En Desmotivaciones desde:
20.02.2011

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GeekVeterano Nivel 3

puntos 7 | votos: 7
... - cuando los ricos se hacen la guerra son los pobres los que mueren
puntos 7 | votos: 7
Justicia - Nos enseñan una política basada en la constitución. Con soberanía
nacional y separación de poderes. No juntar jamás el poder judicial
con el poder ejecutivo ni legislativo. Y ahora pregunto yo. ¿Cómo es
posible que si un político roba no es juzgado igual que si un obrero
roba?
puntos 6 | votos: 6
¡Ya! - Una estafa que todos vemos. Te harán creer que eres alguien, que
puedes decidir algo, para después terminar siendo dominado sin
siquiera poder evitarlo. Así que aquí grito yo.
REVOLUCIÓN.
puntos 11 | votos: 11
Hola Carlos, - soy tú dentro de 30 años. No te gastes ni un duro de crece pelo. Seras calvo seguro.
puntos 7 | votos: 7
... - Todo en esta vida, tiene un principio, y también un final, aunque
esto segundo, nunca se sabe cuándo va a llegar.

puntos 17 | votos: 17
¿Por qué? - Hola, me llamo Bobby. Soy un perro callejero, o almenos lo era.
No voy a contaros mi vida, pero si que contaré algo.
Yo corriendo a toda velocidad por una calle vacia,
y tras de mí, unos cuantos niños de 12 años aproximadamente.
Después de varios minutos corriendo, esos mismos niños,
se abalanzaron sobre mí y comenzaron a apalearme.
Las costillas aplastadas y la mandibula rota.
A continuación de eso, me dejaron tirado en un descampado,
medio moribundo, en espera de mi final.
Después de dos semanas, ya solo quedaban ahi mis restos,
a los cuales esos mismos niños acompañados con otros más,
acudian cada dia, para continuar aplastando y apedreando,
despues de muerto.
Como ya dije, no cuento mi vida, sino mi muerte.
puntos 3 | votos: 3
Yo quiero - tu dinero
puntos 15 | votos: 15
¿Vale la pena - mi muerte a cambio de tu placer?
puntos 5 | votos: 5
Vidas rotas - por un simple cúmulo de cosas,
creadas para destruir poco a poco,
sin darnos cuenta de que nos alcabara alcanzando,
y nos destruirá al igual que a todos los demás.
puntos 9 | votos: 9
... - Todo podría volverse a producir.
Evita que esas fotos tomen color.

puntos 4 | votos: 6
... - Tan solo creamos armas para destruir nuestra sabiduría y aumentar
nuestras debilidades.
puntos 14 | votos: 14
Mejor es morir sabiendo - que vivir creyendo.
puntos 13 | votos: 13
No busques monstruos - que estén lejos.
Nosotros ya lo somos.
puntos 10 | votos: 10
Rebelión - Te cogerán las manos para que nunca te reveles, te cerraran la boca
para que nunca los reveles.
puntos 8 | votos: 8
... - En el mundo actual, se está invirtiendo cinco veces más en
medicamentos para la virilidad masculina y silicona para mujeres, que
en la cura del Alzheimer. De aquí a algunos años, tendremos viejas
de tetas grandes y viejos con pene duro, pero ninguno de ellos se
acordará para que sirven

puntos 1 | votos: 3
Capítulo 12 - Un sueño. Un simple sueño, que se convirtió en realidad. Algo que
nunca esperaba que sucediese. Algo que había estado intentando
olvidar durante todos estos días. Pero aun así, estaba pasando.

Aun no estaba cerca de él, pero llegaría rápidamente. El temor
recorría mi cuerpo y la impotencia me mataba por dentro. Ya podía
ver su espalda y en ese mismo instante se giró. Vi sus rasgos desde
lejos, una cara redonda, unos ojos claros y una sonrisa infantil que
se desquebrajaba con los acontecimientos. Una cara que no conocía,
algo estaba pasando, pero no era como mi sueño, no era Sam. Pero aun
sin ser Sam, era un niño, iba a matar a un niño y no podía hacer
nada por evitarlo.

Mi cuerpo se movía a una velocidad inimaginable y mi mente pensaba en
lo que pasaría ahora. Un salto, un corte y una muerte. Un dolor que
era incapaz de prever para ese niño, un simple niño.

Cogí todas las fuerzas que tenia y fui capaz de gritar.-¡Corre!-.
Conseguí hacerlo y el niño comenzó a correr, sin saber muy bien
porque, pero me hizo caso. Tal vez en ese momento, parecía tan
amenazador como podía llegar a serlo.

Era incapaz de pararme, era imposible, no era yo, era un monstruo.
Continué tras él, alcanzándolo cada segundo mas, con una rapidez
que era imposible saber, cuándo cogería a el pequeño. Pero esperaba
que consiguiese ponerse a salvo y a la vez me rondaba por la mente,
dejar mi cuerpo seguir, sin imponer fuerza alguna. Pero no era yo, no
quería hacerlo, no quería matar.

Unos metros de distancia, la suficiente, un salto. Cerré los ojos,
pero no pude evitar abrirlos, justo en ese momento, vi  ese rostro,
ahora cubierto de sangre, con el cuerpo masacrado por mis golpes. La
sonrisa infantil, desapareció por completo, sus ojos, ahora sin color
alguno, con un gesto cadavérico y masacrado. Sentía la sangre en mis
labios, el olor de su sangre. Pero lo peor era, que me gustaba.

Conseguí parar de comer, dejar su cuerpo a un lado y lanzarme a mí
mismo unos metros del cuerpo. Ya podía controlarme, pero ahora era
tarde. Rompí a llorar en el suelo, intentando olvidar lo sucedido,
pero era imposible. No podía seguir en ese lugar, comencé a correr
sin rumbo, hasta chocar con un árbol, y continúe mi rumbo sin apenas
menearme, rompiendo el árbol a mi paso. Me tiré al suelo, llorando
como nunca antes lo había hecho. Pero ya nada cambiaría, esta vez no
despertaría, esta vez no era un sueño.

No podía ir a mi casa, podrían verme los del pueblo. Estaba lleno de
sangre, toda mi ropa repleta de la sangre del joven, que ni siquiera
conocía su nombre, que no hizo nada mas, que cruzarse en mi camino,
en el momento que no debía. No era su culpa, toda era mía.

Volví a correr y fui rápidamente a casa de Tana, ella sabría qué
hacer. Ahora, la necesitaba.

Ella ya esperaba en la puerta.-Por fin te decidiste a hacerlo-. Una
sonrisa se mostro en su cara.

-¡Cállate!-

Su rostro volvió a la seriedad y dijo.-¿Qué ha pasado?-.

-Yo no quería… no quería hacerlo-. Lloraba mientras hablaba,
mirando mis manos, completamente repletas de sangre.

Se acercó a mi llorando a la vez que yo, y me abrazó con todas sus
fuerzas.- Lo siento… ¡Lo siento!-.

-No pude evitarlo, no podía parar. Maté a ese niño, lo maté-. La
frustración de no poder cambiarlo me reconcomía la conciencia, pero
no podría hacer nada más.

Ella me miraba sin saber que mas hacer, ni que decir, esperando que no
fuese real. Su mirada describía sus sentimientos, pero en ese momento
estaba demasiado preocupado para darme cuenta, para saber que
sucedía.

-No debí hacerlo. Tenía que haberme apartado de ti-.

-¡Eso ya no cambia nada!-.

