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20.11.2013

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GeekVeterano Nivel 3

puntos 11 | votos: 11
Siete hechizos - formuló el joven aprendiz de mago, bailando sumido en lo oscuro en un
 puente abandonado.

Seis veces pronunció un conjuro malvado, que atacaba el corazón y 
nublaba el juicio claro.

Cinco poesías escribió, que en cuatro páginas mutaron
y seis veces escogí traducirlas sin cuidado...
un, dos y tres pinchazos
mantengo los ojos cerrados.

Diez, cien y mil vigilias, ya sin esperar un cambio,
vuelvo despacito a mi pasado
y avanzo un, dos... ¡No puedo contar los pasos!
puntos 4 | votos: 4
El grito de dos gigantes - hace un tremendo eco que vibra hasta los límites de un mundo vacío y
lleno, en el que no hay nada pero que contiene todo.

Uno de los gigantes sin forma, desprendiendo una melodía antigua,
flota en el cielo oscuro, y su grito parece una alegre aunque terrible
carcajada. Apenas al escucharse, se descompone en una ráfaga de
emociones que se hilan en el aire y descienden como un arcoiris en
forma de hebras.

El otro gigante, riguroso heredero del mismo mundo, se asienta en el
suelo, y su grito se siente como un manifiesto lastimero, terrible,
poderoso y anhelante. Se transforma éste en agua que discurre fría
por el suelo, y en ráfagas de aire gélido que trituran rocas y
luchan contra el fuego.

***

Sin saber a dónde ir, aparezco en un espacio intermedio: noto aquí
una brisa cálida que empuja un río de agua y palabras en el que me
veo inmerso. Y mientras ahí permanezco, mi mente se llena con
imágenes de lugares verdes y mágicos. Sin distinguir ya entre
realidad y sueño, veo llover hebras multicolores que comienzan a
llenar de magia melódica la corriente salvaje de fluído
conocimiento... y mil palabras de poder se graban, candentes, en lo
más profundo de mi ser. Todas, sin embargo, giran sólo en torno a
una: ahora.
puntos 8 | votos: 8
Mi ida comienza al llegar - y los segundos se agotan rítmicamente en una irónica cuenta atrás.

Las ruedas se detienen y se echa el freno, cojo las maletas y...
Tic-tac, tic-tac.
Respiro, avanzo, olvido.

***

Destaco con mi brillo destructivo, como en el bosque un incendio que,
sin remedio, consume lo que está vivo:

- Tú, ¿de qué vas?

-¿Yo? - susurro, sorprendido (quizás).

-¿Que ves contigo a alguien más?

Me giro

Ciego, pienso, que eclipsado por mi luz no ve mi compañía

-¿No contestas? No me extraña. Si tú fueses yo entenderías; que no
hay sitio aquí para ti, que tu ayuda no es aceptada. Vete con tu
magia y tus tonterías, que no queda ya quien escuche tus teorías y
de más están tus palabras.

Lo miro, y su mirada de ignorante desfío sólo aspira a pelear...
Tic-tac, tic-tac

-Me aburres.

***

Siete veces por semana, trenta días al mes. Cinco y media de la
tarde, cuando el sol no quema y la luna no se ve.

Tic-tac, tic-tac

Un ratito caminando y un momento de descanso, entonces aparece él.
Bajo el árbol, se sienta a mi lado y con una mirada, ésta sí
eterna, me da todo a entender; aplico entonces mis cuidados, pues su
alma lejana a ellos sí necesita descanso, no sea que me aburra
también.

Tic-tac, tic-tac

***

¿Que el tiempo se ha agotado? Pero yo no estoy preparado y me queda
mucho por hacer, que ni un sueño he reparado ni a una mente he hecho
entender.

Tic-tac, tic-tac

Reloj de arena que maldigo, que cada grano que se desliza me acerca
más a la partida, esa que con tristeza intento siempre retrasar.

El tren aún no está en marcha. Me asomo por la ventana y veo una
figura conocida que compra agua en una máquina, con la mirada
decaída oculta por un oscuro sombrero y el cuerpo entero oculto por
un abrigo negro.

Tic-tac, tic-tac

No hay atisbo de despedida; mi partida es pues entre lágrimas, pero
no de esas llenas de energía que resbalan con viveza sobre el rostro,
sólo gotas frías que reflejan un mundo gris erigido sobre recuerdos.

Tic-tac, tic-tac, tic-tac

Suena el motor, es la hora. Como siempre adopto elegante postura, miro
al frente con firmeza y agarro mi maleta con fuerza. Semejante farsa
sólo dura hasta que mi mente se quiebra y me derrumbo: gimiendo
débilmente con la cabeza apoyada en el asiento, me lamento (casi) en
silencio de que pudo haber sido, y de lo que por no ser caerá en el
olvido a una distancia imposible de salvar.

Tic-tac
puntos 12 | votos: 14
Llegó a un lugar enorme y vacío, - una burbuja aislada entre montañas,
oscuras nubes y enormes ríos,
aburrida y solitaria; su nueva casa.

