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10.06.2011

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GeekSuperDesmotivadorVeterano Nivel 3

puntos 1 | votos: 3
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puntos 8 | votos: 10
La mejor manera - de saber si se puede confiar en alguien, es confiar en esa persona.
puntos 13 | votos: 13
Las cicatrices - nos enseñan que el pasado fue real.
puntos 6 | votos: 8
A veces, las cosas - a las que nos aferramos no son tan importantes como las que dejamos ir.

puntos 8 | votos: 8
Usar el verbo intentar - es rendirse con honor.
puntos 6 | votos: 8
¿porque - dibujamos es agua azul, si en realidad es transparente?
puntos 3 | votos: 7
La vida pierde sentido - cuando dejas de pensar cómo si fueras a ser inmortal.
puntos 5 | votos: 7
El amor no correspondido - es el mejor amigo de la soledad.
puntos 10 | votos: 10
La verdad triunfa - por sí sola, mientras que una mentira necesita de otras más para sostenerse.

puntos 2 | votos: 4
James Potter despertó - cuando un molesto haz de luz solar penetró por la ventana de la torre
de Gryffindor. Despegó sus ojos con cierta dificultad y escudriñó
la escena. Estar volcado hacia su derecha le permitió ver el cuerpo
tendido de su mejor amigo, Sirius, o al menos eso parecía, ya que no
llevaba puestos los anteojos. Unos potentes ronquidos, similares al
gruñir de un lobo, indicaban que Remus también estaba sumergido en
el mundo de los sueños. Y el hecho de que nadie se hubiese abalanzado
sobre él indicaba que Peter estaba durmiendo.
Se colocó las gafas instintivamente y así pudo eliminar la molesta
borrosidad que producían sus ojos. Comprobó sus suposiciones, se
sentó en la cama y se vistió.
Ni bien se colocó la túnica, cuando los ronquidos cesaron. Remus
Lupin se incorporó y Sirius Black, como si sus cuerpos estuviesen
conectados, hizo lo mismo cinco segundos después. Se restregó los
ojos y protestó.
― ¿Por qué dejaste de roncar?
― Pensé que te molestaban los ronquidos de Lunático -dijo James.
― Eso era antes, ciervito. Ahora no puedo dormir sin los condenados
ronquidos.
― Eres muy raro, Canuto -dijo Lupin y también se vistió.
― ¿Raro, yo? Al menos no tengo que correr como niña cuando se cola
la luna llena.
― No parece molestarte mucho cuando eso supone la posibilidad de
escaparse del castillo y corretear por ahí como un perrito -discutió
Lunático.
― No soy un ‘perrito’. Soy bastante más grande y fuerte que un
perro normal.
― Vamos a ver cómo te las arreglas con un hombre lobo el miércoles
que viene, entonces.
― No te alteres, lobito querido.
― Los dos tienen un aspecto terrible -interrumpió James-. ¿A qué
hora se durmieron?
― No lo sé… -contestó Sirius-. ¿A qué hora te dormiste,
Lunático?
― Creo que a la una y media de la madrugada, porque estaba leyendo
un libro.
― Bueno, yo tres minutos después que él -afirmo Sirius.
― ¿Cómo lo sabes?
― Porque tarda dos minutos en empezar a roncar. El otro día le
tomé el tiempo.
― ¿Y por qué tres? -preguntó James.
― Porque antes de dormirme me pareció divertido agrandarte las
orejas -rió. Remus, que no se había fijado en ese detalle, comenzó
a desternillarse de la risa.
James tomó un pequeño espejo de mano, que utilizaba normalmente para
comprobar que su pelo estuviera lo suficientemente desordenado, y
suspiró.
― Muy gracioso, Canuto. ¿Cómo lo deshago?
― Eh… supuse que Remus sabría.
― Voy a matarte -dijo James, pero en ese momento Remus lo apuntó
con su varita y sus orejas volvieron a su tamaño normal.
― ¿Despertamos a Peter? -preguntó cuando volvió a dejar la varita
sobre la mesa de dormitorio.
― ¡No! -saltaron James y Sirius.
― ¿Por qué?
― Odio que esté todo el tiempo encima mío -dijo James.
― Odio que alguien le preste más atención a James que a mí
-añadió Sirius.
― ¡Ja! -contestó Cornamenta- ¿Alguien? No sólo Peter me presta