En ese momento ya no podía pensar en nada, pero tampoco podía volver
a ver a Sam, ni a mi padre. Ahora solo estaba ella, era la única a la
que no podría dañar. Pero tampoco podía quedarme en ese lugar,
necesitaba cambiar.
puntos 7 | votos: 7
Dennis Ritchie - Creador del sistema operativo Unix y del lenguaje C.
Ha muerto y merece cierto reconocimiento por todo ello.
puntos 4 | votos: 6
Capítulo 11 - Caminé durante horas, sin ningún rumbo a seguir, esperando encontrar
respuesta a mi dilema. Saber si en algún momento encontraría
solución. Si en algún momento, podría cambiar. Un día nuevo, no
cambiaría todo lo sucedido, y lo sabía. 
Me sentía agotado. Ella tenía razón, necesitaba sangre. No podía
siquiera pensar en ello, era algo que me repugnaba y me hacía pensar
en ese sueño. Era quitar a alguien su vida, para continuar con la
mía. Aun así, sabía que lo necesitaba.
La noche empezaba a aclararse, y tenía miedo de lo que sucedería,
pero tampoco era capaz de dejarlo todo atrás y matar por sobrevivir.
La luz del sol relampagueaba sobre mí como si un foco alumbrara mi
persona. Pero aun así continué mi camino, sin pararme. El calor me
hacía sentir peor y no sabía cuánto sería capaz de aguantar, pero
nada me impedía comprobarlo. 
Los minutos pasaban lentamente, con el sol tras de mí y mi casa ya
vista en el horizonte. Llegaría en un momento u otro, pero, no
quería. El sol me debilitaba, me quemaba la piel, pero aun podía
aguantar así durante un tiempo. Sabía lo que era y no quería seguir
siéndolo, no quería matar a nadie, y mucho menos, herir a la gente
que conocía, herir a Sam o a mi padre. Por muchos problemas que
tuviese con mi padre, era mi padre, y sin relación alguna con él, ha
estado ahí todo el tiempo. Y ahora realmente, tenía razón, yo era
un monstruo, un asesino. 
Vi a Sam a lo lejos y mi corazón empezó a latir más rápido de lo
normal. No podía acercarme a él, podría herirle, pero ya no podía
hacer nada. Caí de golpe al suelo, ya cerca de Sam y de mi casa. Mis
rodillas chocaron con el suelo  y después mi cara se estampó
bruscamente contra el mismo. Mi cuerpo tendido en el suelo, con la
piel que tenía, cubierta con quemaduras.  Como comprenderás, no
sabía que pasó en ese momento.
Abrí los ojos y vi mi habitación. Estaba en mi cama, pero no sabía
cómo había llegado ahí. No sentía dolor ninguno, y lo último que
recordaba, era la sensación, de estar ardiendo, con un gran mareo y
un golpe en la cara. 
Salí y vi a Sam. Estaba preparando algo de comida en una cazuela
sobre el fuego. Con una mirada triste, se giró y me vio de pié
observándole. 
-¿Cómo… cómo puede ser?-. Me miró fascinado a la vez que
asustado.-Estabas con toda la piel quemada. ¿Cómo puedes estar bien?
-No puedes estar junto a mí.- Mi mirada triste, pero a la vez
amenazadora, necesitaba sangre, y quería que él se alejara de mí.-
¡Vete!-. Una voz inimaginable en mí, sonó en esas palabras, pero
tenía que ser así. De otro modo, podría herirle. Noté en su cara
la tristeza y el miedo unidos en una misma expresión, con un gesto
incomprendido en su postura. Dejó todo lo que hacía y se acercó a
mí.- ¡No sigas, vete!-. Comencé a llorar y a gritarle que se
marchase hasta que se fue, sin saber porque tenía que hacerlo. No
podía saber la verdad, eso sería lo mejor.
Después de su salida, caí al suelo y rompí a llorar. Tenía la
sensación de odiarme a mí mismo, pero sería lo mejor para todos.
Solo podía hablar con una persona y en este momento tenía que
hacerlo.
Salí de la casa y vi la luz del sol. No pude evitar estremecerme solo
de pensarlo, ese dolor en mi piel abrasándome. Entré de nuevo,
esperando a que empezase a anochecer para poder salir.
Mis pensamientos, podían ser los de un loco. Pero sabía lo que era.
Aun por miedo a hacer daño a las personas cercanas, no podía morir.
Era incapaz de suicidarme. Era un acto inútil para mí y no
cambiaría nada. Tenía que aprender a ser así. Miré por la ventana
y vi que el sol comenzaba a ocultarse, abrí la puerta de nuevo y
salí lo más rápido posible. 
Intenté correr a la velocidad máxima que podía, pero me sentía
agotado, necesitaba alimentarme pronto. Aun así, no me costó mucho
llegar a casa de Tana, pero no sabía qué decir, cómo actuar, qué
hacer. 
Una vez en su puerta, antes de siquiera llamar, ella abrió la puerta.

Yo, mirando hacia el suelo, con el cuerpo cansado, intentando
sostenerme en pié.- Tiene que poderse hacer otra cosa, tiene que
haber alguna forma…- .
Me miró con una mirada triste y dijo.- No la hay y si la hubiese, no
la conozco-. No pudo evitar apartar la mirada de mis ojos.-Lo siento-.
Grité desolado, al no tener otra solución. Al ver mi mundo como el
de un asesino, que necesita matar. Caí al suelo y me estremecí en el
mismo, sin poder evitarlo. Ella me miró esperando sin saber qué
hacer, sin saber que mas decir. Me incorporé con todas mis fuerzas,
intentando seguir en pié, aun con el cansancio en todo mi cuerpo. 
Salí de la casa y me vi en mitad del bosque, con la oscuridad de la
noche sobre mí. La luz de la luna, no alumbraba esta noche. Sentí un
escalofrío y empecé a correr con las fuerzas que me quedaban. 
Llegué a una carretera, la cual me resultaba conocida. Pero era
incapaz de recordar.
El aire de la noche recorría mi cara y la noche oscura, sin la
luminosidad de la luna era algo tenebroso. Me paré un segundo, mire
hacia ambos lados de la carretera y continué corriendo. No había
nadie en ese lugar. Todo iba despacio aun que notaba la velocidad en
mi cuerpo. 
Ahora sabía dónde estaba. Era ese sueño, ese que intentaba olvidar
en todo este tiempo. Intenté parar, no seguir ese camino, sabía lo
que pasaría al final de esa carretera pero no podía evitarlo. Mi
cuerpo no lo manejaba yo, algo se apoderaba de mí, el hambre.
puntos 8 | votos: 8
A veces callo - porque nadie comprenderia, lo que tengo interesante que contar.
puntos 4 | votos: 4
Capítulo 10 - Su mirada penetrándome, con unos ojos diferentes. Y mientras yo,
esperando a conseguir comprenderlo mejor, intentando que no fuese
cierto.

-Necesitaba hacerlo-. Sonrió mientras hablaba y seguía esa mirada en
sus ojos, con una apariencia de locura. Algo que nunca antes le había
visto.- Así podré estar contigo, sin que nadie pueda evitarlo y sin
hacerte daño-.

-Pero… no puede ser… -. No entendía nada, ya que no sabía
realmente como era un vampiro.

-Es así y ahora ya eres como yo-. Continuaba esa sonrisa y esa mirada
siniestra, pero con un toque cariñoso en sus palabras, aunque no para
mí. Hizo un gesto con su rostro. Abrió sus ojos, que antes eran tan
preciosos y ahora solo parecían los de un animal. Su boca, cerrada y
apretada, como si contuviese sus palabras.- No puedes cambiar lo que
ya eres-.

En sus palabras, vi una seriedad que jamás vi anteriormente. Todo era
distinto y lo sabía. Pero como ella había dicho, no podía hacer
nada por cambiarlo. Pero podía huir.

No sabía qué hacer ni que decir, necesitaba correr sin más,
necesitaba volver atrás. Correr hasta que no pudiera continuar. Salir
de ese lugar, sin ella.

Salí a correr sin contenerme, ni saber dónde ir. Ella no me siguió,
o eso pensaba yo.  No sabía dónde ir, pero el sol ya se ocultaba
tras la montaña, la oscuridad pronto llegaría. Seguí un camino
entre los árboles que no conocía, pero necesitaba correr sin más.
Sin saber donde llegar, tan solo olvidar.

Solo viendo árboles y árboles pasar, hasta llegar a un camino
desconocido para mí. La luz de la luna ya aclaraba la oscuridad de la
noche, que había aparecido hacía pocos minutos. Mis ojos eran
diferentes, no veía igual, sentía la brisa en la cara, aun con los
arboles sin mover una sola hoja. Y no podía hacer más que recordar
el sueño, ese mismo, que tuve hacía unos días, ese que pensaba que
no sería nada. Era como el sueño, todo era igual, las sensaciones
eran iguales, pero no era el mismo lugar.

Giré la cabeza sin poder evitarlo, como si mi cuerpo notase algo
extraño. En ese mismo momento, vi a Tana, asomándose entre varios
árboles, de los cuales, me alejaba a toda velocidad. Continué sin
apenas sentir el cansancio, como si tan solo caminara. Pero ella
apareció delante de mí, como si hubiese estado ahí siempre, sin
más.

-Pero… ¿Cómo has hecho eso?-. Mi respiración aumentó de golpe,
aun estando descansado. Confundido, intenté relajarme para poder,
intentar al menos, comprender lo que me decía.

Una carcajada sonó de golpe.- ¡Tú también puedes hacerlo!-. Dijo
mientras continuaba riéndose.- Pero antes tienes que saber más
cosas-.

-Y… ¿Qué soy?-. Pregunté con un tono irónico.

-Como ya te dije, eres un vampiro-. Respondió seriamente, después de
mi pregunta.- Deberías de preguntar ¿Cómo eres?-.

Entendía sus palabras, pero no sabía que mas hacer. ¿Yo quería
saber cómo era en este momento? Por lo que sabía, ella era una
asesina, vivía así y yo ahora era como ella. ¿Era yo un asesino?

En ese mismo instante, caí al suelo sin fuerzas. Mi cuerpo fallaba, y
no podía apenas moverme. No sabía porque, pero ella parecía
saberlo. Y ciertamente, lo sabía.

Miré hacía ella, mientras se reía y decía.- Necesitas comer-.
Continuaba entre risas poco agradables para mí.- Ya eres un vampiro.

Mi mirada volvió al suelo y después mire a sus ojos de nuevo.
–Pero…-. Realmente no sabía que decir.

-Ven a mi casa, te explicare algo más. A no ser, que quieras quedarte
tirado ahí-.  Sabía que no me dejaría y de todas formas apenas era
capaz de moverme.

Entramos a su casa y después me sentó en una silla en lo que
parecía la cocina. Me dio un plato con un poco de fruta y empecé a
comer con muchas ganas. Terminé de comer rápidamente, pero aun no me
sentía satisfecho, necesitaba más.

-¿Cómo puedo seguir con hambre?-.

-Eres un vampiro…-. Me miro seriamente y luego dijo.- Necesitas
alimentarte con comida, pero necesitas algo más para sentirte
satisfecho y con fuerzas-.