Susurró entonces débilmente, iluso:
Creo que aquí solo hace falta trabajo,
con habilidad haré de éste mi mundo
aun si debo invertir muchos años

Erigió entonces torres blancas y altas,
que rozaban las nubes ahora claras;
fluyó también en fuentes delicadas
agua que allí brillaba como  plata

Joven, pero ya no un niño, se preguntó
¿Es este el límite al que puedo llegar yo,
un paisaje incompleto aunque hermoso...
que me creo incapaz de terminar solo?

No pasó para él poco tiempo
hasta que llegó la respuesta
pues un día un viajero entró
ignorante de toda barrera.
Con esfuerzo entornó los ojos;
molesto, colgó una luz en el cielo
de la que el reino se tornó lleno...
su cara reflejaba aún enojo,
y de un manotazó dio paso
a un ingente arco cromático
que con fuerza tiñó cada rincón
en la  mente del muchacho
...y ¡huy!, afuera, claro
Anduvo el errante trabajando
en un sitio y otro, dejando
tras él una flor, un árbol,
varios cisnes o algún prado.

El joven, celoso, comenzó a seguirlo
creyendo abandonar su reino, triste,
pero el otro , lejos de irse
permaneció a su lado, dormido,
agotado tras crear un lugar
tan singular y extraño
donde el brillo escarlata diario
a ambos pudiese alcanzar.
puntos 5 | votos: 5
Se lo llevó a un lugar lejano, - etéreo, ausente de tiempo, en el que se reflejaba el terror, miedo,
oculto en su alma de semihumano. 

Pero la realidad ondea, como la superficie de un río, cuando él
entra en el caprichoso paisaje. Los colores se tornan alegres,
brillantes: mío es el espacio, y lo que hay dentro, y mis colores
pintan su superficie. Es ahora verde este santuario, soleado y
cálido, brisa suave, descenso apoyado en un firme acompañante,
escribiendo, ignorante, unos versos, con el fin de confundirlo,
retrasar lo inminente; no puedo esperar al próximo momento, mientras
yo mismo me miento como asustado, alargando sólo un instante más,
continuamente, saboreando lo que no quise dar por terminado.

¿Parece un recuerdo dorado?
¿Parece durar una eternidad?
Cual noble caído tropiezo en lo más profundo de la sociedad,
marginado, sorprendido brutalmente por lo que antes estaba muerto y
frío, cuando yo en mi confiada majestuosidad descuidaba los límites
de mi propio hogar.

puntos 7 | votos: 7
Interlude (II) - Y al caer, algo había cambiado. Arriba era yo un extraño:
hechicero, mago y brujo me llamaban. Tonterías: solo ofrecía
ayuda a quien la pedía, si bien muchos destinos estaban en mis manos.


Y no dejaba de ser un personaje: saltaba de historia en historia,
tratando de arreglar lo que estaba estropeado... sin éxito, por
supuesto; mis esfuerzos apenas daban resultados.

Salté entonces y aquí estoy, en un laberinto elaborado, cuyas
brillantes paredes bloquean mi paso, a la vez que me ciegan con
sangrienta luz.
¿Lo peor? Que yo era sabio.
Sabía, pues, que estaba perdido. Sabía también sobre el laberinto.
Y con toda certeza, sabía que no había salida: no una correcta al
menos, ¿tengo acaso garantía de estar en un lugar mejor, aún si
logro resolver el puzzle?

Pero me había vuelto orgulloso, y con toda la entereza que fui capaz
de reunir, me incorporé con elegante postura y caminé con decisión
a través del caos vacío, esgrimiendo solo un firme escudo de
decisión.
puntos 8 | votos: 8
Interlude (I) - El viaje comenzó alegre
conmigo sobre un castillo
azul, en el aire construido,
muy lejos del suelo inerte

el desierto apenas se veía
desde mi vivienda colorida:
la ingente masa umbría
un día se pronunció, decía

Cae, hermoso, a la aventura
que tu atracción por la altura
es pura ficción, una mentira,
que pare retenerte fue tejida
por otros que rigen tus pasos
sobre línea rígida y estricta
tomando el control de tu vida,
tu mente, tus labios, tus manos

Casi noté cuerdas en piernas y brazos
cuando la astuta voz calló, observando,
dejando que yo, tan solo un muchacho
saltase; mi historia reempieza abajo.
puntos 11 | votos: 11
Fingimos - levantamos la cabeza, orgullosos de nosotros y nuestra humanidad.
Pero, ¿qué es eso? 
Una palabra vacía; una ofensa, quizá: la mayor mentira del mundo. No
hay humanidad en la ayuda, ni en la empatía, ni en la compasión...
¡no hemos dejado mucha huella en el bien!
Las lágrimas acuden al ver un producto humano, fabricado con las
herramientas que mejor hemos sabido utilizar: miedo, muerte,
represión, y un largo etcétera.

