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23.04.2011

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GeekVeterano Nivel 3

puntos 24 | votos: 24
XXX - Seguramente un día
—una vez me dijo—
dejaremos de ser
porque dejarás de estar.
 
¿Acaso deja una rosa
de ser una rosa
por estar marchita?
Pregunté. Y me tapé los ojos.

Y por un momento
deseé de verdad una respuesta.
Ella solo me abrazó. Fría. 
Triste. Era un océano.
El mediterráneo, pensé.
 
No sabría explicar por qué.

La vida dura dos minutos.
Tres. Cuatro. Rara vez nueve.
Depende de la canción
que te recuerde a ella.
puntos 15 | votos: 15
XXX - II - Seguramente un día
—una vez me dijo—
dejaremos de ser
porque dejarás de estar.

¿Acaso deja una rosa
de ser una rosa
por estar marchita?
Pregunté. Y me tapé los ojos.

Y por un momento
deseé de verdad una respuesta.
Ella solo me abrazó. Fría. 
Triste. Era un océano.
El mediterráneo, pensé.

...Y no sabría explicar por qué.

La vida dura dos minutos.
Tres. Cuatro. Rara vez nueve.
Depende de la canción
que te recuerde a ella.

Seguramente pronto
—escupió en otra ocasión—
me abandones como siempre
y me olvides como nunca.

¿Acaso olvida un poeta
alguno de sus versos
aunque los abandone?
Pregunté. Y no esperé respuesta.

Siempre vuelve a mejorarlos,
respondió.
Y me quedé de piedra.

Era un dragón. Un fantasma.
Una noche de invierno.
Se volvió como pasar
el día entero en el cementerio.

La vida es llorar.
Reír. Volar. Decepcionarte.
Depende de la película
que le asignes a su existencia.
puntos 26 | votos: 26
Me pides que te construya castillos - cuando no puedo ni reconstruir mis ruinas.
puntos 8 | votos: 8
And you have broken - every promise that we made,
and I have loved you anyway
puntos 5 | votos: 5
SOS - Fomos ficando sós
o Mar o barco e mais nós.

Roubáronnos o Sol
O paquebote esmaltado
que cosía con liñas de fume
áxiles cadros sin marco

Roubáronnos o vento
Aquel veleiro que se evadeu
pola corda floxa do horizonte

Este oucéano desatracou das costas
e os ventos da Roseta
ourentáronse ao esquenzo
As nosas soedades
veñen de tan lonxe
como as horas do reloxe
Pero tamén sabemos a maniobra
dos navíos que fondean
a sotavento dunha singladura
No cuadrante estantío das estrelas
ficou parada esta hora:
O cadavre do Mar
fixo do barco un cadaleito
Fume de pipa            Saudade
Noite            Silenzo            Frío
E ficamos nós sós
Sin o Mar e sin o barco
nós

puntos 7 | votos: 7
XXIX - Díganle que he muerto, 
que me he ido.
Que he perdido el norte, el sur,
el este y hasta el sentido. 

Díganle que perdí las ganas,
el valor, el rumbo, la guerra...
Perdí hasta su cariño
y es lo que más me aterra.

Díganle que qué sé yo,
que me falta hasta cordura. 
Díganle que duelo más
de lo que dolerá la sutura
que irá creando en su corazón
aprendiendo a hacer más caso a la razón.

Díganle que lo quería, 
que lo sigo queriendo, 
que la vida se me escapa
y detrás de él va corriendo.

¡Díganle que me la llevo!
¡Me la llevo de la mano!
Díganle que si veo que puedo
la tiraré por un barranco.

Díganle que seguiré vagando
más con ansia que con prisa
de Sol en Sol, por los ríos
hasta que cesen las risas.

¡La vida no es otro cuento
ni una actuación improvisada!
¡La vida no es otra historieta
de J. K. Rowling 
ni luchamos con la magia!

La vida es verle ir, 
dejarle atrás,
marcharse. 
Vida es tener que partir,
tener que disculparme. 

¡Díganle que me he muerto!
¡Díganle que me he matado!
¡Díganle que, como juré,
me he acabado suicidando!
puntos 11 | votos: 11
XXVIII - Llueve. O no.
Pero ojalá lo hiciera.
Y me aferro. Cómo no.
Como una planta a la tierra.
 
Me marchito. Es normal.
Siempre pasa en noviembre.
Los corazones se agrietan.
Tu colonia ya no huele.
 
Sentir ya no nos duele.
Ignorarnos es lo de siempre.
¿Olvidar?
¿Pasará algún nueve?
 
Recuerda aquel nueve de noviembre.
Ojalá no nos deje.
 
Si es que vivo por algo,
ojalá me maten con ello.
Si es que vivo por alguien,
ojalá deje de dispararme aquí adentro.
 
Tacho despedidas de la lista.
Espero a que caigan hojas
y no personas.

Lo agarraré como diciendo
No te vayas.
Me soltará como afirmando
Ya no eres mía.
 
Te agarras a alguien como nunca
para perderlo igual que siempre.
puntos 90 | votos: 92
Escribirle - a quien te ha olvidado es un acto suicida.
puntos 9 | votos: 9
XXVII - Hay veces, momentos,
un parón súbito en tu vida:
miras todo lo que te rodea
y nada es ya como antes.

Todo lo que no pudo ser,
lo que no quiso ser,
lo que fue y no debió
vuelve a tu mente.
 
¿Aquella cena?
Ella no fue.
¿Aquel trabajo?
Lo dejaste.
 
Debieras estar en otra parte,
haciendo cosas que desconoces
pero sabes que están sucediendo.
A otro.
 
Te sientes extraño
en ti mismo.
No como antes,
no como mañana.
 
Debieras atreverte a ser
todo ese que desconoces,
ese que está sucediendo
cada vez que renuncias a todo.
puntos 6 | votos: 8
La hipócrita dueña del sol - que sonreía cuando llovía.
A veces asomaba su dulzura a mi balcón y 
contemplaba todas las flores
 que su piel había sembrado.
Un día, 
arracando los pétalos, 
deshojó todas aquellas osadías.

Recuerdos de una noche de septiembre con el frío aún en ciernes.