más atención a mí, perrito. Las chicas hacen lo mismo.
― Ni en tus sueños. Soy mucho más guapo que tú.
― Claro que no.
― Claro que sí.
En ese momento, Peter despertó. Al ver que sus amigos se enfrascaban
en una discusión, caminó atropelladamente hacia ellos.
― Buenos días, Pet -dijeron los tres.
― ¡Buenos días! -contestó-. Hace una mañana estupenda, ¿no?
Aunque no tan estupenda cómo la…
― Última jugada de James -completaron los otros tres al unísono.
― ¿Cómo lo sabían? -preguntó Peter, notablemente emocionado-.
¿Ustedes también la vieron igual que yo?
― Más o menos -respondió Sirius con solemnidad, mientras se ponía
la túnica-. Pero sabíamos que lo ibas a decir porque hace tres
semanas que lo haces.
― ¿De verdad? -preguntó Peter, sonrojado-. ¿Qué sucedió con tus
orejas, James?
James, consternado, repitió el movimiento con el espejo de mano.
― Eres un maldito Sirius, ¿cómo lo hiciste?
― Hechizo no verbal, compañero. Remus, si serías tan amable de
achicarle las orejas a este lindo ciervito…
― ¡No me digas ‘lindo ciervito’!
― Lo digo cariñosamente. Así está mejor. Pareces un elfo
doméstico- dijo dirigiéndose hacía Lunático. Remus, Lupin, lejos
de enojarse, parecía divertido con el comentario. James tomó un
trozo de pergamino que descansaba junto a su preciado espejo, lo tocó
con su varita y dijo:
― Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas
En ese momento, un perfecto mapa de Hogwarts se dibujó sobre el viejo
pergamino. James se sentó en la cama con el entrecejo fruncido.
― ¿Otra vez buscándola, James? -preguntó Sirius.
― No sé a qué te refieres, perrito -se apresuró a decir James,
aunque su voz no sonaba muy convincente.
― ¿Sigue sin querer salir contigo?
― ¿Cómo dices? ¡Por supuesto que sí! Está loca por mí.
Además, desde que Quejicus la llamó “sangre impura” tengo el
camino totalmente libre.
― Eso fue cuando estábamos en quinto. Estamos en sexto y no
obtienes mejores resultados -apuntó Lupin.
― Es que… no quiere tirar por la borda los desprecios que me hizo
durante tantos años, pero está totalmente loca por mí.
― Yo creo que James tiene razón -se apresuró a decir Peter.
― Gracias Pet… a ver, dónde estás… En el segundo piso.
― ¿Vagando por el castillo a estas horas? ¿Hay alguien cerca?
― No… creo que… ¡Diablos, Quejicus se le acerca! ¡A veces
pienso que puede olerla!
― Para algo debe servirle semejante nariz, ¿no creen? -comentó
Sirius entre risas.
― Seguro que intentará disculparse nuevamente -apuntó Remus.
James se incorporó de un salto, se alborotó el pelo y recorrió la
habitación como una flecha.
― ¡Buena suerte! -le gritó Sirius.
― ¡Ánimo, Cornamenta! -rugió Remus.
― ¡Tú puedes! -chilló Peter.
En cuanto los atropellados pasos de James dejaron de oírse, los tres
se miraron
― No lo logrará -dijo Sirius.
― Por supuesto que no lo hará -afirmó Remus.
― Volverá a rechazarlo -se convenció Sirius.
― No tiene ninguna oportunidad -dijo Remus.
― Ni una sola -completó Peter Pettigrew.
Remus y Sirius lo miraron.
― Eres un maldito traidor, Peter -dijeron con una sonrisa.
Colagusano se encogió de hombros y los siguió hacia el Gran Salón
sin sospechar que, después de todo, sus amigos tenían razón.
puntos 6 | votos: 6
Última mañana del curso. - Hacen falta muchos encantamientos para conseguir que todos los trastos
de la habitación de los chicos quepan en sus baúles. Los calderos se
pasan la mañana volando de una maleta a otra y las túnicas se
enredan en el aire antes de quedar colgadas de enormes percheros que
se pliegan solos para entrar entre los libros y los zapatos. Media
hora antes de que salga el expreso, McGonagall levanta la voz para que
todos bajen cuanto antes y James acaba de meter su lechuza en la
jaula, antes de despedirse de Remus. Es la primera vez que no van los
cuatro juntos al tren.

