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18.11.2018

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La Rosa de San Valentín - Han pasado 10 años, desde que la vi por primera vez,
En mi plácida inocencia, a mi gran musa conocí,
Una chica que colocaba mi mundo al revés
Y yo con tal de verla feliz,
Hicimos como si fuéramos bebés.
Unos bellos bebés sin preocupación alguna,
Que incluso las luces de a lo lejos,
Las veíamos como una hermosura,
Una luz que se ve en parpadeos,
Curando nuestra amargura.

En esta hermosa tarde, sentado en el mullido sillón de mi sala
Veo a la gente pasar, mientras cavilo sobre ella,
A la vez que llega a mi recuerdo esa chica mala,
Situándome en un hermoso pensar de mi doncella,
Saliendo de mi ser una y otra ala.

Aquella mujer de cabellos color ébano,
Rostro delicado, piel argéntea,
Ojos de diamante al alcance de mi mano,
Sonrisa de preciosidad, que, sea lo que sea
Me induce a dejar todo lo malo
Y a mi triste lágrima entera.

Un busto considerable
Y una gloria envidiable,
Eran seguidas por su gran carisma y clemencia,
Que, al mirarlas, caía yo en la demencia.

Una hermosa chica de claros pensares
Y labios suaves muy dispares;
Ardientes deseos de calmar mi sufrimiento,
Con su fina mirada como acontecimiento,
Que ponderaba mis nubes negras,
Dando pausa a mis mariposas.

Cuando pasó el tiempo, de ella terminé enamorándome,
Aquella agraciada fémina que a mis ojos era un helado,
No por su frialdad que acababa cegándome,
Sino en la forma que me deja calmado,
Cuando en mi soledad concluyo culpándome
Por algún cruel error del pasado.
Pues, sólo en una gélida noche terminé preguntándome:
“¿Acaso se irá como las otras que me han dejado?”.

Pensamientos indecentes rodean mi cabeza,
Diciéndome que de ella me olvide
Y que lo haga con certeza.

Aun así, ignorando aquellos pensamientos,
Que me deseaban mal por unos momentos,
Mis dulces anhelos de enamorado
Tenían mi cuerpo atrapado.
Atrapado en un amor sin condición,
Cuya regla es tener afición
De darle cariños a la chica,
Que, al verla, mi vida simplifica

En un memorable día de los enamorados,
Producto de aquel viejo y callado amor,
De mi morada salí, pensando en cabellos enredados,
Cosas para que mi musa olvidara el horror.
Horror que, según mi reflexión, le tenía los pensares abrumados,
De una soltería y un tremendo calor,
Que hace a sus más febriles sentidos pensar.

Por lo que, sin más rodeos incoherentes
Y sin nervios fehacientes,
Una bella rosa de los santos días pasados,
Con cariño le compré,
Para que, en sus momentos pesados,
Atesore el obsequio que le regalé.

Aquí el momento de mi pensar
Toma ánimos en este día,
Sintiendo el calor de su mirar,
Creyendo que me asentaría alegría.
Alegría, que una vez me fue arrebatada,
Por las más impías mujeres que he conocido,
Y que aquí mi soledad acababa
Con todo lo vivido.

Aun así, en corazones, peluches y globos,
Una pálida rosa tengo en mano,
Para que así, aullando como lobos,
Sea para ella más que un hermano.
Más que un simple sujeto en su misteriosa vida,
Más que un compañero en una situación divertida,
Más que un luchador de su peor enemigo,
Más que su mejor amigo….

Llega aquel glorioso día de amor,
Espero sus pasos con mi prudencia llena de valor,
Siento en mis ojos el dulce palpitar,
Que en otra parte debería estar.
Estar bombeando incesantemente la sangre que requiero,
Para sin palabras decirle que la quiero.

En aquel momento la veo,
Mientas mi dócil humanidad se hunde en mi corazón.
La veo, la quiero, la deseo,
Anhelo su paso con toda el alma, mientras me quedo sin razón.

Pero a punto de darle la joven, núbil y hermosa rosa,
Un caballero de gran loma aparece,
Le saluda con un beso en la boca
Y siento como mi alma se estremece.
Mi corazón deja de latir por un momento,
Mis ánimos cobran bríos,
Comienzo a pensar si esto es cierto.
Si es cierto el dolor que por dentro siento,
Al ver a mi querida irse
Con aquel sujeto.

Así, con el triste y escalofriante grito de mi alma,
Cobarde no seré.
Tal vez un raro, vetusto y difícil joven con mucha calma,
Al ver aquel romance, del cual me enteré.

Pues, por mi casa la veo pasar,
Y ni una palabra de su pútrida boca he de escuchar,
Sus ilusiones y engaños 
Quedaron en los tiempos de antaño.

¿Pero y si un día mi boca al llamarla se equivoca?
En deseos y en anhelos,
Con alegrías y en silencios,
De aquel hermoso enamoramiento
Me llevaré un triste recuerdo.