Atrapada en el calor de un beso desde entonces y
en todas las madrugadas que, desde siempre, te pertenecían.

puntos 7 | votos: 7
Oscuro amanecer.. - Nubes en el cielo..
 ganándose otra gris batalla.
Extraño y agradable frío. Tanto..
algunos de él.. escapan.
Otros se sienten abrigados.
Diferentes sensaciones como regalo.
Gente.. alzando su vista al cielo. 
Unos maldicen tan bella batalla.
 otros, reflejan en sus rostros..
paz y tranquilidad 
de su parte más gris.. más pura.
Es hora de hibernar..
Cerrar los ojos.. 
Dejarse llevar..
Descansar la mente.
Elevar todo mi cuerpo.
De dejar un alma..
 respirar en libertad.
Agradecer lo que de aquí.. me llevo, 
de ignorar lo que dejo y de liberar.. 
el más sincero de mis hasta luego 
pues nunca puedes decir..
 a este sitio.. no vuelvo
Aprenderás lecciones nuevas. 
Nunca desaproveches el escuchar. 
Las malas lecciones enseñan, 
y con las buenas.. 
pensamos más y nos aportan..
enriquecimiento moral y espiritual.
Irónicamente.. relleno con palabras 
mi propio mega-silencio. 
Del que me llevo lo que me aportó
mi más fiel dragón negro. 
El que más se merece hibernar,
cerrar los ojos.. descansar. 
Cuando un dragón está abatido..
tan sólo es un reptil más.
Se acerca el más bello invierno.
Tu injustificado infierno.
Las nieves claman por sus hijos. 
Se acerca el más blanco y puro de los besos.
Gélido calor sellando bienvenidas. 
El frío más cortante y abrasador 
y capaz tan dulcemente de abrigar 
a todos y cada uno de sus hijos.. 
sin motivos por los que sufrir, 
nada por lo que llorar.
Y mucho.. por lo que vivir.
Hasta luego..
puntos 7 | votos: 7
XXVI - ...
Te quiero.
 
Ya sé que termino igual todos los mensajes,
pero es que me da pánico que se te olvide.
 
Que entre distancias y cosas nuevas
crezca una pregunta ahí adentro.
Que un día te tomes un café en a saber dónde
y dudes.
 
Porque no hay nada más peligroso
y humano
que una duda.

Así que, por si acaso:
Te quiero.
(Solo estoy tomando mis medidas)
puntos 10 | votos: 10
El crepúsculo taciturno - en el que encuentro tus ojos cuando cierro los míos, en el que mi
alma solloza por no sentir el dulce aroma de tu piel, en el que mis
suspiros se guardan un poco del viento que trae la noche y no
encuentro informe de ti, en el que esa fragancia que lleva tu cabello,
que inspira amor, no llega hacia mí; me hace preguntarme: ¡dónde
estás cobarde corazón, que te entregas al sufrido deseo silencioso
por una mujer, y después te escondes ante sus ojos por miedo a
sincerarte y que ellos no te miren más! 
Ahora que el ocaso muere y la noche llega con su infame melancolía,
quiero saber dónde estás, hermosa niña de los ojos diáfanos, color
marrón; de la sonrisa fugaz, que forman los labios que inspiran la
más dulce ternura de la pasión. Dónde estás que no vienes y haces
de este desastre… 
Este texto quedó inconcluso, terminó justo en el momento en que me
fui de bruces contra nuestras realidades.
puntos 20 | votos: 20
~ - Se ríen las nubes en el cielo
cuando salgo cada mañana
solo.

Le gustaba escribir versos sin sentido y prosas sin comas,
y se empeñaba en rimar pan con hambre,
para distraerse de las carencias de las sábanas de hotel
y por respeto a tantos niños de África.

No sé qué pasó
con su manía de pintar acuarelas
solo los días de lluvia,
y de sonreír.

Guardaba en la alacena
solo platos rotos,
en deferencia a los poetas sin abril
y los atardeceres y amaneceres nublados.

Y aunque a los poetas les roben abril,
yo perdí noviembre
y una sinfonía de violines.

A pesar de todo,
me muero por volar
como lo hacía con ella.
Y qué putada
cuando se posa
en el alféizar
de mi sueño.

Al final no le dije
ni que la quería
ni que no la echaría de menos.
puntos 7 | votos: 7
Las despedidas son bien bonitas, - lo que mata es el abandono. El portazo, la mesilla sin nota, el no
estoy, pero no me he ido.

puntos 8 | votos: 8
Me prometí escribirle. - Me prometí escribirle una canción.
Y más tardó en irse, 
Que yo en escribir el primer verso.
Y qué le haré ya, si no me escuchará.

Quiero hacerla eterna,  
Sin que nadie lo sepa.
Quizá sea un poema, 
De los que nunca le escribí.

Quizá alguien ya la inmortalizó.
Quizá alguien ya la descubrió.
Quizá alguien ya le canta
Esa canción que nunca le hice.

Le escribí una carta
Pero nunca se la envié.
Pudo haber sido
La que hiciese que se quedara.

He callado victorias y gritado derrotas,
Como callar mi victoria
De su cuerpo sobre el mío.
Y gritar ahogado su partida. 

Me prometí escribirle una canción,
Pero ahora todo se ha ido.
Ahora empiezo a escribirle un poema,
De esos que hablan de olvido.

Sabían que la quería,
Menos ella.
puntos 9 | votos: 9
Pero habría que vivir - de otra manera. Tirarse a sí mismo con tal violencia que el salto
acabara en los brazos de otro.
puntos 9 | votos: 9
Mi monólogo - dura demasiados años, y empiezo a acostumbrarme a las miradas
reprobatorias y las muecas de los que me rodean. Me odio, y no es solo
culpa vuestra, y de vuestra televisión, vuestras revistas y vuestras
patéticas ideas sobre la estética, sino también mía, por daros el
más mínimo crédito. Me gustaría saber cómo habéis conseguido que
me preocupe peinarme cada mañana, y que aún así me quiera creer
diferente.
Me deprimo, sin motivo aparente, y me encuentro a las tres de la
madrugada mirando el techo sucio que cubre mi cama, preguntándome
qué hago aquí y por qué me niego a aceptar la razón de las
guerras, después de lo que leo en los periódicos y de comprobar la
mezquindad que me rodea. Ojalá el infierno de un primer piso sin aire
acondicionado en verano, con la ventana abierta encima del cubo de la
basura, me hiciese sentir mejor.
Me sorprende más, cada día, el crecimiento de mis ojeras, y el hecho
de levantarme, y no haberme ahogado aún en drogas, y el deseo eterno
de los adultos de que te esfuerces por sacar buenas notas, porque es
lo único que te hará un ser humano de provecho. ¿Qué importa, si
puedo ir a la discoteca y follarme un coño sin cara y volver a casa
siendo el héroe de la noche?
¿Sabéis qué? Que paso ya de este estercolero llamado ciudad en el
que nos ha dado por apresarnos. Los coches, los neones, las
alcantarillas y toda la mierda que flota en el aire se pueden ir a
tomar por culo. Con un poco de suerte mañana un meteorito nos matará
a todos.

