En Desmotivaciones desde:
08.05.2011

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bueno 661 | malo 85

puntos 17 | votos: 17
Desmotiva - que el no haya ganado ningún Grammy y si Justin Bieber
puntos 18 | votos: 18
Ese vacio - que sientes cuando no esta él para abrazarte
puntos 10 | votos: 14
Motiva - Que echen a este despojo de Desmotivaciones
puntos 67 | votos: 69
Error 404 - Libertad De Expresión Not Found
puntos 6 | votos: 8
Fuck You Vevo - Oh lo siento, F**k You Vevo

puntos 20 | votos: 26
Cuñaooo!!!!!!! -
puntos 17 | votos: 17
Sabias que - un amigo mio que trabaja en el Telepizza me dijo que despues de la
principal de gastarle una broma a tu amigo con lo de llamar a
Telepizza, el 20% de llamadas de hoy, fueron de bromas ?
puntos 2371 | votos: 2505
Enojarte con tu mama,  -  irte de la habitación, y darte cuenta que te olvidaste algo, 
y volver, pero con orgullo.
puntos 19 | votos: 19
Esta persona es negra - No es ni morenito ni negrito ni de color
¿Porqué tantos eufemismos?
Como si ser negro fuera malo
puntos 28 | votos: 28
-Tengo tu nariz !! - -Contra el, tiene mi nariz !!!

puntos 13 | votos: 15
Sentirte así - Cuando estas con tus amigos y no te hacen caso
puntos 2 | votos: 10
Ingenio - Yo, lo tengo :)
puntos 27 | votos: 27
Hice una promesa, - para que mi madre se cure. Este cartel debe llegar a la principal.
puntos 7 | votos: 9
Presidente Recio - Confiscando felpudos por Tuenti al mejor precio
puntos 25 | votos: 27
Mi instinto de mayorista - me dice que lo de la cebolla lo dice por que cuando lo escuchas cantar
te dan ganas de llorar de lo mal que canta .

puntos 5 | votos: 7
¿ Que decir . . - Cuando sobran las palabras ?
puntos 8 | votos: 14
Danza Khedira - Este es ahora, el baile del verano.
puntos -6 | votos: 16
ADMÍTELO - Alguna vez has intentado andar como Antonella
puntos 14 | votos: 16
A unos les gusta uno - más que a otro, en cambio otros no sabrían escoger :S Y tu?
puntos 13 | votos: 15
Parques - no tan abandonados

puntos 7 | votos: 15
¡Un aplauso para Cleverbot! - ¡Por cuestionar lo que tengo entre las piernas y por como se las
apaña par cambiar de tema!
puntos 14 | votos: 16
¿Y donde estoy? - ¡¿EN NARNIA?!
puntos 5 | votos: 5
Venga, - ¿Qué le digo? ¿Está viendo el móvil? Y esos dos ahí al lado...
-Como desmotiva no atreverse a hacer algo por miedo a que no salga bien
puntos 13 | votos: 13
Pokèdex #37 - Vulpix

Este Pokémon de tipo fuego no teme al agua(raro en un Pokémon de
tipo fuego), excepto si está demasiado fría.
Cuando nacen tiene una cola, la cual es blanca como su evolución
Ninetales, al crecer esta agarra su color representativo y se divide
en seis, y se convierte en bellos rizos.
puntos 13 | votos: 17
Estas son ahora  - las chicas que molaban de mi curso.

puntos 13 | votos: 13
Tienes lugares así en tu ciudad - Y ni siquiera te das cuenta.
puntos 8 | votos: 12
¿ Pero que dices ? - ¿ Quien va a pagar 1.000 euros por 8 magdalenas ?
¡ Bertaaaa ! Hazme unas magdalenas que los del Telepizza son unos chorizos
puntos 4 | votos: 4
Coque - Peinate esa cresta
puntos 5 | votos: 7
Trolles - Que intentan camuflarse entre la sociedad
puntos 18 | votos: 18
¿Quien te llena de salami? - mmmm AMADOR

puntos 8 | votos: 8
Muchas gracias - al fin alguien se sabe valorar mi gran trabajo
te daré unas merluzas fresquisimas . . . . .
Pss parrales, dale de esas que llevan un mes, de las que ya empiezan a oler.
puntos 6 | votos: 16
Quidditch - Cuando empezó el mes de noviembre, el tiempo se volvió muy frío.
Las montañas
cercanas al colegio adquirieron un tono gris de hielo y el lago
parecía de acero
congelado. Cada mañana, el parque aparecía cubierto de escarcha. Por
las ventanas de
arriba veían a Hagrid descongelando las escobas en el campo de
quidditch, enfundado
en un enorme abrigo de piel de topo, guantes de pelo de conejo y
enormes botas de piel
de castor.
