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27.04.2012

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GeekVeterano Nivel 3

puntos 4 | votos: 4
Los sentimientos - se empañan, como las ventanas. ¿Qué hay más allá? Quién sabe..
Pero al menos puedes hacerte una idea. O intentarlo.
puntos 6 | votos: 6
Veo pasar tus dias, - los míos, y me pierdo en la rutina, resbalo en el eco de tus
mañanas, la melodía de tus prejuicios. Me miro y no veo nada más
que lo que el pasado decidió olvidar, lo que podría haber sido, lo
que nunca seré. Me camuflo en los viernes, que nunca me dejan en paz.
La lluvia me desconcentra, me deja aturdida, me llega hasta lo más
hondo del alma. La cabezonería me nubla la vista, y el orgullo me
deja mal sabor de boca. Me dejo caer en lo que queda de sentido, no me
arrepiento ni me voy a dar la oportunidad de hacerlo.
puntos 7 | votos: 7
Todavia impregna - cada uno de mis días, como si su esencia no se esfumara nunca
puntos 12 | votos: 12
Las verdaderas - historias se escriben con tintas de colores
puntos 4 | votos: 4
Y estas ahí, - durmiendo en mi nuca. Donde encaja tu cabeza con la mía, mejor que
cualquier pieza de un puzzle. Es ahí, dónde de verdad se ve que lo
humanos nacimos para estar de a dos, para llenar esos espacios. Así
como cuando nos cogemos de la mano y nuestros dedos se entrelazan.
Así echando chispas donde nuestros deseos nos alcanzan

puntos 6 | votos: 6
Su boca - era como el color de las moras, pero indudablemente tenía mejor sabor
puntos 5 | votos: 5
Y sus labios - en mi piel, descubriendo todos mis secretos
puntos 1 | votos: 1
La lluvia - caía fuertemente en el Septiembre del año que ella había adorado y
odiado al mismo tiempo. Los días pasaban y parecía que la tormenta
no acababa. Le costaba imaginar que un día había alumbrado el sol,
le costaba imaginar una sonrisa en sus labios carnosos sabor a
melocotón. Pero lo que más le dolía era que el amor se había
esfumado. – John, mi John.- Se repetía Melinda cada vez que miraba
su foto, esos besos enloquecidos, miradas que sólo entendían ellos
dos se habían quedado en el pasado, en un libro jamás terminado, una
de esas historias de amor pero que en realidad se sabe que terminaron
a los pocos años de vivir juntos. Pues algo así se comenzó a meter
en la cabeza Melinda. Las lágrimas ya no tenían para ella sentido
alguno, las noches ya no eran noches, sino un espacio de tiempo que
algunas personas se dedicaban a dormir, mientras otras como ella la
distribuía para pensar y amargar así las mejores horas del día. -
Los amores vienen y se van Melinda- le repetía siempre su amiga
Lauren, pero ella se ahogaba por dentro en sólo pensar en la vida
solitaria que le esperaba. Siempre había pensado que las relaciones
de amor, de un amor verdadero, cómo el que ella pensaba tener eran
para siempre, eran las que soportaban todos los tornados, huracanes y
tormentas de arena. Pero parecía que se había equivocado, porque
ahora estaba sola en un piso antes compartido, en una cama que tan
sólo tenía su olor. Aún tenía algo de él, caricias por todo su
cuerpo, besos camuflados en sus labios, y su olor…aunque fuera
encerrado en un bote de cristal olvidado en el baño.
puntos 7 | votos: 7
Y aprendi a - fumarte con cada suspiro
puntos 9 | votos: 9
Carolina se sienta - sienta en el sofá con una taza de chocolate caliente, y alimenta así
sus recuerdos. Recuerda el momento cuando lo volvió a ver, después
de su declaración. Sus piernas temblaban como si fuera un trozo de
papel, algo curioso porque su tono de piel era blanco como la nieve
más virgen. Tomás llevaba una rosa entre sus manos y con su mejor
sonrisa se la entregó. Carolina la recibió, pero no recuerda muy
bien por qué, pero sus cuerdas vocales parecieron liberarse en ese
preciso instante, y le dijo todas las cosas que tenía guardadas.
Allí, en un pasillo rodeado de gente, dijo todo lo que sentía. Y
allí mismo recibió el beso más dulce de su vida. Sus labios se
juntaron como si ya lo hubieran hecho antes, en realidad, ese beso ya
era parte de sus sueños e imaginaciones. Sus cuerpos se juntaron y
sus olores hicieron una mezcla perfecta, digna del mejor perfume. Eso
eran ellos, una mezcla, un conjunto, un cuerpo y dos almas. Vivieron
años perfectos, sin discusiones, sólo alegría y momentos plasmados
en fotografías.