-¿El qué? ¿Por qué lo dices tan seria?-. En ese momento no sabía
nada acerca de los vampiros, pero realmente, me gustaría no haberlo
sabido nunca.

Miré hacia un lado de la cocina, cuando vi unas cuantas prendas de
vestir, manchadas completamente de sangre. En ese momento recordé lo
que me dijo hacía unos días.

-¿Sangre… humana?-.

-Si… y no puedes evitarlo, es necesario para vivir-. Miro la ropa
ensangrentada y dijo.- No podrás aguantar sin ella, acabarías
enloqueciendo.

-No puedo hacer eso-. Dije yo, sin poder contenerme, gritando con las
fuerzas que tenía.- ¡No puedo matar a alguien!

Pasó un rato hasta que volvió a hablar, después de mis gritos
enloquecidos.

-Tienes que saber algo más-. Después de un rato sin hablar, y con un
tono realmente serio.- El sol directo hacia tu piel, te quemará poco
a poco hasta matarte. Hazme caso, es por tu bien.

-Por mi bien no me tenías que convertir en lo que me has convertido-.
Dije yo enfurecido.

-Tendrás que alimentarte de sangre alguna vez. Si no lo haces, no
morirás, pero harás daño a tus seres queridos, enloquecerás y les
atacarás-.

Entendí lo que me dijo, pero en ese momento, no sabía que mas hacer.
La luz del sol ya salía y no podría volver ahora a mi casa.
¿Realmente quería seguir vivo?

puntos 14 | votos: 14
Soy un gran mentiroso... - Pero nadie mas lo sabe.
puntos 3 | votos: 11
Capítulo 9 - Abrí los ojos sin saber muy bien donde estaba. Me sentía mareado y
me dolía la cabeza. Me di cuenta de que estaba en mi habitación,
pero no sabía cómo había llegado ahí. Me levanté mareado, tanto,
que caí de rodillas en cuanto me incorporé. Intenté ir a la cocina
a comer para ver si se me pasaba.

¿Todo había sido un sueño? era todo tan real, como si de verdad
hubiese ocurrido, como si ella fuera una asesina, ella fuera un
vampiro. Pero, ¿y si no hubiese sido un sueño? ¿Cómo había
llegado hasta mi cama? En ese momento no tenía explicación ninguna
para lo sucedido, pero lo recordaba todo tan real… El miedo
recorriendo mi cuerpo y paralizándome… Demasiado real para ser un
sueño, demasiado incoherente para ser real.

Me toqué el brazo para rascarme, cuando me di cuenta de que tenía
una pequeña herida en el brazo.  Una pequeña raja que ya estaba
cerrada, pero aun dolía. No sabía cómo había llegado a  cortarme
ni cuándo. Parecía una pequeña herida, que podía haberme hecho
mientras andaba por el bosque. Así que decidí seguir pensando en el
sueño, o tal vez realidad.

Hacía varias horas que me había levantado. No sabía que más
imaginar ni que pensar, así que salí de mi casa para ir a ver a Sam.
Necesitaba la opinión de alguien más, alguien que me apoyase.
Necesitaba contarle todo lo sucedido. Llegué rápidamente, sin
siquiera darme cuenta.

Comencé a hablar y mis palabras salieron fluidas sin pausa. Le conté
todo lo sucedido, desde que empecé a seguirla hasta que me desperté.
El pareció entenderlo todo, apenas sin hablar, aunque parecía que me
escuchaba de verdad. Pensó que todo sería un sueño, que lo mejor
sería ir al sitio en el que había pasado todo. Que intentase hablar
con ella y meditar las cosas detenidamente.

Decidí hacerle caso, que lo mejor sería ir al sitio donde estaba la
casa de Tana, como me dijo Sam. Salí de la casa y comencé a andar.
Caminé por el mismo camino que va hacia mi casa, pero una vez cerca,
desvié el rumbo para llegar donde tenía que ir.

De día todo era diferente. El cielo no se veía, pero los reflejos de
luz, penetraban entre las ramas de los árboles. Esos reflejos,
permitían ver con claridad, pero no molestaba la luz sobre los ojos.
Ahora podía verlo todo más claro, la pequeña casa de Tana a lo
lejos y una carretera se veía más allá de los árboles. La casa,
era toda hecha con madera vieja y gastada, con un tejado ligero pero
resistente. Parecía que no había nadie, pero estaba seguro que ella
aparecería. Siempre lo hacía.

Me acerqué más a la casa y cuando iba a tocar a la puerta, ella
abrió.

-Hola-. Dijo con una sonrisa en su gesto.- Te estaba esperando-.

-¿Como sabías que vendría?-. Pregunté al ver su comportamiento.

-No lo sabía-. Dijo de forma triste, pero antes de decir algo más,
sonrió.- Pero lo suponía-.

-¿Qué pasó ayer?-. Pregunté de forma inmediata.

Me miró extrañada y después preguntó.- ¿No lo recuerdas?-.

-Sí, si lo recuerdo, pero ¿cómo llegué a mi casa y por qué no
recuerdo esa parte?-. Estaba empezando a ponerme nervioso, quería
respuestas.

-Ya podemos estar juntos Letum-. Dijo mirando fijamente mis ojos.-
Nada nos lo impide ya-.

Algo en su mirada me hacía estremecer, pero a la vez me atraía. No
sabía a qué se refería, pero tenía que averiguarlo.

-No te entiendo. ¿A qué te refieres?-. Miré a Tana y después hice
un gesto de incomprensión.

-Eres como yo-. Dio una carcajada y dijo-. Eres un vampiro-.

Me estremecí en el momento en el que dijo vampiro. Mi respiración
comenzó a aumentar y mi corazón latía como si hubiese estado
corriendo durante horas. Pensaba que me caería de rodillas en ese
mismo momento, pero conseguí mantenerme en pié. La miré sin saber
que decir, esperando algo mas, una explicación. ¿Cómo había hecho
eso? ¿Cuándo?
puntos 14 | votos: 14
Realidad - Realidad de la iglesia,
niños violados,
niños mal criados.
Ellos son los buenos,
y los niños bajo el yugo.
puntos 20 | votos: 20
... - Yo siempre he sido el patito feo...
Al que nunca miran nada mas que para amistad... 
Al que solo ven capacidad, de escuchar.
puntos 6 | votos: 6
I cant live - without you.
I need you.

puntos 14 | votos: 14
Los muros - que hoy te defienden, son aquellos que mañana te destruiran.
puntos 2 | votos: 4
... - Cuando las guerras contra uno mismo,
comienzan en tu interior.
Significa que tu mente lucha,
contra lo que opina tu corazon.
puntos 22 | votos: 22
Esta és - La gran evolución del ser humano.
puntos 2 | votos: 8
Capítulo 8 - El miedo se apoderó de mi impidiéndome moverme, ni tan siquiera
girar la cabeza. La sensación de alguien detrás mientras estaba solo
en el bosque, sin nadie que pudiese ayudarme. No podía quedarme ahí
para siempre, en algún momento tenía que reaccionar. Después de un
rato sin siquiera moverme, conseguí girar la cabeza y ver quién o
qué había detrás.

Una mirada bastó para ver a Tana mirándome con unos ojos que nunca
le había visto antes. No podía siquiera hablar. Todo cubierto, con
la oscuridad de la noche y la poca luz de la luna, tapada por los
grandes árboles, que se extendían hasta el final de lo que era capaz
de ver. Pude ver el exterior de la casa, pero no había podido ver el
interior. A lo lejos veía una carretera muy borrosa, casi invisible a
la vista. La oscuridad no permitía ver más allá de unos pocos
metros, pero tenía que saber donde estaba para poder volver, si es
que podía. Los árboles eran iguales que todos los demás, era una
zona boscosa y tenebrosa en la oscuridad. Un lugar en el que nunca me
gustaría haber estado, pero una vez pasan las cosas, nunca tienen
solución. No sabía que decir, me sentía inmóvil… Era incapaz de
hablar.

-¿Por qué me has seguido?-. Una voz seria que nunca esperaría haber
escuchado de ella.

Aparté la mirada hacia un lado y después miré al suelo sin
contestar. Realmente no sabía que decir.

-¿Qué haces aquí?-.Volvió a preguntar ella.

-¡No lo sé!-. Dije yo gritando sin poder remediarlo.- No sé porque
he seguido a la persona que quiero, no lo sé.

A ella le cayó una lágrima y empezó a hablar.

-¿Querías la verdad? Aquí te cuento la verdad-. Dijo mientras
varias lágrimas descendían por sus mejillas.- ¡Soy un monstruo!-.
Gritó con una voz más grave de lo normal.

-No, tú no eres un monstruo-. Dije yo mientras continuaba llorando.

-Soy una asesina, siempre lo he sido-.

Su voz sonó seria. Mi corazón dio un vuelco y por poco caigo al
suelo del miedo. Pero era Tana, no podía pensar que me haría daño.
La quería.

-Vivo en una casa apartada de todo el pueblo, en un sitio en el que
nadie me conoce salvo tú. Fuiste el único que me vio llorando, me
vio sufriendo-. Calló en un mar de llantos.- Pero solo conseguiré
hacerte daño, ya te estoy haciendo daño-.

-Pero no eres…-. Callé antes de continuar. La verdad es que no
sabía lo que era. Pero ahora era el momento.- ¿Quién o qué eres?-.