Que el dolor solo trae dolor, y es sinónimo de sufrimiento.
Que el odio solo trae odio y se traduce en destrucción.
Que cada lágrima cobra su precio en esperanza
y por su brillante estela discurre también nuestra decadencia.
puntos 9 | votos: 9
Aparece el gigante plateado - La gente duerme, las criaturas despiertan,
se oye un ruido agudo entre las tinieblas
siendo un niño, corría yo hacia ellas
la sombra retrocedía ante mi carrera

Las criaturas despiertan, las cosas cambian,
se ven siluetas deslizándose, lentas,
en las callejuelas de las aldeas...
un chico las auyenta con rabia.

Las cosas cambian, los niños crecen,
no queda aquí nadie que combata
lo que surge cuando oscurece...
¿llegaré, entonces, al alba?

Lo ignoro, pero algo tengo claro:
esta noche, yo no tengo miedo
quizá me he vulto tenaz, fiero,
en esta armadura aislado.

Los niños crecen, el tiempo ha pasado
el caparazón ha quedado obsoleto
aquí me veo ahora, expuesto
a todo lo que estaba alejado

Carente de todo orgullo espero ahora, inerte,
el viajero que, sin querer, me recuerde
la vigilia, la lucha valiente.
puntos 9 | votos: 9
Que no todo en la noche es oscuro. - Que aunque alterado por el momento
no veas apenas, si no reflejos vagos
en el oscuro mar, mientras navegas lento
y siempre hacia el sur, no es raro.
Que soy yo quizá una criatura del mar,
siguiendo, curioso,  desde cierta ocasión
la estela de tu imponente embarcación,
que muchas mentes consigue alterar.
Lo dice el joven que conoce el océano:
chiquillo, limpia tus ojos y mira adelante
que las estrellas y la luna brillante
muestran aún un camino olvidado
por una mente que, sin cuidado,
se golpea con ciertos enemigos
no físicos, pero sí temidos
que yo debería haber evitado.

Porque mucha luz hay en la noche
para aquellos ojos acostumbrados
que si bien se perdieron una vez
con el tiempo se han preparado
para guiar a quien, por accidente,
por el océano esté errando.

puntos 5 | votos: 5
Por todo el mundo vuelo - a cambio de un precio pequeño, insignificante,
se me dijo: No se te ocurra, ni por un instante,
descender de las alturas, tocar el lejano suelo.

Muchas maravillas se ven desde esta posición
privilegiada y lejana, a salvo de toda agresión
que a cualquiera de vosotros podría alcanzar...
Al principio me despreocupé en tan especial lugar.

Pasó el tiempo. En una ocasión
encontré cierta fortaleza perdida,
estructura retorcida y elaborada,
construída con piedra colorida
que me atrajo sin buena razón,
cual laberinto, a donde estaba.

Cabello dorado, perfume intenso,
ojos verdes atravesando  un alma,
cosquilleo extraño, noches despierto,
¡No! Después de todo, nada.

Y de nuevo, me elevé alto,
¡Tocar el suelo no era bueno!
Aprendí, sí, mas... qué daño.
Más amable, el cielo; no lo temo

De nuevo, algo brilla, ¡qué veo!
en la profundidad del bosque umbrío
en un paraje amplio, pero inerte y frío
un mago recita sus palabras con brío
expulsando toda sombra, trae lo vivo
con expresión seria, sin esfuerzo.

Dueño de su propio mundo, tranquilo,
con infinitos colores crea una realidad:
la seriedad de su rostro, sólo un disfraz,
una negación de su esencia; fingido.

Con una pluma escribe ciertos relatos
que orgullosos, evaden el pergamino
y se crean su propio camino
hacia el corazón de algún insensato.

Algún día, el cerco de hielo caerá
por la intensidad de su contenido;
será este un final merecido
para propósito tan mordaz
¡Privar al cercano conocido
de una oculta verdad!

Ay, ¿me habré cruzado con su mirada?
Inocente,observa desde el claro
y le devuelvo la mirada, asombrado
al encontrar algo que no me esperaba.

Quizá desde la lejanía el sol brillante,
dibuja en mis alas un arco iris
que oculta que están cansadas, ante
años de vuelo ininterrumpido.

Pero para mí es una certeza; 
años de aislamiento y libertad
me han arrebatado con presteza
lo que antes era una seguridad.

Aún así, algo tengo claro:
estoy oculto por la Estrella,
y el Arco tapa ese lado
que quizá aparezca de cerca.
Lo único seguro, mientras tanto,
es que para abandonar este lugar
cierta pesona me tendría que echar
o yo permaneceré aquí, sentado.
puntos 6 | votos: 6
Lanzas con desdén, - desde tu posición privilegiada
cientos de hilos que, sin piedead,
se enroscan en mi débil mente.

El susto, al ver que soy más fuerte
me sirve para ponerte sobre aviso:
controla mi cuerpo si te divierte,
que mientras no haya yo perdido
el control de mis pensamientos,
titiritero, serás sólo un secuaz,
que si hace algún movimiento,
será a merced de mi voluntad.
puntos 8 | votos: 8
Nací en una prisión, - en una de los cientos de pequeñas celdas que se distribuían a los
lados de un corredor oscuro y silencioso.

