiera la oportunidad de estar junto a ella.
Yo ya era un adolescente mayor, mis padres, siguiendo su rutina de
trabajo ya no sabían casi nada de mí, pues en el día ellos no
estaban y en la noche, adivinen qué, ¡era yo el que no estaba en
casa! Por algún motivo esto no me molestaba, ya que no estaba solo,
siempre estaba junto a Clemente, aunque a mis padres les preocupaba
que estuviera tanto tiempo con él, qué iría a saber yo por qué.
Un día, vi a alguien que estaba abrazando a la chica que me gustaba,
yo estaba de paso por allí junto a Clemente, con quien fuimos a dar
una vuelta. Me quedé observando la situación impactado, miraba
fijamente al chico que estaba a su lado, le reía coquetamente y su
sonrisa era provocadora, eso me molestaba más aún. Clemente me dijo
que él quería conquistarla, y que por lo que ambos podíamos
observar, se le estaba haciendo fácil. Me dijo, al oído “Anda y
golpéalo en la cara”. Yo jamás dudé en nada de lo que Clemente me
decía, casi por muy tonto que fuera, y ahora no sería la excepción,
pues, la chica que me gustaba estaba siendo coqueteada por otro,
imagínense cómo me sentía yo en ese momento.
Me acerqué rápidamente, ambos me miraron sorprendidos al ver que
corría hacia ellos y de un salto, en el casi caigo, logré
interceptar un golpe en la cara de este chico desconocido. Me amotiné
en su contra dejándolo muy malherido en el suelo. Mi chica, o sea, la
chica que me gustaba me preguntó eufórica que qué estaba haciendo,
y yo le comenté que fue Clemente quien me dijo que lo hiciera, omití
eso sí las razones de por qué. Cuando ambos miramos al lado donde
debía encontrarse Clemente nos dimos cuenta de que ya no estaba, el
muy tímido había escapado, de seguro se fue a esconder a su casa.
Yo me devolví a la mía, decepcionado, pues la chica se había
enojado conmigo, aunque no era para menos, ahora que lo pienso bien.
¿Recuerdan cuando les conté de mi acto? ¿Creen que este el acto del
que les hablaba? ¿Esto tan insignificante? Pues permítame decirle,
señor lector, que está usted totalmente equivocado.
Si esto pudo tener alguna semejanza con mi acto, no es nada comparado
con él. 
Cuando volví a mi casa estaba Clemente en el patio, y le pregunté
por qué había huido del lugar dejándome solo, a lo que él me
contestó que fue porque tenía miedo de que alguien le fuera a hacer
algo por ser cómplice. Lo entendí totalmente, no sé por qué.
Más tarde, caminando con él, me dijo que debía llegar temprano a
casa, así que ambos nos devolvimos conversando. La gente a la que
pasábamos de lado nos miraba, o mejor dicho, me miraba fijamente. De
seguro tenía algo en mi cara que Clemente le hacía gracia no
contarme. Cuando llegué a mi hogar, estaban mis padres conversando, y
me preguntaron de inmediato con quién estaba, y yo, sinceramente, les
respondí. Mi padre miró a mi madre con una mirada preocupante, pero
no me dijeron nada. Estaba ya la cena preparada y se me olvidó ir al
espejo del living para ver qué tenía en mi cara.
Atento señor lector, que ahora les contaré, lo que anteriormente yo
me lamentaba, así es, les contaré el acto del que les hablé.
A la mañana siguiente mis padres me dijeron que iríamos a un
psicólogo, yo pensé que fue por propinarle golpes al muchacho que
estaba hablando con mi chica, que por cierto, ya no quiere saber nada
más de mí. Yo les pregunté a qué hora teníamos la visita, y me
dijeron a las 8 en punto. Yo tenía tiempo para salir a dar una vuelta
con Clemente, así que sin rodeos, fui a buscarlo a la plaza.
Casualmente siempre estaba él ahí, sentado en una banca esperando la
llegada de alguien, que para su suerte, era yo.
Pero esta vez fue algo distinto, estaba exaltado, muy preocupado y me
decía que querían deshacerse de él, y yo le pregunté que quién
era el que quería hacerlo desafiante, con una mirada fiera, y él, en
vez de decirme quién era solamente, me llevó a donde se encontraba.
Era cerca del consultorio en donde tendría yo mi visita a las 8,
faltaba ya casi media hora para ir y mis padres me llamaron para saber
en dónde me encontraba. Les dije que estaba donde era mi visita, y
que nos reuniéramos allí a las 8 en punto, a lo que ellos
accedieron.
Clemente estaba muy, pero muy exaltado, llegaba a ser preocupante la
cara de él, la gente llegaba a mirarlo por lo desesperado que estaba,
cuando me dijo, gritándome “¡Ahí está quien quiere
aniquilarme!” y apuntó a un sujeto con bata, parecía calmado, pero
su cara lo delataba, tenía una mirada de sicario y no dudé en que
él era quien quería matar a mi mejor amigo de la infancia. ¡Qué
tonto fui en ese momento al  no preguntarle por qué querían matarlo!
Pero bueno, lo hecho, hecho está.
Clemente me pidió algo que me perturbó, pero no me atemorizó. Lo
que me pidió fue… creo que ya es obvio lo que pidió, así que yo,
sin dudarlo, como todas las veces, accedí a hacer lo que me pidió.
En menos de cinco segundos, arrebaté la pistola a un guardia que
estaba cerca de nosotros y corrí al lado de este hombre (para que el
guardia no me alcanzara y poder tener mejor precisión de disparo) y
sin dudarlo, jalé del gatillo. Toda la gente estaba expectante y
sorprendida, incluido yo, no podía moverme, estaba paralizado, y
Clemente, con su grito de ayuda me dijo que tuviera cuidado con el
guardia, y apenas lo miré le atiné a disparar matándolo en el
instante. Mucha gente se vino en mi contra y yo disparaba al aire para
que no se me acercaran, pero no resultó. A la pistola se le acabaron
las municiones y yo fui tumbado por una multitud de gente, le pedía
ayuda a Clemente pero él, solamente miraba, calmado, sin ninguna
expresión en su rostro.
La gente veía que yo tenía gritos desgarradores haciendo mención a
Clemente, y cuando miraban hacia donde yo lo hacía, quedaban con una
cara de duda, y justo en ese momento, llegaron mis padres.
Fui llevado a la comisaría más cercana, esposado por policías dando
mi testimonio de los hechos, no sabía para qué, si en el fondo
estaría bajo prisión igual. Nadie se me acercaba, por su seguridad
más que nada. Todos me decían que lo que hice estaba mal y no se
podía remediar, y me preguntaron por qué lo hice, a lo que yo
respondí: “Porque ese hombre quería matar a Clemente, que está
ahí en la puerta”.
Todos se voltearon a mirar a Clemente, pero para su sorpresa, no
había nadie allí. Y sin más ni menos, cuando ya todos me tomaron
por loco, fui dejado bajo prisión, dejándome morir ahí dentro.
¡Qué iba a saber yo, que Clemente, mi mejor amigo Clemente, fue
siempre producto de mi imaginación!
Soy inocente, pero Clemente no lo es, pero ah, lo olvidaba, Clemente,
era yo mismo.