Iba a comenzar la temporada de quidditch. Aquel sábado, Harry
jugaría su primer
partido, después de semanas de entrenamiento: Gryffindor contra
Slytherin. Si
Gryffindor ganaba, pasarían a ser segundos en el campeonato de las
casas.
Casi nadie había visto jugar a Harry, porque Wood había decidido que
sería su
arma secreta. Harry también debía mantenerlo en secreto. Pero la
noticia de que iba a
jugar como buscador se había filtrado, y Harry no sabía qué era
peor: que le dijeran que
lo haría muy bien o que sería un desastre.
Era realmente una suerte que Harry tuviera a Hermione como amiga. No
sabía
cómo habría terminado todos sus deberes sin la ayuda de ella, con
todo el entrenamiento
de quidditch que Wood le exigía. La niña también le había prestado
Quidditch a través
de los tiempos, que resultó ser un libro muy interesante.
Harry se enteró de que había setecientas formas de cometer una falta
y de que todas
se habían consignado durante los Mundiales de 1473; que los
buscadores eran
habitualmente los jugadores más pequeños y veloces, y que los
accidentes más graves
les sucedían a ellos; que, aunque la gente no moría jugando al
quidditch, se sabía de
árbitros que habían desaparecido, para reaparecer meses después en
el desierto del
Sahara.
Hermione se había vuelto un poco más flexible en lo que se refería
a quebrantar las
reglas, desde que Harry y Ron la salvaron del monstruo, y era mucho
más agradable. El
día anterior al primer partido de Harry los tres estaban fuera, en el
patio helado, durante
un recreo, y la muchacha había hecho aparecer un brillante fuego
azul, que podían llevar
con ellos, en un frasco de mermelada. Estaban de espaldas al fuego
para calentarse
cuando Snape cruzó el patio. De inmediato, Harry se dio cuenta de que
Snape cojeaba.
Los tres chicos se apiñaron para tapar el fuego, ya que no estaban
seguros de que
aquello estuviera permitido. Por desgracia, algo en sus rostros
culpables hizo detener a
Snape. Se dio la vuelta, arrastrando la pierna. No había visto el
fuego, pero parecía
buscar una razón para regañarlos.
—¿Qué tienes ahí, Potter?
Era el libro sobre quidditch. Harry se lo enseñó.
—Los libros de la biblioteca no pueden sacarse fuera del colegio
—dijo Snape—.
Dámelo. Cinco puntos menos para Gryffindor.
—Seguro que se ha inventado esa regla —murmuró Harry con furia,
mientras
Snape se alejaba cojeando—. Me pregunto qué le pasa en la pierna.
—No sé, pero espero que le duela mucho —dijo Ron con amargura.
En la sala común de Gryffindor había mucho ruido aquella noche.
Harry, Ron y
Hermione estaban sentados juntos, cerca de la ventana. Hermione estaba
repasando los
deberes de Harry y Ron sobre Encantamientos. Nunca los dejaba copiar
(«¿cómo vais a
aprender?»), pero si le pedían que revisara los trabajos les
explicaba las respuestas
correctas.
Harry se sentía inquieto. Quería recuperar su libro sobre quidditch,
para mantener
la mente ocupada y no estar nervioso por el partido del día
siguiente. ¿Por qué iba a
temer a Snape? Se puso de pie y dijo a Ron y Hermione que le
preguntaría a Snape si
podía devolverle el libro.
—Yo no lo haría —dijeron al mismo tiempo, pero Harry pensaba que
Snape no se
iba a negar, si había otros profesores presentes.
Bajó a la sala de profesores y llamó. No hubo respuesta. Llamó otra
vez. Nada.
¿Tal vez Snape había dejado el libro allí? Valía la pena
intentarlo. Empujó un poco
la puerta, miró antes de entrar... y sus ojos captaron una escena
horrible.
Snape y Filch estaban allí, solos. Snape tenía la túnica levantada
por encima de las
rodillas. Una de sus piernas estaba magullada y llena de sangre. Filch
le estaba
alcanzando unas vendas.
—Esa cosa maldita... —decía Snape—. ¿Cómo puede uno vigilar a
tres cabezas al
mismo tiempo?
Harry intentó cerrar la puerta sin hacer ruido, pero...
—¡POTTER!
El rostro de Snape estaba crispado de furia y dejó caer su túnica
rápidamente, para
ocultar la pierna herida. Harry tragó saliva.
—Me preguntaba si me podía devolver mi libro —dijo.
—¡FUERA! ¡FUERA DE AQUÍ!
Harry se fue, antes de que Snape pudiera quitarle puntos para
Gryffindor. Subió
corriendo la escalera.
—¿Lo has conseguido? —preguntó Ron, cuando se reunió con
ellos—. ¿Qué ha
pasado?