-¿De verdad quieres saberlo?-.

Un silencio se extendió durante un par de segundos.- Si-. No
respondí muy convencido, pero realmente quería saberlo.

-Soy… -. Se volvió a callar.-Es peligroso para ti.

Me paré un momento antes de contestar. Estaba atemorizado, la
situación daba miedo pero no quería demostrarlo.

-No tengo miedo-. La miré fijamente a los ojos.-¿Debería tenerlo?.

-Soy… -. Volvió a callar.-Nos llaman vampiros-.

Miré a Tana extrañado ya que no sabía lo que eran. -¿Vampiros?-.
Nunca antes había oído hablar de ellos-. ¿Qué es eso? -.

-Somos peligrosos. Nos alimentamos de… sangre-. Un silencio paró su
explicación.

¿Había dicho sangre? Como podía ser eso-¿Sangre?-. Pregunté.

- Sangre humana-. Dijo de forma seria, sin contemplarlo demasiado.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. No podía mirarla de la misma
forma.

-No soy buena, he matado mucha gente-. Afirmó mirándome fijamente
con una mirada siniestra.

-Sé que no me harás daño-. Dije con miedo.

-¿Enserio?-.Su cara era diferente, ahora me daba más miedo. Pero aun
así, la quería.

Estaba aterrorizado, volví a sentir el miedo recorriendo mi cuerpo de
la cabeza a los pies. No sabía que más decir ni que más hacer. No
entendía muy bien las cosas, no sabía cómo reaccionar ni siquiera
sabía si lo había comprendido todo. Pero entendía más cosas ahora.
puntos 1 | votos: 7
Capítulo 7 - Una noche mucho más relajada. No había tenido sueños extraños y
pude descansar debidamente. El sol calentaba ya en mis ojos como una
fuerte llama que atravesaba mis parpados, así que me levanté y fui a
la cocina. Preparé un poco de leche caliente en el fuego y cogí un
trozo de pan con queso de un armario de la cocina. Me había levantado
con hambre. En mi cara aun se notaba el cansancio de la mañana, pero
estaba mucho más contento que los últimos dos días. Una vez
caliente la leche la serví en un bol y me senté en la mesa junto con
el trozo de pan. Comí con muchas ganas, pero no muy rápidamente, no
quería atiborrarme. Una vez terminé el trozo de pan, le di el
último trago a la leche y me levanté.

Salí fuera, seguí un pequeño sendero detrás de la casa y tras
andar unos metros llegué a un pozo. Cogí un poco de agua del pozo,
debido a que no quedaba agua y la llevé a casa. Una vez ahí, aparté
agua en unas jarras y la que quedó, la usé para lavarme la cara.
Ahora ya estaba preparado para un nuevo día.

Fui a mi habitación, abrí un baúl en el que estaba mi ropa y saqué
algo de ropa para ponerme. Me vestí y después volví a ir a la
cocina. Tomé un poco de agua y salí de la casa.

Hoy no quería hacer lo que siempre hacía, así que fui al pueblo.
Anduve durante largo rato por un sendero hasta llegar a un camino más
ancho. Una vez en el, continué hasta llegar al pueblo. Pero justo
antes de llegar algo extraño me frenó.

A lo lejos se veía un grupo de soldados. Se podía ver a uno de ellos
sobre un caballo, con una armadura en el pecho, que era de metal muy
brillante. También llevaba unos pantalones de color rojo, con rallas
naranjas. Portaba una lanza en la mano derecha y con la otra mano
mantenía las riendas del caballo. En la cabeza, llevaba un casco al
igual que la armadura del pecho, plateada y con un escudo que no era
capaz de reconocer. Ese hombre iba delante. Detrás del habían dos
soldados mas. Estos dos, vestían igual que el anterior, pero iban
armados con pistolas del pedernal. Aun llevando esas pistolas, tenían
en la cintura, un estoque. Después habían otros dos hombres, pero
estos tenían dos fusiles que cargaban con una mano, mientras que la
punta del fusil, apoyaba en el hombro del soldado. A la vez, llevaban
un estoque cada uno, el cual llevaban en el cinturón. Todos ellos
tenían una barba oscura que se veía debajo del casco, que solo
dejaba ver sus ojos.

Fueron acercándose poco a poco y cada vez se veía mejor. Llevaban
una gran caja, cargada por otro hombre más que iba en medio de ellos,
con un caballo.

Los dos caballos iban cubiertos con una ligera armadura, con colores
rojo a rallas naranjas, al igual que los pantalones de los soldados.
El caballo que cargaba la caja, la llevaba detrás, con unas ruedas
que permitían más facilidad de movimiento de la gran caja. Era una
caja de madera, con los bordes de oro. Parecía muy preciada, ya que
la custodiaban varios soldados armados.

No sabía que habría en esa caja, pero no iba a pararme a
preguntarles. Continué mi camino, apartándome hacia un lado, para
que pudieran pasar sin molestias. Anduve durante un rato más hasta
llegar al pueblo. Había estado poco en el pueblo así que intentaría
conocerlo un poco mejor ahora.

Seguí una calle que entraba hasta la plaza del pueblo, la cual, era
la zona más llena de gente. Se podía ver en la plaza a todo tipo de
personas, mercaderes con sus productos puestos sobre mesas, algún
soldado que vigilaba el pueblo, pero los que más abundaban eran
campesinos y siervos de algunos señores del pueblo. Continué por una
calle que salía de la plaza y llevaba hacia una pequeña iglesia. Una
vez en ella, vi otro grupo de soldados que salían de la iglesia con
una caja como la que había visto anteriormente en el camino. Lo que
hacían esos soldados era transportar el oro que la iglesia conseguía
para llevarlo a la capital. Después de eso, vi el pueblo entero,
desde la plaza hasta las calles más pequeñas y deshabitadas. Una vez
había terminado, era casi de noche, y quería descansar.

Fui hacia mi casa por el mismo camino que siempre seguía, con la luz
de la luna ya alumbrando mi cara. En ese mismo momento una mano toco
mi hombro. Sentí un pánico terrible.

-Hola-.

-¡Ahh!-. Grité.

Sentía una sensación de terror que no podía quitarme del cuerpo.

-Soy yo, tranquilo-. La voz de Tana sonó tranquilamente tras de mí.

-Que susto- La sensación de alivio al ver su cara sonriente recorría
mi cuerpo.- ¿Querías algo?-.

-Pensé que querrías hablar-. Dijo un poco desilusionada.

-Si…-. Dije rápidamente.-Por supuesto-.

-Pero… ¿Qué quieres saber?-. Preguntó.

-¿Por qué… siempre te veo de noche?-. Pregunté con miedo a su
respuesta.

Soltó unas carcajadas y después contestó.- Por que es cuando tengo
tiempo libre-.

Intenté reírme junto a ella, pero sonaba tremendamente forzado.-
Eres diferente…-.

Miró al suelo tristemente y dijo.- ¿No te gusta?-.

-No no… Me gusta que seas diferente…-. Contesté rápidamente al
ver su tristeza.

Sonrió de nuevo y me dio un beso. No pude evitar mi sonrisa, estaba
realmente contento, pero seguía teniendo preguntas, preguntas que no
podía decirle.

Ella comenzó a irse y yo escondido tras un árbol, la comencé a
seguir. La seguí tras los arboles, mientras ella seguía por el
camino. Una vez llegamos a un cruce salió del camino y comenzó a
andar entre arboles que no dejaban pasar ni la luz de la luna. Y ahí
estaba, una casa de madera en la que ella había entrado. Era su casa,
no vivía en el pueblo de al lado. Me acerqué a la casa y de repente,
noté algo detrás de mí. Mi cuerpo paralizado por el miedo no podía
siquiera girarse. Pero tendría que hacerlo, en algún momento u otro,
lo haría.

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La palabra imposible - solo existe para darle significado a la palabra posible.
puntos 2 | votos: 4
Capítulo 6 (Segunda parte) - Un lugar en plena luz del día, pero con la oscuridad de un anochecer
que producían los arboles gigantes, que podía ver desde mi casa. No
podía pasar la luz del sol, tan solo algunas pequeñas brechas de luz
que parecían celestiales. Y detrás de uno de esos grandes árboles,
estaba ella.

Mi mente se quedó un momento en blanco. No sabía que responder. Toda
mi vida estaba cambiando. Nunca antes había soñado cosas así. Me
sentía seguro con Tana, pero a la vez estaba preocupado. No la
conocía apenas, no sabía nada de ella. Aun así, nada me frenaba,
quería saberlo.

-Hola… ¿Qué haces aquí?-. Una pregunta forzada, con un tono
serio. Pero no sabía decirle como me sentía.

-Te estaba esperando-.

Mi cara cambió en un segundo, después de escuchar su respuesta. Pero
aun así, con su sonrisa y su mirada era capaz de tranquilizarme.

-¿Cómo sabías que estaría por aquí?-. Esta pregunta, fue más
tranquila. Me sentía más relajado.

-Necesito hablar contigo- Me miró fijamente con una mirada más seria
que la anterior.-Creo que tienes que preguntarme algo ¿No?-.

Aunque me costaba, le expliqué todo mi sueño. La muerte de Sam fue
lo que más me costó de contar, por eso durante mucho rato, estuve
hablando solo yo, ya que no sabía muy bien cómo explicar algo así.
Una vez había terminado de hablar ella miró al suelo con una cara
seria. Luego volvió a mirarme y sonrió.