puntos 8 | votos: 8
Hoy solo hay - velas caidas
puntos 5 | votos: 5
Mis besos - te enamorarán, mi cuerpo te inspirará y querrás hacer textos de
amor. A lo mejor hasta poesía pura, al estilo Pablo Neruda, te salen
por las yemas de tus dedos y queden plantadas en la epidermis de mi
cuerpo. Puede que las estrellas de la noche se tatúen en mi piel, y
que la luna roce mis frutos femeninos y los haga iluminar. Cabalga
sobre mi cuerpo, toca toda la curva más debajo de mi espalda. Bésame
los labios color carmín, y abraza mi cuerpo. Puedes tocar más debajo
de mi pelvis, y susurrar en las partes ocultas frases en una lengua
distinta. Te dejo navegar por el mar de mis curvas, por las montañas
de mi pecho y por las arterías de mi cuello. Te dejaré sentir con
mis mejillas ruborizadas como danza mi corazón y como se mueve
inquieto mientras estoy contigo. Líbrame de las pesadillas y de los
miedos. Hazme el amor, y hazme olvidar el miedo a la muerte, hazme
sentir el momento, el instante de tú y yo.
puntos 2 | votos: 2
Tu no lo ves - y está escrito en tu piel. Yo lo escucho, lo siento, lo sé. Sonríes
y sé que tú puedes oírme,
que tú piensas en mí y yo puedo sentirte
puntos 6 | votos: 6
14 de febrero de 1999. - El día más triste de su vida, el día en el que ella se dio por
muerta en vida. Ese día había cambiado todo, el cielo se volvió
gris, aunque las personas decían que era un azul hermoso, que no
había casi nubes en el cielo y corría un viento limpio. Ella los
contradecía y por verlo de otro color se declaró daltónica. Sus
ojos parecían nubes llenas de agua de mar, adornados con medias lunas
bajo sus ojos. Carolina decía que Tomás seguiría viviendo en su
corazón, por este motivo no estaba de acuerdo con tantas rosas que
llevaban, con tanta gente vestida de negro. Todos parecían fuertes,
para no hacerle daño a Carolina. Las canciones que a él le gustaban
sonaron a petición de ella, y al son de melodías tocadas en piano,
allí estaba él y ella lo sabía.
puntos 6 | votos: 8
Si hay algo - que supera a un sueño, es un recuerdo.