No es fácil. James intenta quitarle peso a la despedida.

- Solo son sesenta días, Lunático. Te dará tiempo a leer sesenta
libros. Sirius se acostará con sesenta mujeres y Peter me mandará
sesenta lechuzas para explicarme qué está haciendo en Rumanía.

Remus se ríe y es más fácil abrazarse así. Riéndose el verano
parece más corto.

- ¿Y tú qué vas a hacer, Cornamenta?- le pregunta Remus cuando se
separan.

James lo tiene claro.

- Pensar sesenta maneras de que Lily se case conmigo.

Sirius entorna la mirada.

- Potter, si se hiciera una encuesta sobre el ciervo más ñoño y
Bambi pudiera participar, tú seguirías ganando de calle.
puntos 8 | votos: 8
James está tumbado - sobre la cama cuando oye el ruido del motor que tan bien reconoce.
Deja a un lado el ejemplar de “Romeo y Julieta” que le ha dado su
padre argumentando que “ninguna chica se puede resistir” y
agradece la interrupción a todos los dioses conocidos y a varios
dioses desconocidos porque todo eso de los Capuletos y los Montescos
no acaba de darle ninguna pista sobre cómo conseguir que Lily salga
con él.

Tocan a la puerta justo cuando está llegando al umbral. No necesita
mirar para saber quién es.

Sirius trae una mochila y ha dejado la moto en la entrada. Parece
cansado.

- ¿Me dejas acampar en tu jardín?

- ¿Tu familia te ha echado de casa?

- No sé- dice. - La única familia que tengo todavía no ha
contestado a mi pregunta.

James intenta resistir el impulso pero cuando se pone sentimental el
maldito Sirius puede con sus defensas masculinas y no le queda más
remedio que abrazarle.

- Porque era una pregunta idiota.
puntos 14 | votos: 14
¿Qué quería saber, Sr. Weasley? -
puntos 8 | votos: 8
Lo que me encantaría - que alguien querido diga después de mi muerte es Te echo de menos,
 pero aun así sonrío

puntos 11 | votos: 11
¿La gasolina subió de precio? - Mi padre se enterará de esto.
puntos 6 | votos: 6
Querida Katniss, - Yo igual sé lo que es no poder escuchar por un oído. Igual sé lo
que es perder a un hermano querido. Estoy seguro de que Fred está
ayudando a cuidar a Prim.
Tenemos mucho en común,
Att: George Weasley
puntos 3 | votos: 3
Harry se preguntó - si se habían quedado dormidos agarrados de la mano. Esa idea lo hizo
sentir extrañamente solitario.
puntos 9 | votos: 13
Hechos Harry Potter no. 3 - Tras la derrota de Voldemort, los mortifagos restantes fueron
asesinados o enviados a Azkaban, a excepción de los Malfoy.
puntos 9 | votos: 9
Hechos Harry Potter no. 2 - Kingsley Shacklebolt fue nombrado ministo interino de magia 
y luego tomó el cargo permanentemente.

puntos 13 | votos: 15
Hechos de Harry Potter no. 1 - Para ver a los thestrals, la muerte que has atestiguado debe haberse
hundido en ti, por eso Harry no los podía ver después de la muerte
de sus padres.
puntos 15 | votos: 17
Y tú, estás leyendo éste cartel. -
puntos 10 | votos: 10
Algunas heridas - no llegan a cerrarse jamás, y sangran de de nuevo a la menor mención.
puntos 4 | votos: 6
Algunos años después - de la Batalla de Hogwarts, Harry organizó un partido de quidditch en
La Madriguera. Harry jugó como buscador en un equipo y Ginny fue la
buscadora del otro. 
Después de un rato, Harry dejó que Ginny atrapara la snitch dorada.
En cuanto ella la atrapó, se abrió y dentro contenía un pequeño
mensaje escrito por Harry que decía:
 ¿Te quieres casar conmigo?
puntos 9 | votos: 9
Prueba muggle. - Si sólo ves unas ruinas destruidas, tengo malas noticias para ti.