-Solo es un sueño-. Dijo ella intentando tranquilizarme.

Por un momento me sentí tranquilo. Pero su comportamiento mientras le
contaba todo era extraño. Como si esperase algo distinto. Como si
esperase más preguntas.

-Lo sé… Pero es extraño- Mi mirada se fijó en la carretera del
sueño que se veía a lo lejos.- Soñé con cosas que ni siquiera
conocía. Y estabas tú. Y estaba Sam… Muerto-.

-Los sueños son algo inexplicables-. Sonrió y me cogió la mano.- Es
algo que nadie puede comprender.

-Gracias, necesitaba algo así-. Mi boca formó una sonrisa mientras
hablaba. Me sentía bien.

Miré de nuevo esa carretera y luego miré a Tana. Ella me sonrió.

-Tengo que irme-. Dijo ella después de verme mejor.

-¿Por qué?-.Pregunté tristemente.- Me gustaría hablar más
contigo-.

-Lo siento, pero tengo que irme-. Comenzó a andar y se despidió con
la mano.

Yo esperé en ese árbol un rato, mientras ella andaba hacia el
interior del bosque arbolado. Entre la penumbra de los arboles. Esos
mismos arboles tan antiguos que veía de pequeño como grandes seres
poderosos. Al final, desapareció entre la oscuridad profunda. Yo
quería preguntarle muchas cosas, pero tendrían que ser en otro
momento.

Era diferente, y eso era lo que más me gustaba de ella. Podía
aparecer en una casa abandonada, o marcharse en mitad de un bosque
oscuro. Pero ahora tenía que pensar de nuevo en Sam.

Fui a casa de Sam, para contarle el sueño. Ahora me sentía bien como
para contarlo. Fui sin pararme mucho y llegué deprisa. Llamé a la
puerta, ahora más tranquilo que la primera vez. Abrió la puerta y me
invito a pasar. En este momento se le veía contento. Estábamos solos
en casa porque su madre había ido al pueblo a comprar algunas cosas
para la casa. Le empecé a contar todo lo sucedido en estos días. Le
conté lo de Tana, como la conocí y todo lo demás. El sueño fue lo
que más me costó de contar. Pero el comprendió todo muy bien.

-Ahora entiendo por qué estabas tan raro-. Dijo antes de una
carcajada.

-Si… lo siento por no habértelo contado antes-.

-No te preocupes-. Me miró y yo ya me sentí mucho mejor.- Es normal
tener sueños extraños. ¿Por qué no me contaste lo de Tana?-.

-No lo sé…-. Y ciertamente era real. No sabía el por qué.

Me invitó a comer algo después de hablar. Y yo estaba hambriento. No
había comido nada desde que me había levantado, ya que salí
corriendo hacia su casa. Me sirvió un poco de caldo que había en una
cazuela y me lo comí rápidamente quedándome satisfecho. Cuando
terminé de comer el aun seguía comiendo, así que continué hablando
de cómo me sentía. Todo lo que había estado guardando estos días.

Estaba más relajado después de hablar con Sam. Me sentía liberado
de mis propios pensamientos. Me fui a mi casa después de despedirme
de Sam e intenté relajarme en la entrada mirando el horizonte. Aunque
no paraba de pensar en el sueño, ya no me daba miedo, pero seguía
teniendo preguntas.

El cielo empezaba a oscurecer y yo estaba cansado. Así que me fui a
dormir.
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Solo necesito una cosa - TU
puntos 2 | votos: 2
Capítulo 6 - Estaba yo corriendo a toda velocidad, sin ser capaz de parar. El aire
de la noche corría en mi cara a mucha velocidad y la noche oscura sin
luna era algo tenebroso. Me paré un segundo, mire hacia ambos lados
de una carretera y continué corriendo. No había nadie en ese lugar.
Todo iba despacio aun que notaba la velocidad en mi cuerpo.

A lo lejos, veía algo. Era una persona. Me acercaba poco a poco, pero
podía ver todos los movimientos de esa persona. En ese momento, mire
hacia delante y ese chico se giró. No podía creerlo. Era Sam, pero
¿Qué hacía ahí?

Estaba a unos diez metros de él y me abalancé sobre su cuerpo. Un
golpe en la espalda que le tumbó y una furia en mi que era incapaz de
controlar. Le empezaba a rasgar la ropa, no paraba de darle golpes y
más golpes y después un silencio. No había gritos. Un corte con mis
propias manos. Ahora estaba solo encima de un cadáver, mirando hacia
todos lados. En la penumbra de la noche.

-¡Saaam!-. Grité después de volver en mí.

-¡Qué he hecho! -. Continuaba gritando, mientras lloraba al lado del
cadáver de mi amigo.

-Letum-. Una voz que conocía. Un susurro.

Miré abajo y era Sam.

-No te preocupes- Dijo Sam con una sonrisa malévola en la cara.- Solo
me has matado-.

Una carcajada salió del como si de un loco se tratase. Yo empecé a
llorar sin saber que mas decir. Una sensación recorría mi cuerpo.
Estaba confuso y perdido entre la oscuridad. Empecé a correr sin
parar, lo más rápido que podía. No paraba de escuchar esa
carcajada, seguida de un susurro que decía mi nombre. Me sentía
observado todo momento.

-No corras Letum, estás a salvo-. Era Tana.

Al escuchar su voz no pude evitar pararme. Me giré y la vi
acercándose a mí. Era extraño, pero me sentía bien con ella.

-¿Qué pasa? ¿Qué hago aquí?-. Dije de manera desesperada.

-Tranquilo, estás a salvo-. Contestó ella.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo y después me sentía más
tranquilo.

-Si… Letum. No tengas miedo. Estas a salvo-. Una voz a mi espalda.
Era Sam.

Me giré y le vi, ensangrentado, con todo el cuerpo demacrado y con
una gran herida que era la que yo le había hecho.

-¡Ahhhhhhhhhh!-. Un grito ahogado por el miedo salió de mí sin
esperarlo.

Todo mi cuerpo empapado en sudor, un grito ahogado, y un sofoco
incomprensible para quien me viese. Me levantaba de la cama e iba
corriendo a la cocina. Mi padre no estaba, estaba solo en casa, como
era normal. Me fui de la casa sin comer nada si quiera, directo hacia
la casa de Sam. Corrí lo máximo que mis piernas aguantaban, llegué
hasta esa casa, y justo cuando iba a llamar, un escalofrío volvió a
recorrer todo mi cuerpo. Me contuve un segundo y después llame
igualmente. Abrió Sam la puerta.

-¿Qué haces aquí a estas horas?-. Preguntó extrañado Sam.

El estaba bien, no tenía nada. Su cuerpo estaba intacto y estaba
vivo. Todo había sido un sueño. No pude evitar abrazarle y no decir
nada más.

-Lo siento, no sé lo que me pasa-. Dije yo.

-No te preocupes-. Respondió rápidamente al ver mi estado.

Sonrió y me invitó a entrar. Pero yo no quería contarle lo que
había soñado. No podía hacerlo.

Me fui andando lentamente hacia mi casa, con lágrimas en los ojos,
intentando no pensar en ese sueño. En Sam muerto en el suelo. En Tana
mirándome intentando tranquilizarme. Y de nuevo Sam muerto pero
hablándome. Susurrando mí nombre.

No era capaz de comprender por qué de ese sueño. Juntar a Tana y a
Sam, en esa situación. Me sentía mal por algo que solo había pasado
en un sueño. Pero en ese sueño, yo era un asesino.

Ya estaba en la entrada de mi casa, pero no quería entrar. Quería
volver a ir a la cabaña. Tenía que hablar con Tana. Fui andando por
donde creía que era el camino hacia la cabaña. Pero me había
confundido. Había salido hacia una carretera. Algo en esa carretera
me resultaba familiar, algo que me asustaba. Era la carretera del
sueño. Mi cuerpo se paralizó durante unos segundos, imaginando a Sam
en el suelo. Intenté salir a correr, pero no podía moverme del
miedo. Al final conseguí salir corriendo. Algo extraño pasaba en
este momento, pero quería salir de ahí. Corrí lo máximo que pude y
llegué al camino hacia la cabaña y ya empecé a tranquilizarme. No
sabía por qué pero la cabaña me hacía sentir seguro. Tana me daba
seguridad. Anduve algo más tranquilo, pero detrás de un árbol del
camino, vi algo. Me acerqué y vi alguien que no esperaba encontrar
ahí.