Desde el mismo momento de mi nacimiento, pude ver y oir a las personas
de las celdas contiguas. La mayoría de adultos habían perdido lo que
los definía como personas, pero los niños teníamos aún los ojos
brillantes y la mente despierta; y nuestra musculatura se fortalecía
hacia la espalda, y se prolongaba generosamente hacia fuera para dar
forma a un par de majestuosas alas, recubiertas de plumas blancas que
brillaban incluso cuando se había apagado la última de las luces.

Muchos niños correteamos por nuestros pequeños cuartos, ignorantes
de nuestro cautiverio... y los años fueron pasando. Crecimos todos
fuertes de cuerpo, hasta que nuestras alas no cupieron en las celdas y
nos dolían al no poderlas extender. Poco a poco, se fueron
marchitando, y nuestros músculos se volvieron débiles... y muchos
perdieron su oportunidad de volar, quedando las alas reducidas a un
vestigio de lo que pudo ser.

Algunos, si bien pocos, crecimos fuertes de mente. Y cuando los
moderadores vinieron con sus cuchillos a arrebatarnos incluso el
último símbolo de nuestra libertad, nuestras alas obsoletas, nos
retorcimos y protestamos como si nos fuese la vida en ello... Porque
nos iba la vida en ello, ¡qué será ésta sin libertad!

Pocos salimos de esas cuatro paredes. Recuerdo sangre y golpes, gritos
y dolor... pero corrí, corrí muy lejos, y mientras lloraba el viento
golpeó mis alas, y la libertad inherente a mi estirpe fue el motor
que rejuveneció mis músculos; batí las alas con fuerza, para
descubrir un cielo turquesa plagado de criaturas como yo, cuyas risas
dominaban el cielo y que no conocían límite alguno. Aún me resta
aprender de ellas.
puntos 8 | votos: 8
Gritamos muy fuerte - y se nos escuchó.

Nos alzamos como los reyes del mundo... ¡no! Como los reyes de
nuestra propia vida, y en  nuestra ingenua confianza, creímos en
nuestra honestidad, y la idea de que alguien tratara de arrebatarnos
lo que era nuestro se nos antojaba estúpida.

Ay, deberíamos haberlo anticipado.
Porque pasaron varias generaciones
y casi sin que fuéramos conscientes,
uno a uno, cada uno de los grandes señores,
guerreros que ganaron lo que fue nuestro,
cayeron en la oscuridad, el eterno silencio.

Sus voces están muy lejanas ahora, y desesperados
recurrimos al último vestigio de sus voluntades,
los escritos que nunca debieron ser olvidados.

¿Será ya muy tarde? ¿Se habrán reunido con ellos nuestras
conciencias?
Con orgullo paseo yo por mundos lejanos, en los que las voces humanas
se alzan como una sola ante lo que no es justo; mundos en los que la
fuerza de todos se une como un puño y aplasta aquello que trata de
herirlos... en vez de apoyarlo.

Divagando, me despierto suavemente en un claro del bosque, con un
libro abierto sobre el pecho, que leía hace horas bajo la luz verdosa
que los árboles permitían entrar. A lo lejos, escucho un lamento
escalofriante, y cierro los ojos con pesar. Espero que lo próximo que
escuche sea el grito orgulloso de quien ha decidido tomar las riendas
de su destino.
puntos 7 | votos: 7
Luz lunar - que cae suavemente sobre la arena, y se refleja en el mar,
envolviéndome en una semipenumbra plateada que apenas me deja ver lo
suficiente para dar el siguiente paso. A pesar de eso camino con
firmeza, sin detenerme en los profundos hoyuelos que cada paso dibuja
en la arena.

Ruido suave, de cada ola al romper, a pocos centímetros a mi derecha,
acompañada siempre de una suave ráfaga de viento que se desparrama
sobre mí, haciendo que mi pelo ondee con fuerza. Con tranquilidad, lo
aparto de mis ojos, sin disminuir el ritmo, y respiro profundamente el
aire salino.

Pero soy una persona débil.

La arena me atrapa más fuertemente a cada paso, mi propio pelo nubla
mi visión y no tengo ya energía para apartarlo. El aire que respiro
pesa en mis pulmones y mis piernas están por ceder. Las ráfagas de
viento son como bofetadas. Tengo frío...

La incuestionable tranquilidad del mar y la noche hacen que al menos
el paisaje sea hermoso. La luna se me antoja cada vez más pequeña,
apoyada en la profunda noche, y he dejado de ver las estrellas. Todo
es menos visible ya, y lejos de seguir caminando, me dejo caer hacia
atrás, para no volver a dar un solo paso.

Casi había olvidado que hay ciertas cosas que no puedo decidir solo.

Dos manos, suaves pero fuertes, me sujetan por los hombros, que no
están cubiertos por mi camiseta. Se sienten cálidas y con una
vitalidad que había olvidado. La voz tenue pero firme de un muchacho
susurra algunas palabras cerca de mi oído, pero estoy demasiado
concentrado en el cosquilleo de mi estómago como para entender lo que
dicen; siento, sin embargo, que la vitalidad que emana de sus manos
empieza a recorrer mi propio cuerpo.