Entre susurros, Harry les contó lo que había visto.
—¿Sabéis lo que quiere decir? —terminó sin aliento—. ¡Que
trató de pasar por
donde estaba el perro de tres cabezas, en Halloween! Allí se dirigía
cuando lo vimos...
¡Iba a buscar lo que sea que tengan guardado allí! ¡Y apuesto mi
escoba a que fue él
quien dejó entrar al monstruo, para distraer la atención!
Hermione tenía los ojos muy abiertos.
—No, no puede ser —dijo—. Sé que no es muy bueno, pero no iba a
tratar de robar
algo que Dumbledore está custodiando.
—De verdad, Hermione, tú crees que todos los profesores son santos
o algo
parecido —dijo enfadado Ron—. Yo estoy con Harry. Creo que Snape
es capaz de
cualquier cosa. Pero ¿qué busca? ¿Qué es lo que guarda el perro?
Harry se fue a la cama con aquellas preguntas dando vueltas en su
cabeza. Neville
roncaba con fuerza, pero Harry no podía dormir. Trató de no pensar
en nada (necesitaba
dormir; debía hacerlo, tenía su primer partido de quidditch en pocas
horas) pero la
expresión de la cara de Snape cuando Harry vio su pierna era difícil
de olvidar.
La mañana siguiente amaneció muy brillante y fría. El Gran Comedor
estaba inundado
por el delicioso aroma de las salchichas fritas y las alegres charlas
de todos, que
esperaban un buen partido de quidditch.
—Tienes que comer algo para el desayuno.
—No quiero nada.
—Aunque sea un pedazo de tostada —suplicó Hermione.
—No tengo hambre.
Harry se sentía muy mal. En cualquier momento echaría a andar hacia
el terreno de
juego.
—Harry, necesitas fuerza —dijo Seamus Finnigan—. Los únicos que
el otro equipo
marca son los buscadores.
—Gracias, Seamus —respondió Harry, observando cómo llenaba de
salsa de
tomate sus salchichas.
A las once de la mañana, todo el colegio parecía estar reunido
alrededor del campo
de quidditch. Muchos alumnos tenían prismáticos. Los asientos
podían elevarse pero,
incluso así, a veces era difícil ver lo que estaba sucediendo.
Ron y Hermione se reunieron con Seamus y Dean en la grada más alta.
Para darle
una sorpresa a Harry, habían transformado en pancarta una de las
sábanas que Scabbers
había estropeado. Decía: «Potter; presidente», y Dean, que
dibujaba bien, había trazado
un gran león de Gryffindor. Luego Hermione había realizado un
pequeño hechizo y la
pintura brillaba, cambiando de color.
Mientras tanto, en los vestuarios, Harry y el resto del equipo se
estaban cambiando
para ponerse las túnicas color escarlata de quidditch (Slytherin
jugaba de verde).
Wood se aclaró la garganta para pedir silencio.
—Bueno, chicos —dijo.
—Y chicas —añadió la cazadora Angelina Johnson.
—Y chicas —dijo Wood—. Éste es...
—El grande —dijo Fred Weasley
—El que estábamos esperando —dijo George.
—Nos sabemos de memoria el discurso de Oliver —dijo Fred a
Harry—.
Estábamos en el equipo el año pasado.
—Callaos los dos —ordenó Wood—. Éste es el mejor equipo que
Gryffindor ha
tenido en muchos años. Y vamos a ganar.
Les lanzó una mirada que parecía decir: «Si no...».
—Bien. Ya es la hora. Buena suerte a todos.
Harry siguió a Fred y George fuera del vestuario y, esperando que las
rodillas no le
temblaran, pisó el terreno de juego entre vítores y aplausos.
La señora Hooch hacía de árbitro. Estaba en el centro del campo,
esperando a los
dos equipos, con su escoba en la mano.
—Bien, quiero un partido limpio y sin problemas, por parte de todos
—dijo cuando
estuvieron reunidos a su alrededor.
Harry notó que parecía dirigirse especialmente al capitán de
Slytherin, Marcus
Flint, un muchacho de quinto año. Le pareció que tenía un cierto
parentesco con el trol
gigante. Con el rabillo del ojo, vio el estandarte brillando sobre la
muchedumbre:
«Potter; presidente». Se le aceleró el corazón. Se sintió más
valiente.
—Montad en vuestras escobas, por favor.
Harry subió a su Nimbus 2.000.
La señora Hooch dio un largo pitido con su silbato de plata. Quince
escobas se
elevaron, alto, muy alto en el aire. Y estaban muy lejos.
—Y la quaffle es atrapada de inmediato por Angelina Johnson de
Gryffindor... Qué
excelente cazadora es esta joven y, a propósito, también es muy
guapa...
—¡JORDAN!