-Hola, ¿Cómo estás?-. Dijo Tana.
puntos 13 | votos: 13
Nadie - podra decir lo que eres capaz de conseguir.
Solo una persona puede.
TU

puntos 8 | votos: 8
... - Si alguien te dice que no puedes lograrlo,
girate y dale la espalda. Es el quien no puede lograrlo.
puntos 14 | votos: 14
La curva - mas bella de una mujer, es su sonrisa.
puntos 1 | votos: 3
¿Coincidencias? - Creo que mis amigos me dicen algo
puntos 5 | votos: 5
Capítulo 5 - Unos golpes a la puerta me despertaron después de aquella extraña
noche. Un simple paseo, cambiaría toda mi vida, mas adelante sabréis
porque. Salí de la cama, aun con cansancio y fui a ver quien
aporreaba la puerta de tal manera.  Al abrir la puerta, mientras
bostezaba sin poder remediarlo, y en ese momento vi a Sam.
-¿Qué te pasa?-. Preguntó Sam mientras yo estaba aun con los ojos
entrecerrados.
-Estoy cansado- Miré hacia el cielo para ver qué hora seria
aproximadamente y volví a bostezar. -¿Qué querías?-.
-Venia para ver si querías hablar y si estabas bien-.
-Estoy bien-Fui hacia la cocina a coger un trozo de pan mientras Sam
me miraba en la puerta parado.-Pero no tengo ganas de hablar ahora-.
-Bueno, cuando tengas ganas hablamos-. Dijo con un tono algo enfadado,
mientras cerraba la puerta.
No quería que se enfadase con migo, pero en este momento, solo
quería estar solo. Quería volver a esa cabaña. Tenía que saber
quién era ella.
Fui a mi habitación y me puse algo de ropa. Sentía la necesidad de
volver pero no sabía por qué. Salí de mi casa y empecé a ir hacia
el camino de la noche anterior. Caminé hasta ver esa pequeña cabaña
abandonada y me acerqué a ella. Me paré un par de minutos,
observándola, ahora que era de día. En la noche era completamente
diferente. Entré de nuevo por la ventana y me senté en el suelo. En
el interior también era distinto. La luminosidad cambiaba el aspecto
de las cosas. Pero había algo que lo cambiaba más aun. No estaba
ella.
Aun teniendo a Sam, me sentía solo. Necesitaba algo más. En cuanto
la vi en el suelo, su mirada se cruzó con la mía, en cuanto el roce
de mi mano con su brazo sucedió, sentí algo que nunca antes había
sentido. Algo que quería seguir sintiendo.
No podía esperar a que ella volviese a ese sitio. Era algo que era
imposible que sucediera. Nunca volvería. Al menos eso creía yo. 
-¿Por qué has vuelto?-.
Esa voz, era algo que no podía olvidar. Era ella. Las cosas
imposibles no existen, no hay nada imposible. Se me aceleró el
corazón durante unos segundos, pero necesitaba contestar.
-No lo sé-.Dije casi tartamudeando.
Ella me miro y una sonrisa salió de su boca.
-¿Cómo que no lo sabes? Para algo abras vuelto ¿no?-.
Mire a sus ojos y empecé a sentir esa sensación. Era algo tremendo,
pero no sabía que decir, ya que no sabía realmente para que había
vuelto.
-¿Por qué has vuelto tú?-. Intenté contestar con otra pregunta, ya
que no sabía que mas decir.
Se paró un momento antes de contestar. Me miró y luego fijó su
mirada en el suelo.
-La verdad… quería saber algo de ti- Me volvió a mirar y hizo una
pequeña muesca de sonreír.- ¿Por qué?-.
-¿A qué te refieres?-. Suponía lo que quería decir, pero no
quería quedar como un estúpido, sin saber que contestar.
-¿Por qué querías ayudarme?-. 
-No te ayudé-.
Me observó mientras que yo estaba cabizbajo mirando al suelo.
-Te fuiste- Sonrió con una especie de carcajada y volvió a la
conversación.- Te vi como volvías con una manta-.
-Pero… ¿Por qué no me dijiste nada?-. Volví a contestar, como
siempre tartamudeando.
-Te dije que te alejaras de mí, que solo traería problemas-. Dijo
mirándome seriamente.
-Pero entonces… ¿Por qué has vuelto ahora?-. Ya no entendía nada,
pero me conformaba con estar ahí con ella.
-Solo te diré una cosa. No soy una chica normal- Miro hacia la puerta
y se giró.-Me pareces un chico distinto-.
Abrió la puerta con una llave que había puesta en la cerradura y
salió. Yo al ver que continuaba andando, salí corriendo de la
cabaña y me acerqué a ella. Ella no decía nada, y yo no sabía que
decir. Imagina lo curioso que era ver, a dos personas que apenas se
conocían andando juntas por un camino sin decir ni una palabra.
-¿Dónde vives?-.Al final, decidí preguntar algo.
-Ahora vivo en un pueblo muy cerca de aquí-. Contestó sin saber muy
bien si debía contestar.
-¿Vives con tus padres?-. Después de preguntar, me di cuenta de que
parecía algo pesado con esas preguntas.
-No… - Se paró un momento y se quedo pensando durante unos
segundos.-Vivo sola-.
-¿Qué edad tienes?-. Pregunte intrigado después de su respuesta.
Continuó andando después de mi pregunta sin contestar ni decir nada
más. Me quedé callado sin saber que mas decir, después de su
evasión a mi pregunta no podía decir nada más.
-Cuéntame cosas sobre ti. Solo he hablado yo en todo el rato-.
Le conté donde vivía, la vida con mi padre, mi amistad con Sam, y
ella seguía intrigada sobre mi vida. Terminé de contar todo lo que
me preguntaba.
-¿Te volveré a ver?-. Dije yo en un tono triste.
-¿Quieres volver a verme?-. Preguntó ella sonrojada.
-¡Claro que si!-.
-Entonces nos veremos-. Contestó y después se fue sola en la
dirección contraria.
Sin darme apenas cuenta, habíamos llegado muy cerca de mi casa. Así
que anduve durante un par de minutos y llegué. Abrí la puerta,
entré y fui a comer algo a la cocina. Después, cuando iba a irme
hacia la cama llamaron a la puerta con un golpe suave. Fui hacia la
puerta, la abrí y era ella de nuevo.
-Se me había olvidado decirte algo. Mi nombre es Tana-. Sonrió y
después volvió a irse.
Me quedé algo atontado después de eso por volverla a ver ahora en mi
casa. Pero una vez en la cama, tenía una pregunta. ¿Cómo sabía
donde vivía? ¿Cómo sabía cosas que no le había contado? Pero
decidí dejar de pensar en eso, podía haberme seguido y ya está.
puntos 13 | votos: 13
Es dificil, - cuando un mundo ve la homosexualidad como insulto en lugar de sexualidad.

puntos 9 | votos: 9
... - Si no estas ocupado naciendo,
estas ocupado muriendo.
puntos 3 | votos: 3
Capítulo 4 - El tiempo pasaba y la amistad con Sam se mantenía. Después de diez
años, aun nos veíamos mucho y hablábamos sobre lo que pensábamos y
lo que nos pasaba. Éramos mucho más mayores, teníamos dieciséis
años y habíamos madurado mucho desde que nos conocimos. 
En nuestra amistad nada había cambiado, pero había muchos cambios en
nuestra vida. Yo cada vez pensaba mas en lo que pasaba con mi padre.
Yo no quería nada malo para él, pero nuestra relación era algo
extraña. Como ya dije otras veces, el pasaba de mi. Si un día no
aparecía seguramente ni se enteraba. La verdad es que eso me ponía
de los nervios, el pensar así, pero era la realidad. 

Después de un largo día, lo lógico sería, que hubiese ido a
dormir, pero no fue así. No estaba cansado, y no podría dormirme aun
estándolo. Fui sin hacer ruido hasta la puerta, observé hacia ambos
lados de la sala y salí de la casa cerrando la puerta con cuidado. No
sabía hacia dónde ir, así que me puse a andar hacia algún sitio
que no hubiese estado antes. Anduve durante un rato sin seguir ningún
camino hasta que al final encontré un camino que no conocía. Lo
comencé a seguir y ande y ande, viendo de cerca, grandes árboles a
los lados del camino. Solo veía unos metros delante de mí, ya que la
oscuridad se apoderaba de todo, salvo de lo que podía iluminar la
luna. Una gran luna llena que iluminaba con un toque blanco todo lo
que podía.
Continué ese camino iluminado por la luna, hasta ver una cabaña que
parecía abandonada. Estaba apartada del camino, solo había que
cruzar unos cuantos arboles y se vería a la perfección. Me acerqué
con cuidado, ya que no sabía si estaría abandonada o no. Vi el
exterior de la casa en la oscuridad, y empecé a escuchar un llanto
dentro de la casa. Intenté mirar por la ventana pero no se veía
nada. Corrí hacia la puerta para ver si estaría abierto.
Desgraciadamente estaba cerrada. Busqué una ventana la abrí y entre
saltando para ver quien había dentro. Enseguida reconocí una silueta
encogida en el suelo, llorando. 
-¿Qué haces aquí?-. Se escuchó de pronto mientras hablaba entre
sollozos. La voz de una joven se podía reconocer sin complicación. 
-Escuché algo dentro de la casa e intenté ver que era-. 
-Ya sabes lo que es, ¡vete!-. Gritó y por un momento yo me asusté,
pero no podía dejarla ahí.
-¿Qué te ha pasado?-.
-Aléjate de mí, solo te traeré problemas-. Dijo mirando fijamente
mis ojos, mientras yo miraba los suyos sin poder dejarlos de mirar.
-No tengo miedo- Dije aun sin creérmelo todavía- ¿Qué te ha
pasado?-. Saqué valentía de donde no la había y me acerqué
lentamente hacia ella.
Empezó a llorar más aun si es que era posible. Me arrodillé junto a
ella e intenté tranquilizarla. Ella al sentir mi mano sobre su brazo,
se apartó.
-¡No! No soy como los demás-. Gritó en el mismo momento que mi mano
la acariciaba.
-¿Quién ha dicho que yo lo sea?-.
Me miró fijamente a los ojos y apartó la mirada después de unos
segundos. 
-No puedes entenderlo, déjame-. Volvió a entrar en un llanto agudo
en el que no podía dejarla.
Salí de la casa, de nuevo por la ventana con los sollozos de fondo
mientras caminaba. Seguí el camino hacia mi casa. No tardé demasiado
en llegar. Entré sin hacer ruido para no despertar a mi padre y cogí
una manta de abrigo poco pesada y volví a salir hacia la cabaña del
camino. Fui corriendo para que no se fuese la chica, pero cuando
llegué ya no estaba. Me senté en el mismo sitio en el que estaba
ella, me tapé con la manta y con la mirada fija en el suelo, solo
pensaba en ella. La sensación al tocar su piel, al poder ayudarla,
pero ella ya no estaba. Estaba solo, esperando en la oscuridad, a
altas horas de la noche sin nadie más. El sol volvía a salir. Los
rayos de sol ya despuntaban entre los árboles y se colaban por la
ventana. Una brisa de aire como de alguien pasando por mi lado me
despertó, pero estaba solo en esa habitación. Ya que estaba
amaneciendo y yo ya estaba despierto, salí de esa casa y empecé a
volver hacia mi casa. Ella no iba a volver, al menos por ahora, así
que era lo mejor que podía hacer.
puntos 10 | votos: 10
En este pais, - hay una democracia. Puedes elegir entre dos partidos, que lo van a
hacer todo igual sin solucionar nada. Y muchas minorias que solo
sirven para aliarse con el mejor postor
puntos 7 | votos: 9
El tiempo - No tienes que matar al tiempo, tienes que aprender a seguirlo hasta el final
puntos 3 | votos: 7
Capítulo 3 - Otro día más despertaba mirando a la misma ventana, observando el
mismo árbol, en el que conocí a la única persona que me había
hecho sentir bien. Era tan solo un niño, pero necesitaba a ese amigo
llamado Sam para poder seguir.