En algún momento, él separa sus manos de mí, y ahogo un grito.
Inmediatamente después, siento que coloca una chaqueta sobre mis
hombros; ya no tengo frío, pero la convicción de que nunca tendré
fuerzas para continuar caminando no me abandona.

Con cuidado, cierra la chaqueta sobre mi pecho, y lejos de separarse,
me abraza; una calidez, que siempre negaré orgullosamente, nació en
mi cuerpo y se extendió hasta la punta de mis extremidades, y estaba
seguro de que semejante energía se prolongaba incluso hacia fuera de
mi cuerpo. Me empuja suavemente, y me veo obligado a dar un primer
paso, y luego un segundo.

No puedo ya pensar en detenerme... solo sujeto sus brazos sobre mí,
dejándome llevar, con la cabeza inclinada hacia atrás. 
Él habla con su voz suave, lo suficientemente alto como para que no
se me escape ni una sola palabra, pero sin que deje de ser un susurro.
Al principio veía la débil claridad plateada del cielo, pero ya no;
he cerrado los ojos, y sus palabras tejen ahora mi realidad.

¿Camino a ciegas? Ay, no puedo pensar
me dejo llevar en la oscuridad, relajado
no me detendré, ahora que está a mi lado
Si lo hiciese, ¿me dejaría de abrazar?

puntos 5 | votos: 5
Al principio - aparecí en un espacio infinito y blanco, y ahí permanecí...
¿cuánto? Es imposible decirlo. 
Cuando me di cuenta, el ambiente se había teñido de cientos de
colores: había ya movimiento, y mis ropas se agitaban cuando las
personas pasaban sin cuidado por mi lado. Apenas visibles, se
escondían tras velos de color, que mis ojos no alcanzaban a
atravesar. Pero...

El aire me enfermaba, cual veneno,
desde  que ellos comenzaron a hablar;
como armas se alzaron sus voces
y eso, junto con los constantes roces
que en tan limitado espacio tuve que soportar
consiguieron hacerme estallar


¡No he de durar en este lugar si esto sigue así! Y me fui...
¡cómo escapé entonces!

Con un susurro, dejé atrás 
esa maldita realidad
que me agotaba... ¡a qué precio!
Quedé enterrado, solo, en la oscuridad.


Observé un tiempo los quehaceres  de aquellos muchachos en cuyas
caras se dibujaban brillantes sonrisas, pero no dudaban en usar un
puñal cuandoun compañero les daba la espalda.

Y a pesar de todo, ahí estaban, riendo, algo fuera de mi alcance. Y
decidí salir.

Algunos se acecaban a mí, con sus caras inocentes 
y palabras amables, que miradas desde mi lente,
 veía tranformarse en dagas afiladas,
 que apenas parpadeaba se clavaban en mi piel.

Y es que la caída de mi refugio firmó mi destino; yo me caí con
él. Y aquí espero, con hilos colgantes en mis manos y mis pies,
vestigios de un titiritero que un día me controló. Solían responder
a mí, pero ahora que no me hacen caso, 
mi único consuelo es saber que, en este suelo desparramado, 
todavía puedo pensar...

 Y con mis limitadas palabras, poco a poco, un mundo entero se va
erigiendo, 
compuesto sólo por mi voluntad, pero más real incluso que éste; 
y ni un ariete enemigo puede quebrarlo, aunque hay quien sí puede
entrar. 
Y es allí donde, me lamento, con el fin de encontrar... ¡Ah! Alguien
se acerca, mientras dura mi discurso, pero la pregunta sigue ahí 

¿Quién, realmente, entiende?
puntos 8 | votos: 8
Vender empatía - para establecer fronteras
puntos 5 | votos: 5
Susurré en la oscuridad - de una noche mágica y hermosa,
en mi trono, con altiva frialdad,
palabras secretas y poderosas.

¡Un intenso destello iluminó la sala!

A partir de entonces, mi sola mirada ordenaba
lejana, orgullosa, intensa y vacía,
y cuando, ay, alguien se resistía,
la sangre cubría con presteza la sala.

Bastó con un gesto para derrumbar castillos,
bastó un movimiento para destronar reyes,
bastó una palabra para crear fieles
que me siguieron como su caudillo.

Bastó... ¡Basta! - exclamó una voz potente.

Miré entonces a quien se atrevió
a cometer semejante temeridad
y, no sin orgullosa sorpresa
me vi enfrentado a mi debilidad:
pues las palabras que yo pronuncié
en mi inocente ingenuidad
para alcanzar un poder absoluto
que, en verdad, nunca supe controlar,
me fueron enseñadas por Ella
un error que había venido a enmendar.

¡La lucha entonces fue terrible!

Palabras de poder retumbaron en las salas
y me vi envuelto en agua y viento
que con rápido movimiento
consiguieron hacerme temblar.

