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26.06.2011

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bueno 98 | malo 3

puntos 5 | votos: 5
Tu cara - cuando te das cuenta que tus padres ya se han dormido
puntos 10 | votos: 10
Mujeres - Vengo a decirles que los hombres que nos fijamos en las miradas,
sonrisas, y en el interior de esa persona, si  existimos. Pero no nos
encuentras porque una vez que nos pillan ya no nos sueltan nunca.
puntos 14 | votos: 14
+ Un mosquito!  - + ¡Mátalo! 
- No puedo, es como mi hijo.. lleva mi sangre.
puntos 10 | votos: 10
Quizás  ... - Quizás yo sea solo una prueba mas en las muchas que tendrás?, una
experiencia mas de las muchas q vendrán  ? quizás solo quieres
conocer algo nuevo? para que luego quizás con el tiempo te aburras y
dejes esto? quizás exagero? quizás tengo razón? quizás soy solo
una prueba, una experiencia venidera? quizás tu no me amas?  quizás
esto es un juego? Quizás lo soy?  

Son tantas preguntas y ninguna respuesta.
puntos -12 | votos: 18
Chicos de 15 a 17 - Lamento decirles pero  ustedes NUNCA conocerán a Selena
ella es mucho para unos tipos X como ustedes 
lo siento pero es la verdad
yo tube q aceptarla

puntos 6 | votos: 6
Siempre estás en C:/Mi/Corazon. -
puntos 11 | votos: 11
Cleverbot - es dios
puntos 5 | votos: 7
Al otro lado de la vida 1x106 - Comisaría 102 de Sheol 
2 de octubre de 2008