¿Qué es lo que se debe hacer cuando el fondo de los vasos consuela
menos que la mirada vacía y burlona de unas paredes sin respuestas?
puntos 7 | votos: 7
Lo no esperado - Por fin salía con María. Continuamente pensaba en eso, no lograba
concentrarme durante las horas que quedaban antes de salir. La
felicidad ya era una sensación común aquel día. Yo aún tengo un
problema: No sé qué hacer para ella. No sabía siquiera si debía
ser romántico o sencillo. Algo sí tenía claro, quería que fuese en
mi casa, seguro allí sería inolvidable, y afianzaría lo que estaba
por venir. Terminaron las horas de clase y ya lo planeaba todo, sería
una película de miedo o de amor, quizá después una pequeña cena o
un simple café caliente. Iba contento caminando a casa, pensando en
lo maravilloso que sería, cuando una llamada recibí. Contesté
enseguida, no tenía idea quién me llamaría. Escuché su dulce voz,
me exalté inmediatamente, no sabía por qué me llamaba. Me saludó,
la saludé, me preguntó cómo estaba, le contesté que muy bien, le
pregunté a ella también, no respondió.
Un silencio corto pero que pareció eterno invadió la llamada y ella
terminó por decir:
- Lo lamento, no podré ir hoy – Se oía con cierta voz
entrecortada, algo como la voz que se produce después de llorar.
Intervine y aunque instintivamente y con desilusión le hubiera
preguntado el porqué de la cancelación, sorprendentemente le
pregunté el lugar donde estaba, a lo que ella contestó:
- En mi casa, eh, en mi habitación.
Al suponer que ella estaba bien le pregunté:
- Y, ¿por qué no saldrás conmigo hoy?
Y ella se limitó a decir:
- Eh… no quiero, no sería bueno – suspiró.
Cortó y quedé anonadado, no sabía cómo era capaz de hacer algo
así. Supe que algo no estaba bien.
Fui a casa rápido, tomé un pan para comerlo en el camino, dejé el
morral y salí igual de rápido a la casa de María. Las calles que
transitaba con detenimiento e interés, ahora eran fugaces vistas ante
el afán de llegar a ella.
Arribé a su edificio y entré sin anunciarme. Tomé el ascensor. Ella
vivía en el décimo piso. Toqué en el 10B y la puerta que
entrecerrada estaba, se abrió, entré y no había nadie ni en la sala
ni en la cocina ni en el baño ni en la habitación principal. La casa
era hermosa, más de lo que yo recordaba, pero poco tiempo tuve para
apreciarla ya que noté enseguida que una de las habitaciones estaba
cerrada con seguro; en la puerta y con letras de color rosa decía
“María”.
Busqué unas tijeras para poder abrir, encontré un cuchillo; al estar
frente a la puerta y dispuesto a abrirla, me imaginé una escena: Ella
simplemente estaba recostada en la habitación, quizá con algunas
lágrimas en su rostro y escuchando música lo suficientemente alto
como para que no me oyera entrar. Justo ahí me asustó entrar, porque
sería más que extraño y frenético que después de haberme
rechazado en una cita, yo llegara a su habitación con un cuchillo.
Aún así entré. Lo que ahí encontré me produjo un millón de
sensaciones. Entré y en primer plano encontré un trasero pálido y
terso. Eso me encantó pero ni un segundo duró la emoción; el
contexto en el que se encontraba aquel trasero era siniestro, ella
estaba posada de pie en el borde de la ventana de aquella habitación
desnuda y con auriculares puestos, además de sus lindas “Vans”
azules con negro que solía usar, y sé porqué las tenía puestas,
ella amaba esos zapatos, pero ese amor se acabaría; se iba a
suicidar.
Me acerqué a ella y con perversión y preocupación le rocé con la
yema del dedo índice el trasero, de izquierda a derecha y casi en su
totalidad. Ella se volteó con una clara expresión de miedo en su
cara y con el torso desnudo, unos voluptuosos senos aparecieron. Le
extendí mi mano con rapidez para que ella bajara de ahí, pero ella
sólo gritó:
- Pensé en dejarle una nota, pero dile a mamá que no es su culpa –
y en con su último aliento se arrojó. Yo sólo me mantuve inmóvil.
puntos 3 | votos: 5
Diario - Marzo 18 
Diario, finalmente viernes, lo bueno de éste día es que las
“amigas” mías ya ni me miran, y con mayor razón lo hacen. Me
ignoran de una manera cómica. Al recreo, Santiago salió sólo
conmigo.
Marzo 19
¡Maldita sea! Hoy la maldita de Catalina llegó con un oficial al
pórtico de mi casa presentando orgullosa 2 documentos; el primero era
una orden de restricción de restricción hacia ella y Margarita a un
radio de 10 metros, pero la segunda era peor, era una citación a una
corte juvenil, debía asistir por lesiones personales, en sí, eso
implicaba que en este problema tan estúpido ya se vería implicados
mis padres. 
Simulé cortarme las venas con una cuchara en papel del cuchillo; mi
cobardía me impide que hubiese sido real y realmente daría lo que
fuese para ser capaz.
Marzo 20
Si las miradas mataran, ya estaría muerta 16 veces.
Marzo 21
Del inconveniente con Catalina hoy se enteró incluso la directora de
grupo. Esa señora además de que generalmente es una bruja, al
enterarse, se tornó en el mismísimo demonio. Casi me asesina, no
sabía cómo es que yo había sido capaz de hacer tanto daño, de
hacer algo así “sola”, además de que ella había quedado
estancada en la época en la que yo era una buena estudiante, no
tenía ánimos para contarle el rollo completo, y sí que menos a una
maestra como ella.
Marzo 22
Nefasto. Ha sido la primera vez en la vida que he considerado
seriamente en suicidarme, ante tantos problemas me vuelvo débil y
flaqueo. No sé si Santiago se acuerda de mí; no volvió a hablarme.
Con lo único que logro relativamente desahogarme es contigo diario.
Mi queridísimo diario.
Marzo 23
No tardaban en venir malas sobre pésimas. El coordinador académico
del instituto, después de tantos años de ser un viejo ermitaño y
estar ganando salarios fáciles, decidió que podía hacer un reporte
dando el balance de los estudiantes; el mío decía: “Inminente
expulsión”. Y no logro entender cómo mis antiguas excelentes notas
no logran contrarrestar el bajo promedio de últimamente, aún así el
viejito ese dijo que no era ningún tipo de problema los que tenían
ese resultado ya que con “esfuerzo y dedicación” lograría evitar
suspender. Las intenciones de suicidio van en aumento.
Marzo 24 
Finalmente Santiago se acercó a mí. Lo ignoré por gilipollas, cómo
es que era capaz de volver a abandonarme en soledad después de todo.
Marzo 25 
No más señales de Santiago; hoy ni asistió al instituto. Logré
meditar en medio de mis turbios pensamientos y concluí que me gusta.
Marzo 26 
“Día a día me volví más taciturno, más irritable y más
indiferente a los sentimientos ajenos” – Edgar Allan Poe.
Marzo 27
Esto me está matando al dormir. ¿Qué hago? Diario, sólo veo
desesperanza. 
Marzo 28
Un día más en el infierno. Tan sólo es un día más de mi soledad y
yo en el infierno.
Marzo 29
Una palabra por decir. Santiago.
Marzo 30
Al menos no fue un día tan malo.
Marzo 31
Hoy reí como hace semanas no lo hacía y el intérprete de esto,
Santiago.
Abril 1
El peor viernes de la vida. Suicidio en aumento, con premeditación y
planeación. Y es patético dar detalles de días como estos.
Abril 5
Ya no quiero ni escribir. Me gusta dormir, aún cuando en mis sueños
también me persigue esta pesadilla; pero allí me siento más
protegida.
Abril 6 
Sólo quiero morir. Ya no hay porqué vivir. Ni Santiago alivia mis
penas.
Abril 11
Justo el mejor día de mi vida él me invita a salir. No sé qué
hacer. Quiero morir y dejar todo atrás, pero con algo así como lo
que hoy ha hecho Santiago cómo hacerlo. No me importa, y aquí no
habrá carta de despedida.