—Lo siento, profesora.
El amigo de los gemelos Weasley, Lee Jordan, era el comentarista del
partido,
vigilado muy de cerca por la profesora McGonagall.
—Y realmente golpea bien, un buen pase a Alicia Spinnet, el gran
descubrimiento
de Oliver Wood, ya que el año pasado estaba en reserva... Otra vez
Johnson y.. No,
Slytherin ha cogido la quaffle, el capitán de Slytherin, Marcus Flint
se apodera de la
quaffle y allá va... Flint vuela como un águila... está a punto
de... no, lo detiene una
excelente jugada del guardián Wood de Gryffindor y Gryffindor tiene
la quaffle... Aquí
está la cazadora Katie Bell de Gryffindor; buen vuelo rodeando a
Flint, vuelve a
elevarse del terreno de juego y.. ¡Aaayyyy!, eso ha tenido que
dolerle, un golpe de
bludger en la nuca... La quaffle en poder de Slytherin... Adrian Pucey
cogiendo
velocidad hacia los postes de gol, pero lo bloquea otra bludger,
enviada por Fred o
George Weasley, no sé cuál de los dos... bonita jugada del golpeador
de Gryffindor, y
Johnson otra vez en posesión de la quaffle, el campo libre y allá
va, realmente vuela,
evita una bludger, los postes de gol están ahí... vamos, ahora
Angelina... el guardián
Bletchley se lanza... no llega... ¡GOL DE GRYFFINDOR!
Los gritos de los de Gryffindor llenaron el aire frío, junto con los
silbidos y
quejidos de Slytherin.
—Venga, dejadme sitio.
—¡Hagrid!
Ron y Hermione se juntaron para dejarle espacio a Hagrid.
—Estaba mirando desde mi cabaña —dijo Hagrid, enseñando el largo
par de
binoculares que le colgaban del cuello—. Pero no es lo mismo que
estar con toda la
gente. Todavía no hay señales de la snitch, ¿no?
—No —dijo Ron—. Harry todavía no tiene mucho que hacer.
—Mantenerse fuera de los problemas ya es algo —dijo Hagrid,
cogiendo sus
binoculares y fijándolos en la manchita que era Harry.
Por encima de ellos, Harry volaba sobre el juego, esperando alguna
señal de la
snitch. Eso era parte del plan que tenían con Wood.
—Manténte apartado hasta que veas la snitch —le había dicho
Wood—. No
queremos que ataques antes de que tengas que hacerlo.
Cuando Angelina anotó un punto, Harry dio unas volteretas para
aflojar la tensión,
y volvió a vigilar la llegada de la snitch. En un momento vio un
resplandor dorado, pero
era el reflejo del reloj de uno de los gemelos Weasley; en otro, una
bludger decidió
perseguirlo, como si fuera una bala de cañón, pero Harry la esquivó
y Fred Weasley
salió a atraparla.
—¿Está todo bien, Harry? —tuvo tiempo de gritarle, mientras
lanzaba la bludger
con furia hacia Marcus Flint.
—Slytherin toma posesión —decía Lee Jordan—. El cazador Pucey
esquiva dos
bludgers, a los dos Weasley y al cazador Bell, y acelera... esperen un
momento... ¿No es
la snitch?
Un murmullo recorrió la multitud, mientras Adrian Pucey dejaba caer
la quaffle,
demasiado ocupado en mirar por encima del hombro el relámpago dorado,
que había
pasado al lado de su oreja izquierda.
Harry la vio. En un arrebato de excitación se lanzó hacia abajo,
detrás del destello
dorado. El buscador de Slytherin, Terence Higgs, también la había
visto. Nariz con
nariz, se lanzaron hacia la snitch... Todos los cazadores parecían
haber olvidado lo que
debían hacer y estaban suspendidos en el aire para mirar.
Harry era más veloz que Higgs. Podía ver la pequeña pelota,
agitando sus alas,
volando hacia delante. Aumentó su velocidad y..
¡PUM! Un rugido de furia resonó desde los Gryffindors de las
tribunas... Marcus
Flint había cerrado el paso de Harry, para desviarle la dirección de
la escoba, y éste se
aferraba para no caer.
—¡Falta! —gritaron los Gryffindors.
La señora Hooch le gritó enfadada a Flint, y luego ordenó tiro
libre para
Gryffindor; en el poste de gol. Pero con toda la confusión, la snitch
dorada, como era de
esperar, había vuelto a desaparecer.
Abajo en las tribunas, Dean Thomas gritaba.
—¡Eh, árbitro! ¡Tarjeta roja!
—Esto no es el fútbol, Dean —le recordó Ron—. No se puede
echar a los
jugadores en quidditch... ¿Y qué es una tarjeta roja?
Pero Hagrid estaba de parte de Dean.
