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23.07.2013

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GeekAfortunado

puntos 1 | votos: 1
¿Que cuándo me di cuenta - de que yo era Dios? Bueno, un día estaba rezando y me percaté de que
hablaba conmigo mismo

Estés con Dios o estés con quien sea, nosotros aquí abajo
seguiremos recordándote y viendo tus películas. Hasta siempre Peter
OToole.

1932 - 2013
puntos 8 | votos: 8
Tantos versos escritos sobre - lo bellos que son los ojos de una amada del poeta... y qué desgracia
que no haya ninguno que nos describa la penetrante mirada de la muerte
cuando llega.
puntos 13 | votos: 13
El cine es vicio, - lo amo íntimamente. Siempre he creído que es el arte de nuestro siglo
puntos 7 | votos: 9
Buscas lo delicado, - buscas tu postre, el dulce sabor de la sangre; buscas la pasión y la
pasión te pierde. La lujuria a la que los otros sucumbían te ha
atrapado. Amanece, la luz traicionera te atraviesa y ahora, tú, preso
de tu impulso, pereces.
puntos 2 | votos: 2
Criminaliza al cani, y se pajea - pensando en la choni; hipocresía.

puntos 2 | votos: 4
ME ESTÁ EMPEZANDO - A GUSTAR EL REGGAETON,
aviso.
puntos 4 | votos: 4
Te levantas con la ruina en tu pecho, - otro día a tratar de olvidar. Y en la calle, contando tus pasos,
preferirías avanzar hacia atrás.
puntos 1 | votos: 1
Todos esos del boicot a Israel, - ¿es que no habéis pensado que si tenemos que boicotear a cada país
que no cumple los Derechos Humanos... tendríamos que boicotear a
TODOS los países del mundo? No sé, pregunto.
puntos 9 | votos: 9
Como duelen estas imágenes - a todos los capitalistas que ahora se han vuelto fans de Mandela.
puntos 7 | votos: 7
Qué irónico: - aquellos que lo consideraban un terrorista hasta 2008 son ahora los
que ensalzan su figura y lo ponen como ejemplo a seguir.

puntos 2 | votos: 2
Todo es una ducha de clases -
puntos 1 | votos: 1
Una fórmula viene siendo una - propuesta para resolver un asunto o simplemente ejecutar algo
complicado.

Manuel Godoy
puntos 1 | votos: 1
Dale Don dale - A los perros la cadena
puntos 1 | votos: 3
ANDO - CAMINANDO
CON UN FLOW VIOLENTO
puntos 1 | votos: 3
Paulao - El jugador que nadie quiere tener cerca en los córners.

puntos 2 | votos: 2
Flores de lápiz, VI - Entró un profesor, Hank, mi compañero de botánica. Protestaba por
el escándalo. Cuando me encontró llorando en el suelo fue en mi
socoro. “Hank, ¿tú lo ves no? ¿Ves los colores en sus pechos?”,
le pregunté desesperado. Cerró los ojos y asintió. Al ver su
afirmación acompañada de una completa pasividad, una simple
aceptación, me derrubé. “Ven, debes tomar un vaso de agua”, dijo
Hank.

Lo acompañé hasta su departamento, contiguo al mío. Nos servimos un
vaso de agua cada uno. Se austenó por unos momentos y luego estuvo de
vuelta. Traía en sus manos un chico tiesto. En él, plantada una
flor, ¡una flor roja!  ¡Roja de veras, de color! Era el rojo más
vivo que había visto nunca. Cogí el tiesto con ambas manos y me lo
puse delante de los ojos. Asombroso. “Un alumno lo hizo”, me dijo
Hank, “yo me quedé el tiesto, al alumno se lo llevaron. Debe ser lo
único colorido de por aquí. No sabemos cómo lo hizo, sólo sabemos
que tras expandirse el rumor de esta maravilla, dos hombres vinieron,
lo llevaron en un coche y no hemos vuelto a ver al jóven”. Yo
seguía atónito, con el tiesto en frente de mis ojos.