puntos 7 | votos: 7
Huimos sin mirar atrás - y sin apurarnos para no caer con la prisa. Lo dejamos, sí; lo
olvidamos, tal vez. No hay nada más allá del tiempo que se hace un
avioncito de papel y vuela, o planea, como sea. Y es que no puedo
negar que me gusta el tiempo cuando está pintado en la pared… El
final se hace eterno. Pero la tinta se corroe…, se corroe…
Despiertas. Contrarresto el silencio con frases sueltas de canciones.
Así retumban en mi mente… (He draws near the periphery, in
disbelief on delivery)… y sigue. Odio el aroma a días pasados que
me trae la melodía de algunas. El silencio trae pasado, la oscuridad:
sus ojos. Y qué echo de menos o qué he hecho de menos; no entiendo
qué es.  Un aroma musical, una máquina que suena y una cabeza que se
rompe. Y así pasan las horas que están pintadas en la pared: al
ritmo de un péndulo que no suena, al ritmo de un segundero que no
cuenta los segundos, al compás de un minutero que no corre, al paso
de un horario que se ha cansado.

Me gusta ver la sangre correr, de las heridas que aún no han sanado.
Pero solo de las heridas que se hicieron en momentos de felicidad.
Qué mejor forma de sobrellevar el dolor que pensando en lo bueno,
¿no? Porque lo bonito atrae. Aunque una estrella corre, se acerca a
su amada para poder hacer de su amor una supernova, pero algo se la
quiere llevar… ¡Pobre! Se la lleva… la atrae, la seduce… Y ella
cae, sin más ni menos. Ese pequeño rincón oscuro del universo en el
que baila solitario un agujero negro que lleva en su traje una
estampita con su nombre: melancolía. Las estrellas me gustan, porque
me gusta el cielo, el cielo me gusta porque me recuerda a sus ojos. No
por su color, sino por su inmensidad. -¡Dispara! O no te salgas de la
línea-. 

Corrieron hacia el bosque, y se perdieron en la llanura. ¡Esto es
locura pura! Pero nadie sabe que un vacío hace perder a cualquiera.
Corrían y corrían, sin cansarse. Pero se les olvidó hacer correr al
tiempo. Así que se perdieron porque siempre fue septiembre, siempre
fue dieciséis, siempre llovió. Nunca murieron, nunca avanzaron. Solo
decidieron correr y se olvidaron del tiempo, que lo dejaron pintado en
la pared.
puntos 36 | votos: 38
Gracias, papá. -
puntos 7 | votos: 7
Anónimos - Me asomé a unas pupilas dilatadas y caí. 
Me convertí en abismo.
Oí un maullido arañar la pared. 
Flores entre baldosas.
Vi un beso en la nieve, en la calle, frente a un ventanal.
Atisbé un rostro transfigurado por la luz.
Olí el humo del cigarrillo consumiéndose
en la oscuridad.
La chica que siempre posaba de espaldas.
Siempre con diferentes peinados.
El chico de los ojos azules.
La sangre en los labios, la mano en la carretera.
El cielo morado.
La cicatriz, la copa de vino, el zumo de naranja.
Y limón.
Caminé por la playa, dormí en el agua.
Tomé una foto de las margaritas entre los dedos
y de la lluvia encaramada en las pestañas.
Y aún no he visto unos ojos negros.
puntos 7 | votos: 9
Me pintó un campo - lleno de flores excesivamente bellas
para hacerme entender qué era la felicidad,
o que, al menos, supiera que allá fuera
a algunas cosas todavía les queda color y vida.
·
Grabó el eco de su voz en una montaña,
en algún día de esos radiantes
que la gente recuerda con la nostalgia
propia de un alma que a sí misma se engaña.
·
Me escribió un relato 
cuyo protagonista era un abrazo,
queriendo enseñarme lo que era la amistad.
Al parecer interpreto mal los símbolos,
los abrazos no son puñales en la espalda.
Al perecer mi sentido común se me tiñe
el alma de color betún.
puntos 10 | votos: 10
Encierros - Cuatro paredes..
Ocho metros..
Mucha rabia contenida y demasiada impotencia creciendo
a medida que me consume un nuevo encierro.
Agonías que creía olvidadas,
sueños nuevos que nacieron,
y una nueva pesadilla se encargó..
de volver a jodérmelos.
Cautiva de mi propia libertad,
los maestros del bien,
se encargaron de darme el más concentrado baño
de su excepcional verdad.
Verdades que te enseñan a robar la libertad
de quien se siente libre,
verdades ocultas en las más falsas deidades.
Lejos de la verdad más pura,
la falsedad esconde sus vacías almas
entre las páginas de sus santas escrituras.
Haciendo apología de la palabra más falsa,
intentando envenenar mi mente entre los ocho putos metros..
de aquellas sucias paredes.
Y la desesperación..
llega a nublar tus pensamientos.
Te roba las ganas de sentir 
tu propio aliento.
Te recuerda minuto a minuto
que existen motivos por los cuales puedes llegar a desear..
estar muerto.
Y empieza una lucha..
La lucha más encarnizada y más dura
que pueda llegar a presentarse ante tí.
Un adversario.. tú mismo.
Un debate.. contigo mismo.
Una vida en juego.. tu propia vida.
Entre amenazas, insultos, gritos de desprecio..
y esa maldita puerta..
que no consigo abrir desde dentro.
Es horrible ser testigo de tu propio infierno.
Luchas por mantener tu propia cordura
para no caer en sus absurdas locuras.
Y sientes que no puedes..
Que esa única ventana disponible..
no te enseña nada con lo que sentirte fuerte,
sentirte libre.
 Y  las ganas de luchar poco a poco desaparecen.
De pensar.. de debatir.. de vivir.
Secuestrada en tu propia libertad,
te das cuenta
de que no hay libertad más falsa,
que la que te imponen a base de falsas palabras
incrustándotelas a golpes de alabanza.
Mi propia moralidad me enseñó
a sentirme dios conmigo misma..
A creer en mi palabra antes que en la de los demás..
A llenar de alabanzas a mi propia persona..
A ser la única santidad por la que dar la puta cara
todos los días.
Sin falsas palabras adornadas
en la falsedad de unas escrituras y por las cuales,
jamás daré lo que ellas en su día me intentaron robar..
de la manera más sucia, cobarde y rastrera jamás escrita.
Cuatro paredes..
Ocho metros..
Mucha rabia contenida..
Cuando ya no tienes nada que perder..
es cuando llega el momento de decidir quienes para tí..
ya están muertos.