Salté de mi cama deseoso de ir a ver a Sam, para saber cómo
estaría. Solo pensaba en si se encontraría bien, pero no podía
quitarme la idea de que podría estar peor. Fui hacia la cocina y
comí algo antes de salir. Como era normal, mi padre no estaba en
casa. Comí rápidamente un trozo de pan con queso y corrí hacia la
puerta. Cuando la iba a abrir, apareció la madre de Sam con la mano
alzada para llamar en ese preciso momento.

-Hola, venia buscándote-. Dijo la madre de Sam.

-¿Qué quiere?-.Dije yo mirando atónito la mirada de la mujer,
mientras ella miraba el interior de la casa.

-Venia para decirte que Sam esta mejor- Contestó con una sonrisa en
la cara. Al ver un cambia en mi cara de felicidad, dijo
rápidamente.-Puedes venir a verlo, si quieres-.

-¡Claro!-. Fui corriendo hacia mi habitación, cogí un abrigo y en
menos de un minuto estaba de vuelta en la puerta.

-Vamos, Sam tendrá ganas de verte-. Dijo observando ya el camino de
salida.

Fuimos cruzando un camino que no conocía, pero que era mucho más
rápido para llegar hasta su casa y por lo tanto, estaba contento, y
ahora solo pensaba en que haríamos cuando el estuviese como antes.

Una vez en la casa, ella abrió la puerta y yo esperé a que me dijese
de entrar para seguirla, pero no tardo demasiado. Entré y vi a Sam
sentado en una silla comiendo un pedazo de pan, mirándome con una
sonrisa intentando decirme que estaba bien.

Por un momento toda mi mente cambio y dejé de pensar en ese Sam
tirado en el suelo sangrando sin parar, y empecé a verle como el
niño que había estado ahí todos los días. Ese niño que era más
que un simple niño, era mi amigo.

Pasó un rato después de la entrada y hablamos durante horas sin
siquiera darnos cuenta del paso del tiempo, pero llegados a un
momento, tenía que irme. Mi padre llegaría a casa para comer, y no
podía dejar que supiera que había estado en casa de Sam. Corrí
hacia mi casa, después de despedirme y agradecer a la madre de Sam
que viniese a buscarme. Ahora ya conocía el camino más rápido y
llegaría a la casa en pocos minutos.

Al llegar vi a mi padre a lo lejos y entre corriendo antes de que
pudiese verme. Estaba sofocado de haber estado corriendo y tenía que
calmarme para que no se diese cuenta, así que cogí me mojé la cara
e intente disimular el sofoco.

En ese momento, entró mi padre por la puerta e intente saludar con
una respiración pausada para que no pareciera extraño. Ese día,
como todos los demás, continuaba siendo callado con migo. Me saludó
y fué hacia su habitación. Después de unos minutos, volvió a la
cocina y comió un trozo de pan con algo de carne que había guardada
en la despensa y se marchó de nuevo para no volver hasta la noche.

Muchas veces pensaba en si se daría cuenta al llegar a casa de que no
estoy, ya que a veces ni me saludaba y se marchaba antes de si quiera
verme. Era tan solo un niño, pero necesitaba a alguien que me
quisiera.

Paso el día más rápido de lo que pude imaginar. Sentado en una
silla pasé varias horas pensando en lo mismo, en mi padre. Siempre me
imaginaba saliendo de aquella pequeña casa y sin volver nunca más. Y
bueno, nunca se sabe las vueltas que da la vida, pero ya hablaré de
eso mas tarde. Quería salir corriendo y no volver nunca más, pero
también estaba Sam, ahora era alguien importante para mí, era mi
único amigo.

La noche empezaba a caer y mi padre volvería enseguida. No tenía
ningunas ganas de hablar con él, después de todo lo que había
estado pensando. Así que me acosté rápidamente, aun sin sueño
ninguno.

Una vez en la cama, escuchaba el ruido de mi padre entrar por la
puerta, sin ninguna preocupación, comiendo algo y acostándose de
nuevo para el día siguiente despertar y salir de la casa antes de yo
despertar siquiera.

Contemplaba las estrellas para intentar distraerme, hasta que el
agostamiento acabase por dormirme. Veía esas estrellas libres pero
siempre juntas, esas constelaciones que se veían, que aunque
desconocía su nombre, era capaz de ver sin problemas. Un sonido de la
brisa del viento entrando por las rendijas de la pared y la ventana me
relajaban, y mientras, observaba el camino hacia ese gran bosque de
arboles gigantescos y poderosos, para la mente de un simple niño,
eran los grandes reyes de la naturaleza.