Aquella flor,
tan roja, tan bella.
puntos 3 | votos: 3
Flores de lápiz, V - Tras aquel tour por los pasillos de la universidad volví al aula
1002. Allí me esperaban atónitos, pero seguro que no más que yo.
Hasta ahora poco me había yo cuestionado. Todo era así, gris; mi
mujer lo explicó, ¿para qué más? Pero ahora yo… ¡yo tenía mil
preguntas! Y… ¿a quién formularlas? ¡Bah! Al borde de un ataque
de nervios, pánico, euforia, al borde de un precipicio emocional me
encontraba yo, y empecé dirigiéndome a mis alumnos. “¿No lo
véis? ¿No os dáis cuenta?” No recibí respuestas, sólo miradas
de sorpresa. “¿Es que no estáis viendo lo que pasa?” “Aquí no
pasa nada, es usted, ¿qué le pasa a usted?”, me gritaron por el
fondo. “Ha perdido la cabeza”, murmullaron más de cerca. Yo no
podía contenerme. “¿Pero cómo no podéis verlo? ¡Todo ha perdido
su color! ¡Todo es blanco, negro, gris! ¡La realidad, la vida es
deprimente sin colores!… y vosotros… vosotros…”. Comencé a
llorar. Una voz femenina se oyó entre mis sollozos de desesperación:
“¿Nosotros qué?”. Yo, entre lágrimas… “¿Acaso no véis lo
de vuestro pecho?”. Miradas de incredulidad. “¿¡No lo
véis?!”. Primeras miradas de miedo. “¡Vosotros! ¡Vosotros
tenéis esa caniquita en el pecho, en el centro del pecho! ¡Tenéis
los únicos colores! ¡Los tenéis ahí, en el pecho, en el
centro!”. No paraba de llorar. Los chicos se miraron al pecho:
indiferencia total. “¡¿Cómo no podéis verlo?!”.
puntos 4 | votos: 4
Flores de lápiz, IV - Caminé los pasillos de profesores hasta llegar al aula. Se entraba
por el fondo de la clase, viendo nada más llegar las caras de los
más de cien alumnos expectantes de tu llegada. Yo seguía delante de
la puerta. Aula 1002. Quieto. ¿Qué me impedía pasar? Había hecho
lo mismo durante treinta años, nunca dudé tanto, ni siquiera el
primer día. ¿Qué diantres me pasaba? ¿Estaba de verdad
nervioso?… Entre tanta pregunta concluyó mi estado de abstracción
de la realidad, suspiré y abrí la puerta. Una primera mirada rápida
a los chavales y me apoyé en la mesa como siempre hacía para dar la
clase. Hoy tocaban los vegetales carentes de cloroplastos. Levanté la
vista y empecé a hablar, de memoria lo sabía. “Comencemos con las
cianobacterias. Como deben ustedes saber, son un filo del dominio
Bacteria que comprende las bacterias capaces de realizar fotosíntesis
oxigénica y que… Paré. Enderecé mi cuerpo y di unos pasos
adelante. ¿Cómo?… Aguidicé la vista: los chicos; los chicos…
ellos… ¡¿Cómo?! No. No podía ser aquello. Andé, andé hacia
delante y luego recorrí casi todo el aula, acelarando el paso y
observando con obsesión a cada uno de los jóvenes. Me debieron tomar
por loco. De hecho, me lo planteé. ¿Es que acaso estaba loco? ¡Era
imposible lo que veía! Fijé la mirada en un estudiante, observé
deteniadamente su pecho. No era su pecho lo extraño, era… eso…
¡Era eso de ahí!. Y no sólo en aquél, estaba en todos, ¡en todos
los jóvenes del aula! Salí a ritmo frenético e irrumpí en otra
clase. ¡Lo mismo! Todos aquellos estudiantes… en sus pechos… en
el centro de su pecho tenían... una especie de canica levitante, cada
uno de un color distinto, ¡colores de verdad! ¿Cómo podía ser
aquello? ¡Yo ya había asimilado que tódo había perdido su color!
¡Acordé con Dios aceptar aquella realidad gris! Y ahora… ¡ahora
resultaba que aquellos jóvenes, sentados tan indiferentemente,
tenían cada uno un diminuto círculo de color en su pecho! En unos
era rojo, en otros azul, verde, violeta, amarillo… ¡Colores!
¡Colores de verdad!
puntos 4 | votos: 4
Flores de lápiz, III - Aquel día estuve, cómo no, compungido. En mi cuarto lo pasé. Mi
cuarto... lúgubre, por si no lo era ya de por sí, ahora se había
convertido en una celda negra. Comuniqué a mi esposa que no quería
recibir visitas y ella, comprensiva y obediente, no me visitó hasta
que la noche vino. Ella pudo dormir; yo cavilé hasta tarde y luegó
cerré los ojos sin conciliar el sueño hasta que los primeros rayos
de sol cambiaron el tono de la celda, de negro a gris, vaya.