—Deberían cambiar las reglas. Flint ha podido derribar a Harry en
el aire.
A Lee Jordan le costaba ser imparcial.
—Entonces... después de esta obvia y desagradable trampa...
—¡Jordan! —lo regañó la profesora McGonagall.
—Quiero decir, después de esta evidente y asquerosa falta...
—¡Jordan, no digas que no te aviso...!
—Muy bien, muy bien. Flint casi mata al buscador de Gryffindor, cosa
que le
podría suceder a cualquiera, estoy seguro, así que penalti para
Gryffindor; la coge
Spinnet, que tira, no sucede nada, y continúa el juego, Gryffindor
todavía en posesión
de la pelota.
Cuando Harry esquivó otra bludger, que pasó peligrosamente cerca de
su cabeza,
ocurrió. Su escoba dio una súbita y aterradora sacudida. Durante un
segundo pensó que
iba a caer. Se aferró con fuerza a la escoba con ambas manos y con
las rodillas. Nunca
había experimentado nada semejante.
Sucedió de nuevo. Era como si la escoba intentara derribarlo. Pero
las Nimbus
2.000 no decidían súbitamente tirar a sus jinetes. Harry trató de
dirigirse hacia los
postes de Gryffindor para decirle a Wood que pidiera una suspensión
del partido, y
entonces se dio cuenta de que su escoba estaba completamente fuera de
control. No
podía dar la vuelta. No podía dirigirla de ninguna manera. Iba en
zigzag por el aire y, de
vez en cuando, daba violentas sacudidas que casi lo hacían caer.
Lee seguía comentando el partido.
—Slytherin en posesión... Flint con la quaffle... la pasa a
Spinnet, que la pasa a
Bell... una bludger le da con fuerza en la cara, espero que le rompa
la nariz (era una
broma, profesora), Slytherin anota un tanto, oh, no...
Los de Slytherin vitoreaban. Nadie parecía haberse dado cuenta de la
conducta
extraña de la escoba de Harry Lo llevaba cada vez más alto, lejos
del juego,
sacudiéndose y retorciéndose.
—No sé qué está haciendo Harry —murmuró Hagrid. Miró con los
binoculares—.
Si no lo conociera bien, diría que ha perdido el control de su
escoba... pero no puede
ser...
De pronto, la gente comenzó a señalar hacia Harry por encima de las
gradas. Su
escoba había comenzado a dar vueltas y él apenas podía sujetarse.
Entonces la multitud
jadeó. La escoba de Harry dio un salto feroz y Harry quedó colgando,
sujeto sólo con
una mano.
—¿Le sucedió algo cuando Flint le cerró el paso? —susurró
Seamus.
—No puede ser —dijo Hagrid, con voz temblorosa—. Nada puede
interferir en una
escoba, excepto la poderosa magia tenebrosa... Ningún chico le puede
hacer eso a una
Nimbus 2.000.
Ante esas palabras, Hermione cogió los binoculares de Hagrid, pero en
lugar de
enfocar a Harry comenzó a buscar frenéticamente entre la multitud.
—¿Qué haces? —gimió Ron, con el rostro grisáceo.
—Lo sabía —resopló Hermione—. Snape... Mira.
Ron cogió los binoculares. Snape estaba en el centro de las tribunas
frente a ellos.
Tenía los ojos clavados en Harry y murmuraba algo sin detenerse.
—Está haciendo algo... Mal de ojo a la escoba —dijo Hermione.
—¿Qué podemos hacer?
—Déjamelo a mí.
Antes de que Ron pudiera decir nada más, Hermione había
desaparecido. Ron
volvió a enfocar a Harry. La escoba vibraba tanto que era casi
imposible que pudiera
seguir colgado durante mucho más tiempo. Todos miraban aterrorizados,
mientras los
Weasley volaban hacía él, tratando de poner a salvo a Harry en una
de las escobas. Pero
aquello fue peor: cada vez que se le acercaban, la escoba saltaba más
alto. Se dejaron
caer y comenzaron a volar en círculos, con el evidente propósito de
atraparlo si caía.
Marcus Flint cogió la quaffle y marcó cinco tantos sin que nadie lo
advirtiera.
—Vamos, Hermione —murmuraba desesperado Ron.
Hermione había cruzado las gradas hacia donde se encontraba Snape y
en aquel
momento corría por la fila de abajo. Ni se detuvo para disculparse
cuando atropelló al
profesor Quirrell y, cuando llegó donde estaba Snape, se agachó,
sacó su varita y
susurró unas pocas y bien elegidas palabras.
Unas llamas azules salieron de su varita y saltaron a la túnica de
Snape. El profesor
tardó unos treinta segundos en darse cuenta de que se incendiaba. Un
súbito aullido le
indicó a la chica que había hecho su trabajo. Atrajo el fuego, lo
guardó en un frasco
dentro de su bolsillo y se alejó gateando por la tribuna. Snape nunca
sabría lo que le
había sucedido.