puntos 10 | votos: 14
Capítulo 2 - Salía el sol y ya estaba abriendo los ojos, en ese momento pegué un
salto de la cama y me asomé por la ventana. Se veía desde ahí, los
arboles en los que había conocido a Sam, muy lejos, pero se podía
contemplar sus grandes ramas. Fui rápidamente hasta la cocina, donde
había algo de comida. Me tomé el desayuno solo, ya que mi padre ya
había salido a trabajar.
Sabía que mi padre no vendría a casa en todo el día, ya que nunca
lo hacía. Así que salí hacia los árboles, para esperar a Sam. 
No me gustaba estar en mi casa, ya que siempre estaba solo y encerrado
sin nada que hacer. Por eso salí tan rápido y tan pronto hacia donde
había quedado con Sam. 
Tenía un rato hasta que llegara Sam, así que me puse a saltar en el
árbol intentando subir por las ramas, pero me costaba mucho, así que
después de una hora saltando sin conseguir nada, deje de hacer e
intenté sentarme para descansar. Después de un rato esperando,
llegó Sam con una gran sonrisa al verme tirado en el suelo. 
-¿Qué haces?-.Pregunto Sam.
-Intentaba subir al árbol-. Contesté un poco rabioso por no haber
subido.
-Es difícil subir, están muy altas las ramas-.Dijo entre carcajadas.
Le miré y empecé a pensar en que haríamos hoy.
-Podríamos ir a un sitio que conozco-. Dijo al verme pensativo.
-¿Dónde?-. Dije yo intrigado.
-Sígueme, lo veras-.
Comenzamos a andar hacia un camino, una vez en el, solo teníamos que
seguirlo. El camino, no se hablo demasiado, solo en un tramo, que me
contó lo que le gustaría hacer cuando fuese mayor. 
Comencé a ver al fondo una mina sin nadie alrededor.
-¿Vamos a una mina?-. Pregunté intrigado.
-Sí, pero no te preocupes, será divertido-. Respondió.
Yo sonreí y continué andando. Entramos a la mina, se veían objetos
tirados por el suelo y piedras.
-Sube-. Dijo mientras se subía a un carro de la mina.
Me pare un momento un poco asustado, pero continué.
-Voy-. Contesté.
Subí al carro y empezó a moverse el carro hacia una pared. El carro
chocó contra la pared y yo conseguí saltar justo antes de que se
estampase, pero Sam choco estando dentro del carro. Fui corriendo para
ver si estaba bien, le vi en la cabeza, una gran brecha que no paraba
de sangrar y tenía el brazo doblado. Sam estaba inconsciente y yo no
sabía qué hacer en ese momento. 
Intente cogerle y sacarlo fuera de la mina, por si caía algo. Lo deje
en el suelo sobre la hierba.
-¡Sam! ¿Estás bien?-. Dije sin respuesta.
No sabía que mas hacer.
-¡Sam por favor, responde!-. Seguía gritando a su lado intentando
que respondiera.
Comencé a llorar abrazándole intentando que dejase de sangrar.
-Eres mi único amigo, por favor.-Dije mientras lloraba sobre su
brazo.
Salí a correr intentando llegar a su casa para avisar a su madre.
Tuve que dejarle solo sobre la hierba ya que no podía cargar con él.
Conseguí llegar muy deprisa a su casa. Entre en su casa gritando.
-¡Desiré, Desiré!-. Grité el nombre de su madre que aun recordaba,
intentando encontrarla.
Salió su madre de su aposento.
-¿Qué pasa?¿Está bien Sam?-. Dijo mirándome las manos con sangre.
-No, e..s..ss.ttaa en la mii..naa-. Dije yo llorando sin poder hablar
apenas.
Salió a correr hacia la mina, yo al verla la seguí intentando llegar
lo más rápido posible, aunque apenas podía respirar. Llegamos a
donde estaba Sam, con la cabeza abierta sangrando sin parar. Su madre
llevaba en el bolsillo unos trapos que había cogido antes de salir.
Empezó a taponar la herida de la cabeza, a la vez que lloraba sin
poder parar. 
-¡Lo siento… De verdad, lo siento mucho!-. Dije yo llorando.
-¡Estábamos jugando y el carro.. el carro chocó!-.Seguí
explicando.
La mujer, lo cogió en brazos y corrió hacia su casa de vuelta.
Llegó asfixiada a su casa dejando a Sam sobre la cama. Le puso unos
trapos alrededor de la cabeza hasta que dejó de sangrar. Le intentó
poner el brazo de forma que no le hiciese daño y le tapó. La
hemorragia había parado, su madre se relajó un poco después de ver
que estaba bien. Se sentó a mi lado.
-Has hecho bien en venir a avisarme-. Dijo un poco cansada.
-Lo siento, en serio-. Dije con una lágrima corriendo por la mejilla.
-Tranquilo, ve a casa y descansa, tu padre estará preocupado-. Dijo
ella.
Asentí con la cabeza y salí de la casa. Llegué a mi casa después
de andar un rato, cabizbajo.
Entré y me fui a mi cama. Aun era de día, y llevaba sin comer desde
la mañana temprano. Después de un rato en la cama llorando, fui a la
cocina y comí algo, antes de volver a la habitación. Llegó mi padre
por la tarde. Le empecé a contar lo que había pasado, y el tan solo
asintió y dijo.
-No te acerques mucho a ese chico-.Dijo con voz seria.
-¿Por qué?-. Dije yo un poco triste.
-¡No preguntes!-. Dijo
Yo sabía que seguiría viéndole porque era el único amigo que
tenia, pero no quería discutir. Fui a mi habitación y me volví a
tumbar sobre la cama. 
Estuve un buen rato pensando en Sam, en si estaría bien, pero
terminé durmiéndome.
puntos 8 | votos: 16
Capítulo 1 - Mi nombre es Letum, sé que es un nombre extraño, pero así me lo
puso mi padre. Cuando era pequeño no sabía su significado, pero
conforme fui creciendo lo averigüé. Esto lo explicaré mas adelante.

En este momento, tenía seis años. Vivía solo con mi padre, el cual,
la mayor parte del tiempo la pasaba en el campo trabajando. Casi
siempre yo estaba solo en casa, así que normalmente estaba aburrido.
Un día salí a la calle harto de estar en casa solo, y fui hacia la
plaza del pueblo. Seguí el camino desde mi casa hasta la plaza, que
era muy sencillo. Una vez en la plaza, me di cuenta de que estaba
solo, sentado sobre un banco y la gente me miraba extraño, y yo no
conocía a nadie de alrededor, ya que desde que mi recuerdo alcanza,
siempre que salía de casa, era con mi padre y no hablaba con nadie.

Bueno, sigamos con la historia.

Yo estaba sentado como ya dije, y todo el mundo me miraba de forma
extraña. Así que decidí salir de ese sitio corriendo lo más
deprisa que pude casi llorando. Y corrí durante un rato sin rumbo
hasta llegar un lugar apartado que me pareció bueno para pararme, ya
que era muy silencioso y no había nadie que me pudiese mirar. Me
senté sobre una piedra mirando al horizonte. En el horizonte se
podía ver el atardecer precioso, con algunos pájaros volando a lo
lejos. También se veían unos árboles gigantes y magestuosos, que
parecían seres poderosos y fuertes, así que fui hacia ellos, me
acerqué y me senté al lado de uno, mirando sus grandes ramas que me
tapaban la poca luz que quedaba. Mirando al suelo, esperando que de
pronto, toda mi vida fuera diferente, no estar solo.

De pronto, se me acercó alguien sin que pudiera darme cuenta.

-¿Qué te pasa?-.Preguntó una voz de niño a mi lado.

Levanté la cabeza y vi a un niño que había visto alguna vez pasando
cerca de mi casa.

-¿Quién eres?-.Pregunté después de un par de segundos.

–Soy Sam-.Dijo con una voz alegre.-¿ Y tu Quién eres?

–Yo soy Letum-. Estuve un momento esperando su respuesta.

–Que nombre más raro-. Contestó rápidamente.

Le miré durante un momento sin saber que decir, y de pronto el hablo.

-¿Por qué lloras?-.Preguntó el niño.

-No quiero estar solo-. Dije yo casi llorando de nuevo.

El niño se quedó pensativo durante un rato, mirando hacia mí y
hacia los arboles, y de pronto.

-¿Por qué no vienes conmigo?-.Dijo sonriendo.

Me levanté deprisa con una sonrisa en la cara.

-Vale-. Respondí rápidamente.-¿Y dónde vamos?

-Vallamos al rio-.

Yo asentí rápidamente antes de que cambiase de opinión. Salimos
directamente hacia el rio desde esos árboles, yo le seguía a su lado
ya que no sabía donde estaba el rio.

Durante el camino me contó que su madre era Desiré, y que le gustaba
mucho estar con ella.

Una vez en el rio, comenzamos a jugar, corriendo en el borde del rio,
divirtiéndonos sin mucha complicación. Al fin y al cabo, no éramos
más que niños.

Ya era de noche, y mi padre estaría pensando que donde había estado
así que volvimos hacia casa. Fuimos hablando durante el camino hasta
llegar al cruce en el que se separaba el camino, y nosotros también
nos separábamos. Nos despedimos y quedamos para vernos al día
siguiente, en los arboles en los que nos conocimos.

Seguí el camino solo hasta llegar a casa, abrí la puerta y entre sin
hacer mucho ruido. Mi padre estaba durmiendo, sin siquiera haberme
esperado. Volví a mi mundo real, mi mundo, el mundo en que
desgraciadamente llevaba viviendo desde que nací.

Subí a la habitación a intentar dormir, pero estaba triste y a la
vez eufórico por la tarde que había pasado. Tenía un amigo, un
amigo con el que salir, con el que hablar.
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Prologo - Era una tarde algo oscura, tapada por las nubes de tormenta, que se
acercaban cada vez más. Esa era mi tarde, la tarde que yo nacería.

Todo estaba preparado, mi madre ya estaba tumbada sobre una cama, con
las piernas apoyadas en unas almohadas, su madre a su lado sentada
sobre una silla intentaba animarla. Mi padre esperaba fuera
acompañado de unos amigos de la familia. En la entrada de la casa, al
lado de la azada, estaba sentada una mujer amiga de mi madre, con un
niño casi recién nacido en sus brazos. Ese niño lo conoceré
pronto, pero no nos desviemos de la historia.

El parto comenzaba, todos rápidamente al escuchar los gritos de dolor
de mi madre, se acercaron a la habitación, esperando a que yo
naciera. Mi padre entro corriendo para ver si todo iba bien con una
manta en las manos.

Durante un momento, se hizo el silencio absoluto, después de unos
segundos, comenzó a oírse un leve llanto, que después comenzaba a
sonar más fuerte. Entraron de repente a la habitación unas cuantas
personas, para verme. Todos me miraban a mí, pero nadie se percató
de que mi madre no estaba bien. Todos a mi alrededor y mi padre con
migo en brazos. Mi madre no estaba bien, mi abuela grito rápidamente
para avisar de que pasaba algo. Rápidamente se acercó mi padre a mi
madre y vio que estaba muerta. Comenzó a llorar abrazándola a la vez
que mi abuela, también llorando. Salió apresuradamente la gente de
la habitación, dejando a solas a mi padre y a mí, con mi madre. Mi
padre no paraba de llorar, y dijo unas palabras mirándome a mí.
“Tú me quitaste lo que más amaba”.

Y aquí os preguntaréis que como se lo que me dijo mi padre cuando
solo acababa de nacer. Recordaréis a la mujer de la entrada, que
estaba con el bebe en brazos, ella al escuchar mi llanto, se acercó a
la ventana de la habitación y vio todo ahí, desde mi nacimiento,
hasta la muerte de mi madre. Más adelante, explicaré como me entero
yo de lo sucedido.

¡Ah! Se me olvidaba comentar algo. Yo nací el día tres de mayo de
1650.
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... - Me llamáis animal a mi sin conoceros a vosotros mismos
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Un mundo - Un mundo en el que comenzaba a escasear todo, en el que la codicia
superaba la amistad, un mundo, en el que por desgracia, vivía yo.





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