Dirigí las primeras frases largas en estado de conciencia casi total
a mi mujer, Marie, durante el desayuno. Los huevos fritos, aunque se
asemejarean a dos manchas burdas de tinta, conservaban el sabor tan
especial que les daba mi esposa. Evitamos hablar de lo que era -casi-
inevitable hablar, y nos fue bien, tuvimos una incómoda charla sobre
mi trabajo. Yo entonces era profesor de botánica en la universidad,
trabajo tranquilo y agradable. 

Tras el desayuno, convencido de que estaba en aceptables condiciones,
conduje hasta la universidad. Entré por la puerta de atrás, evitando
como siempre el gentío agobiante.   

¡Oh, mi despacho! Así como las del jardín, las flores de mi
departamento eran también grises. Aquellas flores… aquellos
coloridos pétalos que me cautivaron cuando yo era estudiante habían
dejado atrás su encanto, ahora sólo eran otro mediocre objeto de un
estudio, que presaje se iba a hacer tedioso. Dejé mis cosas en la
mesa y me dispuse a preparar la clase.
puntos 3 | votos: 3
Flores de lápiz, II - Mi mujer estaba detrás de mi. Yo, aún de rodillas, giré la cabeza.
Sosteníame una mirada oscilante entre compasión y resignación: ella
ya había vivido esto antes.

De su mano entré a casa y nos sentamos a la mesa del comedor. Sería
media mañana, no tenía apenas apetito. Ella me habló, intentó
explicarme algún tipo de historia, pero no la escuché. Seguramente
me expuso la lógica de porqué todo se había descolorido. La
ignoré. Durante aquellos parsimoniosos minutos no pude evitar
contemplar atribulado sus ojos: la última vez que los vi así de
cerca pude nadar en el mar que aquel azul, tan vivo, tan bello,
empapaba con quietud mi aliento. Y ahora… ahora eran... ¿qué eran?
¿Qué tanta era la pesadumbre con la que me miraban? Si antes yo me
imaginaba navegando suave por aquellos Azoves, ahora... ¿ahora qué?
Ahora sólo me hundía en la desazón de la mirada de esos turbios
Tirrenos. ¡Qué desgracia! ¡Qué horror!

puntos 5 | votos: 5
Flores de lápiz, I - Y entonces me desperté. No de golpe; mis párpados fueron poco a poco
despegándose. Las pestañas se trabaron y parpadeé rápidamente. Al
principio mis ojos sosteníanse entreabiertos, luego los abrí de
golpe y subí las cejas como un búho. Debía parecer un mochuelín
desorientado. 