Fue suficiente. Allí arriba, súbitamente, Harry pudo subir de nuevo
a su escoba.
—¡Neville, ya puedes mirar! —dijo Ron. Neville había estado
llorando dentro de la
chaqueta de Hagrid aquellos últimos cinco minutos.
Harry iba a toda velocidad hacia el terreno de juego cuando vieron que
se llevaba la
mano a la boca, como si fuera a marearse. Tosió y algo dorado cayó
en su mano.
—¡Tengo la snitch! —gritó, agitándola sobre su cabeza; el
partido terminó en una
confusión total.
—No es que la haya atrapado, es que casi se la traga —todavía
gritaba Flint veinte
minutos más tarde. Pero aquello no cambió nada. Harry no había
faltado a ninguna regla
y Lee Jordan seguía proclamando alegremente el resultado. Gryffindor
había ganado por
ciento setenta puntos a sesenta. Pero Harry no oía nada. Tomaba una
taza de té fuerte,
en la cabaña de Hagrid, con Ron y Hermione.
—Era Snape —explicaba Ron—. Hermione y yo lo vimos. Estaba
maldiciendo tu
escoba. Murmuraba y no te quitaba los ojos de encima.
—Tonterías —dijo Hagrid, que no había oído una palabra de lo
que había
sucedido—. ¿Por qué iba a hacer algo así Snape?
Harry, Ron y Hermione se miraron, preguntándose qué le iban a decir.
Harry
decidió contarle la verdad.
—Descubrimos algo sobre él —dijo a Hagrid—. Trató de pasar
ante ese perro de
tres cabezas, en Halloween. Y el perro lo mordió. Nosotros pensamos
que trataba de
robar lo que ese perro está guardando.
Hagrid dejó caer la tetera.
—¿Qué sabéis de Fluffy? —dijo.
—¿Fluffy?
—Ajá... Es mío... Se lo compré a un griego que conocí en el bar
el año pasado... y
se lo presté a Dumbledore para guardar...
—¿Sí? —dijo Harry con nerviosismo.
—Bueno, no me preguntéis más —dijo con rudeza Hagrid—. Es un
secreto.
—Pero Snape trató de robarlo.
—Tonterías —repitió Hagrid—. Snape es un profesor de Hogwarts,
nunca haría
algo así.
—Entonces ¿por qué trató de matar a Harry? —gritó Hermione.
Los acontecimientos de aquel día parecían haber cambiado su idea
sobre Snape.
—Yo conozco un maleficio cuando lo veo, Hagrid. Lo he leído todo
sobre ellos.
¡Hay que mantener la vista fija y Snape ni pestañeaba, yo lo vi!
—Os digo que estáis equivocados —dijo ofuscado Hagrid—. No sé
por qué la
escoba de Harry reaccionó de esa manera. .. ¡Pero Snape no iba a
tratar de matar a un
alumno! Ahora, escuchadme los tres, os estáis metiendo en cosas que
no os conciernen
y eso es peligroso. Olvidaos de ese perro y olvidad lo que está
vigilando. En eso sólo
tienen un papel el profesor Dumbledore y Nicolás Flamel...
—¡Ah! —dijo Harry—. Entonces hay alguien llamado Nicolás
Flamel que está
involucrado en esto, ¿no?
Hagrid pareció enfurecerse consigo mismo.
puntos 10 | votos: 12
Así me gusta - imitando a un cangrejo . . PARRALES ! haber si aprendes un poco . . .
puntos 11 | votos: 11
¿ Qué ? - En casa de tu madre a los 30 ? Uuhi, que fracasado eres . . .
puntos 17 | votos: 19
¿Quién tiene tiempo - para mirar una aburrida explosión?

puntos 9 | votos: 9
¿Por que se rien de - los equipos pequeños?
puntos 6 | votos: 6
Este es - el fin de desmotivaciones.es
By: Niño troll
puntos 13 | votos: 13
Las apariencias - engañan, y dentro de poco Ash lo va a saber muy bien.
puntos 8 | votos: 10
Sentirte dios - cuando le das a Aleatorio y sale un cartel tuyo
puntos 0 | votos: 2
Si descifras esto vota - positivo, si no lo descifra vota positivo igualmente.