puntos 4 | votos: 4
Labios pintados, - cuerpo desnudo y frío. Casi ya sin sentimientos en un corazón
arrugado. Lágrimas secas, ojos pintados de sufrimientos ajenos, de
noches en vela. Medias lunas pintadas en su espalda. Cansada de
caminar sin salida, cansada de respirar sin saliva en su boca. Se
pintaba los labios del color de la sangre, la misma que brotaba por
sus heridas. Besos de hombres, hombres ingenuos que confiaban en ella.
Besos robados, besos prestados, besos vendidos. Pero al fin y al cabo
besos sin sentido. No se gastaba mucho dinero en pintalabios, ni en
ropa porque terminaba cada sábado de madrugada en el algún baño de
discoteca. Caminaba como si fuera una loba, como una diosa salida del
peor cuento de terror, no por malo, ni por mal escrito, sino por lo
escalofriantes que podía ser. Se quejaba de las películas
románticas, pero  en los inviernos sólo veía películas de amor.
Tal vez pensaba que después de probar a distintos hombres
encontraría ese sabor distinto, ese olor especial, esa piel en la
cuál dejar su color de labios para toda la vida, ese que la hiciese
sentir mujer y perder su guardada virginidad no de cuerpo, sino de
alma por una vez. Le gustaba tomar la iniciativa, le gustaba dominar
en las situaciones. No le gustaba sentirse atacada, porque huía a la
primera oportunidad prevista. Su punto débil era su cuello. Por eso
siempre trataba de cubrirse con pañuelos. Y en los actos sexuales, no
dejaba acercarse mucho más allá de sus clavículas punzantes. Para
así, frenarles la entrada a sus palpitantes arterías.
puntos 6 | votos: 6
Me anticipo - a tus suspiros, te respiro bien hondo. Los días se hacen más cortos
parada en mis sueños a medio camino, recitándole al invierno.
Últimamente desperdiciamos demasiadas palabras, demasiados sentidos.
Y me tiembla el frío muy dentro, se me escapa de las manos cuando me
doy la vuelta. Sabes que se me va ablandando el corazón con el paso
del tiempo, que se me derriten los pensamientos.
puntos 9 | votos: 9
Y hasta respirar - duele cuando no estoy contigo
puntos 12 | votos: 12
Las luces de las farolas - ya encendidas, las voces de los ancianos diciendo adiós, las bocinas
de los coches sonando, y las campanas de una iglesia dando las
últimas campanadas del día, anuncian que la noche ya está entrando.
Junto a ella cogida de la mano iba Ana, aún con sus zapatos planos de
verano, esas sandalias que la hacía sentir por unas horas brillantes
por la luz del sol que estaba viva y aún tenía algo de dignidad. Sus
pasos cada vez iban más lentos, y sus ojos se clavaban al suelo de
una caliente ciudad. Caliente por el calor de los termómetros, y por
otra parte, por el calor corporal de hombres desesperados o
decepcionados sexualmente en busca de un placer terrenal. Su falda
daba pequeños brincos por sus piernas, era el viento furioso que
soplaba. Ana sentía que le soplaba el alma, la desnudaba y le quitaba
la piel virgen. No era ella, en la noche no era ella, era otra persona
que se metía en su cuerpo y se comportaba como una chica de
compañía con ojos de fiera en la cama. Era esa chica que fingía
tener orgasmos, que pedía más cuando su otra parte decía que parara
por favor. Esa otra parte era la que soltaba carcajadas, toques de
placer y uno que otro “Oh, sí. Así”. Ya pasadas las once de la
noche, del bolso sacaba un pequeño espejo y el reflejo cambiaba. Esa
chica, tenía los labios color rojo pasión, el pelo suelto, los ojos
pintados de negro y un collar poco más caro que un helado de fresa.
Trabajar para vivir o vivir para trabajar, nada de esto se aplicaba
porque lo de ella era vender su cuerpo para vivir, aunque para esto
tuviera que dividirse en dos personas diferentes.
puntos 8 | votos: 8
El amor - es un cálculo equivocado. Una excepción que confirma la regla,
aquello para lo que siempre habían utilizado la palabra nunca. Yo
soy una variable enloquecida de tu vida. Pero no voy a convencerte de
ello. El amor no es cálculo, es locura.