Al fin ya podía ver con normalidad, pero… no creía lo que veía.
Cierto es que todo  estaba en su lugar: el espejo en la pared, el
televisor al fondo, la cómoda al lado del armario, la lámpara en el
techo… Mas lo que me dejó atónito fue que el espejo, el armario y
todo en la habitación… todo había perdido su color. Todo estaba…
como en blanco y negro. El armario de madera caoba suave, era gris; la
lámpara, ahora, en vez de echar luz amarilla, escupía chorros
blanquecinos; el marco del espejo era de un gris más oscuro que el
armario, había perdido su ocre original. 

Tardé unos minutos hasta poder moverme con soltura. Al final logré
levantarme. Me puse mis zapatillas de felpa, antes rojas, ahora casi
negras, y salí al pasillo. Me miré en el espejo del corredor. Mi
piel, mi ropa, mis ojos habían perdido su color. Fui a la cocina: mi
mujer también. Ella me saludó pero yo no tenía palabras. Corrí
como pude hasta la puerta principal y salí. Me quedé en el
porchecito de casa. Al ver aquello caí de rodillas. Pero…
¡no!¡No! Los árboles y... ¡las flores del jardín!, los chicos que
jugaban en el parque y las casas también, y el césped: todo, el
cielo y las nubes y el perro y la señora Turner y los coches y las
manos por las que en ese instante resblaban mis lágrimas, todo, todo
aquello… hasta las flores, ¡las flores del jardín!
puntos 10 | votos: 10
Y así es como se solucionan las cosas -
puntos 3 | votos: 3
Contigo - he pasado los mejores momentos de mi vida. He visto cosas que antes no
veía, imaginado espacios, lugares que nunca había imaginado, he
caminado por nubes y he volado entre ellas. Me has hecho concebir el
mundo de distinta manera, ser más crítico y amar más a la tierra de
donde creces. Tú, que resistes fuertemente a la ignorancia y el miedo
de la gente, tú, temida por los que te desconocen, me has hecho creer
en algo y caminar hacia delante, tener esperanzas. He meditado, he
reído y he descansado contigo, has sido una buena compañera y te doy
las gracias.

A la rica marihuana.
puntos 4 | votos: 4
Y me levanté; - supe entender que algunas cosas pasan solamente una vez, es importante
cuando aprendes y más si se pretende prender la llama como un león
atento en la batalla.
puntos 6 | votos: 6
Escribes. - Sabes que mañana tienes un examen de física, pero te da igual porque
estás escribiendo. Y cuando acabas cortas, cambias, corriges, añades
y quitas. Sabes que suspenderás el examen, pero tu relato está
completo: cada adjetivo en su lugar, cada frase encaja y está
acabado. Valorarán el vacío en las respuestas de tu examen, nunca lo
que tu amas hacer, pero lo habrás hecho y por lo menos estarás a
gusto contigo mismo. Por eso,
escribo.

puntos -2 | votos: 4
Se esfuerzan en convencernos - de que las drogas son el problema, pero éstas sólo son un escape al
verdadero problema sobre el que nunca te prevendrán.
puntos 3 | votos: 3
Tantas vidas se sacrificaron para - derrocar al fascismo en Europa y ahora que se pretende resucitar, los
que actúan en contra de ello son criminalizados por la lzquierda.
:)
puntos 3 | votos: 3
Estoy hastiado de ver - el sufrimiento de los humanos... 
y de cosechar odio 
por obedecer a Dios.

Mientras maldecís a la Muerte por llevarse a vuestros seres queridos,
ignoráis que ella sólo obedece ordenes de vuestro Ídolo.
puntos 3 | votos: 3
No hay nada más relajante - que sentarte tranuquilamente en tu estudio, ponerte el himno de la
URSS y buscar en Google Imágenes fotos de Trotsky mientras disfrutas
de un buen zumito de manzana.
puntos 9 | votos: 9
El viaje a la luna, - dos buenas películas rodadas por dos directores geniales:
Georges Méliès y Stanley Kubrick.