Y aunque yo tenía todavía algún poder
mi fuego, con tierna fragilidad,
se apagaba apenas al nacer
admitiendo una derrota que me negaba a aceptar.

Ella me concedió un momento antes del final.

Con digno desprecio, detuve mi ofensiva,
y ante su mirada altiva
pronuncié mi última oración:
Nunca me verás suplicar perdón...
¡Que yo soy el Rey de este lugar
y aunque esté en el fin de mi vida
voy a ser yo el que decida
la forma en la que he de abandonar!

Y provoqué un intenso fuego que marcó mi final.
puntos 7 | votos: 7
Valdría más devolver - aquello que no estamos preparados para usar.
puntos 5 | votos: 7
Un objeto, un comodín. - Apenas al nivel de cualquier humano ,
descansaba cada noche en un rincón,
sombrío y gélido, sin más razón
que la de complacer a un ingenuo amo.

Pero el culpable soy solo yo:
en mi oscuro y tedioso mundo, un día
una voz me susurró, con simpatía
especial, que yo confundí con amor

La dulce voz, en el aire, se tornó sólida y dorada,
y una brillante cuerda se enrolló en mi cuello, con firmeza;
y el sonriente muchacho capaz de lograr tal proeza
tan solo añadió: Entiende que esto es libertad.

Y tenía razón.

Con cuidado, tanteé mis hombros,
y luego el cuello... pero no había cuerda alguna
y al mirar al frente, con mirada confusa
no vi al muchacho, si no una prisión.

Sin barrotes de metal
y sin muros de cemento,
pero igualmente letal:
un poderoso sentimiento.

Sintiéndome, ay, anulado e indefenso
traté de ignorar semejante situación
con el fin de que se impusiese la razón
y derrotase al estúpido sentimiento.

De nada sirvió, por cierto.

Y aquí me encuentro ahora,
libre, sí, pero nunca a salvo
porque de mi captura aprendí algo:
al dar a alguien valor
le estás entregando un arma,
afilada y fuerte, que con dolor
puede clavar en tu espalda
con precisión y sin demora.

... y sin embargo, te diré: Hazlo

puntos 6 | votos: 6
¡Eh! - ¡Alto, inocente!

Que vienes a perturbar estas débiles ruinas
cruzando lentamente el umbral...
¡como si el próximo paso fuese banal!
Aún no lo sabes, pero de poco servirá la valía

Pues un orgulloso Señor aguarda en las mazmorras,
alto, hermoso, oscuro y frío
que no dudará en llevarte consigo
al encontrarte en este lugar, con sorna.

¡Pero no desesperes!

Aun en las tinieblas, cuando todo parezca perdido
una cosa podrás hacer para sentirte mejor...
y es que la luz agrada al Señor,
y si lo iluminas, estará agradecido.

Entonces lo verás tal como es;
ya no tenebroso ni gélido
pero sí hermoso y desvalido.
Y sólo tú, entonces, sabrás qué hacer.
puntos 2 | votos: 4
Hubo una vez - una chiquilla que se rebeló contra su destino
y hasta con el propio mundo.

Pues ella había nacido siendo la única hija del rey, de un diminuto
y frágil reino. Y debido a la debilidad de sus dominios, el rey
decidió que casaría a su hija con el príncipe de un reino contiguo,
para fusionar ambos territorios y garantizar así la seguridad de su
gente, y de su hija. Pero no le dijo esto a la princesa, pues tomó
semejante decisión cuando ella era todavía una cría.

Pero ocurrió, como no es extraño en estos casos, que la princesa no
creció según los deseos de su padre; y ella no pensaba en la realeza
ni en el matrimonio, ni en la seguridad ni en las ataduras. Y
disfrutaba de la equitación, el tiro con arco, la esgrima y la
navegación.

Los años pasaron, en una constante lucha entre las tendencias
naturales de la princesa y las actitudes que su padre le trataba de
imponer. Hasta que llegó el momento en el que su padre, gravemente,
la llamó a la sala del trono, y pidió a sus guardias que los dejasen
solos. Su hija se había convertido en una pequeña mujer de dieciseis
años, de constitución fuerte pero delgada, rostro agradable y
pálido, ojos oscuros y brillantes, y pelo negro y ondulado. Y le
habló entonces, diciéndole: 

-Durante dieciseis años has vivido más libre que ningún otro
ciudadano de este reino, y sin duda más libre que ninguna otra
persona de tu condición. Pero ahora... ¡ay! Ahora hay un destino que
debes cumplir. No por mí, y en última instancia, tampoco por el
reino. Porque el destino que te he forjado te beneficia a ti, por
sobre el resto de las cosas. Te casarás con el príncipe del reino
vecino, y con el tiempo entenderás que es en verdad lo mejor.