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Walk_T es un gato, gato empieza por la palabra G, la letra G es la
única letra que le falta a la palabra que no quiero que hagas, que
esa palabra que no quiero que hagas tiene que ver todos sus
carácteres rimando con desmotivaciones eso sí,falta la letra G

puntos 1 | votos: 1
Alguien que me explique - Por que un gran rapero como ZPU no tiene una cuenta en VEVO de Youtube
y hay otros cantantes que no valen nada y si que la tienen, que
alguien me lo diga.
puntos 5 | votos: 9
Mientras tanto . .  - en Portugal, gente haciendose gorros con condones.
puntos 1969 | votos: 1995
No te levantarás - de la cama cueste lo que cueste..
puntos 3 | votos: 5
Adivinanza - ¿Que cosa es que mientras mas grande es menos se ve?
puntos 18 | votos: 18
Y como sabemos que te gusta  - la luz, hemos incorporado una farola a tu coche.

puntos -1 | votos: 13
Amor (por carlos dos palitos) - Si pudiese ser una parte de tí, elegiría ser tus lágrimas. Porque
tus lagrimas son concebidas en tu corazón, nacen en tus ojos, viven
en tus mejillas, y se mueren en tus labios. Oh... Dulces labios con
los que chupabas mi pálido falo estéril. Tardé una hora en
conocerte y solo un día en enamorarme. Pero me llevará toda una vida
lograr olvidart... aunque bueno como soy un poco tonto igual me olvido
hoy. ewijekwejqeiwjweq
puntos 5 | votos: 9
¡ Para la proxima - Quitale el flash, campeon !
puntos 12 | votos: 14
Y como sabemos . . . - que te gustan los coches, hemos incorporado una imagen de un coche en
tu retrovisor para que veas un coche mientras conduzcas tu coche.
puntos 1402 | votos: 1628
Definición de fácil: - Mujer que tiene la moral sexual de un hombre.
puntos 4 | votos: 4
Al otro lado de la vida 1x165 - Programa especial del canal 7: Cara a cara con el enemigo
13 de septiembre de 2008

La imagen muestra el logotipo de una conocida marca de refrescos. Una
amable voz femenina incita al telespectador a adquirir su producto. De
nuevo aparece el símbolo de la cadena, acompañado de una pegadiza
musiquita. Acto seguido se puede ver de nuevo el plató del programa
del conocidísimo presentador Eusebio Cuesta. Durante más de seis
años ha sido líder de audiencia en su franja horaria, ofreciendo
tarde a tarde las noticias más impactantes, y el morbo más
desenfadado, al cargo del programa bautizado con su mismo nombre. El
cámara evita mostrar las gradas del público, pues están vacías. Un
plano muestra al conductor del programa sentado a la izquierda de su
mesa, y a un señor de unos cincuenta años a su lado, en un cómodo
sofá beige.
EUSEBIO – Bienvenidos de nuevo a este su programa. Esta tarde nos
acompañan dos invitados de excepción. A mi derecha se encuentra
Andrés Gordillo, jefe de medicina del hospital universitario de La
Paz. Muy buenas tardes, Andrés.
ANDRÉS – Buenas tardes.
EUSEBIO – Ante todo agradecerle su presencia en nuestro programa.
Más ahora con los días que corren…
ANDRÉS – A ustedes por haberme invitado. 
EUSEBIO – Nuestro segundo invitado es alguien más… ¿Cómo lo
diría?… Mejor véanlo ustedes mismos. Por favor, compañeros, haced
pasar a nuestro segundo invitado.
	La cámara muestra de nuevo un plano general del plató, y va
acercándose lentamente hacia su extremo izquierdo, donde se abren
unas grandes puertas semitransparentes. Tras las puertas aparecen dos
hombres fornidos, con unos auriculares provistos de micrófonos,
empujando una camilla. Sobre dicha camilla hay una gran sábana blanca
que oculta lo que parece una persona extendida cuan larga es. Cuando
la camilla se encuentra bien iluminada en la parte derecha del plató,
quienes la transportaban abandonan la escena.
EUSEBIO – Acompáñeme, si es tan amable.
ANDRÉS – Por supuesto.
Eusebio y Andrés se acercan a la camilla. El presentador mira de
reojo fuera del encuadre de la cámara, esperando que alguien que la
imagen no muestra le de el visto bueno. Acto seguido asiente con la
cabeza y agarra uno de los extremos de la sábana. Se nota que está
nervioso, y pese a que la temperatura del plató es la adecuada, se
pueden apreciar perlas de sudor en su frente. Le tiemblan las piernas
por primera vez desde que empezó a trabajar en televisión. Esta es
sin duda la experiencia más difícil con la que ha tenido que lidiar
en sus más de mil programas en directo.
EUSEBIO – Andrés ha venido a hablarnos de las conclusiones a las
que ha llegado el exhaustivo estudio que sus colegas del hospital de
La Paz y él han hecho a propósito del virus que ha afectado ya a
cerca del cinco por ciento de la población mundial, y de cómo éste
afecta al ser humano. Y como para nosotros, su información es lo más
importante, hemos traído al plató al invitado que mejor nos puede
hacer entender todos los entresijos de esta trágica epidemia. 