puntos 6 | votos: 8
2013. Matanza de mineros, Sudáfrica - A veces pienso que la historia siempre se repite para mal.
puntos 0 | votos: 6
ola soy alexis sanches y callo bocas - c:
puntos 5 | votos: 5
¿Marxista? - ¿Sigues creyendo en esas teorías de hace 150 años? ¿En serio?
Bah, paso de ti, me voy a disfrutar de mi mundo sin gravedad.
puntos 4 | votos: 6
A la sociedad capitalista le cuesta - reconocer que el logro de la sanidad pública y gratuita se lo debemos
a los bolcheviques y su revolución de Octubre.
puntos 6 | votos: 6
Para encontrar los deseos verdaderos - basta con mirar más allá de lo simple y superficial.

puntos 13 | votos: 13
Esta es la historia de un juicio, - un juicio contra Dios.

Un tal Anatoli Lunacharski en 1918 decidió juzgar a Dios por
crímenes contra la humanidad. Llevó su idea a cabo y se realizó un
juicio. Pues, colocóse una Biblia en el banquillo de los acusados.
Los fiscales presentaron numerosas pruebas de culpabilidad basadas en
testimonios históricos y los defensores designados por el Estado
soviético aportaron argumentos en favor de la inocencia de Dios. Su
baza principal fue la petición de absolución por grave demencia y
desarreglos psíquicos, pero el tribunal rechazó esto por la gravedad
de los crímenes. Al final Dios fue declarado culpable. EL 17 de enero
de 1918, a las 6:30 horas de la mañana, un pelotón de fusilamiento
disparó cinco ráfagas de ametralladora contra el cielo de Moscú. La
sentencia de muerte contra Dios se había cumplido.

Y después de esto, todavía hoy se siguen cometiendo crímenes en
nombre del Todopoderoso.
puntos 9 | votos: 9
Si todo el tiempo que me he pasado - jugando a estos juegos lo hubiera empleado en cosas útiles como
estudiar, a día de hoy tendría varios premios Nobel.
puntos 8 | votos: 8
Y se supone que por unas migajas - tienen que dar las gracias.
puntos 8 | votos: 8
Hambre y miseria - en la Albania socialista.
puntos 7 | votos: 7
Esa mirada de horror - cuando saben que los hombres de las profundidades un día se
rebelarán en contra de los que allí arriba disfrutaban de la
Metrópolis que los obreros con sus manos crearon.

puntos 6 | votos: 6
Es fácil ver a diario cómo - nos intentan infundar un miedo a cosas a las que no deberíamos temer.
Ese miedo es el que mueve el mundo y el que mantiene a millones de
personas en la miseria, pero hay una poción mágica para combatirlo:
el cerebro.
puntos 3 | votos: 5
Por qué soy un hombre feminista - (merece la pena leerlo)

Cuando era pequeño, mi madre y mi padre solían discutir mucho.
Algunas mañanas me despertaba con el sonido alarmante de mis padres
gritándose. La discusión continuaba hasta que mi padre gritaba
“¡Y se acabó!No voy a seguir hablando más de esto”. La disputa
acababa justo ahí. Mi madre nunca tuvo la última palabra.

Los gritos de mi padre hacían encogerse a mi madre; yo quería hacer
algo para parar esa furia proyectada contra ella. En aquellos
momentos, me sentía impotente porque era demasiado pequeño para
enfrentarme a mi padre. Aprendí muy pronto que la fuerza y el poder
intimidaban a mi madre. Nunca vi a mi padre golpearla, pero sí
presencié lo hirientes que podían ser sus golpes verbales cuando
caían sobre la psique de mi madre.

Mi padre no maltrataba siempre a mi madre, pero cuando lo hacía, me
identificaba con el dolor de ella, no con la agresividad de él.
Cuando le hacía daño, me hacía daño a mí también. Mi madre y yo
teníamos un vínculo muy especial. Era divertida, inteligente,
cariñosa y hermosa. Era muy buena escuchando, y me hacía sentir
especial e importante. Y cada vez que la cosa se ponía fea, ella era
mi roca y mi base.