No siempre debemos hacer caso a lo que nuestras amistades nos dicen,
puede perjudicarnos solamente a nosotros dejándolos a ellos en
libertad, además, ni siquiera sabemos si son nuestros amigos
realmente.
puntos 8 | votos: 8
Dile que rompa de todo, - pero que nunca podrá destruir a ese chico de hierro que tienes dentro.

puntos 16 | votos: 18
A veces un corazón roto necesita - a otro para arreglarse, o a veces sólo necesita tiempo.
puntos 11 | votos: 11
ese pequeño cometa se fue, - se perdió en el cielo, pero no en nuestros corazones.
puntos 14 | votos: 14
Llega un momento en el que - te sientes tan solo que tu única compañía es la resonancia de tus
pasos al tocar el suelo.
puntos 19 | votos: 19
Decir algo que los demás - no entienden y que la única observación que tengan sobre ti es que
estás loco.
puntos 6 | votos: 6
Hablar siempre del mismo tema - a alguien no sólo puedes llegar a cansarle con ese tema, sino con
todos los demás.

puntos 6 | votos: 6
Y cuando lo escuchas - te das cuenta de que ambas versiones suenan igual.
puntos 29 | votos: 31
era yo. -
puntos 21 | votos: 21
Desear borrar cosas de tu diario - pero terminar no haciéndolo para no deshacer los recuerdos.
puntos 10 | votos: 10
Miradas que responden - y bocas que por mucho que hablen terminan sin decirte nada.
puntos 22 | votos: 22
Ningún gesto es mejor que aquel - que es capaz de dejar cicatriz sin causar ningún daño.

puntos 14 | votos: 14
Bonito por fuera, - pero puede que hecho una mierda por dentro.
puntos 92 | votos: 98
Ver una película de miedo - y que a los cinco minutos de terminarla tu casa se convierta en la
escena de la continuación de la película.
puntos 6 | votos: 6
No puedes hacer ver que no ves - el problema, pero tampoco ignorar el no buscar una solución para él.
puntos 12 | votos: 14
Lo bueno de los obstáculos - que nos da la vida, es que a veces a pesar de hacernos más fuertes
también nos puede llegar a hacer más resistentes.
puntos 6 | votos: 8
Vigilad chicas, - podéis ser las siguientes en la lista.

puntos 10 | votos: 10
Ponerte a la piel de otra persona - puede ser doloroso si esa lo está pasando mal.
puntos 9 | votos: 9
Debía ganar - en los juegos que jugaba. De lo contrario, por qué jugar.
puntos 9 | votos: 9
Sentirte acorralado y agobiado - y que la violencia sea lo único que salga de ti en ese momento.
puntos 7 | votos: 7
Uno de los recuerdos más bonitos - es aquel que se crea desde pequeño y se recuerda al ser grande.
puntos 7 | votos: 9
Usa tu fuerza cuando sea necesario, - no para chulear de que eres fuerte.





LOS MEJORES CARTELES DE

Número de visitas: 11424010678 | Usuarios registrados: 2057040 | Clasificación de usuarios
Carteles en la página: 8001156, hoy: 6, ayer: 25
blog.desmotivaciones.es
Contacto | Reglas
▲▲▲

Valid HTML 5 Valid CSS!