La chica no la he vuelto a ver,
Sigue con su novio en algún romántico lugar
Que hace al corazón tener
Una opinión que hay que cambiar.
Mientras yo, en mi ventana pienso
Sobre cómo el amor puede ser tan fantástico,
Pues de todos los favores que le he hecho,
Ni uno me ha pagado

Y aquella bella rosa
En mi ventana sigue.
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La oscuridad se acerca, - mientras camino por aquel lúgubre, desolado e inhóspito limbo,
que por cada paso, anhelo que la salida esté cerca,
y a la vez, he de encontrar en esto desatino.

Algo por lo que he de luchar,
algo por lo que he de seguir,
algo por lo que he de alcanzar,
algo por lo que he de descubrir.

Algo más en mi corazón,
algo diferente a aquella gélida brisa que he de sentir,
al caminar por aquí, sin razón.

Un deseo, un suspiro, un anhelo,
algo más porqué deambular,
en un tétrico lugar, con un ambiente de ensueño,
que mi mirada ha de perturbar.

Solamente un paseo reconfortante por aquel bosque,
produciendo leves sonidos a mi alrededor
y que en mi cabeza resuenan con cada roce,
haciendo que entre en calor.
Calor por recordar el camino de adelante,
dejando siluetas sombrías y un rostro inquietante
por tan sólo saber que hay más allá.

¿Será luz? ¿será oscuridad?,
¿que cosa en este sendero he de buscar?
seguramente un fin incierto, que me lleva a la vez que me doy por muerto.
puntos 3 | votos: 9
Te gusta tanto que te perdonen - cuando haces algo malo....

Pero cuando te hacen algo malo,
la cosa es diferente....
puntos -2 | votos: 4
Es una fantasía pensar - que todas las princesas son como las de los cuentos de hadas
puntos 1 | votos: 5
Puedes ir a tu soledad - para huir de la gente. Pero de quien no puedes escapar es de ti

puntos -1 | votos: 5
En esta sociedad - Puedes discriminar a un negro,
Puedes discriminar a un homosexual,
Puedes discriminar a un enfermo,
Puedes discriminar a un extranjero,
Pero si no lo haces eres el peor monstruo del mundo.
puntos -1 | votos: 3
Durante los días más callados - Y solitarios, él estaba en una habitación
con apariencia lúgubre, tétrica y abandonada
de los días pasados que era usada.
De todos modos, él seguía y seguía
derramando mares de lágrimas deseando en su vida un descanso
de aquella muchacha que le había engañado.
Pues aquel joven no superaba su incesante dolor,
dolor por la falta de fidelidad de su amada novia
a quien amó tanto que podía darle la vida
sin reclamos ni prejuicios
sólo por estar con ella un segundo más...

Aunque él recuerda bien y no hay la menor duda
de aquel gélido día en que caminaba ansioso
por las calles portando un ramo de rosas
comprado especialmente para ella,
para demostrar cuanto le amaba
y era capaz de hacer por ella
sin esperar algo a cambio...

Justo ese día iba a besarle
con el más sincero afecto y pasión
dedicado solamente para su presencia.
Pero no todo salió como lo tenía anticipado,
al parecer su rival se le había adelantado
y en ese mismo momento en que contemplaba a su mujer
sin pensar en lo que iba a suceder,
se acercó él
y le besó.

Mientras pasaban los días él solía desahogarse
en su soledad a la vez que en ella pensaba.
Aun así, el dolor era inaguantable para un joven como él,
sin experiencia alguna para lidiar con estas cosas
que a cualquiera vuelve loco,
solamente por una persona traicionera, cruel e impía
que de su vida no supo agradecer las cosas que le harían bien.

Como sea. Con lo que vamos es
que él no pudo soportar más este dolor
y estaba dispuesto completamente
a terminar con todo...

Tomó una navaja más filosa que  la herida que ella le dejó
y mientras saciaba su sed de calma
de sus brazos sangre salía...,
sangre derramada por aquella joven
que tanto quiso y amó
y al final le dejó...

A punto de acabar con sus penurias
e irse a otra vida,
vino un visitante a la puerta
esperando pacientemente la llegada del joven desdichado
para poder verlo...
por última vez.

¿Quién es? pregunta el joven,
el silencio es la respuesta....
Este hombre, en sus últimos momentos de vida no se rindió y dijo:
Oh, señor o señora que toca a la puerta de mi casa,
si entrar es vuestro deseo, hacedlo presto,
pero por lo tanto...
no perturbe mi soledad.

Lentamente abrió la puerta mientras su corazón latía
con más emociones encontradas que en su antigua relación
esperando ver lo que hay detrás de ese portal de madera
que en su casa está.

Al dejar la puerta descubierta,
una figura espectral parada estaba
como si estuviera esperando algo de él
en aquella soledad.

Aquella figura le miró fijamente
tanto que el joven perdió la cuenta de lo segundos.
Luego el visitante le sonrió 
con la sonrisa más aterradora posible,
mientras el joven le preguntaba:
¿Quien eres?
y él dijo:
Soy la Muerte.
puntos -2 | votos: 2
Dentro de una sociedad tan horrible - La literatura es un escape a otra realidad
puntos -1 | votos: 5
Aunque todo parezca perdido - Siempre habrá esperanza



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