puntos 4 | votos: 4
Tu sonrisa - de verano
puntos 4 | votos: 4
Memorizo - tus diferencias, de las que no cambian por mucho que lo intentes, de
las que no caducan con las hojas
puntos 5 | votos: 5
Y ahí estaba ella, - comiendo un estupendo helado, saboreando los pedazos de chocolate y
cerrando los ojos cada vez que ese frío entumecía sus encías. El
frío de una tarde con sol ardiente del verano, le acariciaba su piel
que cada vez iba cogiendo el tono canela envidiable de toda mujer
menos de ella; le encantaba ese tono blanquinoso y delicado de su
piel. Las parejas se acondicionaban sus temperaturas corporales a las
del ambiente y se les veía más acaramelados que en las tardes frías
y sin color de invierno. Ana sentía una cierta envida al verlos
besarse, tocándose y diciéndose cosas suavemente al oído que sólo
ellos dos sabían. Ana fijó su vista en una pareja, el chico tenía
unos hermosos ojos verdes y ella contraatacaba con un color a
chocolate. Ana se sorprendió de su buena vista, porque estaba
relativamente lejos de ellos. Ana siguió comiendo su helado, pero
está vez se fijándose en cada movimiento de la pareja, en cara roce,
en cada beso… estaba dispuesta a sentir cosas, a transportarse de
tal manera que esos sentimientos también le llegaran a ella, como si
fuera un envió de sentimientos a través del viento y de los olores.
No le puso cara a su imaginación, sólo se limitaba a sentir y a
revivir sentimientos olvidados o tal vez nunca vividos. El olor a
chocolate fundido que desprendía las crepes que preparaban no muy
lejos de ahí, le hizo recorrer por todo su cuerpo una corriente de
deseo. Sus labios resecaron y ella los humedecía lentamente con su
helado. La pareja a lo lejos seguía besándose e iban aumentando la
pasión de estos. Las manos del chico se deslizaban lentamente por el
abdomen de ella, y  ésta se retorcía un poco para los lados. Ana
deseaba decirle a ella que no tuviera miedo de lo que fuera a sentir,
y mucho menos vergüenza que la fueran a ver, las reacciones
espontáneas son las más bonitas, o por lo menos eso pensaba ella.
Ana seguía saboreando su helado, mientras se iba dejando invadir por
sentimientos de deseo, y se dejaba tocar sus partes por el viento que
jugaba con los pliegues de su falda. Algún que otro orgasmo salió
desde sus adentros, pero ese sentimiento le hizo recordar lo que se
llamaba felicidad, aunque por loco que sonara, esta felicidad también
la podía dar el viento y su imaginación.
puntos 6 | votos: 6
Ese frío - desgarra  mi garganta hasta el límite de arder
puntos 10 | votos: 10
Su cuerpo - desnudo como el tallo de un árbol, tiritando como las hojas en
otoño, pero esta vez no es el viento que le hace perder la
estabilidad, sino que era él con sus andares. Su boca, esa boca que
parece un atardecer, por su color tan vivo y caliente a la vez. No
sabía mentir, y él no sabía no hablar sin que el cuerpo de Ana no
perdiera su rigidez. Ana no creía en los amores estilo Disney, ni en
las noches de hacer el amor y llevar el desayuno a la cama. Pero
él… ese hombre que no se conformaba con el placer de su cuerpo,
sino que le pagaba más por un beso de sus labios. No lo permitía que
nadie le diera un beso, pero ese hombre tenía algo en sus labios, un
sabor penetrante que no se iba en semanas y le hacía pensar en él
más de lo debido. Jamás le preguntaría si tenía esposa o hijos, se
conformaba con tenerlo un minúsculo tiempo, sentirlo y horas después
entretenerse en arrancarlo de su piel y mente. No quería enamorarse,
aunque tampoco sabía si de verdad existía ese estado. A lo mejor era
una palabra más inventada para ampliar el diccionario, o una palabra
más para hacernos daño nosotros mismos