Dicho esto, los guardias del rey entraron en la habitación, y
agarraron a la princesa con firmeza para llevarla a sus aposentos, y
mantenerla allí hasta que su prometido llegase. Pero la princesa no
era ya inocente, y esperaba desde hacía muchos meses que su padre le
hiciese semejante anuncio en un intento por cortar su libertad. Y ella
llevaba siempre escondidas dos dagas entre sus altas botas y sus
piernas, y tratando de hacer el menor daño posible, luchó
silenciosamente con los guardias hasta quedar libre.

Una chiquilla como ella no debería haber vencido a dos guardias
entrenados, pero su astucia, su determinación y su indomable libertad
la hicieron ganadora de esa lucha, y de muchas en el futuro. Y, sin
dudar ni un momento, se dirigió al puerto y compró con las
preciosísimas joyas que se le obligaba a llevar en todo momento un
pequeño barco y una tripulación de esclavos. Y tomó desde entonces
un nuevo nombre, Lena, pues no retornaría nunca más a ese lugar como
princesa, y abandonó con sus joyas su derecho a la herencia de su
padre.

Zarpó, con el espíritu tan libre como siempre lo había tenido, pero
esta vez más libre todavía, pues iba a donde la llevase el viento y
no caía sobre ella ninguna clase de responsabilidad. Porque su reino
sufrió, de hecho, su pérdida: el rey dejó de reinar,  el pueblo se
rebeló, y el reino cayó en una guerra civil y en la pobreza, y
después de esto fue absorbido por el reino contiguo. Pero de esto
nada supo Lena, ni le importó... pero si lo hubiera sabido no habría
respetado a ninguna de esas personas, por no ser capaces de seguir
adelante por la simple ausencia de una sola persona, por ser tan
dependientes de algo tan frágil como un humano.

Ella navegó, y su extraordinaria personalidad, más que su fuerza,
fue la responsable de sus victorias y sus éxitos: y durante varios
años atacó a barcos de grandes reyes para robar alimentos y
riquezas, y pronto se la llamó pirata. Y para los marineros de los
reyes su nombre fue temido como si se tratase de la misma reina del
mar, y cada vez que su barco se veía en la distancia las
tripulaciones temblaban y trataban de huir, sin éxito la mayor parte
de las veces.

Pero ocurrió que la libertad de Lena y su parte irremediablemente
humana la llevaron a su fin. Porque demasiado se habló de ella en las
costas, y muchos reyes poderosos ordenaron su muerte. Y un día
zarparon de las cosas muchas flotas de barcos, que cubrían un espacio
enorme, con el único objetivo de acabar con la pirata. Pero ni eso la
habría derrotado en una situación normal; porque se había vuelto
poderosa como ninguna humana antes que ella, y cuando su barco
zozobraba al ser roto por los cañones enemigos, ella saltaba como si
en verdad tuviese alas a los barcos enemigos, y con una velocidad
sobrehumana danzaba con sus dos dagas provocando una lluvia carmesí,
hasta que sólo ella y su tripulación quedaban en pie.

Ocurrió que, cuando las flotas reales zarpaban de todas las costas,
ella fue víctima de una emoción poderosa, que ella nunca supo
definir, cuando un hermoso muchacho de cabellos rubios, piel pálida y
ojos verdes se enroló en su tripulación. Muchas cosas pasaron entre
ellos, pues ambos poseían personalidades grandes que se atraían
entre sí; pero mucho se dice y poco se sabe con certeza de ello. Lo
que sí es conocido es que, en el momento en el que la enorme flota de
los poderosos reyes cayó sobre el barco de Lena, ella se encontraba
en su camarote con el muchacho que llamaba su atención, despojada de
toda arma. Y la guerra estalló.

Pero cuando Lena subió a hacerse cargo de la situación
era demasiado tarde.
Y sólo le restó bajar a las bodegas de su barco
y abrazar a la persona responsable de su perdición
que a pesar de todo no dejaba de antojársele preciosa.

Y aun cuando su barco fue hundido
ella no se rindió. 
Y con una mirada de orgullo,
enterrada bajo escombros y pólvora
muchas brazadas por debajo de la superficie del mar,
sin posibilidad de salvación y abrazada a lo que era más precioso
para ella...
Gritó. Con todas sus fuerzas, hasta su último aliento.
Y el mar escuchó aquella voz,
la voz de la que había sido llamada Diosa del océano
y sólo por una vez 
el mismo mar respondió.

Y hubo entonces un terrible remolino, que llevó a Lena y a su amado a
lo más profundo del mar, y hundió con ellos todo barco enemigo que
se encontraba a la vista.


Y muchos años después de esto, la historia se sigue contando de boca
en boca, de maestros a discípulos y de madres a hijos, planteando
ciertas preguntas: ¿Es legítima la actitud de Lena al marcharse de
su reino sin tener en cuenta las consecuencias que desataría su
ausencia? ¿Es preferible una vida de malvada libertad a un triste
cautiverio? Pero, como la mayoría de historias, el relato se
convirtió en leyenda
y la leyenda en mito.
Y pocos son los que aun ahora recuerdan su historia
puntos 5 | votos: 5
¡Cuidado! - No sea que ese inocente arco
esconda algo más terrible que una flecha.
puntos 3 | votos: 3
El miedo del manipulador - nace en el mismo momento en el que se hace consciente de que son sus
propios títeres los que manejan los hilos.
puntos 8 | votos: 8
Mejor una decisión desesperda, - pero libre,
que una imposición.

puntos 2 | votos: 2
B-612 - Me pareció que el sol salía demasiado temprano mi primer día como
senescal. El mantenimiento de unas pocas rocas y una flor no era
suficiente para entretenerme mucho tiempo, y no tardé en desear algo
nuevo. 