Una mañana, después de que mi padre le gritara a mi madre durante
una discusión, ella y yo nos quedamos en el baño, solos,
preparándonos para el día que nos esperaba. La tensión en la casa
era tan espesa como una nube de humo negro. Sabía que mi madre estaba
disgustada. “Te quiero, Mamá, pero ojalá tuvieras un poco más de
valor cuando discutes con Papá”, le dije lo suficientemente bajo
para que él no pudiera oirme. Ella me miró, acarició mi espalda y
forzó una sonrisa.

Tenía tantas ganas de que mi madre se defendiese a sí misma… No
entendía por qué tenía que rendirse a él cada vez que peleaban.
¿Quién era él para sentar las normas de la casa? ¿Qué le hacía
tan especial?

Crecí resentido por la dominación de mi padre en casa, incluso
queriéndole tanto como quería a mi madre. Su ira y su intimidación
consiguieron impedir que mi madre, mi hermana y yo expresáramos
nuestra opinión cada vez que no coincidían con la suya. Algo en esa
desigualdad de su relación me parecía injusto, pero a una edad tan
joven, no podía expresar qué.

Un día, mientras estábamos sentados en la mesa de la cocina tras una
de sus discusiones, mi madre me dijo: “Byron, nunca trates a una
mujer como tu padre me trata a mí”. Ojalá la hubiese escuchado.

Conforme fui creciendo y tuve mis propias relaciones con chicas y
mujeres, a veces me comporté como vi a mi padre comportarse. Yo
también me volví defensivo y verbalmente agresivo cada vez que una
chica o una mujer con la que salía me criticaba o me desafiaba.
Denigraba a mis novias controlando su peso o la ropa que elegían
ponerse. En una relación en particular durante la universidad, usé
frecuentemente mi corpulencia para intimidar a mi novia, echándome
sobre ella y gritándole para defender mi punto de vista.

Había asimilado lo que había visto en casa y me estaba convirtiendo
lentamente en aquello que había despreciado siendo niño. Aunque mi
madre intentó enseñarme mejor, yo, como muchos chicos y hombres, me
sentí en mi derecho de maltratar al género femenino cuando me
beneficiaba.

Tras graduarme en la universidad, necesitaba un trabajo. Supe de un
nuevo programa de sensiblización que estaba por lanzarse. Se llamaba
Los Mentores en el Proyecto de Prevención de Violencia. Siendo un
estudiante-atleta, ya había hecho sensibilización comunitaria
anteriormente, y el Proyecto MPV me pareció un buen plan mientras que
encontraba un trabajo en mi campo, el periodismo.

Fundado por Jackson Katz, el Proyecto MPV se diseñó para utilizar el
prestigio de los atletas para convertir la violencia de género en
algo inaceptable. Cuando me entrevisté con Katz yo no sabía que el
proyecto era un programa de prevención de la violencia de género. Si
lo hubiese sabido, probablemente no hubiese ido a la entrevista.

Así que cuando Katz me explicó que estaban buscando a un hombre para
ayudar a institucionalizar el currículo basado en la prevención de
la violencia de género en institutos y facultades de todo el país,
casi me vuelvo por donde había venido. Pero durante la entrevista,
Katz me hizo una pregunta muy interesante: “Byron, ¿cómo crees que
beneficia la violencia de los afroamericanos hacia las afroamericanas
a nuestra comunidad?”.

Nunca nadie me había hecho esa pregunta antes. Como hombre
afroamericano profundamente preocupado por los problemas de raza,
nunca había pensado demasiado sobre cómo el abuso emocional, las
palizas, las agresiones sexuales, el acoso en la calle y las
violaciones afectan a una comunidad entera, tal y como el racismo
hace.

Al día siguiente, asistí a un taller sobre prevención de la
violencia de género facilitado por Katz. Allí planteó una pregunta
a todos los hombres en la sala: “¿Qué cosas hacéis para
protegeros de ser violados o agredidos sexualmente?”