puntos 10 | votos: 12
Y hasta aquí ha llegado el tutorial - de hoy. Espero que vuestras cabecitas estén un poco menos vacías.
puntos 10 | votos: 10
XXV - Somos los lobos que no aullan a la Luna
y mariposas que no forman ciclones
al otro lado del mundo.
 
Somos heridos sin sanar,
tiritas sin despegar.
Un silencio como respuesta
a un Te quiero, mamá.
 
Y seremos un infierno sin congelar,
otro psicópata que no logra matar.
El Póngame otra, camarero
de algún suicida en un bar.
 
Intentamos ser la vida que no nos dieron
y fuimos la canción que no nos cantaron.
Y me inventé el nombre de muchas personas
a lo largo de toda mi vida
como Abandono.
 
Hoy abandono.
Pero de verdad,
no como esas veces
en las que se acaba
silbando el nombre de una
en la cama de otra.
puntos 11 | votos: 11
XXIV - Mi vida destrozada,
¡Mi vida destrozada!
Y le pregunto a la niebla
¿Quién recogerá este estropicio?.

Escribe sobre precipicios
al caer.
 
Podré volar
o volarme la cabeza.
Y podré el fondo tocar
antes que gane la pereza.
Ganaré, ya lo verás. 
Una muerte más,
mamá.

Y me haré fénix de estos restos.

Hubieron cachos, papá,
no cenizas.
Pero me haré fénix de estas vidas.
No las quemé,
pero las consumía.

Me juzgaron por líneas, hermano,
ahora juzgame por desgracias
y da gracias que no vivo.
Me apartaron por acciones, amigo.
Ahora por terror.

Y mi amor me alejó por vacío,
y al vacío he caído...
Lo veo todas las noches en el espejo
donde jamás, jamás,
jamás volverá a abrazarme.

Esperándolo me miro
y me pregunto...:
¿Quién recogerá este estropicio?.
puntos 4 | votos: 4
Recuérdame, por favor, - a un escalón.
A un escalón de distancia.
Recuérdame, 
como se recuerdan las primaveras sin flor.
Recuérdame, por favor,
expectante a tu función, 
mi amor,
detrás de tu telón.
Recuérdame, sin temor,
en silencio y a escondidas,
que después de esta partida
he descubierto que tu amor
a-mortales ha matado, por eso,
guárdame en un cajón porque
también he descubierto
que donde mejor se vive,
mi amor,
es pegado a tu talón.
puntos 10 | votos: 10
Siento que, - siguiendo el sentido de la sinrazón y
sosteniendo con sumo silencio
el saco que esconde el corazón y 
Lo siento.
 Hoy mis rimas se las ha llevado el viento
Lo siento, no siento.

puntos 5 | votos: 5
Pude comprobar - con el eco co co,
como ya nadie respondía.
Que sólo existía 
cuando no había silencio.
Eco de un ruido
que nunca cesaba,
que siempre esperaba que...

El ruido que me mataba en vida, 
pero que me obligaba a vivir.

Y desde entonces en mí, 
sólo hay necesidades.
Necesidades de...
necesidades con...
Me hundo,
no puedo con él.
Con el mundo.
Eco, ¿co
co
como voy a 
co
co
continuar?
puntos 9 | votos: 9
Recuerdos que - no llegaron a existir,
exigiendo un hueco en mi cabeza y
un suspiro en mí corazón.

Las mañanas de madrugar y observar.
Las tardes de café sin pastas.
Las curvas que tu mente le prohibió a tu naturaleza,
y en las cuales mi imaginación se ha matado un par de veces...