puntos 6 | votos: 6
Noto - cómo la tormenta se va acercando, sigilosamente, rellenando los
huecos de mi alma a base de escalofríos. Escucho claramente en mi
cabeza todas aquellas palabras que dejé sin decir, ésas que nunca
sabrás, ésas que se perdieron en algún lugar de mi corazón. Un
asomo de arrepentimiento se cruza por mi camino, pero no son más que
ilusiones. Me vuelvo a perder en mis pensamientos, me dejo caer en mí
misma.
puntos 9 | votos: 9
Cuento - el tiempo que tardas en pestañear mientras el viento te revuelve el pelo.
puntos 4 | votos: 4
En una cama vacía, - en una casa con paredes que hablan a sus espaldas
puntos 1 | votos: 1
Playa, noche, Luna - y dos enamorados. Carla y David estaban acostados en la arena, sin
preocuparse por esos granos de arena que se colaban en su ropa, y en
sus pantalones. Miraban hacía el cielo, hacía las estrellas. Pero
Carla no sólo miraba las estrellas, su mirada estaba dirigida más
hacía la grande Luna que adornaba la noche. Una esfera grande,
redonda y que a su alrededor estaba rodeada con un aro que iluminaba.
David desviaba su mirada para ver los ojos verdes de Carla; no podía
dejar de verla, y le encantaba, le encantaba observarla, intimidarla
con la mirada, y sentir como su amor por ella crecía de forma
exponencial. Carla se daba cuenta que la estaba observando, y sus
mejillas se comenzaron a sonrojar, sentía la curiosidad de ver su
rostro, y de saber que color tenían sus ojos en ese momento, si
estaban brillando como lo hacía la luna que estaba más bella que
otras noches. Los labios de Carla estaban resecos, y David muy
dulcemente le dio un beso en los labios, lento, apasionado, y sin
pasar ese límite que los llevaba al descontrol. Se miran y sonríen.
Como siempre. Dulces miradas envueltas de dulces besos sabor a
chocolate fundido con fresas. David siempre decía que los labios de
Carla eran como fresas, esas fresas grandes que venden en primavera,
pero a diferencia de las personas que sólo las probaban en el tiempo
de cosecha, él siempre la tenía, porque era su amada la que le
proporcionaba ese placer, el placer de  sus labios rojos como las
fresas.
David volvió a concentrarse en el cielo, en las estrellas, en las
figuras que formaban las pocas nubes que adornaban el cielo. Ese
firmamento, ese espacio, que parece haber sido adornado apropósito.
-          ¿Quieres que te baje una estrella amor?- Le preguntó
David a Carla. -No. Mejor te subo hasta ellas. – Corrigió de
inmediato.
puntos 10 | votos: 10
No entiendo - porqué siempre olía a rosas, ni por qué sus labios color carmín
vacilaban cada vez que me veía. Sus caderas eran grandes, pero sin
exagerar, sus pasos acentuaban su sensualidad y tenía unos ojos
azules como el mar. Me tenía loco, y no sólo por la parte sensual,
sino que nunca sabía con qué me iba a sorprender.
Cada día su pensamiento sobre el mundo cambiaba, y me hacía sentir
rídiculo de acuerdo con lo que ese día pensara. Tenía una pasión
enorme por los animales y cada vez que le hablaba a su perro Max, me
daba ganas de robarle besos. Era tan dulce  que cualquier chocolate en
sus labios no tendría el más mínimo sabor. No sabía muy bien por
qué ella seguía  hablándome, no sabía por qué no me dejaba
acercarme a ella cuando estaba en pijama, ni cuando tenía falda. Las
despedidas siempre eran secas, nunca me daba un beso, ni un abrazo:
+ Que estés bien, y tengas buena noche.
Y después de eso, sólo el sonido de la puerta de madera me decía
“vuelve pronto”. Ella, sólo ella llenaba mis pensamientos, aunque
suene estúpido, en mi mente ella si me daba besos y en mi cama ella
era la reina. Y después salía el sol, sonaba el despertador y mi
mundo se volvía aterrador.
-¿Cuando recuperará la memoría?- Siempre me lo preguntaba, y sólo
el tiempo tendría la respuesta.