puntos 8 | votos: 8
Pide un deseo, pawis. -
puntos 7 | votos: 7
Éste pastel - y un poco de cerveza de mantequilla y whiskys de fuego es todo lo que
deseó para mi cumpleaños.... Aunque ahora que lo pienso, ir a 
Hogwarts tampoco estaría mal.
puntos 9 | votos: 9
Un te quiero empezó a - perder su valor desde que se comenzó a jugar con su significado.
puntos 12 | votos: 12
Voy a necesitar cuatro litros - de Felix Felicis para aprobar mis exámenes.
puntos 13 | votos: 13
Un día soñé - que era libre.

puntos 9 | votos: 9
Agradezco haber caído - hasta el fondo, ya que eso fue lo único que me dio una base 
sólida para comenzar a subir.
puntos 8 | votos: 8
Hay grandes libros - en el mundo, y grandes mundos en los libros.
puntos 9 | votos: 9
Un Lugar Llamado Casa - Me desperté por culpa de mis gritos. No sabía exactamente lo que
había pasado. Pensaba que esa pesadilla que acababa de vivir era
real. Pero después de ver mi cuarto, donde dormía con mis padres y
mi hermano, me di cuenta de que no era así. Ellos seguían ahí,
enfermos, pero vivos. 
 Ellos tres, habían estado enfermos por varias semanas, dado que
vivíamos en una casa muy pequeña, sin piso, sin un techo sólido,
sin comida y expuestos al frió y a todas las enfermedades existentes.
Como éramos muy pobres, no podíamos pagar las medicinas que el
Doctor les había recetado, y como mis padres habían dejado de
trabajar debido a sus condiciones, apenas y teníamos para comer una
vez al día. Así que toda la responsabilidad de la casa caía en mí,
un niño de apenas 12 años, y un poco sobre mi abuelo, pero él no
podía llevar a cabo el trabajo pesado, así que solamente se
encargaba de darnos de comer. 
 Hacíamos lo mejor que podíamos, yo, me despertaba muy temprano,
revisaba la temperatura de mis familiares y les ponía un trapo frío
en la frente si tenían una fiebre muy elevada. Después de eso me
ponía los únicos zapatos que tenía, unos zapatos grises,
descocidos, con tierra por dentro y seguramente con algunos hongos.
Después de eso, recolectaba los frutos maduros y sembraba algunas
semillas. Cuando por fin terminaba de empaquetar los frutos maduros,
los cargaba sobre mi delicado cuerpo y me dirigía a la fábrica de
salsa de tomate, que quedaba a unos 3 kilómetros de la ciudad. Una
vez allí, subía las escaleras hasta llegar al piso superior de la
torre, le daba los frutos al señor y el me daba unas monedas. Odiaba
a ese señor, siempre me trataba como basura, y cada vez que me veía,
hacía muecas de asco. 
Odiaba mi vida. No tenía esperanzas de salir adelante. No tenía
metas ni aspiraciones. 
Lo único que tenía era un sueño por el que luchar, y ese era poder
conseguir el dinero suficiente para pagar las medicinas que mi familia
necesitaba. 
Un sueño que por fin pude conseguir seis meses más tarde. Recuerdo
ese día, lo guardo como el más feliz de mi vida.
Regresaba a casa después de una dura jornada de trabajo. Fui a
nuestra habitación, y metí la mano debajo del tablón donde dormía
y saqué el sobre donde guardaba todo lo que ganaba día a día y
comencé a contar el dinero con ayuda de mi abuelo, ya que yo aún no
sabía contar más allá de 500 . 
-Nueve mil novecientos noventa y siete…- Contó mi abuelo mientras
metía con trabajo otra moneda al frasco- nueve mil novecientos
noventa y ocho…- Sólo quedaba una moneda. Mi abuelo la tomó,
reviso de cuanto era y concluyó- Diez mil pesos, hijo- y metió la
última moneda en el frasco.
No podía creerlo ¡por fin podría pagar el tratamiento de mi
familia! Estaba tan feliz. Corrí hacia la cama de mi mamá le sujeté
con fuerza la mano y con lágrimas en los ojos le dije “Voy a
curarte, mamá y tú, papá, el abuelo,  Alex y yo… todos,
volveremos a ser una familia feliz”. Dicho esto, tomé el frasco de
dinero, la receta médica y salí corriendo a toda velocidad hacia la
farmacia más cercana, la cual estaba a varios kilómetros de la
ciudad. Pero no me importó. Sólo quería llegar a la casa con la
medicina y dársela a mi familia. Quería notar en sus caras una
mejoría. Quería que volviéramos a ser una familia feliz. Quería 
volver a la escuela. Quería dejar de ver a ese apestoso señor.
Quería que mi padre volviera a su trabajo, en donde no ganaba mucho,
pero por lo menos teníamos para que los cinco tuviéramos los