	Eusebio estira fuertemente de la sábana, y muestra al mundo la
macabra imagen de una mujer atada de pies y manos por robustas correas
a esa camilla. Está boca arriba, vestida con el atuendo propio de un
enfermo de hospital. De hecho eso es lo que había sido hasta la noche
anterior, cuando perdió la vida, aquejada de la misma rara enfermedad
que el resto de pacientes del hospital de La Paz, uno de los pocos que
todavía seguían abiertos en el país. 
Se trataba de una mujer rumana, a la que no se le conocían parientes
ni amigos que la pudiesen echar en falta. Nadie dispuesto a
denunciarles por exhibirla: el exponente perfecto para su exposición
en público. Cuando los compañeros del programa de Eusebio se
pusieron en contacto con el doctor Gordillo y le suplicaron que
trajese a un infectado a la televisión, con el fin de hacer más
entendible la exposición de su estudio, Andrés se negó en redondo.
Fueron muchas las discusiones al respecto, hasta que el doctor acabó
por ceder, pensando ingenuamente que la información era mucho más
importante que cualquier prejuicio moral.
Ahora se arrepentía de lo que había hecho. Viéndose junto a aquél
presentador sensacionalista, ávido de morbo, mostrando el lado más
oscuro del ser humano encarnado en aquella desgraciada mujer, sintió
ganas de echarse atrás. Pero ya era tarde para eso. Eusebio, por su
parte, había recobrado la calma al ver a la rumana. Parecía
totalmente inofensiva, ahí quietecita, perfectamente vestida y
aseada, con los ojos cerrados, y el pecho moviéndose lentamente al
ritmo de su respiración. Nada del mundo podía hacerle pensar quién
había detrás de esa dulce fachada.
EUSEBIO – Se trata de una mujer que tristemente ha sido contagiada
por el virus. Pero que nadie tema, porque está completamente sedada.
Y bien doctor, para empezar, me gustaría que explicase a nuestros
telespectadores cuales son los rasgos que nos permitirán diferenciar
a una persona contagiada por el virus, de una que no lo esté.
ANDRÉS – Aparentemente son iguales que nosotros, de hecho… lo
son. El rasgo principal que les diferencia de los sanos, es su actitud
abiertamente violenta y dañina. Por una razón que a día de hoy se
nos escapa de las manos, todos los infectados, sin excepción alguna,
adquieren una actitud totalmente violenta para con las personas que no
lo están. Aunque también es cierto que los últimos días se han
detectado casos de ataques entre infectados, principalmente en
disputas por… a… alimento, por una víctima que…
EUSEBIO – Yo más bien me refería a los aspectos físicos que
delatan a un contagiado, los rasgos característicos que puedan ayudar
a los espectadores para saber que realmente están frente a una
persona que ha pasado al otro lado.
ANDRÉS – En ese aspecto resulta mucho más difícil la
diferenciación, pues es prácticamente inexistente. Si bien es cierto
que los infectados más… antiguos muestran la piel más pálida, en
ocasiones reseca y cuarteada, y unas ojeras más marcadas, a primer
golpe de vista, lo único que les diferencia de alguien sano es su
mirada.
EUSEBIO – ¿A qué se refiere?
ANDRÉS – Son más bien sus ojos. En el momento en el que el
infectado aquejado de la enfermedad necesariamente mortal que provoca
el virus, hace su transición por la muerte durante unos minutos, o
segundos, según el caso, los ojos se le encharcan de sangre, y
adquieren un vivo color rojo, que les impide ver con total claridad
cuando la luz es muy intensa. Creemos que es por eso por lo que
prefieren dormir durante el día, para despertarse cuando cae el sol.
El resultado de los estudios que hemos hecho a más de dos docenas de
afectados, demuestran que además de lo mencionado, los infectados
adquieren una extraordinaria capacidad para ver en la oscuridad
prácticamente absoluta.
EUSEBIO – ¿Podemos verlo?
	Andrés mira a Eusebio, pero él no espera a su respuesta para
proceder. Sin que tenga ocasión de decir nada, uno de los cámaras se
acerca a la camilla, mientras Andrés, ahora algo más asustado,
acerca su dedo índice al ojo izquierdo de la mujer rumana. Traga
saliva, y se asegura que se esté cogiendo un buen primer plano del
ojo de la infectada, antes de abrirlo. En los hogares de cientos de
asustados ciudadanos se comprueba en directo cómo Eusebio abre el ojo
de la infectada, mostrando el enfermizo color de la sangre, y una
pupila totalmente dilatada que, sin previo aviso, se clava en la cara
de Eusebio. Éste,  con una aguda exclamación, suelta a toda prisa el
párpado, que se mantiene abierto.





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