puntos 5 | votos: 5
Nacimos para vencer - y no para ser vencidos
puntos 7 | votos: 7
+ ¿Que tal? - - Bien
+ Pero ¿bien de “Bien de verdad” o bien de “En realidad mal pero me lo callo”?
- Bien de “Dame un abrazo, por favor”
puntos 8 | votos: 8
Los sueños - viajan con el viento
puntos 6 | votos: 8
+ ¿A donde la llevo señorita? - - A las estrellas
puntos 8 | votos: 8
Crecer - es aprender a despedirse

puntos 897 | votos: 959
Hola septiembre. - Adiós Agosto. Hola exámenes. Adiós verano. Hola lunes de mierda.
Adiós no saber en que día vives.
puntos 11 | votos: 11
Agárrame, - sujétame y detenme cuando caiga. Ámame cuando esto no tenga ningún
sentido. Incluso cuando me haya ido, agárrame. Tus ojos siguen
mirando fijamente, no se marcharán, solamente susurrarán tu nombre
puntos 7 | votos: 7
Me desperte - pensando en ti
puntos 8 | votos: 8
Todas las noches - me acuesto y te busco en mi cama y tu nunca estas pero sé que mañana
ya nunca podrás olvidarte de mí
puntos 8 | votos: 8
Por ti - soy el cristal mas frágil de tu vajilla

puntos 3 | votos: 3
Tus ojos - siempre me embrujan y me recuerdan a las interminables noches de
verano, ésas que se meten por los huecos de mis huesos y me hacen
cosquillas en el corazón. Ahora los recuerdos se balancean en mi
organismo y hacen de las suyas, por mucho que yo insista en
arrinconarlos y dejarlos allí plantados. La esencia de tu melodía va
matando mis horas, va enredando mis palabras, que van perdiendo tanto
su sentido como su norte y yo me río de los para siempre
puntos 8 | votos: 8
Maravilloso - y dulce sabor a ti
puntos 3 | votos: 3
Corazones - rotos y cuentos de hadas destruidos
puntos 8 | votos: 8
El sueño - hacía que mi alma se despegara del cuerpo, precipitándose contra el
vacío. El frío me acariciaba lo más hondo del corazón, hasta tal
punto que confudía tus ojos con cristal. Los recuerdos no llegaban,
se habían vuelto a quedar dormidos. Te esperaba en el comienzo del
invierno, más o menos cuando miras hacia cielo negro y empiezan a
encenderse las estrellas. Las primeras gotas de lluvia llamaban a mi
ventana, pero solo era un desafío del verano, que ya me la tiene
jurada
puntos 5 | votos: 5
Abre los ojos. - Girate. Mírame, y con un buenos días princesa, despiertame.
Desenredate de las sabanas y enredate en mi. Arrastrame a ti y
susurrame. Sácame de la cama a empujones de besos. Deja que tropiece
con tus pies, de camino a la cocina, para que tus brazos me recogan.
Ayúdame a preparar el desayuno, sera fácil, quiero tostadas de
besos, cereales de caricias y café con sabor a ti. Acompáñame cada
mañana allá donde vaya, demos un paseo, recorramos la ciudad, pero
de la mano, por favor. Vayamos a comer,pero solo alimentame de amor.
Volvamos a casa, tumbémonos en el sofá, pongamos una película donde
se cuente una historia de amor y vivamos cada momento como si de
nuestra historia se tratara. Abracemonos, susurremonos, enfademonos,
perdonemonos. Para cenar amor y mas amor. Después llévame a dormir
en brazos. Arrinconame en una esquina de la cama, y acurrucate sobre
mi. Consumamonos entre sabanas. Después no me busques entre
estrellas, ni nubes, estaré a tu lado, no me despegare ni un segundo.
Y ahora, cierra los ojos y sueña como lo hago yo durante todas las
noches.

puntos 7 | votos: 7
Necesito - un vuelo directo con destino a tus brazos
puntos 6 | votos: 8
Enredate - en mis labios
puntos 9 | votos: 9
Enamorate - de un chico que te estrope el pintalabios y no el rimel
puntos 9 | votos: 9
Que tengas menos - que otros no significa que seas menos que ellos
puntos 12 | votos: 12
Conversaciones - que crean ilusiones





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