Ni un solo hombre, incluido yo, pudo responder rápidamente la
pregunta. Finalmente, un hombre levantó la mano y dijo: “Nada”.
Entonces Katz preguntó a las mujeres: “¿Qué cosas hacéis para
protegeros de ser violadas o agredidas sexualmente?” Casi todas las
mujeres en la sala levantaron su mano. Una a una, cada mujer
testificó:

“No establezco contacto visual con hombres cuando camino por la
calle”, dijo una.

“No dejo mi copa sin vigilar en las fiestas”, dijo otra.

“Uso el apoyo de mis amigas cuando voy a fiestas”.

“Cruzo la calle cuando veo a un grupo de tíos caminando hacia
mí”.

“Uso mis llaves como un arma en potencia”.

“Llevo conmigo un spray de autodefensa”.

“Vigilo qué ropa me pongo”.

Las mujeres continuaron durante varios minutos, hasta que su parte de
la pizarra estuvo completamente llena de respuestas. El lado de la
pizarra de los hombres estaba en blanco. Me quedé estupefacto. Nunca
había oído a un grupo de mujeres decir esas cosas antes. Pensé en
todas las mujeres que había en mi vida (incluyendo a mi madre, mi
hermana y mi novia) y me di cuenta de que tenía mucho que aprender
sobre género.

Días después de ese taller, Katz me ofreció el trabajo como
especialista mentor-formador, y lo acepté. Aunque no sabía mucho
sobre temas de género desde un punto de vista académico,
rápidamente aprendí en el trabajo. Leí libros y ensayos de bell
hooks, Patricia Hill Collins, Angela Davis y otras escritoras
feministas.

Como la mayoría de hombres, me había tragado el estereotipo de que
todas las feministas eran blancas, lesbianas, ataca-varones poco
atractivas que odiaban a los hombres. Pero después de leer los
trabajos de todas esas feministas negras, me di cuenta de que esto
estaba muy alejado de la realidad. Tras investigar a fondo su trabajo,
llegué a respetar de verdad la inteligencia, coraje y honestidad de
estas mujeres.

Las feministas no odiaban a los hombres. De hecho, les querían. Pero
tal y como mi padre había silenciado a mi madre durante sus
discusiones para evitar escuchar sus quejas, los hombres silenciaron a
las personas feministas, denigrándolas y haciendo oídos sordos sobre
quiénes somos en realidad.

Aprendí que las feministas ofrecían una importante crítica sobre
una sociedad dominada por los varones que, rutinaria y globalmente,
trataba a las mujeres como ciudadanos de segunda clase. Ellas decían
la verdad, e incluso siendo un hombre, su verdad me hablaba a mí. A
través del feminismo, desarrollé un lenguaje que me ayudó a
expresar mejor cosas que había experimentando creciendo como un
hombre.

Los escritos feministas sobre el patriarcado, el racismo, el
capitalismo y el machismo estructural conectaban conmigo porque había
presenciado de primera mano el tipo de dominación machista a la que
ellas desafiaban. Lo vi de niño en mi casa y lo perpetué siendo
adulto. Su análisis de la cultura y comportamiento de los hombres me
ayudó a poner el patriarcado de mi padre en un contexto social más
grande, y también me ayudó a entenderme mejor.

Decidí que me encantaban las feministas y abracé el feminismo. El
feminismo no sólo da voz a las mujeres, sino que allana el camino a
los hombres para liberarse del dominio de la masculinidad tradicional.
Cuando herimos a las mujeres en nuestras vidas, nos herimos a nosotros
mismos y herimos a nuestra comunidad también.

Según me fui haciendo adulto, el comportamiento de mi padre hacia mi
madre cambió. Con la edad se suavizó, y dejó de ser tan poco
razonable y tan verbalmente agresivo. Mi madre llegó a hacerse valer
cuando estaban en desacuerdo.