estómagos llenos cada día. Todo eso que anhelaba estaba a punto de
cumplirse.
Cuando llegué a la farmacia, apenas podía respirar. Ni siquiera
podía hablar, en parte por la emoción y en parte por el cansancio,
así que señalé la receta, y el señor que atendía la farmacia
entendió perfectamente que ese era el medicamento que quería
comprar. Cuando terminó de contar las monedas, comprobó que le
había pagado la suma exacta de dinero y me entregó el medicamento.
Volví a hacer ese duro viaje de muchos kilómetros hasta mi casa.
Abrí la puerta y le di una pastilla a mi mamá, otra a mi papá y
otra a mi hermano. Hice lo mismo ocho horas después, y luego de una
semana de aplicarles el medicamento como me indicaron, empecé a notar
mejoría en los tres miembros de mi familia. Después de un mes todos
estaban completamente curados.
Mi padre por fin volvió a su trabajo, ganaba menos que antes, pero
aún nos alcanzaba para vivir. Mi madre hizo varias amigas, cuyos
esposos eran constructores muy buenos, y tras mucho tiempo, logró
convencerlos de que nos hicieran una casa, la cual le pagaríamos a
mensualidades, cuando acabaron de construirla, mi madre sonrió, pero
a diferencia de sus otras sonrisas, esta era sincera. En esa casa
todos teníamos una habitación propia, teníamos piso y un techo
firme, para aguantar las fuertes lluvias. Mi hermano y yo volvimos a
la escuela, donde nos esforzábamos mucho y, cada mes, conseguíamos
las calificaciones más altas de la escuela. Mi padre ahorró dinero
por varios meses, y pudo comprar una camioneta.
Teníamos una vida perfecta, y aunque no fuera perfecta, era lo más
cercano a perfección.
Un día, mi padre tenía que salir de la ciudad para ir a una fiesta
en su trabajo, ya que lo habían ascendido de puesto. Se puso su mejor
traje, se peinó y perfumó, nos dijo  y se fue. 
Esa fue la última vez que lo vimos.
Una semana después recibimos una llamada, era un señor, de voz
grave, que no pude reconocer. Me dijo que tenía a nuestro padre y que
debíamos pagar una cantidad muy grande de dinero si lo queríamos
volver a ver. Nos pidieron cien mil. 
Afortunadamente, logramos conseguir ese dinero, juntando los ochenta
mil que mi familia tenía y otros doscientos mil que nos prestó el
jefe de mi papá. Se los entregamos, pensé que por fin lo iba a ver,
pero justo cuando les tocaba a ellos devolvernos a mi papá, nos
pidieron más. 
Después de un mes, seguíamos sin poder conseguir el dinero que nos
pedían, y nos enviaron un dedo de mi papá. Después de otro mes, nos
enviaron otro. Después de ese mes, otro. Y después una mano entera.
Estábamos aterrados, ya habían pasado dos meses,  y seguíamos sin
juntar el dinero que nos pedían. Tres días después nos enviaron el
corazón de nuestro padre.
Mi madre cayó en la depresión, en el alcohol y las drogas y al poco
tiempo entró en un estado de coma.
Mi hermano, llevado a la desesperación por causa de su depresión por
haber perdido a sus dos padres, se suicidó, el mismo día de mi
cumpleaños.
En cuanto a mi abuelo, bueno, él y yo seguimos luchando por salir
adelante, salir de esa miserable vida que nos tocó vivir, sólo nos
teníamos el uno al otro. No teníamos nada más en el mundo. 
En el sexto aniversario de la muerte de mi padre, mi abuelo encendió
una vela al lado de su retrato, para recordarlo. Después de que ambos
hiciéramos un minuto de silencio, me fui al trabajo y el a dormir. Le
dije que se acordara de apagar la vela, para que no nos quedáramos
sin luz el día siguiente y salí por la puerta.
Nunca, ni en un millón de años me hubiera imaginado que mi abuelo no
se acordaría de apagar la vela. Nunca me hubiera imaginado, que
cuando regresara a casa, sólo vería cenizas, llamas y madera
cayéndose sobre el cuerpo rostizado de mi abuelo. Pero esa era mi
realidad y tenía que aceptarla.
Me había quedado solo. Un chico de apenas 20 años que no sabía nada
del mundo, pero sabía mucho de la vida. Me había quedado
completamente solo, como en aquella pesadilla que había tenido esa
horrible noche que aun recuerdo como si hubiese sido ayer.
puntos 2 | votos: 2
En Sirius, - no sé porque los muggles piensan eso.
puntos 6 | votos: 6
Sabes que te haces mayor - cuando empiezas a hacerte cargo de tus acciones y dejas de 
culpar a los nargles.