Cerré los ojos y desperté dormida en un mundo mejor.
Suspiré y al tercer respingo resucité entre tus dedos.
puntos 8 | votos: 8
Aún no sé si aún me quieres o sólo - te gusta aumentar tu ego. 
Aún no sé si mi corazón resistirá tal desastre o se morirá de
tristeza. 
Aún no sé si volverás a matarme o tendré que hacer yo el trabajo
sucio. 
Aún no sé si un día de verdad me quisiste o sólo fue lástima. 
Maldita sea, yo no lloro por humanos. Nadie puede hacerme daño, no
les dejo, son sólo humanos. No pueden. Y maldita seas, por qué te
tuve que dar ese poder. Entre todas las estupideces que he cometido
estás tú y tu maldita lógica. 
Pero eres mi estupidez favorita. Quizá el mayor error fue dejarte
saber que estaba a tus pies. 
Y a tus pies caeré desde el edificio más alto de esa maldita ciudad,
con mi corazón en la mano. Quizá en el momento que veas mis sesos
esparcidos por la acera y compruebes que mi corazón llevaba tu
nombre, al fin verás cuánto te quise.
Esto no es un escrito lleno de palabras bonitas ni quiero que lo sea.
Son sólo jodidas palabras que salen de esta garganta ensangrentada
por tantos vuelve callados. Son malditas palabras que me desbordan.
Aunque no sé si debería arrancarme la piel a tiras. Debería
destruirme físicamente y mostrarte cuánto me destruiste. Cogiste un
corazón puro y lo destrozaste cuanto quisiste, pero oye, no hay
reproche, rómpelo cuanto quieras. Rómpeme. Mátame. Acaba con este
hastío de vivir así.
Que esto ya no es vivir. 
Jodido epítome de la perfección, quise contemplarlo de cerca y
acabé quemándome. Pensé que eras la rosa más bella, pero sólo
tienes espinas. Aunque con gusto me las clavaría una y otra vez. 
¡Maldito Lope! Cuán sabio fue con ese beber veneno por licor suave
y es que de entre todas las formas de morir te elegí a ti y cómo me
estás matando.
Recuerda, cuando al fin este hastiado corazón deje de latir, que hubo
alguien que llegó a enamorarse hasta de tus demonios. 
La poesía para los locos enamorados, los lamentos para este espectro
ilógico.
puntos 13 | votos: 13
Vengo a decirte lo mismo - que pocas veces te he dicho.
Eso que tanto me cuesta
y que tú nunca has oído.

Vengo a decirte lo siento,
por cada lágrima que me dedicaste y
a confesarte que claro que me importa y
que claro que me importas.

Quizá sea un problema de fondo,
quizá sea un problema de formas,
quizá sea un problema,
quizá sea un quizá.

Se me caen los versos al suelo,
las palabras se me encallan en los dedos,
y en la garganta un nudo
al pensar
te
a ti
y contigo.
puntos 5 | votos: 5
Apunta, dispara, fuego. - A punto del suicidio,
en la punta de mis yemas.

Punto y aparte.
Aparta que me quemas,
la parte que me tocas.

Casi como tener el corazón
 dividido en dos mitades,
que suman cuatro soledades y
por más que resto
se me multiplican las verdad

es. No, no lo es.
No es real.
Es la pesadilla de la que no logro despertar.
Es la ola que me hace naufragar. 
Es la necesidad de necesitar.
Es el llanto que no cesa
de las voces que no callan.

Con el dedo en el gatillo,
y las ilusiones en los pies,
¡pum!
Han vuelto a disparar.
Y esta vez,
han tirado a dar.

puntos 14 | votos: 14
Te invito. A un té. - Aunque no sean más de las tres.
Aunque no lleguemos tarde, porque no tengamos prisa.
Aunque... En realidad el té es una excusa.
Excuse me, que me lío. 
Son los nervios, de la primera vez.

Mejor te invito a desayunar el domingo.
¿Qué te parece el sábado a las diez?
puntos 4 | votos: 4
Guaranteed - No me importa que el propio pensamiento me arrastre al fracaso de la
decadencia de ir contra todos. No me importa que sea llamada locura la
frustración ante los que no luchan por cambiar las cosas. No me
importa, mas mi condición será buscar lo humano ante todo. Que voy
dándome cuenta que muchas preguntas no tienen respuesta si les
aplicamos la lógica, y me aterra pensar que el equilibrio aún sería
más devastador.

Por eso voy marchitándome y me siento más lejos para sentirme más
humano, alejado de la humanidad. Y como el viento que no sabe donde
irá: ¿a dónde llegaremos sin habernos ido y a dónde marcharemos
sin que lleguemos?

Me da vértigo los que se alejan de los que pensamos demasiado. De la
misma manera me da vértigo alejarme yo de ellos, pero me es necesario
romper la relación entre el público y la puesta en escena. Quizás
sea la víctima o el payaso, pero no encuentro la manera. Ya reniego
de mi ser, de ciudadano del mundo, éste no soy yo. Ni quiero serlo.
Sólo quiero vivir entre hojas y animales. Y hallar también en lo
más primitivo : mi muerte.

Desde lo más oscuro de mi sucio corazón.
puntos 22 | votos: 22
~ - “Me apuesto la soledad a que no me das un beso”,
y perdí.

Fue en la época en que los veranos tenían tres meses y la comida no
nos preocupaba, porque estaba servida al llegar. La época en que las
pelotas de fútbol importaban un poquito menos y las lágrimas,
demasiado para derramarlas. La época en que perdí(mos) la fe en
tantas cosas.

“Me apuesto tu boca a que quieres la mía”,
y no volví a probar sus labios.

Ella tenía la costumbre de ganar siempre, y yo, de perseguir su culo
por el barrio. No hubo poemas, ni ningún otro tipo de mentiras. Yo
solo quería su boca y ella quería… ella solo quería. Y nos
apostábamos cada paso, ella aburrida de ganar, yo perdiendo sin
querer.

“Me apuesto mi amor a que me enamoro de ti”,
y perdí por última vez.
puntos 8 | votos: 8
XXIII - Me preguntaron:
¿Cómo te sientes?
y no sé si respondí.

Puedo decirte la verdad, si quieres.

La verdad es que querer(te)
me parece sobornar al destino
para que crea en nosotros.
 
Me he quedado
como si hubiéramos huído
de aquello que ayer abrazábamos
con todas nuestras fuerzas;
como cuando ella se fue.
 
No sé si lo recuerdas.
 
Hay que estar muy triste
—pensé—
para comer de madrugada.
Y yo llevo ya
más de media caja
de cereales.
 
Y un suspiro
que ha venido a estancarse
a mis costillas.
 
Creo que eso respondí.

Yo la quería
como se quiere no estar solo
el día de año nuevo.
Como se quiere a un cachorro
que acaban de regalarte.
 
Siempre me leen con pena
cuando escribo con rabia.
Y sueno con nostalgia
en mentes llenas de tristeza.
 
El amor es como un niño
estirando los brazos
para que el monstruo de su armario
lo pueda cargar.
 
Si hubiese llevado un diario del dolor
la única anotación habría sido
una palabra:
yo
 o ella. 
 