Me impactó oírla decir la última palabra y que mi padre la
escuchara sin enfadarse. Fue un gran cambio. Ninguno de ellos se
consideraría a sí mismo feminista, pero creo que ambos aprendieron
con el tiempo a ser individuos más completos que se trataban con
respeto mutuo. Cuando mi padre murió de cáncer en 2007, lucía
orgullosamente por la ciudad una gorra de béisbol que yo le había
regalado y que decía: “Acaba con la violencia hacia las mujeres”.


¿Quién dice que los hombres no pueden ser feministas?
puntos 2 | votos: 2
Tanta magia concentrada - en una sola foto...
puntos 7 | votos: 7
Siria, 2013 - El hombre reflexivo siente una pesadumbre constante que puede dar
lugar a la desmoralización: es el descontento con la providencia que
surge cuando se pone a pensar en los males que afligen al género
humano sin esperanza de una mejora. Mas es de suma importancia el
estar satisfecho con la providencia para evitar la tentación de
responsabilizar por completo al destino y no perder de vista nuestra
propia culpa.

                                                                      
 Immanuel Kant, 1784

Más de doscientos años han pasado. El hombre reflexivo sigue
preguntándose ¿Por qué?. Aumenta la tentación de eximir de
responsabilidad de las atrocidades de la guerra al ser humano y culpar
al destino y sus caprichos.
puntos 12 | votos: 12
Cuando pierdo la esperanza - en las personas me acerco a los animales; ellos son los amigos más
pacientes y comprensivos que me ayudan a disfrutar mi secreta
misantropía.

puntos 10 | votos: 10
La soledad no siempre significa - no tener a gente cerca. Una persona puede sentirse sola estando
rodeada de sus amigos y familia, mas es su mente reinar la soledad
imperante que aparece cuando una oveja se sale del rebaño.
puntos 1 | votos: 5
Bajo la excusa de que eran salvajes - les robaste sus tierras, violaste a sus mujeres, despreciaste su
cultura, impusiste tu religión, llevaste tus enfermedades y le
arrebataste su identidad. Ahora dime quién es el salvaje: tú,
escondido bajo esa sotana o los desnudos hijos de la Tierra.
puntos 7 | votos: 9
Cuando estaba en el pelotón - de fusilamiento, un condenado le preguntó a Maximiliano de Habsburgo:
¿Es esa la señal de la ejecución?, a lo que Maximiliano
respondió: No lo sé, es la primera vez que me ejecutan. 

Eso es tener sentido del humor hasta el final.
puntos 8 | votos: 8
Los mismos que critican - al movimiento comunista internacional son esos mismos progresistas
que ponen en un altar a personajes como Orwell, Gandhi o John Lennon.
Reservándome mis comentarios sobre los dos primeros, he de decir que
Lennon, en su más famosa canción (Imagine) nos invita a imaginar
un mundo sin religión, y lo dice en un verso suyo. Pues vosotros,
progres que alabáis el pacifismo y a Lennon, os tengo que decir que
el hombre que más se esforzó para que no existiera ninguna religión
que oprimiera a los pobres o perturbara las almas es el camarada Enver
Hoxha, comunista convencido, presidente de Albania, que ilegalizó el
culto público y convirtió las mezquitas e iglesias en centros
culturales para jóvenes, como imaginó Lennon años después. Este
cartel va por Hoxha y por el pueblo albano, por John Lennon y por
todos los ateos y ateas del mundo.

Now imagine a world with no religion
puntos 11 | votos: 11
El 23 de agosto de 1939 - la URSS firmó un pacto de no agresión con los nazis, tras varias
negativas del Reino Unido y Francia de aliarse con los soviéticos
para derrotar al fascismo. Seis años después, el 16 de abril de 1945
las tropas soviéticas y polacas entraron el Berlín y el 2 de mayo
ganaron la batalla y derrotaron al nazismo alemán para siempre.

La historia enseña que en ocasiones es necesario darle la mano a tu
enemigo para después arrastrarlo hasta su tumba.





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