Se irguió sobresaltada y nerviosa, con el corazón latiéndole a mil
por hora, y la frente empapada en sudor frío. No le costó ni un
segundo recordar dónde estaba, pues era el mismo lugar dónde había
transcurrido esa aterradora pesadilla. Se sentó en la cama, notando
cómo la cabeza le daba vueltas, y vio las velas que ella misma había
colocado sobre la mesilla antes de ir a dormir. A juzgar por lo
consumidas que estaban, debería estar rayando el alba. Escuchó la
respiración de Zoe en la cama que había sobre ella. Tenía la nariz
un poco tapada y hacía algo de ruido al respirar.
	Se había ido a dormir dándole vueltas a si estaba infectada o no, y
ello había acabado pasándole factura. No recordaba haber tenido un
sueño tan vívido y tan real en mucho tiempo. Afortunadamente le
sirvió para acabar de convencerse que debía suplicar a Morgan que no
las abandonase. Se miró el brazo, en busca de la herida que le había
hecho ese maldito chimpancé infectado, pero no fue capaz de
encontrársela. Recordaba perfectamente dónde estaba, pero no era
capaz de verla. Recogió la linterna del suelo y se enfocó al brazo.
No había más que una pequeña línea algo más sonrosada que el
resto del brazo, apenas perceptible pero suficientemente contundente.
No era normal que hubiera cicatrizado tan rápido.
Frunció el entrecejo haciéndose mil preguntas más, cuando reparó
en Morgan. Estaba sentado en su cama, y se había quedado mirándola
en silencio cuando vio que despertaba. Le enfocó y éste se llevó la
mano a los ojos, mientras chasqueaba la lengua. Bárbara apartó la
linterna del policía y se levantó a su encuentro. Morgan hizo lo
propio y ambos se quedaron a medio camino de ambas literas. Hablaron
en susurros, para no despertar a Zoe.
BÁRBARA – ¿Te he despertado?
MORGAN – No… Apenas he dormido, me desperté hace un buen rato.
BÁRBARA – ¿Crees que habrá amanecido?
MORGAN – Supongo… Si no, poco faltará.
	Ambos se quedaron en silencio un momento. Sólo se oía la
respiración de la niña.
BÁRBARA – Morgan… Quiero… Tenemos que hablar.
MORGAN – Ya me lo imaginaba.
	Bárbara le miró, tímida y algo sorprendida por su actitud.
MORGAN – Vayamos arriba, al terrado. Quiero ver cómo está el
incendio.
BÁRBARA – ¿Y Zoe?
MORGAN – Que duerma un poco más.
BÁRBARA – Vale…
	Morgan agarró su escopeta y las llaves del calabozo. Ya estaba
calzado. Bárbara se puso las bambas y agarró su semiautomática.
Ambos se dirigieron a la puerta de salida, tratando de no hacer ruido
para no despertar a Zoe. Morgan abrió la puerta y una vez estuvieron
fuera, la cerró de nuevo, para asegurarse que la niña no corriese
ningún tipo de peligro. Con el mismo cuidado que antes, pero con algo
más de tensión, volvieron al vestíbulo del sótano y comenzaron a
subir las escaleras, acompañados tan solo por el eco de sus pisadas y
el ruido de sus respiraciones. Al llegar a la planta baja vieron
emerger unos tímidos rayos de luz por los ventanales verticales de la
fachada principal. Todo estaba tranquilo. Demasiado tranquilo.
	Subieron sin ningún problema hasta el último piso, y se encontraron
frente a una gran puerta metálica con una palanca de emergencia.
Morgan la empujó con una mano y el cielo se cernió sobre ellos. La
puerta quedó abierta de par en par, y les mostró el cielo, aún
bastante oscuro, en parte por las nubes que lo cubrían todo, en parte
porque el sol tan solo rayaba el horizonte. Era una mañana bastante
fresca. Caminaron hasta un extremo, y vieron una preciosa panorámica
de Sheol. Sin duda lo que más llamaba la atención era el enorme
incendio, que todavía seguía creciendo, cubriendo con su manto negro
un edificio tras otro. Las llamaradas trataban de llegar al cielo,
pero se extinguían, dándoles el relevo a las densas nubes de humo
que se elevaban en busca de un lugar mejor. 
Un enorme relámpago iluminó el cielo por un segundo, dándoles la
impresión que por un momento se hubiera hecho el día. El trueno fue
casi inmediato. Morgan y Bárbara estaban recostados en la barandilla,
notando la fresca brisa acariciar sus caras, saboreando ese macabro
paisaje, que por otra parte, era increíblemente bello. Bárbara
respiró hondo, y decidió soltarlo todo del tirón.
BÁRBARA – No me andaré con rodeos. No sé si estoy infectada.
Desde ayer que le doy vueltas al mismo tema y acabaré por volverme
loca. Si he de estarlo y ese es mi destino, pues vale, qué le vamos a
hacer. Pero lo que no podría soportar es convertirme en uno de ellos
estando sola con Zoe. Ella no es más que una niña, y aunque no sea
su madre, yo soy lo único que tiene ahora en el mundo. Si yo me voy,
ella se volverá a quedar sola y… No quiero ni pensarlo. A lo que
voy es… Tengo que pedirte que…
MORGAN – … me quede con vosotras.
	Bárbara miró sus penetrantes ojos marrones.
BÁRBARA – Si. 
	De nuevo se hizo el silencio.
BÁRBARA – Ya sé que habíamos quedado en separarnos en cuanto
estuviéramos armadas, y de verdad te digo que no quiero fastidiarte,
ni quiero que seamos una carga para ti. No lo digo por mi, si estoy
infectada es mi problema y no el tuyo, no el vuestro, pero Zoe… No
quiero que se quede sola. No te pido que nos dejes ir contigo, pero al
menos… llévatela a ella. 
MORGAN – Ni hablar.
	Bárbara echó la mirada abajo. Sabía que esa sería su respuesta y
se sentía estúpida por haberle hecho la pregunta. De nuevo le vino
la imagen de ese maldito sueño. Ella misma mordiendo el cuello de la
pequeña, arrebatándole de ese modo tan vil su vida.
MORGAN – Entiendo de veras lo que me dices, y yo mismo no podría
permitir dejar a esa pobre niña sola, por eso os he traído aquí y
os he dado con qué defenderos.
BÁRBARA – Entonces… ¿te la llevarás?
MORGAN – No.
	Bárbara frunció el entrecejo, no entendía a ese hombre.