A la que pregunté:
¿Cómo te sientes?
y no supo regresar.
puntos 6 | votos: 6
XXII - Dejé de entender el tiempo
cuando se me hicieron
casi nueve minutos
los veinte segundos
que duró la ida.

Se largó en barco el amor de mi vida.

No quisiera hablar
de suicidios,
de dejarse ir,
ni de dejarse la piel
en lo que viene a ser
que se marche.
 
Nunca he sabido hacer nada para que no se escape.
 
No me regala rosas
desde que le dije
que escribo sobre ellas.
O rodeada de ellas.
Qué sé yo. 
 
He odiado las confesiones desde entonces.
 
Ahogarse en rosas
es esperar que alguien baile en ellas
y acabe tropezándose contigo.
 Es jugar a no ser sin alguien más.
 
... Le escribí. Y jamás jugó conmigo.
 
Escribo por dolor al arte
y por pena de las vistas
que hay desde ahí arriba;
desde las pupilas de otra,
para nada tan afortunadas
como las mías.
 
Qué injusticia que escriba tanto y le abrace tan poco.
 
No soy de confesiones
pero ahí va una:
Puedo vivir sin ti,
pero no quiero.
Y necesito entenderlo,
de verdad que lo necesito,
pero eso sí que no lo puedo.
 
Me he dejado caer donde los lobos no a aúllan a la luna.
Donde no buscan un cuerpo perdido.

puntos 13 | votos: 13
XXI - Saltó.
(Yo nunca lo haría)

Me dejó una nota
siete veces reescrita:
Hay quien a veces te abraza
y te convierte en un puerto.
Y hay quien es como tú:
quien atraca,
pero no necesariamente
en barco.
 
Y me encontré una carta
hecha una bola
tras el sillón.
Justo como estoy yo,
pero encima de la cama
y sin ningún borrón.
 
La poesía no me parece tan bonita
desde que no leo un poema suyo
lleno de marcas de lápiz
justo detrás de cada letra.

Y la vida no me parece tan bonita
desde que saltar conlleva algo más
que jugar en una cama elástica
y al terminar volver a tener los pies
en la tierra.
 
Aunque ella nunca los tuviera.

Le dejé una estúpida nota
que jamás leería:
Estoy al lado del radiador
esperando a que vuelvas,
y por muy cerca que me quede
no noto calor que me envuelva.
 
Y sé, amor mío,
que es de las estupideces
por las que te fuiste.
Pero me resulta una metáfora
de nuestro amor
incomprensible,
casi admirable:
 
Está roto, ¿lo recuerdas?
Yo me sigo acordando.
Y aunque sé que no me dará calor
sigo esperando,
porque sé que está ahí
y que algún día estará dispuesto
a hacerme sentir en compañía.
 
(A veces releo y ni yo entiendo
lo que te escribo.
Pero eso siempre me da igual
porque está como quería:
lleno de marcas de lápiz
justo detrás de cada letra.)
puntos 6 | votos: 6
Corriendo por las calles - de la ciudad estaba en casa, así era como lo recordaba. Huyendo de
algo, no sabía de qué, quizás de ella misma. De sus pensamientos,
que se volvían demonios a media noche. Nada la hacía sentir más
libre que vagar entre desconocidos, no había historias de por medio
que pudieran cortar. Además, a esa velocidad no era posible que la
miraran a los ojos, pretendiendo entender. ¿Entender qué? Eso nunca
se lo explicaban. Al doblar en cada esquina parecía que iba a
tropezar, pero era una sensación falsa. Y conocida. Había perdido
tantas veces el equilibrio que ya no iba a caer, aunque el mareo
trajera algo de nostalgia. Todo estaba diferente, más vacío, más
ligero. Parece que los recuerdos decidieron no molestar, no hoy. Todas
las señales desaparecieron, no las veía por ningún lado algún
nombre que le indicara hacia dónde ir, ni era necesario. Ella lo
sabía perfectamente.
Subió al edificio más alto (no podía ser mediano, tenía que
exagerar siempre) y se asomó a uno de los balcones para observar el
vuelo de las aves. Prefería el de las mariposas por ser más torpe,
pero ambos tenían una belleza única. Dibujaban coreografías en el
aire, sin importarles en lo más mínimo lo que pasara en la tierra.
Le recordaba al aleteo de su mente en esos momentos interminables, en
los que de a ratos parecía que no estaba allí, y que acostumbraban
interrumpir siempre. “No sueñes despierta” decían, porque nunca
sintieron la libertad de poder estar en cualquier parte, en cualquier
momento. Ni lo asfixiante que pueden ser cuatro paredes a esa edad.
Pudo estar así por horas, divagando, como en tantas ocasiones, pero
esta vez era diferente. Con sus pies en el borde, dejó caer la
mochila llena de fotos viejas y melodías desgastadas, para colocar en
su lugar las alas que había construido con las hojas de un libro de
cuentos, y atado a su espalda con delgadas cuerdas de violín. Al
saltar pudo sentir cómo el viento tenía una armonía perfecta con su
cuerpo, como si se conocieran de toda la vida. Y mientras jugaba con
las nubes, le dijeron que era hora de volver a casa, como los pájaros
vuelven a los árboles, mientras el sonido de la brisa cambiaba de
tono y se hacía cada vez más fuerte.
La alarma la despertó a la misma hora de siempre, las calles
volvieron a llenarse de quienes no estaban pero no querían irse. Poco
a poco la gravedad trajo el peso de vuelta, y la mochila seguía donde
la había dejado antes de acostarse. Entonces sintió la caída,
sintió el dolor de las alas que habían desaparecido. Tenía tiempo,
las paredes podían esperar un poco. Hace mucho que no veía libros de
cuentos, así que escribió algunos y los transformó en pájaros.
Cómo no, también quedó para fabricar unas alas, que adornó con
cuerdas de guitarra (con tanto peso, cuatro cuerdas no son
suficientes). Las colocó suavemente sobre unos bocetos de mariposas.
“Hasta la noche”. Y salió con la mochila en la espalda.
puntos 73 | votos: 73
Le dijo que no le gustaban las flores. - La cautivó con un ramo de ideas.
puntos 92 | votos: 204
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jhl dxeih kxt ztfuqf sq sowltzq rt ofñzlxeeohftñ qfzt tsshñ
puntos 69 | votos: 93
Me gustaría hacer un gran cartel, - de esos super profundos, que te hacen pensar cosas que van más allá
de tu pensamiento diario, con mensajes llenos de experiencia sobre
todo lo que he vivido. Pero os diré un secreto, sólo soy un chaval
que no sabe una puta mierda de la vida.
Y os contaré algo más, no quiero aparentar nada más que esa
realidad.

puntos 13 | votos: 13
XX - Me he quedado en el sillón
por si acaso ella regrese.
Lo coloqué en el recibidor,
no vaya a ser que no me encuentre.
 