puntos 2 | votos: 2
Uso muchos emoticones - y pongo jajaja para ocultar mi inseguridad jajaja xD.
puntos 9 | votos: 9
Resulta extraño pensar que, - cuando uno teme algo que va a ocurrir y quisiera que el tiempo
empezara a pasar más despacio, el tiempo suele pasar más aprisa.
puntos 12 | votos: 12
A veces la indiferencia - y la frialdad causan mucho más daño que la aversión declarada.
puntos 8 | votos: 8
Oesed lenoz aro cut - edon isara cut se onotse
puntos 5 | votos: 5
-¡Abracadabra! -dijo Harry - con voz enérgica-. ¡Pata de cabra! ¡Patatum, patatam!
-¡Mamaaaaaaá! -vociferó Dudley, dando traspiés al salir a toda
pastilla hacia la casa-, ¡mamaaaaaaá! ¡Harry está haciendo lo que
tú sabes!

puntos 7 | votos: 7
Menos mal que está oscuro. - No me he ruborizado tanto desde que la señora Pomfrey me dijo que le
gustaban mis nuevas orejeras.
puntos 13 | votos: 13
La mente no es ningún libro - que uno pueda abrir cuando se le antoje o examinarlo cuando le
apetezca. Los pensamientos no están grabados dentro del cráneo para
que los analice cualquier invasor. La mente es una potencia muy
compleja y con muchos estratos.
puntos 11 | votos: 11
No es bueno - dejarse arrastrar por los sueños y olvidarse de vivir.
puntos 10 | votos: 10
La comprensión es el primer - paso para la aceptación, y sólo con aceptación, puede haber recuperación.
puntos 12 | votos: 12
El mundo no se divide - en gente buena y gente mala. Todos tenemos luz uy oscuridad dentro de
nosotros, lo que importa es la parte que obedecemos, 
eso es lo que realmente importa.

puntos 9 | votos: 9
De hecho, tu incapacidad - para comprender que hay cosas mucho peores que la muerte siempre ha
sido tu mayor debilidad.
puntos 4 | votos: 4
-¿Adónde han ido, Peeves? - decía Filch-. Rápido, dímelo.
-Di «por favor».
-No me fastidies, Peeves. Dime adónde fueron.
-No diré nada si me lo pides por favor -dijo Peeves, con su molesta vocecita.
-Muy bien… por favor.
-¡NADA! Ja, ja. Te dije que no te diría nada si me lo pedías por favor. ¡Ja, ja!
puntos 6 | votos: 6
Lo único que nos da miedo - cuando nos asomamos a la muerte y a la oscuridad es lo desconocido.
puntos 8 | votos: 8
Cuando hayan vivido - tanto como yo, no subestimarán el poder del amor obsesivo.
puntos 21 | votos: 21
Es curioso, Harry, - pero quizá los más capacitados para ejercer el poder son los que
nunca han aspirado a él; los que, como tú, se ven obligados a
ostentar un liderazgo y asumen esa responsabilidad, y comprueban, con
sorpresa, que saben hacerlo.





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