Y la novedad no se hizo de rogar por cierto. Un mes después de ocupar
mi lugar como senescal, vi un destello dorado en la lejanía, que fue
creciendo a lo largo del día. Horas después de que cayese el sol,
pude ver que se trataba de un muchacho, parecido en cierto modo a mi,
con la misma luz en los ojos, y entonces deseé que se fuese. Yo
estaba atrapado, y la idea de que él compartiese mi destino era
terrible, más incluso que pasar la eternidad en solitario. Fue
entonces cuando reaccioné, y le grité para que se detuviese. Pero
sólo recibí como respuesta una inocente sonrisa.

Y cayó ligeramente a mi lado, convirtiéndose en el primer semejante
que encontré. 

Puedo medir en meses el tiempo que pasamos juntos. Al principio me
quedé, sencillamente, fascinado. Tan solo alcancé a dirigir mi
mirada hacia él, y mi curiosidad no pareció molestarle. Y sus ojos
verdes me paralizaron más tiempo del que me gustaría.

Pero yo era el senescal, y él no podía tener más poder que yo.
Sacudí levemente la cabeza, y comenzamos a hablar. Él se sentía tan
atrapado como yo, pero aprendió a aprovechar su estancia como yo
nunca pensé que sería posible; y de él aprendí yo.

Pero pasaron los días y se hizo evidente que él no estaba hecho para
semejante sitio. Una mañana, cuando apenas salía el sol, lo vi
levantarse lentamente y me pareció distinguir la silueta de unas alas
incorpóreas a su alrededor. Y él saltó y se desprendió de nuestra
estancia.

Sin quererlo, yo lloré. Era tan sencillo para él lo que a mi me
parecía imposible. Mientras mi primera lágrima caía, él me
dirigió la misma sonrisa inocente que la primera vez que lo vi, y a
continuación se marchó.

Un profundo orgullo despertó entonces en mi interior, y secándome
los ojos, me puse en pie. Cogí la corona que llevaba sobre mi cabeza
y la arrojé al suelo, lejos. Y las ataduras que me ligaban a mi
prisión se disiparon. Y mis alas se desplegaron, más fuertes que las
suyas, para llevarme más lejos.

Pero un profundo cariño hacia el muchacho responsable de mi fuga
quedó profundamente guardado en mi corazón, al igual que un deje de
orgullo hacia cualquier persona que, de alguna forma, se le pareciese.
puntos 12 | votos: 12
Hasta en el sitio más oscuro - es posible encontrar algo que brille con luz propia
puntos 8 | votos: 8
Ser consciente de haber sido utilizado - y comenzar a jugar con el que cree mover los hilos
puntos 5 | votos: 5
Al ver una flor brillante - es fácil olvidar el dolor que causan sus espinas
puntos 6 | votos: 6
Confusión - al sentirse protegido por la propia fuente de inseguridad

puntos 20 | votos: 20
Ese momento - En el que te das cuenta de que no puedes ganar...
pero no te resignas a perder.
puntos 6 | votos: 6
La curiosidad - puede superar al miedo.
puntos 7 | votos: 7
Soluciones prácticas - que sabes que no son permanentes.
puntos 2 | votos: 2
Extraña sencación, - la de crear algo demasiado complejo como para llegar a entenderlo.
puntos 5 | votos: 5
Tras sufrir miles de falsas derrotas - Llegamos a nuestro objetivo. Avancé, con una rosa en las manos, y
pude ver el miedo reflejado en sus ojos. Gritó entonces con tono
autoritario, pero no ocurrió nada. Desesperado, ofreció miles de
papeles coloridos a la multitud que me seguía, que a mi se me
antojaron inútiles. Dirigió hacia mi un aparato metálico, pero
nuestras miradas paralizaron sus dedos antes de que pudiese
utilizarlo. 
Y entonces comenzó a entender, pues su último recurso había
fallado. Millones de personas comprendimos entonces el error que
habíamos cometido; temer al patético hombrecillo que yacía ahora
frente a nosotros.
Decidimos, sin mediar palabra, que aún una criatura así merecía
nuestro perdón, así que lo único que hicimos fue sembrar mi rosa en
el mismo corazón de su guarida... ¡lo que pasó entonces fue
absolutamente inesperado! La criatura no podía soportar la vida que
desprendía mi rosa, símbolo de nuestra determinación, y la temió
hasta tal punto que, imagino, aún estará huyendo de ella.

puntos 10 | votos: 10
Entendí, al romper la última atadura - Que lo mismo que me sostenía me había impedido avanzar.



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