Anoche se fue y no volvió.
La llamé, pero no me lo cogió.
Esta mañana había un mesaje,
pero me pareció demasiado tarde.
 
Anoche le dije que la quería,
pero no hizo puto caso.
Quizá fuese mío el error...
No puede oír si se ha largado.

Anoche esperé.
Y os contaré un secreto:
Las personas no llegan
como las estaciones del año.
 
 Esta mañana...
Esta mañana no hice nada.
Pero esperad...

Esperad, sigo aquí tirado
mientras oigo subir las escaleras.
Y juraría que ahora
llaman a la puerta.

Quisiera abrir,
pero no puedo.
Sinceramente,
ojalá no sea ella.
 
¡Ya lo sé!
¡No me miréis!
¡Ya sé lo que dije!
Veréis...

Me quedé en el sillón
por si acaso ella regresaba.
Lo coloqué en el recibidor,
no fuera a ser que no me encontrara.

Anoche se fue y no volvió.
La llamé, pero no me lo cogió.
Le dejé un mensaje:
Te esperarán, pero no seré yo.
 
Sí, me he quedado en el sillón
por si acaso ella regrese.
Pero ojalá no tenga llave
y no se tope con la muerte.
puntos 9 | votos: 9
Qué les importa lo que hacemos - o dejamos de hacer, qué nos importa lo que piensen de nosotros. Si al
final no podemos cambiar lo que pensamos, quizás ni siquiera vale la
pena intentarlo. Somos lo que somos, lo que construyeron (o
destruyeron) con el paso de los años, y si no queremos no pueden
obligarnos a ver (ni convencerlos de que están ciegos). Seguir
discutiendo, ¿con qué objetivo? Si somos un desastre, lo sabemos, y
seguro que ellos también lo tienen claro. Para qué involucrarse en
una lucha de egos, para qué intentar definirnos desde lo subjetivo.
Si empeoramos, o mejoramos, ¿para qué molestarnos en demostrarlo?
Aunque tuviéramos la razón no nos la darían, ni aceptaríamos que
estamos equivocados. Si el tema en sí mismo, de tanto repetirlo, ya
está gastado. En lugar de perseguir nuevas metas, nos preocupamos en
quién llegó primero, como si alcanzar estándares imposibles nos
hiciera sentir más altos. Tenemos los mismos errores en distintos
momentos, ritmos diferentes para aprender de ellos, y mientras nos
miran hacia abajo aún queremos impresionarlos. No se dan cuenta de
que sus moldes los vuelve cada vez más cerrados.
Son mejores, ¿Qué quién? Si ni siquiera lo intentamos. Son mejores,
felicidades, pero no por sus logros, sino en hacer sentir menos al
otro. De palabras no está hecho el éxito, nadie avanza sin tropezar
de vez en cuando. Y espero que lleguen a comprender esto, o lo
entendamos nosotros, antes que la necesidad de encajar se nos vaya de
las manos, antes de convertirnos en el reflejo de un cristal roto.
puntos 4 | votos: 4
De nada importa la gama - de colores que puedan percibir tus ojos, si no sabes cómo mezclarlos.
puntos 5 | votos: 7
No te preocupes por mi felicidad - le dije en día de sábado gris.
Él sólo suspiro con la cabeza gacha, como un dragón al que le han
extinguido el fuego. Y luego dicen que esos caballeros que invaden su
cueva son los héroes. Vaya.

Cuando la lluvia nos sorprendió en nuestro paseo vespertino,
le dimos envidia al darnos besos y abrazos.
Estás sola, y además empapada le dije desde mi cabeza.
Se cabreó y lanzó mil rayos a nuestro alrededor,
a los que no temimos.

De todas formas, íbamos a renacer.

Vimos por última (¿o primera?) vez
la manta marina abrigar el suelo
que miraba con todos sus ojos
al techo descolorido.

Él me recordó cuando le saqué
de aquella novela 
en la que se quedó encerrado
y yo le dije:
Estamos en empate.
¿No te acuerdas cuando me secuestraron
las notas del piano y tu viniste a rescatarme
con la melodía más hermosa del mundo?

Empate repitió él.

Ahora, cuando se fue a dormir el sol,
ya no intentamos despertarle.
De vez en cuando los engranajes
sólo van más rápido
y no los detiene 
ni la voluntad del más gigante.

El pasto frío,
por última (¿o primera?) vez,
nos hizo de cama,
de almohada,
de testigo de largos suspiros
que ya a nadie engañan.

···

A las doce, todo renace,
como una crisis lunar, pero eterna.
No hubo que decirle que no se preocupase,
no hubo que decirle que había empate.

Nadie dijo nada.
puntos 10 | votos: 10
IX - Qué dirán si digo
que la vida me parece
otra de esas putas que no saben
si ignorar que pasas
o asomarse a la ventanilla
de tu coche.
 
Qué pensarán si digo
que al pasar siempre piso
el acelerador,
no vaya a ser que alguna
me pegue algo
o con algo.
 
Que sabemos ya lo fuerte que golpea.
 
Qué dirán si confieso
que ella era mi vida,
pero dudo de si puta...
 
La llamaban Acuarela,
porque eso parecía
su maquillaje cuando lloraba.
Porque eso era:
una obra de arte
a acuarelas pintada.
 
Juntos...
Juntos podíamos ser
Nothing Else Matters
sonando a toda hostia
mientras vosotros, celosos,
pedíais que bajásemos el volumen.
 
Pero no pudo ser,
no quiso ser.
 
Y perdonadme si me río
mientras pienso
en qué dirán si publico
que una vez pregunté la hora
y dijo: Tú tranquilo,
nunca se nos hará tarde.

Pero me veis aquí:
esperando por otro tren,
que se me han escapado varios.

Solo se me ocurrió enamorarme
de una obra de arte
que hice mi vida
y dudó entre si pasar,
quedarse, irse,
asomarse
o volver
(porque juraría que
  en realidad ni estuvo).

Es por ello que al dudar,
ella; mi vida, me recordó
a otra de esas putas que no saben
si ignorar que pasas
u ofrecerte su existencia de mierda.





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