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20.01.2012

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Una triste realidad - En un mundo desolado por la codicia y la hipocresía, corrían libres
las almas de animales que merecían algo más que un mundo ocupado y
destruido por los humanos.
En una tarde de invierno, un pequeño lobo descansaba sobre la fría
nieve, esperando pacientemente que sus energías se repostasen para
seguir cazando lo poco que quedaba ya en el bosque, una lágrima
asoló por el ojo entristecido del lobo, había visto el
comportamiento de los humanos, implacable, frío, destruían todo a su
paso, creyendo que así conseguirían sobrevivir, a menudo, el
pequeño lobo se preguntaba que tenía de supervivencia destrozar los
hogares de todos los seres vivos, no existía un equilibrio puro entre
esa especie y la naturaleza, si el lobo iba a un lugar construido por
los humanos, lo matarían, no por hambre, no por defensa del
territorio, si no por miedo, ¿que debería hacer el lobo entonces?
¿Esperar que la comida se agotase y morir de hambre por la maldad de
aquella especie? Otra lágrima surgió del lobo, cayendo sobre la
fría nieve y congelándose casi instantáneamente, el lobo no podía
hacer nada por evitarlo.
En el otro lado del mundo, subido a una rama de un árbol tropical en
Brasil, se encontraba un pequeño loro, de edad parecida a la de aquel
lobo, tan distanciado de él, ignoraba su existencia, quizás por
cosas del destino, se encontrarían algún día, pero ni el loro ni el
lobo tenían conocimiento el uno del otro, uno vivía ajeno a toda la
maldad humana, en un extenso bosque, que, por suerte, era demasiado
grande como para que los humanos le diesen caza, aún así, al
pequeño loro le preocupaba la existencia de una especie tan
destructora, miró al cielo, y en un impulso por alejarse de esos
pensamientos tan estremecedores, alzó el vuelo, perdiéndose entre
las nubes, divisó a lo lejos, en el horizonte, el mar, lugar donde
vivían millones de especies, que también sufrían el ataque
incansable de los humanos, el loro, perdido en sus pensamientos,
continuó ascendiendo, hasta que el oxigeno le faltó, y cayó en
picado, llorando por dentro, la desgracia del planeta, a la
destrucción de su propia tierra, por parte de quienes no podían
vivir sin lo que esta les ofrecía, antes de perder de vista el mar,
lanzó un grito de desahogo, para sentirse liberado.
Al otro lado del mar, en el polo norte, un grupo de pingüinos se
preparaba para cazar la comida, sin la que, obviamente, no podrían
sobrevivir, entre tanto cazador veterano, una pequeña cría de
pingüino se preparaba para su primera experiencia como cazadora de
peces, se preparó, y junto con los demás pingüinos se lanzó al
agua helada, persiguió en ocasiones algunos pececillos demasiado
pequeños como para saciar el apetito, después de un rato cazando sin
éxito alguno, y ver que los adultos se preocupaban por la poca comida
que había, entre ellos, se preguntaban si había pasado algo con los
peces, la pequeña pingüino, nadó y nadó lejos de los glaciares en
busca de comida, encontraba muy pocos peces por el camino, y empezó a
preocuparse, al cabo de un rato, divisó un enorme maquinaria humana,
flotante en el agua, se estremeció al ver, que esta máquina agarraba
millones de peces y los subía, fuera del alcance del mar, y por lo
tanto, de los pingüinos,  lloró por dentro al pensar en las
historias que había escuchado sobre ellos, al parecer, les importaba
muy poco el equilibrio entre la naturaleza y ellos, por eso, se
cegaban a comer y a comerciar con todo lo que les robaban a los
pingüinos, en aquellas aguas heladas, la pequeña pingüino
comprendió, que aquella temporada, se quedarían sin comida.
En tierra firme, y en pleno centro de edificios de metal y cristal, se
encontraba una pequeña reserva de animales, lugar donde residía, 
una pequeña cría de panda, que no se apartaba de su familia, en todo
momento, aquella cría era observada por los humanos, que reían y
tiraban alimentos que ellos ya no querían,  entre tanto humano, la
cría empezó a llorar, y su madre la calmó con un pequeño abrazo,
mientras escuchaba los comentarios de aquellos humanos sobre esa
situación, la cría tenía miedo, abrazándose a su madre, se
preguntó que hacían allí, lejos de bosques y de un hábitat libre,
¿Qué era lo que querían los humanos de ellas? ¿Simple diversión? 
La pequeña panda empezó a llorar, ella quería ser libre, vivir en
lugares apartados de tanto ruido de máquinas y observadores que no
hacían otra cosa que mirar su encarcelamiento, por el simple hecho de
ser un animal de muy lejos de allí, los humanos las tenían presas
para poder observarlas y observarlas, sin ninguna otra satisfacción o
necesidad, la pequeña panda lloraba sin parar, ella quería ser
libre, porque tanto sufrimiento, quería vivir alejada de los humanos,
a toda costa.
Poco hicieron los humanos para ayudar a estos 4 animales, y poco a
poco, el mundo se consumió en una oscuridad que jamás volvería a
brillar
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Esperar impaciente tus fotos - de fiesta y que acaben pareciendo el rodaje de The Walking Dead.
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Descargar un video - Nivel: Sin megaupload.



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