MORGAN – Tú eres lo más parecido que tiene ahora a una madre. No
creo que le hiciera ningún bien separaros, ahora.
BÁRBARA – ¿Entonces?
MORGAN – Entonces quedamos en que vosotras, venís conmigo. 
	A Bárbara se le humedecieron los ojos y tuvo que refrenar un amago
de abrazar al policía. 
MORGAN – No te emociones. Si venís conmigo tendréis que seguir mis
normas.
BÁRBARA – Haremos lo que tú digas.
MORGAN – Si te digo la verdad, no me apetece ir con nadie. He visto
morir a mucha gente, y no quiero acarrear más muertes a las espaldas.
Si os pasara algo sé que me culparía de ello… A lo que voy, es que
quiero que hagáis todo cuanto os diga, sin cuestionar mis órdenes. Y
sobre todo tú, que controles mucho a la niña. Los críos son
imprevisibles y no hacen más que molestar y dar problemas, y ahora
mismo un despiste puede suponer la diferencia entre la vida y la
muerte.
BÁRBARA – Zoe…
MORGAN – Zoe nada. Zoe no es más que  una niña. Si venís conmigo
tienes que prometerme que controlarás que no haga tonterías, y más
estando armada como está.
BÁRBARA – Pongo mi mano en el fuego por ella.
MORGAN – Pues entonces hay trato. Pero que conste que lo hago por la
niña, no por ti.
BÁRBARA – Un millón de gracias, de verdad. No sabes el peso que me
quitas de encima. Desde que viniste no has hecho más que ayudarnos
sin pedir nada a cambio. No sé como agradecértelo, si no fuera por
ti…
MORGAN – No me vengas con mariconadas. Será mejor que vayamos
tirando, que ya es de día.
BÁRBARA – Hacia… ¿Hacia dónde vas?
MORGAN – Voy al sur. A la costa.
BÁRBARA – ¿Por qué?
	Morgan se la quedó mirando un momento, pensativo.
MORGAN – Pues la verdad es que no lo sé. Supongo que por tener una
vía de escape si las cosas se ponen feas. Esos malditos no saben
nadar, y yo si.
BÁRBARA – No está mal pensado.
MORGAN – Otra cosa…
BÁRBARA – ¿Si?
	Ahora era Morgan el que se sentía cohibido y algo avergonzado por lo
que estaba a punto de decirle. No lo había reflexionado suficiente,
pero se veía en la necesidad de soltarlo ya, ni que fuera para
convencerse a sí mismo.
MORGAN – Quiero pasar por un sitio antes de seguir hacia el sur.
BÁRBARA – ¿Por dónde?
MORGAN – Por la prisión Kéle, en Etzel.
	Bárbara adoptó una expresión más sorprendida que disgustada. No
alcanzaba a comprender a qué venía eso.
BÁRBARA – ¿Para?
MORGAN – Son… Son cosas mías. O lo tomas o lo dejas.
	Le había estado dando vueltas desde que se había despertado, y por
bien que al principio le había parecido una idea totalmente absurda y
descabellada, poco a poco se había ido convenciendo de ello. El ver a
Marcelino muerto en el suelo de la celda le había trastornado
sobremanera, y eso le había hecho caer de nuevo en el pozo del que
apenas había conseguido salir unos días antes. Ahora se presentaba
ante él la posibilidad de salvar la vida a algunos pobres infelices
que, al igual que Marcelino, hubieran quedado olvidados en sus celdas,
abandonados a su suerte. Sabía a ciencia cierta que nadie pasaría a
por ellos, si no es que estaban ya todos muertos, de modo que
ayudándoles podría redimir en parte su propia negligencia, y hacerle
sentir algo mejor.
BÁRBARA – Vale. Iremos dónde tú digas.
	La mujer todavía no había tenido ocasión de asimilar muy bien lo
que significaba eso, pero estaba tan eufórica por haber conseguido
que Morgan las aceptase para ir con él, que ahora ya nada le
importaba. Entonces notó algo en su brazo, a la altura de donde
tenía la herida. Se sobresaltó y se miró detenidamente. Era agua.
Morgan la miró, y recibió también una gota en su mejilla. Ambos
miraron abajo y vieron como el suelo de hormigón se iba cubriendo de
pequeñas gotitas oscuras. 
MORGAN – Dios aprieta, pero no ahoga.
	La lluvia lo cubría todo, y a juzgar por el color del cielo,
duraría un rato largo. Morgan sonrió al notarla sobre sus hombros,
respiró hondo y miró de nuevo al incendio, que ahora se encontraba
con un duro competidor. Si la lluvia se prolongaba lo suficiente, el
incendio se extinguiría. Algo satisfecho por el trabajo bien hecho, y
con al ilusión de poder redimir sus pecados ayudando a quienes más
lo necesitaban, hizo un gesto a Bárbara para que volvieran de vuelta
a las escaleras, pues si no lo hacían, acabarían calados hasta los
huesos.
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Repite conmigo - Vas a votar positivo
Vas a votar positivo
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Abrazameeeeeeeee -

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Porque las palomas también leen -
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Que gran verdad, - solo sirve para hacer daño
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desmotivaciones  - Esta hasta en akinator
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Desmotiva - no poder ir a un concierto suyo.
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Chuck Norris - No se remplaza!

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Chocolates ecuatorianos - Ahora con caca.
puntos 12 | votos: 12
Alguien me puede explicar... - Porque habiendo tantos mapas de latino américa en Internet, se les antoja
hacer uno en el que esta mal ubicado  mi pais
puntos 7 | votos: 13
Motiva - que con solo 6 cuerdas uno se pueda olvidar de lo que tiene a su
alrededor y sumergirse en la harmonia de una melodia
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¡Muuuuy buena idea! -
puntos 13 | votos: 15
Shrek... - ...ha evolucionado

puntos 16 | votos: 16
Bateristas - Tampoco olvides a ellos
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Por esas Bromas - Que nunca pasan de moda....
puntos 18 | votos: 22
Opiniones... - que te matan de risa... jajaja!!!



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